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Yo Presidente, Objetivo: Crisis Global

Yo Presidente, Objetivo: Crisis Global

Al mal tiempo, mala cara

El ingenio se agudiza en las épocas más difíciles, y siempre surge la ocasión para el oportunismo que cualquier avispado puede intentar utilizar. Ahora que la situación económica mundial es la mayor preocupación del mundo entero, recibimos una nueva entrega del simulador Yo Presidente, con el sonoro sobrenombre de Objetivo: Crisis Global. ¿Será posible acabar con esta situación, al menos de forma virtual?

Dicen que quien no se consuela es porque no quiere... y este análisis es un ejemplo claro del dicho. Mientras la mitad del mundo se afana por salir de una situación económica deficiente, y la otra mitad hace lo posible por mantenerse a flote, unos pocos elegidos han tenido la gran idea de explotar la situación. La crisis es un recurso harto visto en televisión, prensa... incluso en los videojuegos. O, al menos, es lo que pretende la nueva entrega de Yo Presidente.

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analizáramos un año atrás, con motivo de las Elecciones Generales de 2008. Aprovechando la coyuntura, una vez más, Planeta DeAgostini lanzaba al mercado la versión en castellano de Geopolitical Simulator, que es el nombre que este juego recibe en otros países. Esta ocasión no podía pasar sin alguna diferencia respecto a sus versiones en el extranjero, y por ello Yo Presidente traía como buque insignia una campaña ambientada en el estado político de nuestro país por aquellas fechas.

Claro que, la reelección del presidente del Estado Español no era el único aliciente con el que contaba este título. Otras tantas campañas, algunas con más libertades que otras, nos ponían al frente de casi cualquiera de los países existentes en la actualidad, y nos otorgaba el poder absoluto sobre las decisiones del gobierno en dichas naciones. Tratados comerciales, nuevas leyes o modificaciones de las ya escritas... Yo Presidente no necesita más explicación que la que su mismo título le otorga. Pero, ¿qué ha cambiado para que veamos una nueva versión pasado un solo año?

Prácticamente nada, al menos si hablamos en términos de desarrollo del juego. Por supuesto que se han incluido todas las novedades internacionales para adecuar el entorno a la actualidad, pero nos encontramos ante un título exacto al que muchos compraran el año pasado, y es importante destacar que no encontraréis  absolutamente ninguna novedad jugable en estas nueva entrega. Es más, esta versión que Planeta DeAgostini distribuye en nuestras fronteras puede ser adquirida como actualización para el juego del año pasado... pero en inglés y de forma digital.

Esto no significa que aquí no vaya a suceder lo mismo, pero de momento no está disponible esta opción, así que quienes quieran disfrutar de todas las novedades en política internacional, no tendrán más remedio que adquirir Yo Presidente, Objetivo: Crisis Global, incluso si ya poseen Yo Presidente, Objetivo: La Moncloa. Y que quede claro que Crisis Global no es una actualización, porque no es necesario disponer de su predecesor para instalar y jugar al mismo. El título que sacan a la venta es el mismo pero con la base de datos actualizada a nuestros días.

En casos como este, bien podríamos copiar y pegar el análisis que realizamos el año pasado. Sin embargo, los responsables de Geopolitical Simulator han tenido a bien añadir unas pocas diferencias respecto a la entrega pasada, en forma de nuevas campañas cuyo denominador común es la crisis económica. La primera y más interesante nos pone al frente de Estados Unidos con el recientemente elegido Obama, y deja el destino del país en nuestras manos. Empezaremos desde el mismo día de la toma de posesión, por lo que no será necesario enfrentarnos a la oposición en las elecciones.

El resto de campañas tienen como objetivo la solución, o reducción del impacto, de la crisis en los países elegidos. Algunas permiten seleccionar cualquiera de los estados del mundo, y otras son más estrictas y nos limitan a una cantidad reducida de los mismos. Al final, nuestro destino será salvar la situación antes del límite temporal establecido al inicio de la partida, cumpliendo ciertos criterios económicos, sociales o políticos, como lograr la reelección en las siguiente convocatoria a las urnas. Vamos, lo mismo que Objetivo: La Moncloa, pero con el trasfondo de la crisis de por medio.
Por ello, gráficos, jugabilidad, interfaz y en definitiva todos los aspectos de Yo Presidente, no han variado en absoluto. El título sigue teniendo las mismas virtudes y los mismos defectos, exceptuando los errores de programación que se han ido corrigiendo mediante parches, y que en la nueva versión vendrán instalados de serie. Sin parecer demasiado pesados, volveremos a remarcar que quien pretenda encontrar un nuevo título no lo encontrará, y si espera que algunos de los conceptos menos satisfactorios del simulador se hayan corregido, se tendrán que dar con un canto en los dientes.

Porque Yo Presidente tiene una gran virtud, la de tratarse de un juego extremadamente accesible a pesar de la gran cantidad de opciones que ofrece, y permite que cualquiera pueda tomar el papel de mandatario del país que desee. Pero esta pretensión es demasiado arriesgada como para salir airoso en su implementación. La política global no puede definirse en los simples términos que cualquier programador puede desarrollar, y las decisiones de un grupo de gente, o de cada persona de forma individual, son imposibles de representar en un videojuego.

Es por ello que uno de los mayores defectos de este producto sigue siendo la desmedida generalización de los conceptos políticos, independientemente del país que hayamos seleccionado. De esta manera, las diferencias entre dirigir España, Estados Unidos, Rusia o Irán, son mínimas. Todos sabemos que en la realidad esto no es cierto. Habría sido preferible limitar la cantidad de opciones con el fin de hacerlas más reales, y de esta manera satisfacer a los potenciales compradores de los principales mercados internacionales. Aún así, Yo Presidente sigue siendo un juego de contrastes...

Porque termina siendo el tipo de título que, o bien se ama, o bien se odia. Sus gráficos son simples, pero sirven para representar la acción, la interfaz es inconfundible, bien diseñada y accesible. Lo peor son las caras de los personajes del juego, generadas de forma que los rostros terminan por parecer demasiado extraños en todos los casos. Además, la generación de nombres es tan poco variada que terminamos por coincidir con demasiadas personas de nuestro entorno cercano. Y sin embargo, a pesar de estos defectos, el título puede enganchar durante horas, dando rienda suelta a la creatividad.

El desarrollo termina convirtiéndose en acciones y reacciones, y puede que el afán por ver en que terminan nuestras decisiones sea el único motivo por el que un jugador es capaz de pegarse a la pantalla de su monitor frente a un título como Yo Presidente. Al final, se nos vende una falsa sensación de completa libertad, que se termina enmarcando en un juego que puede dar lugar a situaciones tan absurdas como la del presidente de España otorgando el cargo de Ministro de Trabajo al presidente de un sindicato de la India, o una reunión entre la presidencia y la mafia china.

anterior análisis, quien quiera disfrutar de Yo Presidente y no haya comprado el título anterior, que lo haga. Quien tenga Objetivo: La Moncloa, debería esperar a la actualización a nuestros días. Y quien no sienta el más mínimo interés por estos asuntos, puede descansar tranquilo, porque carecer de este juego no hará que pierda el sueño. Por supuesto, siempre está el verdadero fanático del juego, y esperemos que con su compra consiga paliar la crisis de forma tan efectiva como con sus decisiones durante la partida.


- Base de datos actualizada a día de hoy.
- Desarrollo simple pero con variedad de opciones.

5.5

Mejorable

Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.