TEtris trisTE

Nintendo DS sigue engordando su catálogo en lo que a rompecabezas se refiere. No son pocos los títulos de este género que, con más o menos eficacia cualitativa, pueden degustarse en la doble pantalla de la portátil. Trioncube es uno más. Con una jugabilidad que recuerda en exceso al clasicazo Tetris y un sistema principal de juego estructurado en misiones, su apuesta se va directa a la diversión dejando a un lado algunos aspectos más profundos.

Los amantes del género verán en él una alternativa. Los que no sean habituales de los puzzles pueden encontrar algo más de diversión. Lo que sí ha conseguido traernos Bandai-Namco es un título ávido de llegar a nuevos públicos, como los más pequeños, o los jugadores ocasionales. La caída ha empezado, encajemos las piezas una vez más…

Largos viajecitos sin turbulencias

La estética de Trioncube es uno de sus aspectos más curiosos. Con un look claramente infantil, lleno de animalitos, niños y malvados alienígenas gelatinosos de color rosa, el jugador deberá viajar junto al chico protagonista por el espacio en una simpática nave con forma de pajarillo. De camino a Plutón, planeta en el que se encuentra una princesa raptada, nos tocará, de vez en cuando, enfrentarnos a un agujero negro o alguna criatura maléfica. Pero esto no cambiará absolutamente nada del apartado jugable.

Será siempre un viaje sin turbulencias, pues su extrema facilidad no nos dará problemas en prácticamente ninguna de las misiones. A cambio, nos esperan nada menos que 50 de estas misiones en el modo principal más varias horas de juego adicionales en los modos Arcade, Sin Fin, y el más importante y con mayor peso, el Multijugador. Por lo tanto su vida jugable es considerable a pesar de resultar a su vez monótona y facilona para los más picados.

Naves y estrellitas en tono pincel

A nivel gráfico, Trioncube simplifica. Tanto es así, que roza lo irrespetable, pues aunque las naves, las piezas, los escenarios, etc. están bien diseñados, al ver las animaciones y estatismo gráfico que bañan a todo el juego, la vista del jugador experimentado puede verse empañada por las lágrimas. Y es que el nivel mostrado finalmente más que de estética simple o dibujada tiene la apariencia de un minijuego en flash. Muy reprochable.

A nivel sonoro, mediocre. Las melodías se hacen repetitivas, y eso cuando nos paramos a oírlas, pues su poco peso nos hará casi olvidarlas durante todo el juego. Son ritmos acertados y que responden bien pero tremendamente anodinos y vacíos. Los efectos sonoros sí que son más resultones, pues hay muchos diferentes y suenan de manera adecuada dependiendo de la acción o situación.

Una vez más, Nintendo DS iluminará sus dos pantallas para mostrarnos la acción real de todo el juego en la inferior y animaciones casi sin sentido en la superior, como ya hizo Tetris en su día. El sistema táctil se utilizará sólo para los menús y de manera muy rápida, pues casi no compensa hacer uso de él en ningún momento.

De las líneas a los cubos

En torno a su jugabilidad y aspecto visual, la comparación con el magistral Tetris es inevitable. El sistema de caída de piezas, los colores para las diferentes, la búsqueda continua del encaje, el sistema de control, el poder girar 90 grados estas piezas y la estrategia a seguir en general son prácticamente un calco del clásico. La principal diferencia viene en el nombre y lo que ello sugiere: tríos y cubos.

Esta vez, dispondremos de piezas de tres cuadrados. La mítica "L" o el "palito" ahora son idénticos salvo porque les falta uno de esos cuatro cuadraditos que los formaban. Y caen igual, desde arriba y avanzando poco a poco. La diferencia es que ahora en vez de líneas buscaremos hacer cubos de tres por tres cuadraditos. No obstante, a pesar de estos cambios, al jugar la experiencia es exactamente la misma ya que se buscará, como en Tetris, encajar unas piezas con otras para obtener el mayor número de líneas (aquí cubos) posible.

Estas piezas pueden ser giradas con cualquiera de los botones principales de DS. Con la cruceta las moveremos y pulsando hacia abajo las dejaremos caer donde nos muestra la silueta explicativa, también muy característica de los últimos títulos de Tetris. Al formar un cubo de tres por tres cuadrados el juego comprueba que haya otro alrededor, y éste que haya otro, y otro, y otro… De esta manera, y no necesariamente con mucha práctica, realizaremos cadenas de cubos que nos darán más puntos y dinero.

El objetivo es que nuestra nave llegue a un destino, que dé un determinado número de golpes a un enemigo, que no sea atrapada por otra, etc. y ello se consigue en un tiempo u otro dependiendo de la longitud de las cadenas de cubos que consigamos hacer. Estas cadenas se romperán cuando coloquemos una pieza que no intervenga en el aumento de esa cadena de cubos, es decir, cuando de repente el combo se pare por colocar la pieza en un lugar separado de los cubos o simplemente con una colocación que no forme uno nuevo.

Además, si tardamos cierto tiempo en colocar las piezas, que, por cierto, siempre van cayendo igual de lentas, la cadena de cubos también se disolverá. Cuando una cadena es interrumpida o disuelta todas las piezas que componían ese cubo se desintegran haciendo caer las que quedaron descolgadas, de nuevo muy similar a Tetris. Lo expuesto en este apartado forma el planteamiento básico de Trioncube. Este es el juego, el cual no dispondrá de añadidos de control o sistema de jugable, aunque sí de lo que se comenta a continuación

Paquetes y misiones

Para dar cierta variedad (poca) a un planteamiento tan sencillo, fácil y repetitivo, las misiones de Trioncube nos irán recompensando con dinero con el que comprar diferentes animales y decorados. Estos llegarán en paquetes que se nos desbloquearán con una especie de subida de nivel mediante un indicador que asciende al final de cada misión. Una vez disponibles, con el dinero obtenido en las anteriores misiones podremos adquirir estos paquetes.

Los decorados son más exclusivos, hay menos y son caros. El primero, con el que empezamos, es el del espacio. Cuando llevemos unas 20 misiones veremos aparecer uno de flores, otro ambientado en Japón, etc. y así hasta tenerlos todos. Esto sólo influye en el aspecto visual del juego, en cómo son las piezas, los sonidos de éstas, el indicador de distancia recorrida, etc. no tienen ninguna función más.

Los animales y objetos sí que afectan a la experiencia jugable. Podremos comprar desde una campana hasta un gato o un reloj de cuco. Cada uno actuará sobre el juego de una manera determinada, por ejemplo, la campana hará desaparecer más rápido las cadenas de cubos. Esto hace que según qué animal y entorno escojamos antes de empezar cada misión, tendremos un aspecto visual (por el entorno) y jugable (animal u objeto) distintos.

Una vez acabado el modo Historia, no excesivamente largo, nos esperan el modo Sin Fin y Arcade, así como el Multijugador. En el Sin Fin realmente sí hay fin, 99 misiones pondrán a prueba nuestra paciencia, porque para acabar Trioncube, debido a su escasa dificultad y algo exagerada longevidad, eso es lo que hace falta: paciencia. El modo Arcade nos dará dinero a cambio de hacer un viaje rápido a través de varios planetas. Y por fin queda el multijugador o VS, lo mejor, sin duda, de este juego.

Podremos crear partidas de una o varias tarjetas, o unirnos a existentes. También podremos enfrentarnos a la CPU como si ésta fuera un rival de carne y hueso. El modo para dos jugadores con una o varias tarjetas apenas cambia su mecánica, pues ya hemos dicho que en realidad, independientemente de sus opciones visuales, Trioncube tiene un planteamiento jugable muy estricto y repetitivo de principio a fin.

Al jugar estas partidas VS tendremos que hacer grandes cadenas de cubos más rápido que nuestro adversario. Cuanto mayores sean, más cuadrados grises e inútiles caerán sobre el tablero del contrincante. Estos cuadrados dificultarán su formación de cubos dándonos la ventaja necesaria para ganar el enfrentamiento. Muy parecido a Tetris una vez más.

Conclusión

Trioncube ha acabado por no ser más que un "triste" Tetris con pequeñas innovaciones. Su gran parecido al susodicho le pone un listón demasiado alto que no consigue vislumbrar. Le pesan demasiado su aspecto gráfico, su monotonía, su baja dificultad y su casi nula innovación, entre otros aspectos. No obstante, consigue divertir durante muchas horas, ofrece un aceptable modo multijugador y se presta a servir de trampolín hacia el género a aquellos jugadores noveles o pequeños que no tengan tanta destreza o experiencia en esto de los botoncitos y las pantallas. Si esta nave debería o no quedarse aparcada junto a sus cubos de tres piezas es algo que el jugador experimentado sabrá decidir…

Lo mejor:

Lo peor: