Héroe de acción busca redención

Hará algo menos de un año que fue lanzado Eat Lead (que vendría a significar 'Tragad Plomo', en español), un videojuego de tiros en tercera persona que presentaba el regreso ficticio de Matt Hazard, un personaje imaginario que habría sido protagonista de varios títulos de acción de éxito durante los ochenta y los noventa y que, tras varias incursiones poco afortunadas en juegos de todo tipo en los últimos tiempos, llevaría bastante sin lograr por parte del público el reconocimiento de antaño. Durante la aventura debíamos hacer frente a los planes de los nuevos dueños de la compañía de desarrollo de los juegos de Matt, que nada satisfechos con los términos del contrato que que el propio Hazard habría firmado con ellos y que les obligarían a dedicarle nuevos productos temporada tras temporada, se empeñarían por todos los medios en conseguir que nuestro héroe muriese en el transcurso de una de estas aventuras.

Quienes consiguieran obviar su muy discreto, aunque solvente, apartado técnico, descubrían en Eat Lead - The Return of Matt Hazard  un producto bastante disfrutable y entretenido, en el que el humor era un apartado clave, pero cuya calidad gráfica quedaba lejos de otros exponentes del género, por lo que pasó sin pena ni gloria. El  mérito del juego es haber sido concebido como un homenaje de corte paródico que retratase los clichés del mundo de los videojuegos. Hasta la fecha, es uno de los pocos trabajos que ofrece cierta lectura metalingüística de un medio que, debido a su plena consolidación, podría ver proliferar este tipo de ejercicios en un futuro próximo. Basado en los mismos principios caricaturescos nos llega ahora un nuevo videojuego de Matt Hazard, que poco tiene que ver formalmente con el anterior, aun siendo también un título de acción.

Matt Hazard: Blood Bath and Beyond es un videojuego arcade en scroll lateral con gráficos tridimensionales, en el que la profundidad de campo juega un papel importante; aunque nos moveremos siempre por un mismo plano nuestros enemigos podrán acercársenos tanto desde los laterales como desde el fondo de la pantalla. Parecido en su planteamiento a títulos clásicos de acción plataformera como Bionic Commando (Capcom, 1988),  Contra (Konami, 1987) o Metal Slug (SNK, 1996), y en su realización a otros juegos arcade recientes, como el propio Bionic Commando Rearmed (Capcom, 2008, revisión del original para NES) o a Shadow Complex (Epic, 2008), Blood bath and Beyond nos sitúa unos seis meses después de la publicación de Eat Lead, en algún lugar del servidor de Marathon Megasoft, la ficticia empresa desarrolladora de los juegos de la serie. ¿Qué ha podido suceder para que todo haya cambiado tanto desde la última vez que vimos a Matt?

Según explica de buen principio Quentin A. Myers, actual director de la compañía y el programador en jefe de los primeros juegos de Matt, debido a las malas críticas el juego anterior se encuentra rebajado a precio de saldo en todos los establecimientos en los que aún sigue a la venta, y a causa de los recortes presupuestarios en esta ocasión nuestro protagonista deberá desplazase lateralmente como hacía años atrás. Nada de famosos actores doblando a los personajes principales esta vez, la narración de los hechos se producirá por medio de la lectura de textos en pantalla. Quentin advierte a nuestro héroe que su némesis, el General Neutronov, no está muerto, pese a haber sido derrotado en el anterior juego, y que ha vuelto para vengarse, secuestrando al Matt Hazard bidimensional del pasado, entonces inexperto, con la intención de sacrificarlo para terminar de una vez por todas al mismo tiempo con el molesto Matt Hazard del presente, curtido en mil batallas y demasiado hábil para el villano.

Puede que quienes decidieran prescindir de la anterior aventura por lo limitado de su acabado encuentren todavía menos razones para probar un título de pretensiones claramente inferiores, pero desde el mismo momento en el que empezamos a leer las palabras de Matt y Quentin queda claro que la experiencia puede ser bien divertida. Las bromas se suceden una tras otra, y no precisamente de manera forzada: no se trata de chascarrillos metidos con calzador, sino de ocurrentes juegos de palabras, sutiles apreciaciones y chistes bastante jocosos que abundan en la condición Matt Hazard como pretendido icono de los videojuegos de acción. Aunque un producto demasiado basado en buscar lo risible podría dar al traste con el propio desarrollo de la aventura, en Blood Bath and Beyond parece haberse mejorado la fórmula ensayada en Eat Lead y una de las bondades del juego y de sus protagonistas es que ninguno se toma demasiado en serio a sí mismo y todos parecen dispuestos en todo momento a ponerse en evidencia: no sólo propician la caricatura sino que se ofrecen gustosos como objeto de parodia.

A lo largo (y no tanto a lo ancho) de ocho niveles nos las veremos con enemigos de todo tipo, desde esqueletos con espada y escudo que parecen salidos de una película animada por Ray Harryhausen a piratas afeminados, pasando por enormes pingüinos explosivos de seis ojos y peinado punk, ninjas robóticos, miembros mecánicos de la Policía Real Montada del Canadá o vaqueros de gatillo fácil. Enemigos de a pie y jefes de final de nivel nos atacarán sin cuartel, podremos disparar en cualquier posición de las agujas del reloj, y hacia los decorados, desde donde a menudo también nos emboscarán nuestros oponentes. Utilizaremos la palanca de control o el pad analógico para desplazarnos por el escenario, y también para dirigir nuestros disparos, si presionamos simultáneamente cualquiera de los gatillos superiores, que nos servirán también para activar mecanismos. Usaremos el gatillo inferior izquierdo para dirigir el fuego hacia el fondo del escenario y recurriremos al gatillo inferior derecho para lanzar granadas.

Contaremos únicamente con un botón de salto y otro de disparo. Ocasionalmente haremos uso de un tercer botón: a medida que vayamos liquidando a enemigos iremos rellenando la barra de exterminio, una vez esté totalmente llena podremos activar el Tiempo Hazard, y durante un breve periodo podremos activar una invulnerabilidad que resulta algo efímera, dado el elevado número de contendientes a quienes nos toca hacer frente. Dispondremos de un gran número de armas distintas, entre los que podemos contar metralletas, rayos congeladores, lanzallamas, proyectiles explosivos y cañones de energía. Aunque todas resultan letales, el radio de alcance varía bastante de unas a otras, por lo que a menudo encontraremos que determinados componentes de nuestro arsenal son más versátiles que otros. Nuestra capacidad de elección, sin embargo, será limitada, ya que estaremos siempre sujetos al azar: al ser abatidos algunos de nuestros enemigos liberan unos cubos en los que hallaremos cada una de las armas del juego, no siempre daremos con aquellas más útiles, aunque tampoco tardaremos mucho en toparnos con cápsulas nuevas en las que cambiar el dispositivo equipado.

El sistema de juego es bastante simple, no deja de tener una estructura clásica, consistente en avanzar a tiro limpio. Raramente podremos volver atrás, lo que hemos podido detectar que en algún escenario en particular puede ser problemático: Dado que la pantalla avanza con nosotros y como existen puntos determinados en los que  deberemos de saltar hacia un saliente superior para sortear un obstáculo, existe algún punto de no retorno en el que nos quedaremos encallados si la pantalla no muestra el sitio estratégico en el que debíamos de apoyarnos para avanzar y no podremos regresar sobre nuestros pasos si nos hemos rezagado demasiado. No es algo que se dé fácilmente, casi hay que buscar verse atorado así, por lo que no lo contemplaremos como un punto negativo demasiado significativo, pero advertimos que eventualmente puede darse tal caso, y el único remedio es reiniciar el nivel, lo que no supone una gran pérdida de tiempo pero sí resulta una molestia.

El aspecto de Blood Bath and Beyond es muy llamativo, los escenarios son realmente variados y el diseño de los enemigos es diverso y pintoresco. Los efectos de chorros de sangre y desplazamiento de cuerpos por medio de explosiones hacia el espectador o los movimientos de emboscada desde el fondo o el frontal de la pantalla rompen la rigidez de la bidimensionalidad del escenario y transmiten una sensación ocasional de profundidad muy bien lograda. El videojugador habitual irá reconociendo sin duda multitud de homenajes a otros títulos de éxito durante el progreso de la acción, entre los que destacan Mirror's Edge, Super Mario Bros, Portal o PokéMon. Al finalizar cada nivel podremos gastar las monedas que hayamos ido recogiendo en máquinas de Pachinko, las populares recreativas japonesas, en las que deberemos intentar hacer caer distintas muñecas de trapo en ranuras diferentes, en las que obtendremos variadas puntuaciones -lo que viene a ser otra especie de broma sobre la manera exagerada que tienen de desplomarse los personajes del juego cuando son derribados.

El acompañamiento musical sigue la línea de lo ofrecido en Eat Lead, aunque a diferencia de como sucedía en el primer juego nunca llega a hacerse repetitiva, y aunque la extensión de la aventura es significativamente menor la sensación general es la de una mayor diversidad de melodías. Esta vez no hay apoyo interpretativo al desarrollo del argumento, pero sí podemos oír las voces de Matt Hazard y el General Neutronov durante la acción, si bien los actores de doblaje de lujo de la primera parte no han repetido esta vez y serán dos nuevos actores los encargados de dar vida a estos dos personajes. El texto de apoyo que reproduce los diálogos ha sido traducido al castellano, pero no ha sucedido lo mismo con las voces, por lo que es necesario entender el inglés para comprender las frases graciosas que el protagonista profiere mientras limpia cada nivel de acólitos de Neutronov.

Los jefes finales con quienes habremos de medir nuestras fuerzas al final de cada nivel merecen mención especial. Su diseño es ocurrente y variado, habremos de medir nuestras fuerzas con escorpiones robóticos, enormes rinocerontes mecánicos, submarinos nucleares y hasta faros andantes. Su presencia ayuda a variar el ritmo del desarrollo de cada fase y aunque no supone un reto determinar de qué manera vencerlos sí que nos hará falta armarnos de paciencia y deberemos procurar esquivar cuanto nos lancen. Cabe destacar también el nivel final en el satélite terráqueo, donde habremos de alunizar con una cápsula espacial, emulando el clásico minijuego arcade Jupiter Lander de Atari para Commodore, y en el que, una vez en el suelo, seremos capaces de saltar mucho más, gracias a la inferior gravedad.

Matt Hazard: Blood Bath and Beyond es, en definitiva, todo lo que se espera de un buen juego arcade, resulta variado, entretenido y rejugable, a lo que ayudan su modo historia, en el que podremos buscar tesoros ocultos, su minijuego de aterrizaje lunar, sus diferentes modos de dificultad y su modo cooperativo, lamentablemente no disponible online. Pese a que el interés que pueda despertar el juego sería mayor si hubiera contado con una primera parte de más éxito o si incorporara un modo multijugador online, creemos que nos hallamos sin duda ante un título recomendable, si bien algunas ofertas arcade de características semejantes, como Shadow Complex o Bionic Commando Rearmed resultan cualitativamente superiores. Confiamos en que este modesto pero recomendable arcade ofrezca la redención a su protagonista y que podamos contar con nuevas entregas de sus hazañas, ya que el enfoque paródico de la serie supone un auténtico soplo de aire fresco en un campo poblado por un exceso de héroes ficticios de acción que se toman demasiado en serio a sí mismos.