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Ori and the Blind Forest

Ori and the Blind Forest

  • PlataformaPCXBO9.5
  • GéneroAcción, Plataformas
  • DesarrolladorMoon Studios
  • Lanzamiento11/03/2015
  • TextoEspañol

Ori and the Blind Forest

Entra por la vista y se queda por lo que transmite a través del mando. Ori and the Blind Forest es mucho más que un mundo fantasioso, un personaje entrañable y una banda sonora excelente. Es un grandísimo exponente del género de las plataformas: brillante en diseño de niveles, con multitud de mecánicas y un control preciso. Sale esta semana en Xbox One y PC a 19,99 euros. También está en desarrollo para Xbox 360.

Ori and the Blind Forest, uno de los juegos más bellos que hemos visto en los últimos tiempos y que es capaz de engañar al usuario debido a ello. Y esta vez nos referimos en el buen sentido de la idea de engañar. Porque la nueva joya plataformera de Moon Studios y Microsoft Studios no es solo un viaje onírico a través de decenas de emplazamientos a cada cual más detallado y colorista. Es, además, un brillante juego de plataformas capaz de homenajear a los grandes del género, aportar mecánicas propias y convertirse en un reto constante a lo largo de las varias horas que estaremos para superar esta enorme aventura. Disponible esta semana en Xbox One, Xbox 360 y PC, Ori and the Blind Forest se postula desde este momento como uno de los mejores juegos que han salido en este 2015 y uno de los descargables más poderosos de los últimos tiempos.

El temor de muchos era evidente. Ori and the Blind Forest entra por los ojos y deja boquiabierto a cualquiera que vea sus imágenes o tráilers. Desde el primer momento, el mimo y detalle con el que está todo hecho penetra en los jugadores y ya no sale de su interior. Además, el título, consciente de ello, tiene una introducción simplemente magistral que sabe explotar perfectamente lo que comentamos. Si alguien que ha estado esperando poder jugar a la obra de Moon Studios tuviera que recrear cómo cree que debería empezar el juego, seguramente a poco que tuviera facilidad para las descripciones, acabaría construyendo una secuencia como la que vemos. Sencilla, bien hilvanada, muy emotiva. Y casi sin darnos cuenta, sin conocer quién es Ori o quién es su grandullón compañero, acabamos con un nudo en la garganta. Empieza un viaje sin igual.

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Y allí acaba el Ori bonito, preciosista, el de los gráficos perfectos y el del mundo de fantasía. No porque el juego pegue un bajón en este sentido o se repitan escenarios y elementos. Para nada. De hecho, desde ese momento iremos viendo nuevos emplazamientos a cada cual más sorprendente mientras nuestro pequeño personaje intenta restaurar la luz de los árboles ancestrales y lucha contra un enorme búho, Kuro, que representa el mal y el odio de este universo. Tampoco acaba el Ori preciosista en los encuentros con dicho villano, tensos y que juegan muy bien con la emotividad vista en la introducción. Decimos que ahí acaba el Ori de fantasía porque tan punto termina la introducción, empieza un plataformas memorable. El juego de Moon Studios deja de ser  algo que entra desde los ojos y se convierte en algo que penetra desde el mando.

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Las dos primeras horas de Ori and The Blind Forest dejan satisfecho, pero también con un sentimiento de estar ante algo que no revoluciona. Empezamos a ganar habilidades que nos brindan más movilidad a lo largo y ancho de este mundo de plataformas 2D, pero hay escasa sorpresa en las mecánicas. Nuestros ataques mediante un brillante y pequeño acompañante que conocemos al inicio son curiosos ya que golpean enemigos y objetos de manera automática, con tan solo pulsar el botón de acción, cuando estamos cerca de ellos. las plataformas se suceden, y los retos van in crescendo. Ori destaca en este tramo por no ser ningún título innovador en el género pero sí por ejecutar a la perfección todo lo que se propone: precisión en el control y diseño de niveles acertado. Incluso esta sensación acaba cambiando pasadas las dos primeras horas. Ampliamos más de la mitad de las habilidades y vemos que lo que realmente deslumbra del juego no son sus escenarios, ni sus colores ni tampoco su entrañable protagonista. Es el diseño de niveles.


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Ori empieza a crecer progresivamente a medida que añadimos el doble salto, la posibilidad de escalar paredes o el movimiento de despegue mediante el cual, cuando nos cruzamos con un enemigo o un proyectil de estos, podemos detener el tiempo y salir despedidos hacia cualquier dirección. Esto, que permite ampliar nuestras miras, también tiene otra función: al lado contrario en el que salgamos irá el proyectil con el que nos encontramos. A todo esto se añaden otras mecánicas, como la de poder planear con una pluma de Kuro (al más puro estilo hoja verde en Wind Waker) o hacer ataques cargados de gran potencia o golpes al suelo como el golpe de culo de Super Mario. Cada vez que avanzamos a nuevas fases van incorporándose nuevas mecánicas (poder nadar, desafiar la gravedad con un elemento que encontraremos sobre la mitad del título) y todas funcionan a la perfección.

Desafío, muerte, ensayo
Pero es en cómo se nos exige usar las técnicas aprendidas donde el juego realmente se convierte en un desafío digno de mención. El diseño de niveles exige lo mejor del jugador a cada momento. Al inicio, saltando de plataforma en plataforma mientras calculamos los movimientos de los enemigos que hay a ras de suelo, las arañas que disparan desde lo alto y ese matorral de pinchos que nos elimina si caemos dentro de él. A medida que avanzamos van apareciendo nuevos elementos a la ecuación. Plataformas que se mueven, obstáculos que van cruzándose en nuestro camino mientras tenemos que mover una enorme piedra de un punto a otro,  saltos ingeniosos en los que tenemos que obviar algunas plataformas intermedias para llegar a buen puerto, calcular con suma precisión por donde movernos. El ensayo y error está presente de manera constante y se nos obligará a usar todas nuestras habilidades a la vez.

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Hacemos el largo doble salto para superar una fila de pinchos y nos enganchamos a una pared, desde la que nos dejamos caer y usamos la técnica de planear para pasar por un camino estrecho lleno de peligros. Usamos el ataque de proyección cuando está a punto de alcanzarlos un proyectil, calculando que el despegue no nos mande hacia una pared mortal, volvemos a usar el planeo, nos dejamos caer en uan zona donde es mejor pasar rápido para no encontrarnos en medio de decenas de proyectiles y acabamos en tierra firme. Esta secuencia es real y obligará al jugador a morir más de cuatro y cinco veces hasta que la supere. Te das cuenta de la locura que es el juego cuando te adentras en el bosque nublado y empiezas a ver el juego de plataformas, enemigos y la necesidad de usar las habilidades correctas en cada momento. Muchas veces, acabas arriesgando a ver si de esa manera consigues avanzar. Y es que habrá momentos muy frustrantes. Más por temas de habilidad nuestra que por otra cosa.

No falta la presencia de ciertos rompecabezas en los que tendremos que pensar antes de actuar. Hay zonas en el primer tramo de juego en el que tenemos que ir pasando un proyectil por diversos teletransportadores hasta romper una barrera en lo alto del mapa. Además de ir reconduciendo la trayectoria del proyectil, tenemos que ir escalando sin un salto fallado para poder seguir su estela. En otros momentos nos tocará a nosotros movernos a toda velocidad por cambios de escenario constantes sin margen de error. Parar, estudiar el terreno o incluso hacer algunas pruebas conscientes que moriremos pero para saber por donde ir es básico. Lo mejor de todo esto es que es una experiencia acumulativa: aquí no se sustituyen habilidades o movimientos. Aquí se acumula todo y se usa todo una vez lo desbloqueamos.

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A medida que vamos avanzando conseguiremos diversos elementos que nos hacen subir un contador mediante el cual desbloqueamos nuevas habilidades -ataques a dos enemigos, recuperar más vida, etc.- que nos facilitan algo más la existencia, aunque al final como es un plataformas de ensayo-error, la muerte no dejará de estar presente a cada momento. También cargamos una serie de orbes azules que nos permiten hacer ataques poderosos o guardar partida. Y esto es importante. Si nos olvidamos de guardar partida, el checkpoint no tiene compasión de nosotros y nos mandará al último guardado, algo que puede ser desesperante cuando llevamos varios intentos fallidos. Además, hay que saber gestionar los guardados. Si gastamos los orbes a cada poco que avanzamos, no tengáis ninguna duda que siempre faltará un tramo más largo y difícil que superar de lo que habíamos hecho hasta el momento. Los orbes también permiten abrir puertas -casi siempre secundarias- y la falta de alguno de ellos nos puede dejar sin entrar en esas zonas. Llegar a ellas sin guardar en según qué tramos es otro de los desafíos, dicho sea de paso.

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El título cuenta con backtracking, un mundo lleno de caminos interconectados entre sí y varios elementos de exploración que alargan su vida útil. En unas 8-10 horas, dependiendo sobre todo de la habilidad del jugador, se puede terminar la aventura, aunque es cierto que alguna más tendremos por delante si queremos explorar el 100% del mapa y no dejar ninguna sorpresa por conseguir. Eso sí, las recompensas para las zonas de exploración y backtracking (lugares que vemos pero que no podemos acceder en su momento por falta de alguna habilidad), y  que no son estrictamente para superar la aventura principal, no invitan demasiado a buscar y rebuscar a la larga. Ni por las recompensas ni tampoco porque tengamos delante un reto jugable que desafíe al jugador y le ofrezca la satisfacción de su vida al superar dichos tramos.


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A toda la fórmula mencionada anteriormente se le suman varios momentos distintos. Uno de ellos son las fases de escapatoria, en la que no tenemos margen de error y no podemos detenernos porque sino, el escenario se nos come. Momentos tensos, exigentes y muy precisos que los amantes de los plataformas celebrarán. Otro elemento recurrente son los jefes finales, ante los que tenemos que aprender sus patrones y atacarlos en un escenario cerrado. La verdad es que es en este punto donde hay cierta sensación de decepción, ya que son enemigos bastante planos en movimientos y con poco podremos acabar con ellos sin que suponga un excesivo dolor de cabeza. No están a la altura del brillante diseño de niveles general del juego, básicamente.

Fantasía en movimiento
A nivel visual, el título de Moon Studios es simplemente maravilloso. Recrea un mundo fantástico con una cantidad de elementos visuales abrumadores, capaz de competir con joyas del género en este apartado como Donkey Kong Country Tropical Freeze o Rayman Legends. Estamos ante un plataformas 2D lleno de capas, donde vemos vida en cada rincón del escenario. Al fondo, la sensación es estar en medio de un inmenso bosque. En primer plano, a veces tapando la acción, criaturas misteriosas que van siguiendo nuestros pasos. Colores vivos por todos lados, capacidad de impregnar sensaciones diversas a los jugadores. De paz y tranquilidad en ciertos momentos, de estar en una zona lúgubre devastada por el mal. La tensión de una niebla suave que le da un toque de misterio a otros emplazamientos.

Todo está hecho con sumo cuidado y el resultado final es, por momentos, brillante. Fantasía en estado puro que también transmite el protagonista, Ori. Sus movimientos y animaciones son suaves y encajan perfectamente, y esto no está peleado con la sensación de ser un personaje frágil. Es realmente enternecedor ver ciertas animaciones suyas en las secuencias de vídeo, donde se transmite la soledad que vive este personaje. Todo, además, aliñado por una banda sonora preciosa que acompaña perfectamente en cada momento. El piano es el rey de la BSO de Ori and the Blind Forest, capaz de transmitir la sensación de estar en medio de un bosque encantado, dar ritmo en momentos de tensión y cambiar radicalmente en cada emplazamiento que visitamos. Los violines y varios instrumentos de cuerda son los protagonistas en los momentos de mayor acción, como las carreras para escapar o los jefes finales. Solo tiene un “pero” la banda sonora, y es que a pesar de ser magistral en ejecución, sí que es cierto que en varios momentos se le echa en falta más fuerza. No son pocas las veces que juega un papel pensado para ambientar sin más y que no casa con un avance ciertamente veloz mientras vamos eliminando multitud de enemigos a nuestro paso.

9.5

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.