WarioWare Gold
WarioWare Gold, análisis
Analizamos WarioWare Gold, que llega a Nintendo 3DS como un recopilatorio de los mejores microjuegos de la saga. Descubre todas sus novedades.
Por: Israel Mallén @Mallendary
WarioWare nació a contracorriente. Más allá de su protagonista, pocos dirían que se trata de un juego de Nintendo, tanto por su tono irreverente como por su jugabilidad efímera. La etiqueta de outsider persiguió a la franquicia ya desde su concepción, pues Goro Abe y el equipo de Nintendo R&D1 (responsables de la primera entrega), iniciaron el desarrollo sin comentarlo con su supervisor. Querían confeccionar una obra capaz de romper los esquemas de Nintendo, o al menos de cómo se entendía la marca nipona a principios del nuevo milenio. “WarioWare surgió con el firme deseo de desmarcarse de la norma y conseguir un tipo de diversión que solo se logra cuando haces algo diferente”, explicó Abe en una ocasión. La elección de Wario no fue casual, pues encarnaba a la perfección el tono desenfadado y alocado que Abe y compañía querían imponer para que su título rompiera con la visión imperante que existía de Nintendo “tanto dentro como fuera de la empresa”.
A la simpatía e inocencia preponderante en los títulos de la gran N se respondió con una obra macarra. WarioWare escupe en los relatos heroicos y presume de intrascendencia, en clara oposición a los videojuegos protagonizados por Mario o Link. Es muy sencillo sintetizar las diferencias entre WarioWare y sus compañeros de catálogo; aquí no hay reinos que rescatar, sino narices que depilar. En lo jugable, R&D1 primero e Intelligent Systems después apuestan por los microjuegos, un entretenimiento harto fugaz, de usar y tirar, que choca frontalmente con las mecánicas elaboradas de otras sagas nintenderas. El compromiso de WarioWare no es tanto consigo mismo como con el hardware que nutre, ya que acostumbra a ser un título tempranero. Con su sencillez, exprime y describe las particularidades de cada consola con precisión quirúrgica.
Un recopilatorio de oro
Casi es difícil de creer que un juego así forme parte del imaginario de Nintendo, pero resulta que es una de las licencias más apreciadas por los acérrimos de la marca japonesa. Tanto como para que nos hallemos aquí, hablando de un juego que sirve casi como guinda al pastel que es 3DS, consola que niega a perecer merced a títulos como WarioWare Gold. Más que una recopilación con los mejores microjuegos de la saga, esta iteración constituye una celebración autoconsciente. De nuestro medio, por ser capaz de brindarnos un ocio tan diverso y especial. De los WarioWare, por llevar más de una década siendo fieles a una misma idea: ser diferentes.
Decíamos antes que la jugabilidad de los WarioWare se aleja de la tradición nintendera. Esta última abraza el reposo y el aprendizaje pausado, mientras que los títulos del pariente de Mario no dan un solo respiro. A lo largo de los 300 microjuegos que componen esta edición Gold, Intelligent System brinda poco más que una palabra antes de cada prueba y unos pocos segundos para resolverla. Son puzles muy llanos, pero que demandan inmediatez al leer su estructura. En este greatest hits tan especial, Nintendo rescata y presume de tres centenares de los mejores microjuegos de joyas como Minigame Mania, Touched! o Smooth Moves. La cifra más alta de la historia de la saga se nutre, además de clásicos remasterizados, de un generoso número de nuevos y lacónicos retos. No penséis, ni por un segundo, que Wario se ha jubilado y no aporta nada con este Gold.
Con un vasto mar de microjuegos, la edición de 3DS capta a la perfección un sentimiento que los WarioWare generan como ningún otro juego: la incertidumbre. El ritmo con el que se intercala un desafío tras otro es frenético, casi irrespirable en tanto que uno nunca sabe a ciencia cierta con qué se va a encontrar un par de segundos más tarde. Quizá toque arrancar el vello de una nariz coqueta. Puede que sea el momento de sorberse los mocos, en un intento desesperado por tomar aire y resistir la rutina videolúdica que Wario impone. No hay dos pruebas calcadas, todas gozan de un ingenio y una capacidad para arrancarnos una sonrisa verdaderamente diferenciales. Y, como no podía ser de otra manera, todos estos retos constituyen una exhibición de la fuerza de 3DS. No quedará una sola característica (a excepción del siempre olvidado 3D) que no acabe exhausta. WarioWare Gold, tanto a través de sus microjuegos clásicos como a través de los nuevos, exprime los botones, la pantalla táctil, el micrófono, el acelerómetro y el giroscopio.
Quizá le pesa, a ese respecto, que tiene menos margen para guiarnos por los entresijos de la portátil. Entregas como Touched! o Smooth Moves servían como juego-tutorial para aprender y dominar todo lo que DS y Wii, dos máquinas rompedoras, podían ofrecer. En pleno 2018, WarioWare pierde algo de poderío porque conocemos a la perfección qué es y cómo funciona Nintendo 3DS. Incluso aunque hubiera acompañado al lanzamiento de la portátil de doble pantalla allá por 2011, hablamos de una consola harto deudora de su predecesora. El efecto tridimensional estereoscópico tenía mucho potencial para una propuesta tan breve y directa como esta, pero, por desgracia, no tiene sentido explotar esa faceta con las 2DS ya asentadas en el mercado. Como carta de amor a los más fieles a la franquicia, WarioWare Gold es más que disfrutable. Sin embargo, creemos que pierde potencial, nada demasiado punible, sin ejercer esa tutela. Es la entrega más completa, evidentemente, pero es difícil catalogarla como la mejor sin el impacto del que os hablamos, rasgo ya indisociable de la serie.
Infinitos microjuegos y modos
Insistimos: es muy complicado que este juego no cautive a los fans de WarioWare. Una de las principales razones es la adición de un modo historia perfectamente planteado. Como no podía ser de otro modo, WarioWare se niega a narrar una única aventura y opta por fragmentar su relato. Eso sí, las 18 microhistorias tienen mucho en común. Primero, un mismo tono despreocupado e hilarante que proporciona cohesión, reforzado además por unas escenas de introducción con un doblaje al español superlativo. Segundo, una serie de categorías de microjuegos comunes de nombres bastante explícitos: la liga táctil, la liga giro y la liga botones. La meta es frustrar las pretensiones lucrativas de Wario (tan avaro como siempre), que ha organizado un torneo de microjuegos. Culminar cada historia implicará resolver microjuegos con una temática concreta, como la fantasía y los deportes, hasta llegar a una suerte de “jefe final”. Y lo entrecomillamos porque consiste en poco más que una prueba algo más extensa. Tanto en lo narrativo (en los márgenes en los que trabaja un WarioWare) como en lo jugable, se trata de un modo muy divertido y variado que podremos completar en aproximadamente dos horas.
Una de las temáticas más especiales es, sin duda alguna, la de Nintendo. WarioWare es algo más que un autohomenaje; también rinde pleitesía a las grandes sagas de la compañía de Kioto. Un festival para los seguidores de Nintendo que nos retrotrae a la época de Game & Watch y de los primeros Star Fox y Zelda. Son instantes efímeros, regalos de pocos segundos en el que se reviven todas las épocas de la marca. Estos microjuegos brillan, amén de por las licencias en las que se basan, por cómo interpretan esos nombres míticos con el siempre peculiar enfoque de los WarioWare. Hay algo mágico en el hecho de cosquillear una axila para, un parpadeo después, pilotar una Arwing con la destreza del mismísimo Fox McCloud. Sabiendo que este es un título pensado para los fans de WarioWare, el cariño con el que hasta 57 microjuegos homenajean la historia de Nintendo es digno de ensalzar.
Aunque nos esforzáramos, se nos antoja imposible que Gold fuera capaz de aburrir a nadie. Una vez completado el modo historia, podemos desbloquear el modo desafíos. Una colección de modos con la que WarioWare exhibe una rejugabilidad envidiable. Hay varias subcategorías que plantean nuevas formas de disfrutar del amplio catálogo de microjuegos. A contrarreloj en Wario Watch, a una velocidad exacerbada en Hiperdifícil, ocultándonos de nuestra madre mientras jugamos en la cama en A escondidas, con un surtido bien remezclado en A lo loco o sin ninguna oportunidad de fallar en Muerte súbita.
WarioWare es un juego plural, de variedad casi imposible para que nunca te aburras. En pos de fomentar todavía más la rejugabilidad, Intelligent Systems ha añadido su propio sistema de logros. Se trata de más de 100 misiones que demandan requisitos concretos para recompensar al jugador con unas monedas (obtenibles en cualquier modo) con las que desbloquear una tremenda cantidad de extras. Y cualquiera que haya jugado a un WarioWare anteriormente sabe el valor de ese material adicional. Nos quedamos con las escenas de vídeo que podemos doblar nosotros mismos, un simpático guiño a los acérrimos. Pero no es el único aderezo; WarioWare Gold también permite desbloquear una galería de productos de Nintendo, canciones, fichas de personajes sobre la historia de Nintendo, minijuegos de Game & Watch. Añadidos que, de nuevo, refuerzan la idea de que estamos ante un sincero tributo a la historia de la gran N.
Un multijugador mejorable
Ni siquiera el más formal y aséptico de los análisis sería capaz de precisar cuánto dura WarioWare Gold. Un título prácticamente interminable, que muestra todas sus cartas una vez completamos las 18 microhistorias y nos disponemos a desbloquear todo el contenido extra y a batir nuestras marcas. Fomenta el pique contra uno mismo y tiene material para hacerlo durante semanas, aunque hay una pega difícil de obviar. El modo multijugador es la mayor flaqueza de un título que sería casi perfecto de potenciar más y mejor el disfrute en compañía. La incomprensible falta de un multijugador por descarga hace que sea necesario que cada usuario ostente su propio juego, algo complicado y que limita el potencial de WarioWare como party-game. Como propuesta para gozar en solitario, Gold es más que sólido. En cambio, su multijugador es raquítico. Y es una auténtica lástima; hay muchísimo potencial desaprovechado por ello.
Ante todo, y como perfecta síntesis de lo que es WarioWare Gold, estamos ante un juego muy artesanal. La dedicación de Intelligent Systems es comparable a la del orfebre más prolijo, con una presentación digna de elogio. Esta saga rompe los límites de lo cutre hasta consolidarse como una de las más carismáticas que nos ha brindado el medio, con una estética siempre reconocible y un apartado sonoro muy cuidado. El doblaje al español, merece la pena recalcarlo, es genial.
Conclusión
WarioWare Gold es un título muy sólido. No podemos etiquetarlo como refrito porque cuenta con bastantes microjuegos, aunque tampoco resulta tan fresco como una iteración totalmente original. Su uso del hardware de 3DS es notable, pero no genera el mismo impacto que cuando sirve para presentar las virtudes de una nueva consola. Su valía está ligada, en cierto modo, a que acompañe a las máquinas noveles en su lanzamiento. Le ha faltado, es obvio, más ambición para innovar y enfatizar más una vertiente multijugador paupérrima. Aun así, es mejor entender lo nuevo de Intelligent Systems como un homenaje, una celebración de todas las risas que ha brindado la saga a lo largo de más de una década. En ese marco, WarioWare Gold brilla con sus 300 microjuegos, sus incontables desbloqueables y sus modos adicionales. La guinda, cómo no, la pone la personalidad de su apartado audiovisual y de su tono. Wario sigue siendo un personaje único y la serie Ware permanece fiel a la intención de Goro Abe y su equipo cuando idearon esta locura. Es una oda al canallismo risueño, una rareza tan maravillosa como el primer día.
Lo mejor
- Gran número y diversidad con sus 300 microjuegos
- Con tanto por desbloquear, garantiza muchas horas de diversión
- Sus modos de juego lo hacen muy rejugable
- Explota todas las características de 3DS
Lo peor
- No consigue sorprender tanto como otras entregas
- Multijugador muy pobre
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.