Súbete a mi moto.

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Tras unos cuantos intentos más o menos fallidos en consolas de sobremesa, la idea original de Delphine Software respecto al mundo de las dos ruedas vuelve intacta a Game Boy Advance. Esto se traduce en la perfecta unión de jugabilidad, espectacularidad y dos maneras diferentes de entender las motos.

Moto Racer fue un título arcade que salió hace ya algunos años para PSOne y PC. Este título sabía como divertir a quien lo probaba, basándose principalmente en una jugabilidad muy arcade pero a la vez con toques de realismo. Y lo más importante, mezclando dos tipos de juego diferentes en el mismo CD.

Uno de ellos estaba basado en las carreras de cross, con motos todo terreno llenas de barro. Saltos, derrapes y mucha espectacularidad eran las premisas principales. El segundo modo de juego estaba basado en las carreras sobre asfalto con motos de grandes cilindradas. Aquí primaba ante todo la velocidad.

Cada uno de esos modos de juego era un juego entero en sí mismo, por lo que el título completo se antojaba una muy buena elección a la hora de escoger un juego para disfrutar de las carreras. Con el tiempo salieron algunas continuaciones, que a pesar de mantener la idea original de mezclar dos tipos de juego diferentes, no supieron ofrecer la misma diversión que el título original.

Y ahora le toca el turno a Game Boy Advance. Es el momento de demostrar lo que esta pequeña portatil puede conseguir, y la verdad es que con este juego queda claro que la consola puede hacer todo cuanto se le antoje; todo depende de las ganas de sus programadores.

Si por un lado, el apartado técnico es brillante, a la altura de lo mejor visto en la 32 bits de Nintendo; por otro lado, la diversión y jugabilidad son lo que hacen que este juego destaque por encima de muchos otros. Ahora bien, cuando estas dos cosas se mezclan, sale un juego con una calidad fuera de toda duda. Un juego casi imprescindible que divertirá a propios y extraños, e incluso a gente que nunca pensó en el partido que se le podría sacar a un par de ruedas con motor.

Lo cierto es que al ser dos estilos tan diferentes, casi habría que hacer dos análisis. Como no es posible, habrá que comprimir un poco, pero hablar por separado de cada uno de ellos. Las carreras de cross son rápidas, pero su punto fuerte son los saltos y las curvas. También hay que saber derrapar bien la moto para tomar de manera correcta las curvas más cerradas.

Las carreras de cilindrada son más rápidas, aunque quizás un poco menos divertidas por ser también menos espectaculares. Aquí lo más importante es pisar el freno lo justo antes de entrar en las curvas, para tomarlas a la velocidad correcta y perder el menor tiempo posible.

El punto que ambos estilos tienen en común es que ambos son modos de juego puramente arcades. Sólo hay que ponerse a conducir y pasarlo bien sin demasiadas complicaciones. Algunas veces los rivales serán más difíciles que otras, pero nunca serán del todo imposibles, por lo que se puede decir que es un juego ideal para jugar en cualquier momento, por cualquier persona.

 g r a f i c o s

El apartado gráfico, tal y como se decía antes, es de los mejores que se han visto. La ausencia de polígonos hace que V-Rally 3 siga por delante en este aspecto, pero ése es el único juego que consigue sacarle ventaja, y sólo en este apartado. Moto Racer Advance es un título que utiliza el clásico sistema de "Modo 7", pero de una manera un tanto diferente.

La principal diferencia es que el terreno hace subidas y bajadas, de manera que en las bajadas, puede verse el camino al fondo, generalmente haciendo una subida. Desde luego no es todo el rato así, y muchas veces habrá que correr por llanos; pero la impresión general que se consigue es estar corriendo por entornos casi tridimensionales, con profundidad.

A esto hay que sumarle lo rápidas que son todas las motos. Las de cilindrada más, evidentemente, pero todas se mueven de manera suave, lo que facilita su control y aumenta la jugabilidad. A pesar de que las motos son sprites, se mueven de una manera muy fluida, ayudando a crear la mencionada sensación de tridimensionalidad.

Todos los terrenos están bien definidos, e incluso puede que demasiado. Así, en los circuitos africanos predominarán los colores ocres, mientras que en los circuitos urbanos, se verán sobre todo grises y azules. Hablando de circuitos urbanos, hay que mencionar uno de los pocos fallos que tiene el juego, pues en el modo de juego en el que se corre con tráfico urbano los coches son unos dibujos demasiado planos, sin profundidad, que quedan muy en evidencia mientras se corre.

Por lo demás, todo es casi perfecto. No hay polígonos, pero tampoco se echan de menos gracias a la gran suavidad en el movimiento. No es el mejor apartado gráfico de GBA, pero si todos los juegos de carreras fueran como éste, no habría ni malas notas ni malos comentarios en la sección de Game Boy Advance.

 s o n i d o

La música más bien brilla por su ausencia. Como viene siendo habitual en los juegos de conducción, durante las carreras solo se escuchan los efectos de sonido. La única melodía se limita a aparecer durante los menús para hacerlos un poco más amenos, pero nada más.

Los efectos de sonido, cuando no hay música suelen estar un poco más trabajados y así es. Aquí hay de todos los tipos y para todos los gustos. El que más se oye es el sonido del motor, siendo más suave cuando son motos de cilindrada, y siendo más brusco cuando son motos de cross. Pero después hay todo tipo de efectos secundarios, como el sonido de las ruedas cuando la moto aterriza tras un salto, o el silbido que se escucha cuando se adelanta a un rival.

 j u g a b i l i d a d

Tras cumplir sobradamente en el apartado técnico, hay que demostrar que el juego divierte, y así parece ser en este caso. Un sencillo control unido a un suave movimiento de las motos hacen que pilotarlas y ganar carreras se vuelva una tarea tan divertida como adictiva.

De hecho, el control es tan sencillo que se limita a conducir con la cruceta, acelerar con A y frenar con B. L y R quedan para quienes deseen cambiar de marchas manualmente, y así complicar un poco más la mecánica. Luego hay algunas maniobras más, como forzar los derrapes con las motos de cross, cosa que se consigue pulsando el freno y al instante siguiente el acelerador. De este modo, la moto se tuerce de golpe y se puede girar mucho más, aunque sacrificando velocidad.

Las motos de cilindrada no se las puede hacer derrapar de este modo, pero la dificultad de su manejo ya es suficiente para entretener a cualquiera, debido a las altas velocidades que cogen, y a lo rápido que se mueven los escenarios. Por supuesto hay que tener cuidado con los objetos que se encuentran a los lados del camino, pues pueden hacer caer de la moto al piloto, y eso tiene como resultado la perdida de mucho tiempo.

Si el control de las motos es divertido, los modos de juego ayudan a exprimir bien la vida del cartucho. En principio sólo está disponible el modo de carrera individual, y con tan solo 2 circuitos para cada tipo de moto. A medida que se van ganando, se van desbloqueando otros nuevos, hasta que se desbloquean los torneos. Primero los fáciles, y cuando se van ganando, los más difíciles.

Pero además de poder competir en carreras de cross con las motos de ese tipo, también se pueden usar en circuitos urbanos con tráfico. Aquí la cosa se complica, pues hay que ir esquivando los coches normales, a la vez que se compite con los otros corredores. Si en los circuitos normales el número es de 8, aquí la cifra se reduce a 4, cosa comprensible pues se ven muchos más objetos móviles en pantalla.

 c o n c l u s i ó n

Al final queda que este Moto Racer Advance vuelve a ser tan divertido y original como lo fue su primera entrega en su día, solo que para otra consola. Diversión por un lado, y virtuosismo técnico por otro hacen de este título un imprescindible; o casi, pues puede que alguien no lo encuentre tan divertido. A fin de cuentas, no es más que otro juego de carreras en un mercado que está plagado de ellos, al menos en el de GBA.

 l o   m e j o r

 l o   p e o r