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The Stanley Parable: Ultra Deluxe

The Stanley Parable: Ultra Deluxe

The End Is Never The End…

The Stanley Parable: Ultra Deluxe, análisis consolas. El juego que juega contigo

La aclamada obra de Davey Wreden, puntal de referencia en las posibilidades narrativas de los videojuegos, llega por fin a consolas casi una década después de su estreno en PC

Puede sonar a boutade, pero resulta natural pensar en Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, el texto que Cortázar publicó en 1962 (y que musicaron ingeniosamente Migala en 1995) tras enfrentarse a The Stanley Parable. Y es que no jugamos a este juego, somos jugados por él.

Se podría decir que los usuarios de videojuegos se encuentran entre los grandes enemigos del desarrollador. Suele ser habitual que tendamos a llevar la contraria al diseño de juego, a querer forzar los límites del mismo, a pillar en un renuncio al andamiaje supuestamente perfecto (¡Ja, no pensaron en que podría hacer esto!). Tales son nuestra seguridad y nuestra desfachatez levantadas sobre la curiosidad o las simples ganas de tocar las pelo… Que somos humanos, al fin y al cabo, y tal vez intentamos una y otra vez comportamos en un videojuego como no podemos hacerlo en el mundo real, esto es, con libre albedrío.

Se supone que tengo que ir por la derecha, pensamos. Ahí están esas lámparas alumbrando el camino, ese elemento que brilla en un color distintivo, una flecha enorme que dice POR AQUÍ. Pues bien, ¡iré en la dirección contraria! Los desarrolladores, sabedores de nuestro comportamiento anárquico, intentan adelantarse a él. A veces de forma predecible: Está bien, aquí tienes este botiquín o estas monedas para premiar tu curiosidad. Otras, bloqueando de forma artificial los caminos alternativos que puede tomar nuestra cabecita loca. En la primera opción nos sentimos felices y orgullosos por la mísera recompensa (¡Lo sabía!). En el segundo caso vienen el enfado y el enfurruñamiento. En ambos, nos sentimos más listos que los diseñadores. Pues bien, hubo un momento en que se nos puso en nuestro sitio. Fue en 2011, y la venganza vino de la mano del proyecto fin de carrera realizado por un chaval de veintidós años.

¿Y sí…? La premisa real detrás de The Stanley Parable

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En 2008 un jovencísimo Davey Wreden ya se plantaba preguntas sobre las elecciones en los videojuegos y sus posibilidades narrativas. Él pensaba de forma impredecible como el resto de los jugadores, y no veía que los juegos respondieran entonces a la habitual pregunta ¿Y sí… no sigo el camino prefijado?, que se enfrentaba a los límites en las decisiones de la narrativa interactiva. Por el contrario, veía cómo cada vez más el jugador adquiría un rol pasivo y falto de protagonismo ¡Son videojuegos! ¿No debería ser justo al contrario?

Con esto en mente comenzó a desarrollar un mod en el motor Source de Valve que daría como resultado la primera encarnación de The Stanley Parable. Ya estaba todo allí: el empleado 427, que un día se percata de que todos sus compañeros de oficina han desaparecido, y el afilado humor británico marca Monty Phiton en la voz de Kevan Brighting. La repercusión del proyecto y el entusiasmado feedback de aquellos primeros jugadores que pudieron probar el juego animaron a Wreden a asociarse con William Pugh, un aplicado usuario de Source. ¿El nuevo objetivo? Llevar un producto más pulido, ampliado y en HD de forma oficial a ordenadores, reseñable momento que llegó en 2013.

El juego que dura cinco minutos pero que no termina nunca

Finalizar una partida de The Stanley Parable puede durar unos pocos minutos. De ahí, vuelta a empezar. ¿Es una broma? Podría serlo, tratándose del juego del que estamos hablando. Por el contraio, es una inteligente decisión de diseño que se corresponde con las intenciones de su creador. La salsa del juego, la chicha, el meollo de The Stanley Parable se encuentra en una repetición que es solo tal sobre el papel.

La voz en perfecto inglés (El juego está subtitulado al español. Habría sido un crimen intentar doblar la absolutamente perfecta actuación de Brighting) acompaña nuestros pensamientos, nuestras acciones, las anticipa… o no. Caminamos por un pasillo de camino al despacho del director y llegamos a una habitación con dos puertas. Escuchamos al narrador decir:

Pero claro, igual no nos da la gana hacerle caso. Rompamos el juego, pensamos regodeándonos en nuestro poder como jugadores, cogeré la de la derecha y me reiré del ingenuo desarrollador. ¿Y ahora qué? ¡Ja!

Espera, ¿Qué?

Cualquier decisión que nos planteemos tiene respuesta por parte del narrador. Consigue dar la sensación de que el juego siempre va por delante de nosotros. Intentamos entonces esforzarnos por quebrarlo, por encontrar la falla, el despiste sobre el que sentirnos ese jugador poderoso que siempre hemos sido. Pero ahí está siempre esa voz, esperándonos tranquilamente para humillarnos con su cinismo. De hecho, esto es un descubrimiento que pronto hacemos: nosotros somos conscientes del narrador, lo escuchamos… pero también Stanley. El narrador lo sabe, por lo que pasará de dictar nuestros pasos a convertirse en interlocutor y (falso) confidente. Posición que utilizará, como no podía ser de otra forma, para mantener su control sobre todo lo que hacemos.

¿Recordáis lo trastocados que nos dejó aquel momento crucial de Portal? La tarta es una mentira. Pues imaginad que aquella sensación impregnara todo un juego, desde antes de pulsar play (ya entonces se comunica con nosotros) hasta después de dejar de jugar. Mucho después de dejar el mando, de hecho. Hay un logro en el título de 2013 que se desbloqueaba si no se tocaba el juego durante cinco años. Como los desarrolladores vieron que había un número creciente de jugadores que lo estaban consiguiendo, han doblado el tiempo para conseguirlo en esta nueva edición. Hay que estar diez años sin tocar el juego. Toma ya. Por supuesto, también hay un logro nada más empezar a jugar y un logro por conseguir ese logro. Eso es The Stanley Parable, un juego que siempre está por encima y por delante de nosotros, que piensa y se expresa sobre nuestras posibles acciones, sobre el libre albedrío, sobre el juego mismo, sobre lo innecesario de una versión Ultra Deluxe

El final nunca es el final… otra vez

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En 2018 se anunció el desarrollo de Ultra Deluxe, una versión ampliada de The Stanley Parable para consolas que también actualizaría la de PC. El juego ya acumulaba a su alrededor un entusiasmado culto. Cortometrajes profesionales y no profesionales, Wikis, foros de discusión, textos académicos, influencia y respeto en la industria por cómo rompió barreras… El tráiler de presentación de esta edición respiraba el mismo brillante cachondeo del juego original. Cómo no, con una envidiable autoconsciencia:

El resultado ha tardado en llegar más de la cuenta (Sí, también se han publicado vídeos oficiales riéndose de eso). Ya con él en las manos, os podemos decir que es un remaster/remake/secuela, todo a la vez. Ultra Deluxe es igual de brillante en su abultado contenido adicional que el título de 2013, y en esta ocasión incorpora la autoconsciencia de su importancia en el medio y lo que supone volver a esos pasillos de oficinas tras tantos años (hasta hay comentarios al respecto de las críticas buenas y no tan buenas que recibió en su momento y a los deseos de los jugadores sobre una segunda parte). Usuarios antiguos y nuevos gozarán ambos y de forma muy distinta con la experiencia. El único problema a la hora de jugar lo tendrán aquellos que estuvieran todavía esperando a conseguir el logro que salta a los cinco años de inactividad. Otra broma más que encaja perfectamente con la loca propuesta.

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Por último, nos gustaría despedirnos con una frase de Destructoid en su valoración 10 sobre 10 del juego:

Mmmm, igual deberíamos haber puesto esto al principio del texto, ¿verdad, Stanley?

Conclusión

Único, ingenioso, divertido y siempre sorprendente, The Stanley Parable llega a consolas y se actualiza en PC casi una década después de poner el mundo de los videojuegos patas arriba. Lo hace con el mismo ingenio que entonces y suma metalenguaje extraído directamente de su legado en el medio. Es una demostración muy potente de las posibilidades únicas del medio en su componente narrativo. Lo es como diferenciación identitaria con respecto a otras artes, en su relación con los jugadores y como Master Class para otros desarrolladores. Es un juego absolutamente imprescindible que debería probar cualquiera que ame este medio, pero también todo el que tenga curisoidad por conocer qué pueden ofrecer los videojuegos y quiera entrar en ellos por la puerta grande.

Lo mejor

  • Ha pasado casi una década y sigue fresco como una lechuga.
  • Brillante ejercicio de autoconsciencia y metalenguaje.
  • Expone y expande las posibilidades narrativas de los videojuegos hasta límites insospechados.
  • El narrador.
  • Se supone que es un remaster, pero a los jugadores de su versión original les va a explotar la cabeza igualmente.
  • Su eficiente ilusión de ser algo vivo.

Lo peor

  • Que en el fondo sabes que es eso, una ilusión.
  • Que veas en Youtube vídeos que explican y desvelan el truco de magia.
9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.