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Rambo: The Video Game

Rambo: The Video Game

Rambo: The Videogame

Rambo fue un personaje imprescindible para una generación que creció con los clásicos héroes de acción de los años ochenta. Ahora, muchos años después, vuelve en formato videojuego para PC, PS3 y Xbox 360 con un título desastroso en casi todo lo que ofrece.

Uno de los grandes héroes de acción de los años ochenta ha decidido volver al mundo de los videojuegos. Hablamos de Rambo, boina verde que sufrió en el Vietnam, no supo adaptarse a la nueva realidad cuando volvió a casa y buscó la redención allí donde todo había empezado. Argumento clásico –el del soldado derrotado en dicha guerra que vuelve a casa- hace unas décadas que vuelve a estar de actualidad porque la compañía Teyon lanza Rambo: El Videojuego, un título de acción sobre raíles que pretende repasar la vida y milagros de John Rambo a lo largo de la trilogía original. Silvester Stallone vuelve a enfundarse el traje de personaje virtual para protagonizar un título lejos de los mínimos de calidad exigibles y un juego que no hace demasiado honor a la trilogía en cuestión.

Los juegos de acción han sido los grandes dominadores de estos años en la industria de los videojuegos. Los shooters en primera persona, además, han explotado definitivamente en consolas –territorio donde no habían proliferado mucho a pesar de tener buenos ejemplos que van desde Goldeneye a Halo, pasando por Timesplitters, Killzone y otros- en la era en la que se ha instaurado definitivamente el juego en línea. No es de extrañar, por lo tanto, que aprovechando el buen momento del género –saturado, seguramente- se haya decidido intentar recuperar algunos grandes héroes de acción de los años ochenta. Personajes tal vez desfasados hoy en día, pero que ofrecían propuestas que se pueden traspasar al formato videojuego de manera sencilla. Sobre el papel, claro está. Y es que sí algo hemos aprendido en la corta historia de la industria del ocio digital es que un título licenciado de una película no es garantía de nada. Más bien al contrario. Y eso pasa con este Rambo: The Videogame.

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Normalmente se achacan algunos problemas de timming como causa de lo malos que son ciertos juegos licenciados. Deben salir el mismo día de la película y las prisas no son buenas consejeras. No es el caso del juego de Teyon que nos ocupa, ya que el título se publica en PC, Playstation 3 y Xbox 360 este 21 de febrero muchos años después del cierre de la trilogía original (no hace mucho Stallone lanzó una cuarta y definitiva película sobre Rambo). El resultado salta a la vista: un título para olvidar. De los peores que recordamos, y mira que últimamente han desfilado algunos realmente terribles. Rambo, con este juego, puede decir eso que se le atribuye y que realmente nunca dijo: “No me siento las piernas”. Ni el alma, ni la dignidad. Ni la vergüenza, amigo John. No puedes sentir nada. Nada positivo, al menos.

Un héroe de América que no merece este homenaje
Diversos oficiales y soldados se reúnen alrededor de la tumba de John Rambo, el cual según reza la lápida murió en 1988. Ahí, uno de los altos mandos del ejército de los Estados Unidos empieza a narrar las hazañas de Rambo. Ahí arranca el juego. El título nos invita a avanzar a través de las tres películas de Rambo (Acorralado se llamaba la primera en España haciendo gala de nuestro afán por traducir los nombres de los films como nos apetece) en tres capítulos que a su vez se dividen en diversas fases. Aunque de manera abrupta, lo cierto es que es la fidelidad con algunas de las secuencias lo que más interés destila este videojuego. La llegada de Rambo a Estados Unidos, sus problemas con el sheriff en el pueblo de Hope y su escapada, el retorno –en la segunda película- al Vietnam, sus motivos para vivir y la ira posterior así como la destrucción masiva de enemigos y elementos o la gran batalla de helicópteros final; y, como colofón, su última aventura en Afganistán con el coronel Trautman.

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Hombre, si es fiel a la película ya es mucho teniendo en cuenta otras licencias, podrán decir algunos. Es un pequeño gancho, no hay duda, pero lo que nos encontramos una vez empezamos a controlar a Rambo es más traumático que los flashes que tiene él mismo protagonista cuando vuelve del Vietnam. Entendemos que los desarrolladores han querido intentar trasladar el sufrimiento de un soldado en uno de los grandes fracasos de USA al jugador. De ser así, la jugada les ha salido redonda. Rambo sufrió, y si queremos ser Rambo en el juego, tenemos que sufrir con él. Con sus gráficos, sus voces enlatadas, su control o sus picos de dificultad absurda.

¡Pero yo quiero jugar a ser Rambo! Mira, chaval, te compras una Megadrive y juegas a Rambo III, que no era nada del otro mundo pero al menos no sufrirás secuelas psíquicas a medio plazo. Como ya pasó con una recreativa Arcade de Taito años atrás (era un vicio), Teyon ha decidido usar un sistema de juego on-rails (tipo Time Crisis, para entendernos) para desarrollar este Rambo. El género en sí ni es bueno ni es malo per se, aunque seguramente el gran John podría abarcar una propuesta con miras mayores. El verdadero problema está en el control y desarrollo de las aventuras por Hope City, Vietnam y Afganistán. Ahí es donde fracasa –en parte, porque no hay nada que se salve- el título de Teyon, que es incapaz de ofrecer una experiencia satisfactoria ni para los amantes de las películas.

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Durante las poco más de tres horas que dura la campaña principal hemos intentado verle el lado bueno de las cosas. ¡La banda sonora recoge algunas melodías de la trilogía! ¡Hay diálogos extraídos de la película y la voz de Rambo es la original!¡Vivimos en primera persona momentazos como la muerte de un ser querido de John! ¡El juego tiene gráficos de un juego malo de Playstation 2 pero Rambo se parece a Stallone! ¡Usamos armas como el cuchillo o el arco tan molón de la segunda parte! Nada. Ni así, pensando que la vida es un lugar para ser feliz y disfrutar de los pequeños detalles, los que marcan la diferencia a fin de cuentas, hemos conseguido borrar de nuestra mente las horas pasadas con el título. Una lástima, sobre todo para nosotros y nuestras familias.

Lo que debía ser un control sencillo es peor que una tortura vietnamita. Con el analógico izquierdo nos escondemos en lugares establecidos, con el derecho apuntamos allá donde queremos disparar, el gatillo sirve para eso mismo, podemos lanzar granadas, podemos cambiar de arma y recargar a lo Gears of War (pulsando en el momento justo para conseguir más munición o equivocarnos y que el personaje se encalle intentando cambiar la munición). Lo que debía ser algo sencillo se complica extremadamente una vez estamos en combate. La mirilla mediante la que apuntamos tiene la culpa. Además de que la precisión con el analógico dista mucho de ser la correcta (suerte que hay un semi autoapuntado cuando fijamos un enemigo), sufre de un problema grave.

A ver si sabemos explicarlo: Nosotros apuntamos y masacramos a un rival que está en la esquina superior derecha de la pantalla. Todo ok. Pero entonces, el juego nos hace correr hacia la izquierda, saltar una caja y escondernos detrás de una piedra (automático, estamos en un onrails). Pues bien, la mirilla se ha quedado apuntando allí atrás, a esa esquina de la derecha. De tal manera que cuando volvemos a la acción ante tres, cuatro, cinco o más vietnamitas, nos asustamos. ¿Dónde está el puntero? Hasta que nos damos cuenta que se ha quedado fuera de rango porque no se centra ni tiene en cuenta la nueva perspectiva, estamos fritos a balazos. Y pasa cada dos por tres. También puede pasar que centremos la mirilla y esta se desvíe otra vez fuera de rango porque una cosa es centrarla en un plano, pero si Rambo hace tres saltitos a otro lado ese centro puede quedar muy a la derecha de donde miramos ahora. Y lo lógico (no) es que se haya quedado el puntero ahí, donde antes. Desesperante.

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No nos acostumbraremos a esto, simplemente conviviremos por el respeto que merecéis, lectores, de recibir un review sobre Rambo: El Videojuego. Si fuera por un servidor, habría cogido la baja por enfermedad y que siga otro con el texto. Durante nuestro avance nos aparecen soldados de todo tipo, comandantes que dan mayor precisión al escuadrón, granaderos que tiran granadas que nos matan directamente, tíos que se tumban de lado delante de nosotros como si estuvieran en la playa (cubrirse, ¿qué es eso?), vehículos con metralletas blindadas y poco más. Escondernos cuando disparan, salir cuando recargan (hay coberturas volátiles como cajas de madera, por lo que debemos ser rápidos) y si hemos hecho buenas rachas, activar el modo furia que ralentiza la acción y nos recupera la vida por cada muerte. Todo en unos tiroteos totalmente mermados por la poca precisión del apuntado (desesperante cuando tenemos que acertar dar con una granada que nos llega, unas minas que dejan los barcos enemigos, unos cohetes de los helicópteros rivales), los problemas de la mirilla, una recarga activa que se nos indica en la misma mirilla (sí, esa que seguramente estará fuera de rango cuando intentemos recargar entre momentos de acción)…

Pero lo peor no es esto.  El título tiene dos mecánicas más para dar variedad, contrastes, versatilidad y… no. Por un lado tenemos Quick Time Events simplones, fáciles y poco inspirados. Si acertamos a pulsar en el momento justo puntuamos más, pero ya está. Protagonizan fases o aparecen en momentos claves en medio de la acción, pero más allá de pulsar X, A, B o machacar un botón constantemente en ciertas fases no tienen nada de divertido.  La joya de la corona son los momentos de sigilo. Ni Deus Ex, ni Thief ni Metal Gear. Apartaos, que viene John “snake” Rambo, el rey del silencio. Del guante blanco. Bueno, sigilo y juego sobre raíles… podéis imaginar lo que sale de ahí. Exactamente esto: Rambo se mueve sigilosamente y nos pide disparar un flechazo a un enemigo que está de espaldas. Rambo se mueve sigilosamente y nos exige disparar un flechazo rápidamente  a un rival que podría (y decimos podría porque no nos ha pasado) descubrirnos. Rambo se mueve sigilosamente y nos pide “PREPARARSE” porque en unos segundos saldrá un botón que deberemos pulsar en una horquilla de 5 segundos (con tranquilidad, eres Rambo) para poder matar a alguien, cruzar un lugar peligroso o meternos debajo de un tanque. Desafío en estado puro. Incluso hay momentos en las que el diseño de niveles da un paso al frente y nos permite elegir nuestro camino: Sigilo o acción. ¿Dolor de muelas o de oído?

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Si tenemos la suficiente paciencia, el título es ciertamente rejugable. Cada fase puede acabarse con diversas estrellas por puntuación conseguida (mínimo dos si queremos los logros de cada nivel). Y no es nada sencillo ya que nos piden precisión en los movimientos, no morir, jugar en difícil –da más puntos-, mejorar puntuaciones disparando a la cabeza y hacerlo casi todo perfecto. Algo que se antoja casi imposible entre el control y ciertos momentos de desesperación por situaciones abusivas contra el jugador. También tendremos un árbol de habilidades que podremos ir mejorando a medida que subimos de rango, pudiendo desbloquear mejoras como ser más duro, acertar mejor o que el modo furia se agote más lentamente por ejemplo. También remarcar que hay marcadores y que si alguien quiere sufrir en compañía, hay niveles para jugarse en cooperativo.

Rambo en 2014, pero vintage
Es lo único que se nos pasa por la cabeza. Que en honor a las películas de los años ochenta, los desarrolladores hayan decidido usar un motor gráfico y una tecnología similar a lo que había años atrás. Un Rambo realista a lo Battlefield no habría sido creíble. Tal vez, quién sabe, el juego producido así cabe en un VHS. Sería todo más comprensible. Personajes poco detallados tanto por una carga poligonal escasa como unas texturas pobres, a baja resolución y nada trabajadas. Escenarios con jaggies por todos lados, arbustos que se nos aparecen a medio metro, piedras y edificios pixelados. Los enemigos sin física creíble y escasos de movimientos. Las explosiones con efectos 2D cutres de épocas pasadas, partículas que no son partículas de humo o de fuego, sino píxeles saltando, un helicóptero que cae en medio del agua y parece que haya caído encima de suelo firme que ni se inmuta y el colofón está en los vídeos, con bandas negras enormes y a baja resolución, totalmente pixelados a lo vídeo de Facebook en SD. ¡Pero Rambo se parece y otros de los protagonistas casi que también! Qué menos pagar por la licencia y que la cara de Stallone se identifique. Aunque sea por poco. Por cierto, en explosiones de granadas tenemos la sensación que intentaron poner un “tiempo  bala” para disimular que petardea el framerate. Lo hemos identificado, así que no se ha disimulado correctamente.

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El sonido tampoco se salva de la quema. Sí, hay voces de algunos (Rambo y Trautman) que son originales, y se han cogido fragmentos de la banda sonora de la trilogía, pero no está bien resuelto. Los diálogos de las escenas de vídeo suenan enlatados, como si estuvieran mal grabados (no queremos imaginarnos cómo se ha registrado dichos diálogos), y algunos efectos como las explosiones no pasan de correctos sin más. En general, eso sí, el sonido de las armas y el ruido que hay en nuestro avance no está del todo mal, aunque sigue estando lejos de un resultado de nivel. El título llega con subtítulos al castellano y voces en inglés. Por último contamos con una edición coleccionista (unos 60 euros) que tiene cuatro cosas buenas y una de mala. Las buenas, la trilogía de películas y un muñeco de Rambo cabezón. La mala, viene el juego también.