Despertares

La sobremesa de Nintendo ha resultado ser el mejor aliado de los estudios que carecen de un presupuesto suficiente como para competir con los pesos pesados del género. Muchos critican la calidad de los títulos que de cuando en cuando aparecen sin dejar ni rastro de la grandeza que prometían al ser anunciados o presentados ante la audiencia, pero nadie debería dudar de la utilidad que representa Wii de cara al lanzamiento de determinados videojuegos. De un modo u otro, la consola ha acabado por convertirse en la plataforma a la que suelen acudir las compañías que quieren sacar algo de provecho en el mercado japonés sin tener que poner en riesgo su estabilidad económica con una gran campaña publicitaria que al final se pierde sin consecuencias notables en ventas.

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Hay que saber valorar esta clase de producciones, dejarlas al margen de los títulos que están llamados a definir el futuro de una consola que a poco de rebajar su precio ha sufrido una espectacular resucitación en Japón, donde según las previsiones que prevé que la consola vuelva a ocupar el trono que ha venido luciendo desde su aparición en el mercado. Lo mismo sucede en Estados Unidos y en Europa. Que el público sea más exigente aquí que en otros lares ya no es excusa para justificar la ausencia de más producciones de alto presupuesto; basta con echar un vistazo a lo sucedido con Dead Space Extraction para entender que los juegos hardcore, o destinados a jugadores más experimentados, apenas logran hacerse un hueco en el mercado.

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Dicho en otras palabras: vende más el peor FIFA de esta generación que la mejor propuesta original que hayamos conocido en los últimos años. He aquí el punto al que queríamos llegar: no todas las compañías se ven perjudicadas por esta situación. Gambarion, estudio encargado de llevar One Piece al mundo de los videojuegos en prácticamente todas sus apariciones, ha afirmado en más de una ocasión que un título que haga uso de las características de esta franquicia difícilmente puede triunfar en X360 o PS3. La sentencia tiene mucho que ver con la potencia de Wii, que hace posible elaborar una mecánica de juego tridimensional que no requiera por fuerza mayor los dos años de desarrollo que lleva producir un videojuego en la actualidad.

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De hecho Gambarion ha seguido apostando por esta vertiente muy en contra de lo que cabía esperar en un primer momento. Cuando tuvimos ocasión de probar hace unos pocos meses la primera parte de la franquicia que hoy analizamos, El tesoro bajo las olas, ya pudimos dar fe de que el estilo de juego no era precisamente revolucionario, pero sí que sabía aprovechar el material que abordaba a modo de regalo para los aficionados de la franquicia, el público al que claramente va dirigida la subsaga Unlimited Cruise que ha debutado en la consola de Nintendo sin levantar, como venimos diciendo a lo largo del análisis, demasiada expectación. La secuela que tenemos entre manos sigue la línea de su antecesor añadiendo alguna que otra novedad secundaria para profundizar en el argumento.

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Así pues, en El despertar de un héroe la tesitura ante la que nos enfrentamos recoge la aventura exactamente donde terminaba la anterior, que para evitar spoilers innecesarios procuramos explicar de la forma más somera posible. Gabri ha sacrificado su vida para librar a sus compañeros de una muerte más que probable ante la sorpresa de sus amigos, que no dan crédito al acto de valentía de este pequeño ser a quien conocían durante la primera entrega de la serie. Este personaje tiene un poder especial que permite a los protagonistas de la historia localizar el mal, por así decirlo, lo que de un modo u otro le convierte en un ser imprescindible para el devenir de la historia de la franquicia. Su desaparición se ve recogida en la introducción de esta secuela, con una breve retrospectiva que termina con Gabri en forma de esfera.

Llegados a este punto, nadie sabe muy bien si ha muerto o simplemente ha desaparecido, pasando su cuerpo a formar parte del objeto cilíndrico en el que se convertía tras sacrificar su pellejo por el nuestro. Subidos en el mítico Sunny, el barco de los mil mares, los héroes de turno tratan por todos los medios de abandonar la isla donde se encontraban, no sin antes tener que luchar ante un mastodóntico pulpo cuyos tentáculos están a punto de terminar con la vida de los presentes en un abrir y cerrar de ojos. Las primeras preguntas surgen en la cubierta del barco, desde donde deciden recuperar la energía de Gabri bajo cualquier circunstancia. Ahora que él se ha sacrificado por sus amigos, ellos deben hacer lo propio para devolverle a la vida, ya que su principal propósito -eliminar a la bestia en cuestión- no se ha cumplido.

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Para devolver su fuerza hemos de encontrar una serie de vetustas piedras que esconden en su interior parte de la fuerza que almacenaba Gabri. No queda otro remedio que poner rumbo a las principales islas que ya deberíamos conocer si somos aficionados de la serie -y de los videojuegos-, que para sorpresa de los protagonistas han experimentado un cambio completo por motivos que no conoceremos hasta bien entrada la aventura. Lo único que importa no es la razón del cambio, sino el hecho de saber a ciencia cierta que no queda más remedio que el de retomar nuestros pasos para volver a recordar habilidades. Ya sabemos que en One Piece premia el combate, la acción, pero también el buen humor, las conversaciones interesantes y las divagaciones sobre el sentido de la vida. Esta adaptación tiene un poco de todo.

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Destacan varios elementos en la parte técnica. El más importante es la presencia de un doblaje íntegramente en japonés con la correspondiente traducción al castellano de las frases que dictan los personajes durante las conversaciones. La puesta en escena de los diálogos, salvo cuando se trata de cutscenes que utilizan el motor gráfico de la aventura, no es todo lo buena que hubiésemos deseado al basarse en los típicos recuadros de texto con el avatar del personaje en concreto que esté hablando a la izquierda de la pantalla. La ausencia de mayor variedad de cara a los monstruos que encontramos en las distintas islas se ve paliada gracias a la variedad de entornos que hemos de recorrer en esta ocasión, siempre con la presencia del mal como punto referencial, tal y como sucede en el anime.

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Si técnicamente esta secuela no necesita de demasiada descripción para ser comprendida adecuadamente, con la mecánica de juego sucede exactamente lo mismo. El grueso del sistema de juego es una evolución del anterior Unlimited Cruise, por lo que una vez más tenemos a nuestra disposición nueve personajes que hemos de controlar mejorando sus habilidades, técnicas especiales, energía y demás. Podemos cambiar de héroe en cualquier momento de la partida pulsando un botón del wiimote. Si bien es cierto que al principio de la partida parece una característica poco menos que inútil, destinada a los aficionados, a poco de comenzar a jugar entendemos que subir el nivel de experiencia de todos los personajes es un requisito indispensable para superar a los enemigos de mayor envergadura.

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Cuando un personaje muere, basta con seleccionar otro para seguir la partida. Además, cada uno hace uso de unas habilidades específicas a las que podemos acceder desde el menú principal de Sunny. Realizar distintos platos de comida requiere buscar material en las islas con el que poder cocinar, lo que también conlleva aumentar el nivel de experiencia para preparar combinaciones que aumenten más energía al ser consumidos. Sucede otro tanto de lo mismo con la alquimia -combinar dos objetos para obtener un tercero-, con la captura de insectos e incluso con la posibilidad de pescar cuando nos venga en gana -llegados a cierto punto de la aventura-. Con todo, la cantidad de opciones que podemos seleccionar durante la aventura es lo suficientemente grande para justificar una duración que mantendrá a los jugadores pegados a la pantalla durante varias horas.

Los héroes también aprenden distintas habilidades que se fomentan con el uso de las mismas. En la parte derecha de la pantalla observamos una combinación de botones que nos transporta al estado de furia al que pocos enemigos pueden hacer frente, lo que además nos recompensa con esferas de energía que recuperan nuestra vitalidad, elemento imprescindible si queremos explorar una isla de una sola tacada. Pese al número de localizaciones que visitamos hay muchas que carecen de una decoración destacable, o dicho en otras palabras, que salvo el terreno principal hacen poco hincapié en variar la imagen de un mismo escenario con atrezos que otorguen más vitalidad al aspecto gráfico. Si queremos hacer un recorrido por todas las islas, enemigos y demás, siempre podemos acceder al Archivo principal, donde aparecen recogidas todas las especies que encontramos a lo largo de la aventura. Además de las sorpresas en forma de misiones secundarias, contrareloj, combates 1vs1, etcétera.

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En lo que respecta al sistema de control, a las aptitudes que sabe recoger para exprimir las posibilidades de la consola, lo cierto es que El despertar de un héroe hace un uso adecuado del sensor de movimientos, basado algunos movimientos en agitar el wiimote o en realizar otras habilidades en forma de minijuegos en la línea habitual a la que nos tiene acostumbrados la consola. En cualquier caso la tendencia general es la de seguir exactamente la misma línea que su antecesor, que como decíamos ha salido bastante bien parado de las listas de ventas japonesas, raficando así el buen momento que atraviesa esta producción en su país natal.

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