Florencia Canale publica ‘La Cruzada’: “La inteligencia artificial es muerte”
La escritora argentina se centra en la identidad de género, la libertad individual y la ruptura de roles tradicionales en un contexto histórico rígido.
Florencia Canale, la exitosa escritora del best seller Pasión y traición, está de estreno. La autora argentina publica también con Planeta La Cruzada, una increíble novela inspirada en hechos reales sobre la figura histórica de Catalina de Erauso, más conocida como la Monja Alférez, una mujer que desafió todas las normas sociales y culturales en pleno Siglo de Oro para forjar su destino.
Centrada en la novela histórica, la de Canale es una obra que se desmarca de géneros y modas, y se centra en temas de plena actualidad como la identidad de género, la libertad individual y la ruptura de roles tradicionales en un contexto histórico rígido, y todo a través de la figura de Catalina de Erauso, hija de una acomodada familia de San Sebastián, la menor de seis hermanos, quien a los cuatro años fue internada en un convento, a los quince huyó, decidió vestir ropas de hombre y vivir su vida como un varón. Con su identidad apócrifa, viajó sin rumbo, cruzó el Atlántico, luchó y mató por su rey, pero también por ella misma. La furia y la guerra marcaron tanto su piel como cada uno de sus días.
¿Qué fue lo que la llevó a escribir la historia de Catalina de Erauso?
Llegué a ella mientras investigaba para mi novela anterior, ambientada en el siglo XIX. En esa búsqueda apareció su nombre. Pensé que sería una monja más, pero cuando leí quién había sido esta mujer deslumbrante, supe que debía escribir sobre ella. Su vida, marcada por el conflicto de identidad y la aventura, me atrapó por completo.
¿Qué cree que podemos aprender hoy de Catalina de Erauso?
Muchísimo. A tener paciencia, a tolerar el fracaso y la frustración. A entender que la vida es un camino lento y lleno de obstáculos, pero que en eso mismo reside su sentido.
¿Cómo fue su proceso de documentación para reconstruir el Siglo de Oro?
Tuvimos la suerte de que Catalina escribió sus memorias. Eso ya es un hallazgo fascinante: una mujer que relata su peripecia casi como una odisea. A partir de ahí, realicé una investigación exhaustiva. Viajé a San Sebastián, donde nació, y a Orizaba, en México, donde murió. Siempre que puedo recorrer los lugares donde vivieron mis personajes, lo hago: me ayuda a escribir desde la experiencia.
¿Disfruta más la documentación o la escritura?
La documentación me apasiona. Siempre encuentro pequeñas joyas, como si fuera una detective. Tal vez sea porque de niña quise ser arqueóloga. Busco vidas del pasado que me inquieten, que me conmuevan.
Su novela aborda temas como la identidad o la libertad en otro contexto histórico. ¿Cómo evita el anacronismo?
Intento no imponer una mirada del siglo XXI. Catalina nació en 1592, pero sus búsquedas emocionales siguen siendo las nuestras: entender quiénes somos, qué queremos, cómo vivir con libertad.
Sus protagonistas suelen ser mujeres fuertes y complejas. ¿Qué la atrae de ellas?
Creo que quiero aprender de ellas cómo se vive. En un tiempo en que todo parece liviano, me interesa la intensidad, las vidas atravesadas por desafíos. Catalina vivió fuera de los márgenes, pero incluso las vidas pequeñas pueden ser igual de heroicas. La vida, al fin y al cabo, es una odisea.
¿Cómo ha evolucionado su forma de escribir a lo largo del tiempo?
Al principio tenía miedo de salirme de las estructuras. Con el tiempo entendí que se puede contar menos, que los silencios también dicen mucho. Supongo que he aprendido, como Catalina, a ser un poco más libre.
Para terminar, ¿cuál es su opinión sobre la inteligencia artificial en la creación literaria?
La desprecio con todo mi ser. “Inteligencia artificial” es un oxímoron: la inteligencia es humana, no de una máquina. Me parece algo peligroso, sin sangre, sin respiración. Yo necesito que un texto tenga herida, vida, cuerpo. Todo eso otro —la máquina— es muerte.
¿Cree que será posible ponerle límites?
Yo ya se los pongo. Soy parte de la resistencia. No acepto algo que siento más cerca de la destrucción que del gesto vital de la creación. No uso chatbots ni programas de IA. Yo investigo, leo, busco respuestas humanas.
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