Sega Rally 2

En esta ocasión, con la facilidad de programación que ofrece Dreamcast junto con el desarrollo del proyecto a cargo de AM1, élite de SEGA en el apartado de programación, y la potencia gráfica que aportan los 128 bits de Dreamcast, podemos esperar que el resultado va a ser muy diferente al de años atrás, cuando se versionó el primer SEGA Rally - placa Model 2- a una limitada Saturn.

Gráficos.
Este apartado, más que calificable como idéntico al arcade, podemos calificarlo como superior a los vistos en el Model 3, realmente se ha hecho un grandísimo trabajo con él, el engine, los escenarios, los coches, las texturas, los efectos de luz...todo.
Empezaremos por el engine, la parte más polémica de este juego; mucho se ha hablado la los cambios en el frame rate del juego, y la verdad es que esto es cierto, el juego sufre en determinados momentos slowdowns que hacen que los frames pasen de los 60 iniciales a 40 ó incluso cuando la pantalla se satura de polígonos a 30 fps. Lo cierto es que este detalle es la única mancha negra de un impecable apartado, únicamente hay que mirar la variedad de coches -un total de 18- que tenemos disponibles, todos 100% fieles conversiones de los originales del WRC, Toyota, Subaru, Mitsubishi, Renault, Peugeot, Lancia, Ford...un catálogo realmente sobresaliente. Y si además de poder correr con estas joyas de la mecánica, podemos competir en 5 circuitos distintos con 3 recorridos diferentes para cada uno con su ambientación típica como charcos, capas de hielo, lluvia, saltos, desniveles, curvas de casi 360º y demás, el apartado gráfico consigue rozar la perfeccción.

Sonido.
La música es bastante buena, aunque prácticamente pasa inadvertida, ya que todo el protagonismo lo van a ocupar los FXs que son realmente sobresalientes, revoluciones de motor, frenazos, chispazos de los tubos y demás repertorio típicos de una retransmisión de un mundial de rallies. Si además le añadimos el Speech de nuestro copiloto -masculino ó femenino, a elección del conductor-, que nos avisará de los tipos de curvas ó impedencias del camino, este apartado queda de lo más completo.

Jugabilidad.
La pregunta que os asaltará a todos debe ser ¿arcade ó simulación? bien, SEGA Rally 2 no puede ser catalogado de simulación en ningún momento, es cierto que posee destellos de simulación, como el poder retocar las características de nuestro coche -dirección, suspensión trasera y delantera, aceleración, neumáticos- pero el control es totalmente arcade, por lo que preferimos clasificarlo en los arcade.
Respecto a los modos de juego, el catálogo es grande, Arcade, Campeonato 10 temporadas, modo vs para 2 jugadores y Time Atack, aunque también encontramos algunos detalles más como el Car Profile, donde podremos saber más cosas sobre los modelos que conducimos, y un modo para modificar las características de nuestro coche a nuestras exigencias. Se ha eliminado el modo network play que encontramos anteriormente en la versión japonesa.
SEGA Rally 2 puede ser clasificado como un juego bastante dificil, a pesar de tener 3 modos de juego, la dificultad es elevada en el más facil de ellos; tendremos que controlar muy bien las curvas y apurar la frenada si queremos quedar entre los tres primeros y pasar a la siguiente temporada sumando puntos. Un detalle sobre los coches es que a medida que vayamos ganando campeonatos se irán añadiendo nuevos modelos a nuestro catálogo, sumando un total de 18 e incentivando el juego, de una forma similar al que vimos en Tekken.
El control de nuestro coche dependerá mucho del modelo que hayamos elegido y sus características, pero al principio nos costará hacernos con él, debido en parte a la gran presencia que toma en el juego el freno y el acelerador.

Conclusión.
Una obra maestra del género, una conversión que supera al arcade, un juego imprescindible para Dreamcast, en base a 15 circuitos distintos, 18 modelos de coches, un apartado gráfico envidiable, un gran factor de diversión y una duración elevada.
Tal vez su única falta sean las bajadas del frame rate, realmente como hemos calificado antes, una mancha negra en un brillante expediente.