Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven
- PlataformaNSW8.5PCPS4PS5
- GéneroRPG
- DesarrolladorSquare Enix
- Lanzamiento24/10/2024
- TextoEspañol
- VocesInglés, Japonés
- EditorSquare Enix
Review
Análisis de Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven, una masterclass de cómo hacer un remake
Aunque fue un juego de culto entre los aficionados al JRPG, este título de 1993 no salió de Japón hasta 2017. Hoy, 31 años después, disfrutamos de un magnífico remake que nos sumerge en lo que hizo de él una experiencia inolvidable.
Si le preguntas a un aficionado de los JRPG cuál es la franquicia más experimental que ha probado, es muy probable que responda “SaGa”. Y no es para menos: esta serie se distingue por sus narrativas no lineales, algunos de los primeros mundos abiertos del género, desarrollo de los personajes en combate poco común, su capacidad de jugar con las mecánicas para sorprender a los jugadores… Cuando te sientas a jugar uno de estos títulos, sabes que te espera una experiencia única (bueno… casi siempre).
Un remake fiel al original
No nos vamos a andar con rodeos: Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven es uno de los mejores remakes que hemos jugado. Y esto se debe no solo a que es muy fiel al original, cosa que habla a su favor si tenemos en cuenta que procede de un clásico del género. También incluye mejoras que aceleran la jugabilidad tan lenta de la Super Famicom y ayudan a guiar al jugador por el vastísimo mundo que le presenta, como el seguimiento de misiones, el minimapa, visualizar la barra de estado enemiga, etc. Quizá lo más importante es que nos permite seleccionar niveles de dificultad más accesibles (y esto hacía mucha falta, porque es un juego muy difícil). Y, si eres un purista que prefiere jugar a la experiencia de 1993, puedes activar y desactivar estas mejoras, seleccionar la dificultad clásica, e incluso escuchar la banda sonora en 16 bits.
El paso de las 2D a 3D ha sido hecho con esmero. El diseño de personajes es hermoso, las animaciones son fluidas y los lugares que visitamos son bellísimos. A veces nos hemos detenido en el camino solo para contemplar lo hermoso que es tal o cual paisaje, o para tomar una foto, como si estuviéramos haciendo turismo. Incluso los enemigos, especialmente los Siete Héroes, han sido recreados con tal cariño que uno no puede dejar de pensar en el bello homenaje que se está haciendo al original.
Una aventura en la historia
El detonante que da inicio a la historia es el repentino ataque de uno de los legendarios Siete Héroes a la familia real del Imperio de Avalon, sembrando la tragedia. La situación parece desesperada ante la abrumadora fuerza del enemigo, cuya derrota parece imposible, incluso con una vida entera de entrenamiento. Por suerte, una adivina proporciona al emperador la clave para derrotarlo: la magia de legado. Gracias a ella, cada emperador de Avalon puede transmitir su fuerza y su sabiduría a las generaciones futuras, quienes se irán volviendo cada vez más poderosas hasta, finalmente, acabar con la amenaza. Esta es una guerra que se librará con el lento transcurso de los siglos.
Este escenario tan inusual da pie a algunas de las mecánicas más interesantes de los JRPG, y no nos referimos solamente a un mundo abierto que se puede explorar como a uno le apetezca desde que acaba el prólogo. Por ejemplo, si eres de quienes se encariñan con su equipo, hay malas noticias: van a morir. No necesariamente en combate, quizá de viejos. Y es que, conforme completamos misiones y anexamos territorios al Imperio, el tiempo pasa. Cuando ya hemos realizado una serie determinada de misiones, se produce un salto temporal, que puede ser de varias décadas e incluso siglos. Cada vez que esto ocurre, tenemos que elegir a un nuevo emperador o emperatriz de entre las distintas clases que se nos presentan, y esa persona poseerá las mismas habilidades y técnicas que el anterior. Al pertenecer a una clase nueva, también recibirá nuevas capacidades, convirtiéndose en un individuo más poderoso con cada generación.
Un combate profundo y extraño
Lo mismo ocurre con el séquito imperial: desde el principio podemos elegir quiénes serán nuestros acompañantes de entre diversas clases, y, conforme acumulemos méritos, se irán uniendo más y más. Algunas son tan llamativas como ninjas, amazonas, autómatas… incluso hombres Salamandra. Y todos ellos heredarán también las habilidades de la generación anterior, por lo que nunca se llega a perder realmente a ningún miembro del equipo. Es extraño no viajar siempre junto a los mismos personajes, y que cambien tan a menudo, pero recuerda que esta no es la historia de un grupo de héroes: es la historia de una dinastía.
Los combates tampoco se libran de la experimentación: existen diversos elementos mágicos y armas y, para mejorar el dominio de una clase con ellos, tienes que usarlos a menudo. Conforme los luchadores vayan adquiriendo maestría, aprenderán hechizos tras las refriegas, aunque esta no es la única forma de obtenerlos: también puedes encontrar pergaminos a lo largo de tus viajes, que deberás llevar a sintetizar para poder aprenderlos. Estos son conjuros multielemento, y poseen un poder arrollador. Por su parte, para aprender técnicas, es necesario que un personaje con la competencia necesaria use una determinada arma en las circunstancias adecuadas. Es así como se producen los “atisbos”, momentos de brillantez en los que un personaje aprende a sacarle provecho tanto a su experiencia como a su arma.
Cuando comenzamos a jugar y vemos que la salud de nuestro equipo se restaura automáticamente tras cada combate, podemos pensar que la dificultad no es muy elevada. Pero entonces vemos los Puntos de Vida, que son, literalmente, las vidas que tiene cada personaje. Cada vez que un guerrero cae en combate, pierde uno de ellos y, cuando los PV llegan a cero, ese personaje muere para siempre, incluso si es el emperador. No debemos preocuparnos mucho, porque podremos reclutar a otro guerrero de la misma clase con las mismas competencias que su predecesor. Sin embargo, si muestro equipo entero cae en combate, se producirá un salto generacional.
Pero, para enfrentarnos a los Siete Héroes, no debemos limitarnos a entrenar a nuestros héroes y sus descendientes, sino también a desarrollar el Imperio. Conforme completemos determinados requisitos, podremos expandir la capital con construcciones como una herrería para mejorar las armas, un laboratorio de investigación para aprender y sintetizar hechizos, unos jardines para atraer turistas y aumentar los ingresos… No dejes nunca de añadir territorios, pues hacerlo abre muchas puertas que jamás habrías imaginado.
Siempre una partida única
Quizá la faceta más excéntrica y fascinante de Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven es la forma en que convierte cada partida en una experiencia única. La forma en que se desarrollan según qué acontecimientos viene dada por un algoritmo que calcula el “valor” de cada misión que completes, la divide por el número de combates que has realizado, y decide, según la forma en que hayas jugado, si se produce un salto temporal y cuántos años pasan entre una generación y otra. El mundo va a quedarse parado durante siglos a que vengas a arreglar sus problemas: si no resuelves la crisis de una región a tiempo, las consecuencias durarán para siempre. Es así como un linaje real puede desaparecer de la faz de la tierra, una catástrofe natural puede acabar con una región, o nuevos asentamientos pueden surgir de la nada. Es posible que las mismas regiones sufran problemas diferentes con el paso del tiempo, y la forma de incluirlas en el Imperio cambie por completo. Incluso las circunstancias que llevan al episodio final pueden cambiar según tus acciones. Hagas lo que hagas, será imposible que contemples todas las posibilidades en una sola partida… o en muchas.
Dicho esto, podría parecer que el título se centra más en las mecánicas que en la narrativa, o que esta es ligera y superficial para poder adaptarse a un mundo tan inmenso. Todo lo contrario: la historia es su punto fuerte. Y es que, a pesar de lo dinámico que es, a pesar de que cada región (y prácticamente cada ciudad y mazmorra) que nos encontramos tiene sus propias misiones y submisiones, estas están muy bien entretejidas entre sí, de tal manera que se afectan mutuamente. Por ejemplo, a la hora de asediar un castillo, podríamos atacarlo de frente… o podríamos explorar un poco, conocer a las personas adecuadas, y pedirles que nos ayuden a colarnos por el camino más fácil y rápido. O, en lugar de aceptar una forma arriesgada de superar una misión, podríamos desarrollar la universidad de la capital y allí conocer a un estratega que nos pondrá las cosas más fáciles. En todo momento existen varias formas de afrontar los desafíos que se nos presentan, y todas las decisiones que tomamos acaban siendo muy bien hiladas en el telar de la trama que creas tú mismo.
Pero no todo son luces en este título. Su mayor problema es de rendimiento, que afecta a varias áreas. El fallo más flagrante es el texturizado: cada vez que se inicia una escena, vemos tan solo los objetos planos, y las texturas no aparecen hasta uno o dos segundos después. Las pantallas de carga son largas y lentas, algo que se vuelve duro al viajar constantemente de un lugar a otro. En las áreas más grandes, los FPS tienden a caer. Y la banda sonora, aunque hermosa, se vuelve repetitiva. Estas limitaciones se vuelven frustrantes en un juego de este calibre, porque son lo único que lo separa de obtener la nota perfecta.
Conclusión
Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven no es solamente un remake excelente, sino también un título excepcional por derecho propio. Si te gustan los RPG, no deberías perderte este por nada del mundo, pues es una de las experiencias más únicas, inmersivas y fascinantes que vas a experimentar jamás. Eso sí: si no eres muy fan del género, o si no te agrada la idea de meterte en un pozo de horas de jugabilidad compleja, puede que no sea para ti.
Lo mejor
- Un remake fiel al original, hecho con mucho cariño, y con grandes mejoras de vida.
- Un juego en el que tus decisiones cambian la trama, tan inmenso y repleto de tantas posibilidades que da vértigo.
- Una jugabilidad adictiva, desde la exploración a los combates. Destacan el sistema de legado de habilidades y saltos generacionales.
Lo peor
- Sufre de problemas de rendimiento como texturizado tardío, pantallas de carga lentas o caída de FPS en áreas grandes.
- La banda sonora acaba se acaba volviendo repetitiva.
- El juego es muy denso, y requiere de una inversión temporal y personal que no agradara a todo el mundo.
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Muy Bueno
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