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Starlink: Battle for Atlas

Starlink: Battle for Atlas

No son juguetes

Starlink Battle For Atlas, Análisis

La galaxia de Ubisoft con sabor a mundo abierto y con parte del ADN de los toys to life se presenta con una apuesta mucho más sólida de lo que parece. No esperábamos tanto.

Es posible que no sea ahora el mejor momento para embarcarse en el género de los toys to life, pero Ubisoft se ha lanzado de lleno con una propuesta que, desde su anuncio en el E3 2017, ha contado con ciertos prejuicios a su alrededor por múltiples motivos. Ahora, tras haber conocido de primera mano Starlink: Battle For Atlas, nos damos cuenta de que no es ni mucho menos una propuesta menor, sino un título totalmente consciente de lo que es, a quien quiere llegar y lo que busca. Toda una sorpresa.

Arriesgado en su idea; decidido en su ejecución

Limitarse a pensar que este título es un juego de naves ideado para simplemente pasar por caja y acumular juguetes en casa es un error que queremos eliminar ya de la ecuación. Decíamos que no eran buenos tiempos por la renuncia de Skylanders a seguir apostando por títulos que terminaron agotando la fórmula; un LEGO Dimensions que terminó acumulando stock en las tiendas; o de Disney Infinity, tomando parte de ambos. Quizá en dichos títulos el mayor error era que la relación entre el juguete y el videojuego se basaba únicamente en la invocación de contenido, en el DLC de pago en formato físico. Starlink: Battle For Atlas tiene naves, personajes y potenciadores, pero en ningún momento tienes la percepción de que necesites más, de que lo que dispones se queda corto: estáis tú, tu mando y tu nave, que puede convertirse en un verdadero absoluto y temible titán.

¿Qué es Starlink: Battle For Atlas?

Pero ante todo es un videojuego. Un título con personalidad, cuidado al milímetro tanto en su propuesta jugable como en lo artístico. Una mezcla de mundo abierto con fases al más puro estilo Star Fox mezclado con otros elementos propios de la gestión, la estrategia y de No Man’s Sky, del cual recoge parte de su esencia con la diferencia de que los planetas que nos encontramos cuentan con vida en su interior: se pueden hacer muchas cosas en ellos. Es una aventura.

Es quizá esa conjugación entre acción, libertad y multitud de tareas por delante lo que te invita a seguir jugando a Starlink: Battle For Atlas y lo que nos ha hecho continuar dedicándole muchas horas al título de Ubisoft Toronto después de hacer este análisis, y es que estamos ante un título con tal cantidad de horas por delante e incentivos por seguir explorando que se se hace difícil de cuantificar. No está exento de defectos, como ya veremos, pero su planteamiento inicial es sencillo, fácil de entender para un público menor de edad e incluso adecuado también para aquellos que intenten ver aquí una experiencia más madura.

Se ve así, con este color e intensidad, también en la consola. La fauna es enorme.
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Se ve así, con este color e intensidad, también en la consola. La fauna es enorme.

Para poner los hechos en contexto, un astrofísico llamado Víctor St. Grand se pone en contacto con un grupo de pilotos espaciales tras haberse estrellado en un inesperado encuentro con un alienígena. ¿Nuestra misión? Encontrarle y hacer frente al enemigo principal. Este grupo será bautizado como Iniciativa Starlink, y es aquí donde comienza todo, con un grupo de personajes muy bien diferenciados aunque con la flaqueza de que, entre ellos, se encuentra Star Fox.

Es inevitable jugar con él no solo porque el protagonismo que consigue este ilustre personaje de Nintendo (exclusivo en la versión de Nintendo Switch), tanto por poder controlar el Arwing como por las sidequest que se plantean, principalmente la búsqueda de Wolf. El resto, por tanto, no tienen ni mucho menos el atractivo y carisma del zorro, por lo que se hace muy recomendable optar por la opción de la consola híbrida. A partir de ahí el título cuenta con un arranque que, si bien no es lento, es algo pedagógico. Starlink: Battle For Atlas no se olvida de que es un título que será jugado por un público poco experimentado, de forma que esta suerte de tutorial incide en la primera hora de partida en mostrarnos las mecánicas básicas y hacernos entender que la nave es un ente en sí misma, es un juego de rol. Porque ese voluminoso juguete que tenemos encima de los Joy-Con no es solo la invocación de un ítem, un personaje y un vehículo, sino que es la herramienta que debemos preocuparnos por mejorar, nuestro avatar, para entendernos, con un grado de profundidad y desarrollo muy notables.

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La jugabilidad se puede resumir en dos vertientes: las fases aéreas en el espacio, una galaxia compuesta por siete planetas explorables sumando pequeños cinturones de asteroides, satélites acorazados, enemigos interespaciales… Todo es enorme, a años luz de distancia entre sí resueltos con viajes rápidos para ir al Equinox (la estación espacial de los protagonistas) pero no al resto de planetas. Algunos viajes pueden demorarse hasta los diez minutos si nos topamos con sorpresas inesperadas. Tan inesperadas como que desde el primer momento podremos toparnos con un Acorazado de nivel 20 y estar nosotros al Nivel 5. Detallamos esto porque el proyecto de Ubisoft no es para nada un juego únicamente para niños; hay un total de cuatro niveles de dificultad —nosotros hemos optado por el tercero de ellos— y, a decir verdad, alguna muerte es inevitable, un mensaje implícito de que no podemos ir corriendo y hacer solo las misiones principales en cada planeta, recoger las cosas y volver al Equinox, sino que debemos profundizar, nunca mejor dicho, en esa fauna, encontrar aquello oculto que tiene cada territorio, posiblemente lo mejor de Starlink: Battle For Atlas.

Y esa la segunda parte de la jugabilidad del título, la que más nos ha gustado, que es la interplanetaria. Seguramente digamos en más de una ocasión en este texto que la dirección artística del título es para quitarse el sombrero, pero es la realidad y ayuda a que el acabado final dé la sensación de ser un título bien finalizado, sin prisas, pendiente del detalle y exento de cualquier tipo de bug.

Entendiendo la idea de Ubisoft

Pongamos un ejemplo: Vylus. Este es uno de los planetas a los que podemos acudir, un territorio con sus peculiaridades, con sus amenazas, emplazamientos y su propia vida. Como todos y cada uno de los siete, es muy diferente al resto: algunos cuentan con altas temperaturas, otros son más parecidos a La Tierra; otros cuentan con tormentas que impiden que sobrevolemos en ciertas zonas y otros, por su parte, son un hormiguero de seres monstruosos donde apenas podemos distraernos un momento.

Al principio tanto icono puede abrumar, pero es cuestión de entender qué se dice y cómo.
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Al principio tanto icono puede abrumar, pero es cuestión de entender qué se dice y cómo.

A diferencia de No Man’s Sky, donde se podía sentir cierta sensación de vacío, aunque nos esperasen largas horas de farmeo de materiales, aquí tenemos una investigación por delante basada en acabar con las amenazas principales —única manera de reducir el grado de hostilidad del planeta— y completar misiones que sumen poco a poco un tanto por ciento de la alianza del dominio. Tras los malogrados sucesos, tanto Vylus como el resto de planetas están cerca de la devastación, así que deberemos destruir los Extractores —que debilitan al Titán— y al Titán propiamente dicho, criaturas enormes de cuatro patas que vagan por los territorios bajo el dominio de la Legión, los malos de la película.

Estas tareas se hacen imprescindibles de cara a la construcción de bases aliadas, el método por el cual ganaremos puntos de cara a firmar la alianza con cada planeta. El método para dichas construcciones lo podemos imaginar: buscar materiales. Extraer núcleos, obtener minerales, puntos Nova —los que se obtienen acabando con los extractores— y dinero, que se consigue completando algunas misiones o haciendo recados. Así, poco a poco podemos construir Refinerías, que generan dinero; Talleres, que permiten fabricar mejores modificaciones para la nave; y Armerías, que servirán para autoabastecer de provisiones y defensa al planeta cuando no estemos. La cúspide llega con la Torre Starlink, el enclave que dignifica y constituye la alianza en todo su esplendor.

Construir una Torre Starlink sellará nuestra alianza en cada planeta.
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Construir una Torre Starlink sellará nuestra alianza en cada planeta.

Sense of wonder y principales pesquisas

No es un proceso rápido, ni mucho menos, hacer todo esto en cada planeta, pero la interpretación jugable de cada proceso y lo bien diferenciado que está cada paso entre sí hacen que la primera mitad de la historia se haga muy amena y atractiva, haciendo gala del sense of wonder característico de este tipo de videojuegos. El problema que tiene Starlink: Battle For Atlas es que puede terminar haciéndose repetitivo, especialmente en la recta final. En primer lugar, la historia no tiene la chispa para mantenernos enganchados y con ganas de querer saber más. Su narración es correcta, pero su narrativa cuenta con altos y bajos, olvidándose de construir un desarrollo en los personajes a la altura a pesar de los giros de guion inesperados durante la zona media de la aventura.

Es entonces que nos hemos hecho la pregunta muchas veces de por qué continuábamos con ganas de seguir jugando. Posiblemente sea la atención por el detalle, tal como veníamos anticipando, a base de pequeños gestos que demuestran el mimo que se ha depositado en el juego tanto en el control como en la cantidad de tareas en las que somos nosotros los verdaderos protagonistas. La cámara es una de ellas: perfectamente posicionada en todo momento, dando una gran cobertura visual tanto volando como cuando levitamos sobre la superficie. Los enfrentamientos, el combate, es también uno de los pilares, apostando por la acción, el frenetismo y la variedad de enemigos, cada uno con un tipo elemental que será débil a unos y resistente a otros, lo cual nos obliga a cambiar de vez en cuando si utilizar un lanzallamas en el ala derecha o un disparador de rayos.

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Y el otro elemento es la toma de consciencia de que nuestra nave está mejorando. A través del desbloqueo de potenciadores y modificadores, nuestra nave va tomando forma y es más un transformer con un elemento de aquel planeta y otro elemento extraído de aquel Acorazado en medio del espacio. Tú eliges cómo personalizar tu vehículo, tu herramienta, para hacerla más ágil o más pesada, más ofensiva o defensiva. De nuevo, el principal problema es que cuando llevas haciendo las mismas tareas una y otra vez en cada planeta, tienes la sensación de déjà vu inevitable, un guion que parece estar ya escrito esperando que tengas el nivel suficiente para no caer debilitado a las primeras de cambio.

No corras tanto

Hay un punto a destacar que frena el avance natural de la aventura en Starlink: Battle For Atlas y son los picos de dificultad. En ocasiones llegaremos a planetas ostensiblemente por encima de nuestro nivel, obligándonos, casi sin decirlo, a que volvamos sobre nuestros pasos y sigamos mejorando la alianza en el territorio anterior, completando algunas (en ocasiones aburridas) tareas y recados que nos harán subir de nivel con una metodología más artificial. Aquí se establece la peligrosa disyuntiva entre continuar o, si nos matan, quitar literalmente la nave del mando y poner otra, como una suerte de segunda vida. La primera nave, destruida, debe ser remplazada por otra, y eso cuesta dinero. Así sucesivamente. Sabemos que se pondrán a la venta muchas naves, al menos una para cada miembro del elenco de protagonistas, así como potenciadores de los distintos tipos elementales de este universo. Asimismo, decir que cada personaje por separado tiene sus propias misiones secundarias. En el Starter Pack vienen dos personajes, dos armas y una nave.

Este es el pack que se venderá (versión Nintendo Switch) a partir del 16 de octubre. También disponible en PS4, Xbox One y PC, pero sin Star Fox.
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Este es el pack que se venderá (versión Nintendo Switch) a partir del 16 de octubre. También disponible en PS4, Xbox One y PC, pero sin Star Fox.

Es sorprendente, no obstante, que las transiciones sean inmediatas. Starlink: Battle For Atlas no tiene tiempos de carga ni en la entrada en la órbita de los planetas ni en la salida de los mismos. No hay fundidos a negro más allá de en la carga de cinemáticas, todas ellas perfectamente animadas como si de una película se tratase y con un doblaje al castellano excelente donde podremos reconocer voces como la de Conchi López (Chloe Frazer en la saga Uncharted) o Ángel de Gracia (Star Fox, el de siempre, de nuevo aquí).

Los valores de producción están a la altura de las grandes producciones. Y aunque a nivel gráfico no sea ningún portento, su apuesta por la dirección artística hacen que esas pequeñas flaquezas que quizá pueda tener sean solventadas a base de contrastes de colores muy marcados, claroscuros en zonas poco iluminadas y la saturación de colores de manera deliberada para transmitir cierta identidad en un planeta respecto a otro. Siendo claros, es un videojuego bonito de ver, con detalles desde la hierba que se mueve al son del viento en la superficie hasta las nubes que crean sombras tras impactar con la inmensidad del sol, más grande o más pequeño en función de la distancia con dicha estrella. No se escucha vacío, sino que se percibe vida, hostilidad y naturaleza.

Consejo: si llegas a un nuevo planeta, ve a por el Titán lo antes posible.
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Consejo: si llegas a un nuevo planeta, ve a por el Titán lo antes posible.

Juntos y en compañía, su verdadero mensaje

Respecto a la banda sonora, no podemos ser tan optimistas como en la parte estrictamente visual. Ningún tema logra calar hondo y se ha perdido la oportunidad de dotar a cada planeta de su propia melodía característica; algo que, a nuestro parecer, habría condimentado todavía más el cariz diferenciador de uno respecto al otro. Donde sí se cumple con creces es en la ejecución de los efectos de sonido, algunos de ellos con el sello de Nintendo como en el de Star Fox, pues cuando activamos la habilidad de uso del resto de miembros del equipo —una suerte de rescate cuando estemos en apuros al recibir apoyo de los aliados— se escucha el tema principal de la banda sonora de la saga, o también la intensidad de los sonidos en destrucciones, impactos y transiciones entre menús.

No tiene modo online ni lo necesita, pues te invita a compartir la experiencia de forma cooperativa con quien tú quieras. Es quizá aquí donde se entienda mejor el mensaje toys to life de la obra, que prefiere que compartas de forma inmediata y sin transiciones cambios de naves y armamento con tu compañero de viaje con el único costo de partir la pantalla en dos. Pero creednos, la experiencia gana muchos enteros cuando te vas a explorar el espacio con alguien. Quizá aquí esa vinculación paternofilial aflore.

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No podemos finalizar sin hablar del universo en sí de Starlink: Battle For Atlas, el sistema solar Atlas, que no nos obliga a conocerlo si no queremos, sino que cuenta con su propia enciclopedia en un apartado del menú principal. Esa colección de información sirve como guía para buscar dónde y cómo obtuvimos ciertos materiales y, por tanto, cómo acudir de nuevo a ellos. Asimismo, desde el propio menú se puede hacer prácticamente todo lo que reside en la tarea de gestión de recursos y mejora de la nave. Pausar la partida sirve tanto para sentarnos en nuestra base de operaciones como para ver el mapa estelar. El grado de profundidad inicial abruma, quizá demasiado, y es una lástima que no exista una pequeña leyenda que nos indique qué signifique cada icono del mapa. Como en casi todos los videojuegos de mundo abierto de Ubisoft, hay decenas de puntos en el mapa, posiblemente demasiados, y esto echará inevitablemente hacia atrás a los que teman este tipo de experiencias. Si quieres darle una oportunidad y dejas que sea el propio título quien te explique las cosas paso a paso, en cuestión de horas te sentirás como en casa.

Nota: 8

Hemos analizado este juego con una copia suministrada por Ubisoft España así como el Starter Kit en su versión para Nintendo Switch.

Conclusión

Nos esperábamos un juego simple y nos hemos encontrado un juego complejo, muy profundo, abierto en el sentido estricto de la palabra. Starlink: Battle For Atlas recoge el testigo del toys to life pero lo hace dando verdadero protagonismo al juguete, que se dignifica desde el primer momento para ser plenamente partícipe de la jugabilidad. Cuidado hasta el más mínimo detalle y con una jugabilidad basada en dos ejes —fases de vuelo interestelar y exploración intraplanetaria, con exploración, grindeo y combate—, sus siete planetas no se antojan pocos teniendo en cuenta la cantidad desorbitada de horas por delante que nos esperan si queremos completarlo todo. Es un videojuego que absorbe, que entra por los ojos, pero que cuenta con el defecto de terminar siendo repetitivo a largo plazo. Tiene el mérito, no obstante, de ser uno de los candidatos a regalo ideal estas Navidades para los más pequeños de la casa; pero también lo es para los que quieran vivir una aventura en constante descubrimiento y donde poder mejorar una nave que se ve recompensada con todo lo que hacemos. Todo cuenta, todo suma. Y la suma de esos factores es la que hace que Starlink: Battle For Atlas sea tan recomendable.

Lo mejor

  • La sensación de descubrimiento constante.
  • Decenas de horas de contenido.
  • Cuidado por el detalle; gran apartado artístico.
  • La no dependencia de las naves; no es un pay to win.
  • Multijugador cooperativo: mejor en compañía.

Lo peor

  • Puede ser repetitivo.
  • Las tareas secundarias y algunas principales: ir de A a B.
  • La historia, sin gancho. Los personajes que no son Star Fox.
  • Vista la apuesta, se echan en falta más tipos de misiones.
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.