‘El Cid: vida y leyenda de un mercenario medieval’. Desmontando un mito nacional
La historiadora inglesa Nora Berend disecciona cómo el gran icono de la Reconquista española pasó de hombre de armas a mito.


Nora Berend es profesora de Historia Medieval en la Universidad de Cambridge, especializada en las relaciones entre cristianos, musulmanes y judíos en Europa. Su enfoque académico, riguroso y multidisciplinar, le permite abordar figuras históricas como El Cid desde una perspectiva crítica, alejada de los relatos nacionalistas o ideológicos que han marcado la historiografía tradicional española.
El mito franquista
Durante décadas, el franquismo utilizó la figura de El Cid como símbolo de las supuestas ‘virtudes’ que promovía la dictadura: un hombre hecho a sí mismo, defensor de la fe, que anteponía el honor y la lealtad a todo lo demás. Este ensalzamiento, promovido por historiadores afines al régimen, poco tenía que ver con los hechos históricos.
El ensayo de Nora Berend no busca destruir su leyenda, sino arrojar luz sobre hechos que han sido tergiversados durante siglos y reivindicar el enorme valor histórico de Rodrigo Díaz de Vivar: un genio militar y un pionero, al ser el primer señor que rompió con el férreo sistema de vasallaje imperante en la Edad Media.
Una investigación rigurosa
El libro se apoya en fuentes primarias como crónicas medievales, documentos diplomáticos, textos religiosos y literatura épica. Berend contrasta versiones cristianas y musulmanas, analiza el contexto político y social de la época, y desentraña las contradicciones entre el personaje histórico y el mito construido a lo largo de los siglos. Su metodología combina historia política, cultural y religiosa, lo que permite una reconstrucción más fiel y matizada de la figura de El Cid.

Contexto histórico en la Península
El primer capítulo del libro explica de forma didáctica la situación de la península ibérica en tiempos de El Cid: cómo los árabes habían arrebatado el territorio a los visigodos y cómo los reinos cristianos del norte iniciaron un largo proceso de reconquista.
Ambos bandos eran heterogéneos y los reinos pasaban de aliados a enemigos en función de intereses cambiantes. No se trataba tanto de una guerra de fe como de una lucha por el territorio y el dinero. Cristianos y musulmanes buscaban aliados en el “otro bando” si eso les beneficiaba.
También se destaca cómo Al-Ándalus era más avanzado en lo cultural y científico, y cómo el intercambio de conocimientos benefició especialmente a los cristianos.

Desmontando certezas
Ni la fecha ni el lugar exacto de nacimiento de El Cid se conocen con certeza, aunque los documentos lo sitúan en una zona de Burgos entre 1043 y 1057. Se crio en la corte de Fernando I y luego en la de Sancho II, donde aprendió el uso de armas, equitación y estrategia. No se sabe si sabía leer y escribir.
Llegó a ser alférez real, jefe militar del rey. Pertenecía a una familia acomodada, lo que desmiente la leyenda de que provenía de la baja nobleza. Esto se evidencia en la elevada dote que entregó a doña Jimena al casarse.
En 1079, siendo hombre de confianza de Alfonso VI, fue enviado a Sevilla a recoger tributos. Allí, al ser atacado por nobles cristianos, combatió junto a los musulmanes y tomó varios rehenes. Su popularidad era tal que realizaba incursiones sin autorización real. El saqueo de Toledo, bajo protección del rey, le valió un primer destierro. Tras intentar servir en el condado de Barcelona, acabó al servicio del emir de Zaragoza, Al-Muqtadir. Sus éxitos militares, tanto contra cristianos como en guerras civiles, le otorgaron gran poder.
En 1086, tras la derrota de Alfonso VI ante los almorávides en Sagrajas, el rey recurrió nuevamente a Rodrigo Díaz, quien regresó a Castilla ocupando un puesto de poder. Ya era un hombre rico, fruto de saqueos e impuestos, con una mesnada compuesta por cristianos y musulmanes que le debían lealtad solo a él.
En 1089, otro conflicto con el rey terminó con la confiscación de sus bienes y el encarcelamiento de sus familiares. Rodrigo se declaró inocente, pidió un juicio por combate y ofreció varias formas de resarcir al monarca, que fueron rechazadas. Fue nuevamente exiliado.

Un señor de la guerra
Esta vez partió con un ejército que dominó durante años el este y sureste de la península, derrotando a fuerzas cristianas y musulmanas. Tras capturar al Conde de Barcelona, se hizo con un amplio territorio que incluía la taifa de Valencia.
Una nueva invasión almorávide en 1096 provocó un levantamiento y la pérdida de la ciudad. Rodrigo saqueó los arrabales y tierras de sus enemigos, sitió Valencia y la recuperó tras matar de hambre a sus defensores.
Intentó que el Papa reconociera su reinado, favoreciendo la instalación de órdenes religiosas y transformando la mezquita en catedral. Su gobierno no fue bien recibido por sus súbditos musulmanes, y cuando murió en 1099 no logró instaurar una dinastía.
Muere el hombre, nace la leyenda
El libro analiza cómo se forjó la leyenda, con un papel destacado del monasterio de San Pedro de Cardeña, donde Jimena llevó sus restos. Rodrigo había hecho numerosas donaciones al lugar, y los monjes se encargaron de difundir textos que exageraban sus hazañas, minimizaban a sus enemigos y exaltaban sus valores cristianos.El Cantar del Mio Cid y la Historia Roderici son los más conocidos. Fue convertido en modelo de caballero cristiano y símbolo de la cruzada en España.
Nora Berend investiga el culto que se formó en torno a su figura: el cerrojo de Santa Gadea, sus espadas Tizona y Colada, el crucifijo que llevaba en batalla…

Literatura y cine
La historiadora repasa las numerosas obras que contribuyeron a su fama, alejándose cada vez más del personaje histórico para convertirlo en un héroe legendario como Odiseo o Beowulf.
Destaca el papel del historiador Menéndez Pidal en el resurgimiento de su figura y cómo ha sido utilizada por distintas ideologías: como símbolo de integración entre civilizaciones o como icono de la lucha cristiana contra los paganos.
También se analiza la película protagonizada por Charlton Heston, que universalizó el mito con una versión acorde a la narrativa franquista. Como contrapunto, se recoge el libro de Arturo Pérez-Reverte, donde el novelista intenta recuperar la esencia guerrera de una figura contaminada por la ideología franquista.
Una figura para repensar el presente
La obra invita a reflexionar sobre cómo se construyen los mitos nacionales y cómo la historia puede ser instrumentalizada por distintos poderes. En tiempos de polarización, recuperar la complejidad de figuras como El Cid ayuda a entender mejor nuestro pasado y evitar simplificaciones ideológicas. Rodrigo Díaz fue un personaje contradictorio, que luchó tanto contra cristianos como musulmanes, y cuya figura ha sido moldeada según las necesidades políticas de cada época.
Conclusión
El Cid: vida y leyenda de un mercenario medieval es un ensayo profundo que narra la vida del que, junto con el Gran Capitán, probablemente haya sido el mayor genio militar español. Un hombre que se adelantó a su tiempo, rompió con el orden establecido, mató por igual a cristianos y musulmanes, y demostró habilidad tanto con la espada como con la diplomacia. Su figura, controvertida, ha sido convertida en símbolo tanto de la tolerancia como de la intolerancia.

Ficha
- Autora: Nora Berend
- Colección: Tiempo de Historia
- Año de publicación: 2024
- Idioma original: Inglés
- Género: Ensayo histórico
- Páginas: 384
- Formato disponible: Tapa dura / eBook
- ISBN: 978-84-9892-215-7
- Editorial: Crítica (Grupo Planeta)
- Precio: 23,90 €
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