Port Royale 3
- PlataformaPC5.5360PS3
- GéneroEstrategia
- DesarrolladorGaming Minds Studios
- Lanzamiento01/05/2012
- TextoEspañol, Inglés
- VocesInglés
- EditorKalypso Media
Port Royale 3: Piratas y Mercaderes
Kalypso Media nos invita a viajar a las costas del mar Caribe, pero no para hacer turismo o pasar los días bebiendo mojitos en un "todo-incluido". Nuestra única bebida será la que podamos saquear de los navíos mercantes, o bien la que podamos pagar con el beneficio de nuestras transacciones comerciales. Porque Port Royale 3: Piratas y Mercaderes es la tercera entrega de la famosa saga de simulación económica, con casi 10 años en el mercado. Acompáñanos de vuelta a los mares plagados de piratas y corsarios, abordando barcos europeos repletos de las mayores riquezas del Nuevo Mundo.
Hace casi diez años, la desaparecida Ascaron Entertainment presentaba la primera entrega de Port Royale. Con el sobrenombre de Oro, Poder y Piratas, la compañía alemana nos presentaba un 'sand-box' que nos trasladaba a aguas caribeñas, durante los siglos XVI y XVII. En dicha época, 4 naciones compiten por el control de los recursos y riquezas del Nuevo Continente. A un lado, los españoles, amos y señores de gran parte del Caribe. Por el otro, franceses, ingleses y holandeses que tratan de aumentar su influencia en las islas y en el continente, para reducir el poder de España. El juego nos permitiría elegir el tipo de vida que queríamos llevar, hasta el punto de convertirnos en alguno de los corsarios y piratas más famosos de los siete mares. Port Royale 2: Imperio y Piratas, llegaría solamente un año más tarde, imitando el mismo estilo de juego pero añadiendo unas pocas mejoras. Después, Ascaron Entertainment entraría en bancarrota, y la licencia quedo en suspenso hasta nuestros días. Los encargados de recoger el testigo, han sido Kalypso Media y Gaming Mind Studios. Aunque el nombre del último equipo aún no se haya grabado en todas las mentes de los jugadores, nos encontramos ante los responsables de recuperar un título con más de una similitud: Patrician IV. En común, el hecho de que Kalypso Media se hiciese con los derechos de ambos productos, que su productor original fuese Ascaron, que las dos series cuenten con el comercio marítimo como tema principal y, evidentemente, que las dos habían quedado en el limbo de las continuaciones sin desarrollar. Es posible que, este parecido tan razonable de por medio, sea suficiente para hacernos una idea de lo que el nuevo grupo de desarrolladores es capaz de lograr. Y aunque en estas fechas desembarca en nuestras tiendas, Port Royale 3 ha sido puesto ya a la venta en Alemania y Reino Unido, meses atrás. Hoy, vamos a echar un vistazo al contenido que otros países ya han venido disfrutando.
En primer lugar, el juego de Kalypso Media nos ofrece 3 tipos de partidas: campaña, modo libre y online. La primera, a su vez, se divide en dos posibilidades, según si queremos vivir la experiencia de convertirnos en mercader o en aventurero. Los dos modos siguientes no tienen en cuenta esta elección, y es que la libertad de decisión en Port Royale es el verdadero indicativo del tipo de vida que deseamos seguir. Sin embargo, las fases de campaña tienen una utilidad distinta a la de narrar un hilo argumental, ya que se trata de dos complejos tutoriales en los que aprenderemos los entresijos de la economía, el comercio y la producción de bienes o, por el contrario, la navegación, el saqueo y el combate naval. En principio, una línea no anula la otra, pero el conjunto de objetivos de cada campaña va orientado en la dirección que se haya escogido. Al ir cumpliendo los requisitos que nos exige la historia, ganaremos recompensas y se nos indicarán nuevas tareas que cumplir. En cualquier caso, el funcionamiento del juego es idéntico en cualquiera de los modos indicados, por lo que no tendremos demasiados problemas para movernos entre ellos. Por lo tanto, el primer paso será crear nuestro propio personaje, y aquí nos encontramos con que las opciones de personalización son escasas, pues se reducen al nombre y a la bandera. En el caso de las partidas libres, podremos escoger criterios para el mundo en el que jugaremos, personalizando ligeramente el mundo de juego en cuanto a funcionalidad, pero no en aspecto. Así, las producciones en cada villa pueden ser las tradicionales e históricas, o bien completamente aleatorias. También podremos escoger el año en el que comienza la partida, la dificultad y la cantidad de posesiones de ultramar pertenecientes a cada una de las 4 naciones con representación en el juego: España, Francia, Inglaterra y Holanda. Una vez definidos estos términos, iniciaremos nuestras andanzas como navegante en una ciudad del Caribe a nuestra elección, con una única embarcación como emblema.
A pesar de la multitud de opciones existentes en el juego, y su perspectiva hacia un final abierto, el objetivo puede reducirse a una única meta: Conseguir toda la riqueza que nos sea posible. De hecho, conforme vayamos alcanzando ciertos grados de riqueza nuestro personaje avanzará rangos en la escala de los navegantes. Por un lado, estos grados son un requisito indispensable para acceder a ciertas posibilidades que comienzan bloqueadas, como la adquisición de licencias para construir edificios en una ciudad, la posibilidad de reunirnos con los virreyes de las colonias o la aparición de ciertos navíos de mayor dimensión y mejor calidad. Nuestra única obligación, por lo tanto, es la de hacer dinero. Pero todo radica en cómo conseguirlo... O bien nos dedicamos al noble negocio del transporte de mercancías, comprando bienes baratos en un puerto para venderlos por un precio mayor en otro, o nos hacemos un nombre en la legendaria profesión de pirata mientras asaltamos barcos y atacamos ciudades. También es posible que combinemos un poco de las dos vertientes, dedicando esfuerzos en ambas direcciones. Solamente tenemos que comprender unas directrices básicas, adquiridas por herencia directa del sistema de juego presentado en versiones anteriores. En el mapa podremos observar una serie de ciudades, pertenecientes a una de las facciones existentes, y en cada una se producen ciertos recursos de algún tipo. Como los habitantes, y el propio trajín de la vida en la colonia, hacen necesaria la adquisición de otro tipo de bienes que solamente pueden encontrarse en otros puertos, el transporte marítimo es la única manera de suplir las necesidades existentes en cada una de las villas del mapa. Un producto se encarece cuando su cantidad sea escasa, y se abarata cuando existe demasiada oferta. Está premisa básica es suficiente para empezar a enriquecernos.
La navegación tiene lugar en un gran mapa de la zona, en el que aparecen señalados los puntos de interés. Evidentemente, el Caribe contiene muchas más colonias que las existentes nada más empezar la partida. Nuestro navegante solamente conocerá una pequeña cantidad de puertos, muy cercanos a la zona en la que comience su empresa. Sin embargo, siempre podemos dedicar un navío a la exploración del mapa, descubriendo nuevos lugares. Este hecho es importante, puesto que una mayor cantidad de destinos se traduce en más lugares que abastecer o en los que ser abastecidos, incluso con nuevos productos que apenas puedan encontrarse en la región inicial. A su vez, entraña nuevos peligros, puesto que no todos los barcos que observemos en el mapa pertenecerán a pacíficos marineros. Algunos serán barcos corsarios, con los que otras naciones querrán saquear los bienes que transportemos para nuestra bandera. La política juega un papel importante en Port Royale 3, y afecta a nuestra tarea durante muchos momentos del juego. Los cambios de alianzas, pactos y guerras entre España, Inglaterra, Francia y Holanda, nos traerán de cabeza a la hora de comerciar y elegir nuestros destinos. Los peligros pueden ser peores aún, puede que nos encontremos con naves piratas, sin juramento a nación alguna. Además, pueden producirse tormentas, que deriven en daños a los barcos que tengan que atravesarlas. Por otro lado, también es posible que nos encontremos con restos de naufragios que podamos recuperar, o incluso supervivientes que nos recompensarán en cuanto les dejemos a salvo en alguno de los puertos. Desde el mapa también podemos ver las diferentes rutas de comercio que hayamos establecido, y vigilar de forma directa la trayectoria de nuestros barcos y convoyes. Sin embargo, no toda la acción del juego transcurre en la carta de navegación, como veremos ahora mismo.
La otra pantalla de interés corresponde a las ciudades, accesible si hacemos clic sobre cualquiera de ellas. En principio, nos interesará movernos por nuestro puerto inicial, aunque más adelante iremos ampliando nuestra influencia en otros lugares, conforme realicemos tareas de comercio exitosas en los mismos. Las ciudades se caracterizan por una serie de construcciones fijas. En el palacio del virrey se tratan los temas burocráticos y políticos, y el maestro portuario nos permite formar y modificar convoyes. El astillero es el lugar indicado para comprar nuevas embarcaciones, y el arquitecto, para comprar licencias y levantar nuevos edificios propios. En el almacén se guardan nuestros productos, y podemos contratar un gestor para que compre y venda de manera local, como complemento a nuestra flota mercante. En la iglesia podemos realizar donativos, y en la taberna escuchar rumores sobre el Caribe. Además, existen viviendas, comercios, campos y plantaciones. Prácticamente todos los correspondientes a este último conjunto, pueden adquirirse por oro, en lugar de tener que levantarlos nosotros mismos. La ventaja de esta acción, es la de evitar la necesidad de trasladar a la colonia nuevos empleados, herramientas y materiales de construcción. Además, en muchos de estos edificios pueden aparecer misiones aleatorias indicadas con un icono sobre la construcción, como obtener cierto tipo de producto para la villa, o encontrar marineros perdidos en alta mar. En cuanto tengamos el rango de Navegante, se nos permitirá construir nuestros propios edificios, de forma que tendremos que suministrar los recursos necesarios, en caso de que el puerto no los tenga a mano. Esto nos lleva a un segundo estado en la carrera comercial, que es el de la producción de nuestros propios recursos para comerciar con ellos. Su coste será sustancialmente inferior al de compra en el mercado, y al venderlos obtendremos muchos más beneficios.
En un momento dado, nos encontraremos con la necesidad de extender nuestra flota, formando uno o varios convoyes que sigan distintas rutas comerciales que podemos definir a nuestro criterio. Al igual que en versiones anteriores, para gestionar una línea mercantil solamente tenemos que elegir los puertos por los que queremos pasar, en orden, indicando el criterio para la compra-venta de productos. Podemos fijar distintas prioridades, de manera que consigamos un mayor beneficio, suplir las necesidades más urgentes, conseguir materiales de construcción o aprovechar los bienes que se encuentren en nuestros almacenes. Una vez fijadas unas pocas rutas automáticas, veremos como el dinero empieza a multiplicarse. Si cuidamos la distancia que han de recorrer los convoyes y su seguridad, podremos hacernos ricos con relativa sencillez. Pero si queremos sacar verdadero provecho de este aspecto del juego, tendremos que comenzar con la producción propia en distintas ciudades, teniendo en cuenta que no todos los lugares son apropiados para la producción de cualquier recurso. De esta manera, comenzamos a combinar las tareas de transporte de mercancías con la gestión de la línea de producción, puesto que podemos vender nuestras materias primas o usarlas para elaborar otros productos que vender a mejor precio. Aquí también influirá la popularidad que vayamos adquiriendo en cada puerto, en función de nuestras prácticas comerciales. En general, la gente verá con buenos ojos que suministremos materiales raros o que escasean en su colonia, mientras que no les gustará tanto que nos llevemos las últimas existencias de sus recursos más preciados. De esta forma, podemos ir obteniendo licencias en nuevos puertos, produciendo elementos muy poco rentables en el primero. Como anotación, nos encontramos ante el representante de la saga con mayor cantidad de productos y materias primas.
Si optamos por la vida pirata, que según dicen es la vida mejor, la inversión de nuestros recursos debería involucrar la compra de naves más poderosas y resistentes, así como la compra de armamento y distintos tipos de munición. A diferencia de la vertiente mercantil, ahora será nuestra astucia la que tenga que marcar los mejores lugares para asaltar convoyes de otros comerciantes, obteniendo sus mercancías y oro. Por supuesto, tales fechorías no quedarán sin castigo, y los distintos reinos procurarán darnos caza y captura. De igual manera, los comerciantes empezarán a designar barcos de protección para sus rutas comerciales, haciendo más complicado el abordaje. Dicho camino profesional puede limitarse al simple pillaje, que bien puede reportarnos grandes recompensas, o incluso a la caza de los corsarios más peligrosos del Caribe. Más aún, puesto que prácticamente podemos iniciar nuestra propia facción, al margen de los designios que el Viejo Mundo pueda tener en el Nuevo Continente. De esta manera, podemos hasta asaltar puertos para anexionarlos a nuestro bando, o a una de las 4 naciones existentes si queremos. Los combates navales, espina dorsal de los momentos de acción del juego, consisten en realizar distintas maniobras teniendo en cuenta la dirección del viento para poder conseguir disparar a las naves enemigas. Existen distintos tipos de munición para cañones, en función de si queremos provocar daños a la estructura para hundirlo, a las velas para reducir su velocidad o a sus tripulantes para facilitar el abordaje. A la hora de asaltar el barco del oponente, influirá tanto la cantidad de hombres como las armas que porten, pudiendo ser sables o armas de fuego. En caso de que nos toque poner agua de por medio, también podremos soltar barriles de pólvora a modo de minas. Los barcos dañados, podrán ser reparados en puerto más tarde.
A nivel gráfico, Port Royale 3 supone un aumento de calidad considerable, aunque también hay que tener en cuenta que estamos comparando contra un título editado en 2004. Sin llegar a ser brillante en la presentación de la mayoría de sus modelados y texturas, cabe destacar el buen trabajo realizado con los navíos y los efectos del agua, tanto en las pantallas de las ciudades como en las de las batallas navales, que son aquellas que gozan de las 3 dimensiones. En los puertos, de hecho, podemos observar el típico ajetreo de una colonia, más de forma decorativa que de una realmente simulada. El aspecto general es más que aceptable, pero se encuentra lejos de ser brillante o espectacular. A nivel auditivo, el sonido y los efectos que acompañan son también adecuados. Las voces se encuentran dobladas, aunque no a nuestro idioma, lo que habría sido un punto a favor. Sin embargo, la interfaz gráfica es la que sale peor parada. En un extraño arrebato de minimalismo, quizás por abandonar el hecho de que Port Royale 2 viese una tercera parte de la pantalla ocupada por la interfaz, el juego muestra información relativamente relevante, ocultando el acceso a opciones realmente necesarias y útiles. Un problema, si tenemos en cuenta que se trata de un título de gestión, en el que los datos deberían aparecer de forma clara y en un lugar de remarcada importancia, como referencia continua para el jugador. Esto nos obliga a rebuscar alguna opción que habría de encontrarse presente casi siempre, como la gestión de nuestros convoyes, o la posibilidad de movernos de una forma mucho más rápida entre los barcos que forman nuestra flota, los edificios que poseemos y los almacenes en los que tenemos mercancías. El manejo de los barcos, las opciones portuarias o de producción, o incluso el control durante las batallas, no son para nada intuitivos. Aunque se ha querido recuperar con fidelidad un sistema de juego bien pensado y correctamente definido, no se ha sabido mostrar correctamente las distintas opciones ni el lugar desde el que acceder a las mismas.
La mecánica del juego tampoco resulta extremadamente excitante. Aunque la idea en la que se basa es magnífica, y ya demostró sus posibilidades en dos ocasiones anteriores, necesita de una buena ejecución parar obtener una gran experiencia de juego. El sistema de comercio, a pesar de contar con una mayor variedad de productos, tiene un comportamiento muy estable, lo que hace que comerciar sea demasiado complicado y más aún si lo hacemos de forma manual. Esto nos lleva a formar rutas automáticas y dejar el juego en ejecución mientras vemos como se engrosa nuestra cuenta corriente, sin hacer nada más durante un buen rato. Aunque se agradece disponer de un "piloto automático", la comodidad nunca debería sustituir la propia experiencia de juego. De hecho, no sería de extrañar si más de uno abandona su intento de trasladarse a las aguas del Caribe a las pocas horas de haber iniciado sus andanzas por allí. Port Royale 3 necesitaría haber sido más dinámico, con una mayor cantidad de eventos y variaciones que no nos permitiesen estancarnos fácilmente en una única estrategia comercial. Las campañas, reducidas a dos conjuntos de tutoriales para formarnos en la vida de marino mercante, o en la de despiadado pirata, tampoco ofrecen ningún atractivo adicional. El tedio solamente se ve reducido una vez empezamos a participar en combates en alta mar, puesto que ahí sí que tenemos que dedicar nuestro esfuerzo a gestionar la batalla, y las tácticas dependerán de distintas variables: el viento, la cantidad y tipo de barcos enemigos, los hombres de los que dispongamos y nuestra munición, el estado de nuestras naves... A favor, el haber recuperado la posibilidad de partidas online de hasta 4 jugadores, que abre un nuevo frente de opciones para los amantes de Port Royale, siempre y cuando seamos capaces de encontrar 3 amigos que gusten de éste tipo de juegos.
Mejorable
Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.