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Tales of Monkey Island 1: Launch of the Screaming Narwhal

Tales of Monkey Island 1: Launch of the Screaming Narwhal

  • PlataformaPC7
  • GéneroAventura gráfica
  • DesarrolladorTelltale Games
  • Lanzamiento07/07/2009

En costas digitales

El episodio piloto de Tales of Monkey Island se convierte en una aventura correcta para el inicio del verano. Por desgracia, la práctica ausencia de momentos memorables hace que su pistoletazo de salida sea un tanto flojo.

La historia corta es como el insulto; un arma de doble filo para todo aquel que la intente esgrimir. Podemos pasarnos horas pensando hasta dar con la frase "luchas como una mona marrana", pero siempre existe la amenaza de que nos respondan con un "¿es que tanto me parezco a tu hermana?". En el caso de los cuentos, éstos también requieren tiempo, ya que los atentos consumidores necesitan una buena dosis de momentos culminantes repartidos por una extensión muy corta. El primero episodio de Tales of Monkey Island -nueva entrega de la célebre serie de aventuras gráficas de LucasArts- no es un mal relato; nos lo pasaremos bien, reiremos de tanto en cuando.... pero al cabo de una semana no recordaremos ni la mitad de los personajes con los que habíamos hablado.

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Launch of the Screaming Narwhal empieza con un interesante y auto-paródico in media res. El malvado pirata fantasma/zombie/demonio/loquesea LeChuck -ni él mismo se aclara sobre su actual naturaleza- ha vuelto a raptar a Elaine, de modo que Guybrush Speetwood -o Crackwood o algo así- se ha embarcado en una aventura para encontrar las piezas de un artefacto vudú que le permita vencer al villano y rescatar una vez más a su paciente esposa.

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La escena deconstruye tópico tras tópico las memorables batallas finales de las anteriores entregas, donde Rickwood se enfrenta a LeChuck con un objeto ideado por la Dama del Vudú... hasta que dicho ítem es destruido gracias a su ineptitud y el jugador se ve obligado a crear un sucedáneo que no siempre funciona del todo bien. Evidentemente, en el prólogo del episodio piloto de Tales of Monkey Island ocurre exactamente lo mismo -con un cameo vegetal añadido- y el protagonista, su chica, y el villano acaban saltando por los aires

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El resto de la aventura transcurre en la isla de Flatsom, un lugar donde el viento sopla hacia el interior, de modo que todo aquel que acabe en sus costas queda atrapado en ellas para siempre. Por desgracia, a partir de este punto el ritmo de la aventura tendrá peligrosos altibajos, y la sorpresa nos llevará inconscientemente a la decepción. No obstante, se agradecen los indicios de Telltale para abandonar la fórmula que se ha ido repitiendo en sus anteriores juegos: planteamiento, puzle abierto con tres objetivos y rápida resolución.

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El control empezará a demostrar sus fallos una vez hayamos llegado a tierra firme. Hay dos opciones: mover a Guywood con el teclado y desplazar el cursor con el ratón; o bien depender únicamente de este último y moverse por el escenario manteniendo pulsado el botón izquierdo e ir arrastrándolo hacia la dirección deseada. La primera opción es la más fiable, pero en realidad ninguna de ellas llega realmente a funcionar. Lo más sorprendente es descubrir que no era necesario cambiar los controles clásicos, ya que la aventura podría haberse resuelto sin ningún problema con el siempre eficiente "apunta y clica".

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El inventario se encuentra oculto en la parte derecha de la pantalla y se extenderá siempre que lo deseemos. En su interfaz encontraremos una lupa para inspeccionar los objetos más a fondo y dos ranuras para combinarlos. Pese a que al principio arrastrar una y otra vez los ítems para fusionarlos puede parecer tedioso, esto no se convertirá en una deficiencia gracias a la lógica de los puzles, evitando así que nos pasemos un buen rato probando diferentes posibilidades hasta hallar por casualidad con la solución. Respiremos tranquilos, pues, al comprobar que no hay monos-llave en los alrededores.

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Flatsom Island cuenta con una minúscula ciudad portuaria y una jungla repleta de localizaciones con algún que otro conocido. Debido a la naturaleza corta y episódica del juego, los muelles no cuentan con interiores, pero de todas formas los escenarios ya son variados de por sí. Aún así, la sospecha de que Telltale reutilizará esta isla para futuras entregas nos rondará a cada paso que demos, especialmente cuando visitemos la Sala de Justicia y leamos que su responsable está de vacaciones y que no llegará hasta dentro de tres meses -¡qué casualidad!, condiciendo con el lanzamiento de The Trial and Execution of Guybrush Threepwood.

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El reciclaje se pasea por la isla sin ningún descaro; sus habitantes son ligeras modificaciones de dos modelos de personaje. La falta de originalidad se acentúa todavía más con el hecho de que ninguno de ellos es memorable, pues la mayoría cumplen el cometido demasiado explicito de entregarnos el objeto de turno y hacer el vago durante el resto del episodio. Tan sólo un doctor salido de la burguesía francesa logra rezumar una pizca de carisma, mientras que el resto -incluyendo una cara conocida- abandonarán nuestras mentes al poco de superar la aventura.

Los puzles están bien planteados, pero sólo un par de ellos -como una rápida pero efectiva secuencia que transcurre en una silla- pueden equipararse a los grandes de las anteriores entregas. Incluso en éstos se utiliza la burda técnica del copiar/pegar: en nuestras primeras andanzas por la isla conoceremos a un aficionado a las figuras de acción -una interesante idea que nunca llegará a desarrollarse satisfactoriamente- que nos pedirá que interpretemos un mapa que le vendió un extraño hombre con camisa a rayas, quehablamuyrápido y que mueve las manos como si le fuese la vida; al cabo de un par de horas nos encontraremos con otro personaje que nos pedirá que interpretemos otro mapa de idéntica resolución.

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El apartado sonoro es digno de mención, pues regresa Michael Land, el compositor de la saga. Las nuevas versiones de piezas clásicas -como el tema principal o el de LeChuck- son geniales, mientras que las ideadas para la ocasión no desentonan con la esencia de la serie. En el apartado de las voces, vuelve Dominic Armato para dar vida al cándido Guybrush, todo un acierto que ofrece simpatía y nostalgia a partes iguales. Alexandra Boyd  se reencuentra con Elaine Marley, y el resto de actores saben dar la talla; eso sí: todo en inglés.

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Los gráficos son simplones en comparación con otros juegos, pero debemos tener en cuenta de que se trata de un episodio descargable dirigido a una audiencia amplia y variada. Las expresiones faciales están bien conseguidas -especialmente las del protagonista- y los escenarios presentan un correcto diseño, aunque echamos en falta el abigarramiento y la sobresaturación de detalles de las primeras entregas.

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La aventura en sí dura entre tres y cinco horas, dependiendo de la habilidad de los bucaneros que osen surcarla. El juego incluye un sistema de pistas con hasta cuatro niveles, pero no hemos tenido la ocasión de probar su efectividad y grado de explicación -sólo los marineros de agua dulce lo harían, ¡arrr!. Independientemente de lo rápidos o lentos que seamos, Launch of the Screaming Narwhal ofrece una amplia variedad de situaciones, así que al completarla no nos sentiremos molestos o estafados en ningún sentido.

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Tal y como prometió TellTale, cada episodio contiene una historia auto-conclusiva, pero a su vez existe una trama que se irá desarrollando a lo largo de la temporada digital, tal y como ocurrió con los irreverentes Sam & Max. Poco queremos decir al respecto para evitar chafar sorpresas, pero de momento la premisa promete pese a su débil inicio -al fin y al cabo, no podremos juzgarla hasta comprobar su progresión-, destacando un divertido caso de "posesión" que dará que hablar a lo largo del capítulo.

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A lo largo del análisis hemos planteado una serie de problemas más o menos graves que algunos jugadores sabrán perdonar debido a la naturaleza del juego que tienen entre manos. Lo realmente decepcionante no son las pequeñas partes, sino la sensación que ofrece su conjunto: tenemos a los personajes, el ambiente y el humor... pero al episodio le falta algo para ser realmente un Monkey Island. Los secundarios son meras premisas sin desarrollar, los puzles se suceden uno tras otro sin menciones especiales y la isla en sí no tiene el encanto de la caribeña Mêlée o la romanticista Scabb.

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Quizás Launch of the Screaming Narwhal sufre el mal del episodio piloto: todo está en el aire, todo son promesas, y no hay nada certero en el horizonte. A grandes rasgos, nos encontramos con un regreso correcto de la saga: en lugar de ser un "¡Monkey Island ha vuelto!, es más bien un "oh, mirad, ahí está Guybrush de nuevo". Sin momentos excitantes o personajes memorables, el relato presentado se queda peyorativamente corto. Por desgracia, no es el segundo episodio decargable más grande que hayamos visto nunca.

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  • El regreso de una de las sagas más esperadas.
  • La música a cargo de Michael Land, y la voz de Dominic Armato.
  • La escena rápidas y trepidantes como la inicial o la que transcurre en la silla del doctor.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.