Resident Evil 4
Análisis
Resident Evil 4 Remake, análisis. Los clásicos nunca mueren
Capcom renueva uno de sus mayores exponentes, un juego que cambió el paradigma de toda una saga. Un remake que renueva y mantiene la esencia.
Resident Evil 4 es uno de esos nombres que marcan un cambio en la industria. Su llegada supuso un impacto enorme por romper con muchas de las convenciones de la saga de Capcom y por ser pionero en una fórmula de acción en tercera persona, cámara al hombro de Leon, que luego se estableció como el estándar a seguir. No sorprende, aunque se eche en falta a Code Veronica, que la compañía japonesa decidiera recuperarlo y darle un trato de remake como hizo con la segunda y tercera entrega. En esta ocasión, siendo mucho más fiel con el juego original. Para lo bueno, que es mucho, y para lo que no lo es tanto.
Capcom ha mezclado el saber hacer con estas últimas entregas, RE Engine mediante, con los mejores ingredientes del juego original, mezclando pero no agitando. Y el resultado es un remake que tiene ciertos cambios y elementos que van más allá de lo que hemos visto recientemente con Dead Space, pero que no reimagina ni reformula al nivel de Resident Evil 2 ni, dicho sea de paso, tampoco inventa como en el remake de la tercera parte. Simplemente te cuenta la historia que ya conocías, con sus localizaciones, con sus mejores momentos en forma de lugares, oleadas y jefes finales… Y también redobla la apuesta en los excesos del título original, casi todos centrados en la isla final.
Detrás de ti...
Tras una secuencia que tiene el detalle de contextualizar ciertos momentos que han sucedido entre la catástrofe de Raccoon City y la nueva aventura de Leon, vemos al protagonista en el coche de policía camino a un pueblo abandonado donde en teoría está captiva Ashley, la hija del presidente. Todo se desarrolla como conocemos. Un agente va a hacer sus necesidades y desaparece, luego vamos nosotros a por él, un aldeano nos intenta matar y el resto ya es historia del videojuego en uno de los mejores arranques del medio.
Resident Evil 4 usaba la aldea y sus oleadas de enemigos para hacernos entender que estábamos ante un juego que agobiaba por opresión, no por terror a la oscuridad o a lo desconocido. Y en el remake, esa sensación se mantiene. Corremos de un lado para otro, usamos ataques cuerpo a cuerpo para tumbar enemigos, recogemos la escopeta y aguantamos hasta que las campanas nos salvan. Todos se van. ¿Al bingo? Da igual, empieza Resident Evil 4. Otra vez, pero con un lavado de cara importante. Y no solo en el apartado gráfico.
Antes de probarlo, uno imagina cómo puede ser volver al pueblo de Resident Evil 4 con esta nueva versión. Piensas que como el control habrá mejorado y la movilidad también, todo será más sencillo. Nada de eso. Los cambios son evidentes y están presentes en cada momento del juego, pero Capcom ha sabido mantener la tensión y el agobio original. Leon es menos ágil que Jill en Resident Evil 3 remake, y la presión del momento sigue presente. Todo lo que acontece en esta primera parte es un homenaje al juego original, pero también una manera de demostrar la de upgrades que se podían realizar en un título que ya era compacto y casi perfecto en su primera mitad.
El sistema de apuntado, los pequeños QTE para rematar enemigos y acciones que aprenderemos un poco más adelante son todo un acierto: desde el parry con el cuchillo hasta el uso del mismo para ejecutar enemigos en el suelo antes que muten por culpa de la plaga. Junto a la capacidad de disparar a distintas partes del cuerpo para que se arrodillen o tropiecen, la sensación es que Leon tiene mucha más capacidad de reacción que antes. Y se agradece.
Toda la primera parte del título, alrededor de la aldea y el lago, muestra la mejor cara de Capcom a la hora de plantear el remake: hay cierta reorganización de tareas y nuevos puzles (acotados y sencillos, eso sí) y extras que te hacen pensar… ¿eso era así? en parte, porque los grandes momentos, como algunas oleadas y enormes jefes finales, siguen presentes. Otras, como la zona de cascadas y cajas que tirar al agua, han pasado a mejor vida. Así que vas avanzando satisfecho, viendo que es lo de siempre, pero claramente mejorado. Tensión, agobio, algún puzle, algún momento de la exploración y hacia la iglesia, que toca congregarse.
Por el camino hemos aprendido algunas novedades, que van desde un crafteo de munición bastante extenso hasta una serie de misiones secundarias que van más allá de los medallones azules pero que acaban siendo muy poco inspiradas. También hay cambios con el buhonero, que además de ofrecer armas, descuentos y añadidos, tiene un mercado paralelo con las espinelas, que conseguimos precisamente con las misiones secundarias y que nos permiten comprar ciertos objetos exclusivos y especiales. En general, la dinámica del juego te invita a explorar, encontrar algunas llaves para abrir cerraduras, volver a algún sitio con una llave concreta y conseguir tesoros o extras que permitan comprar todo tipo de artilugios. Eso sí, no estamos ante un mundo abierto en el que volver cuando queramos y habrá lugares que serán inaccesibles cuando vayamos avanzando. El buhonero se encargará de avisarte, en todo caso.
La variedad de enemigos, sus mutaciones, algunos más duros y capaces de absorber enormes cantidades de balas, así como otros tremendamente peligrosos (el hombre de la motosierra, el garrador, los trols…) se van combinando de forma inteligente para que tengas que estar atento a 360 grados. Y en algunas ocasiones, tengas la sensación que no paran de venir y mejor escapar.
Resident Evil 4 sigue siendo un gran juego de acción, y eso se ve en el uso de la gran variedad de armas, las mejoras en las que invertiremos y en cómo afrontamos los combates. Escopetas para enemigos duros a corta distancia, rifles para apuntar esos que nos están machacando, potenciar la pistola para que dañe más, y muchas otras que permiten al juego adaptarse a nuestra manera de jugar. A como estemos más cómodos.
Cuchillos, parrys y sigilo
Las oleadas de enemigos son santo y seña del título, y aquí es donde entran algunas novedades. El cuchillo tiene un par de maneras de usarse como ataque y es más útil de lo que parece en momentos límite. El parry -muy generoso en nivel estándar- permite bloquear ataques con armas cuerpo a cuerpo, latigazos de mutaciones de las plagas y se pueden clavar cuando uno de los enemigos nos atrapa. Es un sistema que destaca sobre todo con Krauser. Más allá del cuchillo principal, que tiene durabilidad por lo que no se puede abusar de él, podremos recoger cuchillos de cocina y similares para algunas de estas acciones, incluido rematar en el suelo a los enemigos para que no muten. A ello se añaden movimientos evasivos ante golpes que no podamos frenar, como los de grandes mazas, y una pequeña novedad: el sigilo.
Con Leon podremos andar medio agachados, a lo The Last of Us, y ejecutar enemigos por la espalda. Es un sistema algo primario, la detección de los enemigos es discutible en muchas ocasiones pero no nos vamos a engañar: hay zonas que si las planteas bien, puedes conseguir pasar desapercibido y ahorrando munición. En dificultades elevades nos parece una herramienta de cierta utilidad para limpiar parte de la zona de enemigos antes de que vengan todos en manada.
Ashley y el castillo: Capcom redobla la apuesta
Que el primer tramo de juego sería impresionante era una afirmación de poco riesgo. El RE Engine es un seguro de vida y Capcom tiene en el primer tercio de Resident Evil 4 una propuesta bestial en todos los sentidos. Pero una de las pruebas de fuego estaba en la zona del castillo, y aquí la compañía redobla la apuesta. Toda esta parte, que abarca desde la llegada en el hall hasta la prisión, la entrada hasta las minas, el laberinto y pasando por la Torre del Reloj, se ha replanteado de forma magistral. A nivel visual, se ha hecho un gran trabajo para que sintamos que estamos en localizaciones diferenciadas y no un mismo escenario con pasillos distintos. Todo es mucho más verosímil y orgánico, y los cambios de emplazamiento tienen sentido.
Incluso cuando necesitamos visitar distintos lugares desde un espacio central para recopilar tres piezas de una estatua, notaremos diferencias evidentes visuales y jugables. Hay oleadas que se mantienen, aunque otras se han eliminado. Y la sensación es muy positiva: el castillo se ha reinventado y ahora tiene más sentido. Es verdad que sigue ofreciendo algunos momentos alocados y extremados -incluso diríamos que homenajeando a otro TPS de la época, como Gears of War-, pero el cómputo global es muy positivo.
En esto tiene que ver Ashley, que ahora no parece tan estorbo, puede ir más o menos pegada a nosotros si queremos correr entre la marabunta y en general el hecho de cubrirla no es una mecánica tan pesada de superar. Aunque la hija del presidente, si en algo destaca, es cuando nos toca controlarla. Es el momento en el que Resident Evil 4 coquetea más con el terror, y lo hace de forma majestuosa, con una puesta en escena perfecta y una tensión muy bien llevada. La forma en la que se ha recreado esta parte es un paso al frente.
En general, la fidelidad con los momentos clave de Resident Evil 4 está presente, pero la mejora es evidente en casi todas las situaciones, incluidas las protagonizadas por los insectos voladores que seguramente recordaréis con hastío. Pasa lo mismo con los jefes: algunos han cambiado patrones y son más atractivos. En cambio otros, son muy similares a lo que ya conocíamos y alguno que otro, más sencillo de vencer. Pero en general, no falta nadie a la fiesta.
Los excesos de Resident Evil 4 se repiten
Todos los que hemos jugado Resident Evil 4 (y terminado muchísimas veces) sabemos que el juego se excede en su tramo final, en una isla donde la acción desbocada aprieta las tuercas sin mejorar la experiencia. Y en el remake no se reinventa, sino que se vuelve a exceder de forma notoria. Es una lástima, porque precisamente en la isla nos enfrentamos a los Regeneradores, esos enemigos inmortales que tienen puntos débiles que solo podrás ver de una forma concreta. Aquí, es una parte muy trabajada para volver a filtrear con el terror, con la falta de luz y la necesidad de activar y desactivar ciertos elementos del escenario. Sube la pulsación y la tensión.
Ese tramo, eso sí, es un pequeño descanso dentro de una zona repleta de disparos, explosiones y enemigos. Porque la Isla te extenuaba en el juego original y te hacer arquear la ceja en 2023, donde acabas deseando que la siguiente oleada sea la última, aunque sabes que no será así. Zonas con decenas de enemigos, apariciones scriptadas de los mismos de forma totalmente artificial cuando haces una u otra acción… Y la sensación que disparas más, contra más gente, pero que no aporta nada a lo que ya has hecho anteriormente. Es una quinta parte del total del juego (unas tres horas de las 15), pero es el clímax y Capcom vuelve a confundir el momento álgido de un Resident Evil con una ensalada de disparos y explosiones. Ocasión perdida, por desgracia.
Resident Evil 4 Remake es brillante en la tensión, en la acción y en saber intercalar momentos memorables, pero aunque podemos decir que casi todo lo que toca lo hace mejor, también acaba desechando oportunidades de oro. La historia no varía, aunque sí construye de forma diferente algunos personajes. Desde la personalidad de Ashley hasta el papel, acciones y motivos de Luis Sera, mucho más presente. Precisamente por esto, y por Ada Wong, que vuelve a ser impresionante en formato remake, echamos en falta que el juego no hubiera incluido tramos de Separate Ways, el DLC que protagonizó y que no era baladí para el desarrollo de la historia. Otra ocasión perdida y, en este caso, más incomprensible.
De hecho, el juego no es muy prolífico en extras (no esperéis Mercenarios), aunque sí exigente si queréis sacaros todos los desafíos, encontrar todos los coleccionables y terminar con los mejores rangos en todas las dificultades, incluido un Nueva Partida Plus muy desafiante.
Leon aprende español
A nivel audiovisual, el título es bastante sólido en todos los apartados y el RE Engine vuelve a hacer un gran trabajo sobre todo en el modelado de personajes, pero es cierto que no es un juego que nos haya dejado sin palabras en PS5 (en PC hemos visto configuraciones y pruebas con la demo mucho más espectaculares). Además, hemos notado algunos problemas de borrosidad que en parte hemos solventado desactivando la aberración cromática y otros elementos de desenfoque que están activados per se. En modo rendimiento, el juego se mantiene sólido en FPS y solvente a nivel técnico, aunque en modo gráficos y con Ray Tracing hemos sufrido más altibajos en ciertos momentos.
En este punto, tanto a nivel visual como de cámara (profundidad de campo) como de control, es un juego en el que vale la pena detenerse a trastear la configuración de cámara y sensibilidad para ajustarla a vuestro gusto si no os sentís cómodos con los ajustes predefinidos.
Por otra parte, el sonido sí que nos ha parecido excepcional. No solo en lo que efectos sonoros y música se refiere, sino también en las voces, que mantienen los chascarrillos habituales de los aldeanos y que, esta vez sí, tenemos un doblaje al castellano para Leon y compañía con muy buen resultado. A fin de cuentas, la voz del protagonista es Lorenzo Beteta, que os sonará por ser Joel en The Last of Us y que hace un gran trabajo.
Conclusión
Resident Evil 4 Remake es un homenaje y una puesta al día de uno de los grandes clásicos de la acción en tercera persona, capaz de mejorar casi todo lo que toca y reconstruir con mimo aquello que necesitaba un lavado de cara. Los momentos inolvidables no faltan, y muchos otros se han replanteado con acierto. La tensión y el agobio del no saber si podrás con todos sigue presente con oleadas y hordas de enemigos temibles. Con un inicio que mantiene el altísimo nivel del juego original, un Castillo replanteado con maestría y un RE Engine solvente, es una manera casi inmejorable de recuperar y poner al día un clásico de nuestro medio. Aunque por desgracia, el retorno no tiene broche de oro: la isla final sigue representando los mayores excesos de Capcom, los extras son insulsos y se ha perdido una ocasión de oro para remodelar toda la trama que vivimos en formato DLC con Ada Wong. A pesar de esto, lo tenemos claro: Resident Evil 4 era un juego bestial y su remake demuestra estar a la altura de su legado.
Lo mejor
- Mantiene la opresión y tensión del juego original con una gran ambientación
- Los grandes momentos de Resident Evil 4 son igual o mejores que antes
- Cómo se ha reformulado y reorganizado el castillo: un gran acierto
- Cuando coquetea con el terror, se sale con la suya
- Varias novedades en combate que nos aportan más opciones y capacidad de reacción: es una gozada afrontar oleadas con las herramientas que tenemos
- Gran variedad de armas, mejoras y opciones
Lo peor
- La isla es una ocasión perdida: se excede y sigue siendo su peor cara
- Que no se haya añadido la trama de Ada Wong con Separate Ways
- Los contenidos extras (secundarias, post-game...) son algo insulsos y escasos
Excelente
Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.