Magna Carta: Tears of Blood
Lágrimas de sangre
Finalmente Magna Carta ya está aquí. Descubrid el mundo de Efferia junto a Calintz y su escuadrón Tears of Blood. Una historia impactante, un sistema de juego innovador, unos gráficos mágicos y, sobre todo, la magia del mejor RPG que hasta el momento ha dado a luz Corea. La guerra entre humanos y los Yason está a punto de acabar...
Hay muchas, muchísimas cosas que explicar sobre el juego que hoy tenemos en nuestras manos. ¿Por dónde empezar? Probablemente, y para limar el filo de la injusticia que rodea este juego y a la compañía productora del mismo en occidente, lo mejor sería introducir el mundo Magna Carta y todo lo que gira entorno a él. Esto, aunque absolutamente necesario para valorar el juego tal y como se merece, requeriría excesivas páginas y por ello lo hemos reservado para un especial sobre la saga que el próximo domingo tendréis a vuestra disposición.
Magna Carta: Tears of Blood (PlayStation 2) |
Centrémonos pues en lo meramente referente al juego, que no es decir poco. Magna Carta PS2 apareció en Corea hace algo más de un año con el sobrenombre de Crimson Stigmata, más apropiado que el actual en nuestra opinión. De la mano de Banpresto se distribuyó tanto en ese país como en Japón. Tras muchísimos meses en espera y de divagar sobre las razones por las cuales ninguna distribuidora se arriesgaba a lanzarlo en EEUU, Atlus decidió importarlo, ofreciendo también la posibilidad de que Europa tuviese el placer de conocer algo distinto a los triple A que siempre suele recibir este género.
Magna Carta: Tears of Blood (PlayStation 2) |
Larga, larga espera...
Y así fue, y tras los retrasos de costumbre la espera ha terminado. Magna Carta nos ofrece un sin fin de nuevas alternativas, mezcladas tanto en el campo de la jugabilidad como en lo que se refiere a la historia. No está exento el juego de errores que dañan enormemente algunos aspectos dentro de la aventura, como ya comentaremos en este análisis. Es necesario recordar que Softmax, la compañía creadora del juego, ha declarado abiertamente su afición a tomar prestados elementos de otros exponentes del género, algo muy a tener en cuenta para poder apreciar este título.
Magna Carta: Tears of Blood (PlayStation 2) |
No es nuestra intención formar una conclusión antes si quiera de comenzar con la descripción detalla del juego, pero recalcamos la importancia de que tengáis presentes estos elementos que os acabamos de comentar para no realizar un juicio erróneo del tema que hoy nos ocupa. De este modo, también somos conscientes de que muchos de vosotros habéis descubierto la saga gracias a los imponentes diseños gráficos de Hyung-Tae Kim, un adolescente dotado de una habilidad increíble para plasmar emociones y sentimientos sobre el papel. Lógicamente, esto provoca una sensación parecida a la que puede ofrecer jugar a Unlimited Saga sin conocer de antemano a qué nos enfrentamos.
Magna Carta: Tears of Blood (PlayStation 2) |
Para solucionar esto os remitimos nuevamente al artículo que os ofreceremos en poco tiempo. Pero en fin, Magna Carta: Tears of Blood, con los más y los menos que pasamos a comentar a continuación, merece la atención tanto de los aficionados al género como a los no iniciados en él. Merece la pena por la simple razón de que proviene de manos distintas a las que todos estamos acostumbrados.
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Efferia; una sociedad cosmopolita...
...o dicho en otras palabras: en el que varias razas habitan, con diferentes culturas y formas de pensar. El mundo en el que Magna Carta nos sitúa, Efferia. es muy amplio, rico en ecosistemas, plagado de monstruos y enemigos a temer, con creencias religiosas y místicas que tendrán suma influencia a lo largo del juego. En él, el número de razas se reduce a dos; los Yason y humanos, fuertemente enfrentados entre sí por razones similares a las que encontramos en el mundo real. Ambas razas son harto parecidas, produciendo un choque frontal de intereses.
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Físicamente los Yason parten con una ventaja, ya que su cuerpo se adapta mejor a las distintas situaciones que la naturaleza plantea. Es decir: son más fuertes, hábiles etc., aunque menos inteligentes. Carecería de sentido describir las virtudes y defectos de los humanos, pues Softmax ha intentado realizar un videojuego en el que el comportamiento humano sea lo más parecido al real dentro de lo posible.
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Hay un dato especialmente a tener en cuenta, y es que Efferia fue primitivamente habitado por los Yason, e invadida por los humanos tras perder su tierra natal, azotada por una extraña plaga. De ahí que, al paso de los años, comenzase la más tarde denominada 'Endless War'. El excesivo Chi - o fuente de alma - absorbido por los seres humanos condenaba lentamente la vida de los invadidos. La trama comienza justamente ante un ataque en el que se descubre Calintz, el protagonista de la aventura, junto a su escuadrón, cuyo nombre otorga el título al juego: Tears of Blood.
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Tears of Blood
La Reina de los Yason, Amila, se encargaría de evitar la destrucción total, obligando a los humanos a buscar alternativas para solucionar la guerra. Y esa ahí donde entramos nosotros en juego. Nuestro escuadrón es el elegido para intentar descubrir una solución, objetivo que se verá cumplido gracias al fortuito encuentro de una muchacha amnésica; Reith. Ella es la clave para descubrir el punto débil de los Yason, para acabar con la guerra, pues al parecer su pasado guarda especial relación con ellos.
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A medida que la historia avanza iremos descubriendo a distintos personajes que irán integrándose en nuestro grupo. En ocasiones perderemos a Reith de nuestro escuadrón, para más adelante dividir el mismo en dos, uno liderado por Calintz y el otro por esta guapa protagonista. El primero figura como líder indiscutible del mismo, a la vez que toma el papel de arrogante e inteligente espadachín. Es un auténtico caso el del héroe de esta aventura, pues su extravagante aspecto revela una belleza importante. Por las imágenes del mismo que os ofrecemos ya habréis tomado buena nota de ello.
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Dejando a un lado su apariencia, Calintz revela un pasado trágico con el que levanta el telón la aventura, con un joven héroe al que los Yason arrebatan sus seres queridos. La trama nos trasladará en numerosas ocasiones al pasado gracias a los distintos flashbacks, que nos ayudarán a comprender un poco mejor el frío carácter del muchacho. El resto de personajes destacados muestran una personalidad de lo más variopinto, aunque no consiguen escapar de algunas convenciones que cualquier RPG suele arrastrar.
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Clichés
Como veréis, la historia no está carente de ciertos tópicos a los que todos los aficionados del género ya solemos estar más que acostumbrados. Las localizaciones donde se sucede el juego, pese a la belleza de las mismas, son más o menos típicas, al igual que el psique del protagonista que gira entorno a un pasado doloroso, del que quiere huir a toda costa. El encuentro con Reith, la chica amnésica, no es del todo novedoso.
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Sin embargo, la forma de llevar todos los elementos a escena sí que es reconfortable. El mundo está genialmente organizado, los personajes secundarios muestran una psicología trabajada con un marcado carácter, fruto de las múltiples conversaciones a las que nos someteremos a lo largo del juego. No en vano, dentro del menú del juego se nos ofrece la posibilidad de ir comentando los sucesos que ocurran a lo largo del juego con nuestros compañeros, mediante un sistema bastante simple de 'frase buena - frase mala'. Si acertamos con nuestros comentarios conseguiremos que los personajes nos tengan mayor aprecio, o por contraposición, todo lo contrario.
Magna Carta: Tears of Blood (PlayStation 2) |
La historia está bien narrada, unida de forma medianamente creíble, con giros interesantes, conspiraciones entre los Yason, traiciones, raptos, encarcelamientos... no es típica, pese a los ya mencionados tópicos, con perdón de la paradoja. Así y todo, cuenta con algunos puntos muertos en el desarrollo que suelen estar acompañados de las típicas mazmorras. Aunque realmente vale la pena muchas veces pasar el tiempo contemplando algunos escenarios, dada la calidad de algunos.
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Lo mejor... y lo peor
Magna Carta: Tears of Blood es un juego enormemente condicionado por los diseños de Hyung-Tae Kim, es cierto, puesto que gracias a su popularidad y buen hacer a conseguido, como ya declaró en la entrevista que realizamos hace algunas semanas, tener mucho que ver con los diseños de los personajes y de los mapas. Así, el trazado de los personajes es muy original, de muy ver bien y equiparable a los vistos en otras obras maestras de PS2. Con los escenarios sucede algo parecido, aunque por desgracia a la hora de llevarlo a la práctica el resultado ha quedado por debajo de lo que esperábamos.
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Así, algunos paisajes están genialmente construidos, llenos de detalles y de efectos de luz, como la mayor parte de las ciudades y de pueblos en los que encontraremos una riqueza de elementos más que considerables, mientras que otros, que generalmente suelen ser los caminos que hay que recorrer para conseguir tal o cual objetivo, pecan de carecer de añadidos extras, mostrando una pobreza de detalles alarmante. Con los enemigos sucede más o menos lo mismo, pues nos encontraremos durante todo el juego con 70 tipos (tened en cuenta que el número de combates que disputaremos es muy alto), que irán variando de color según su fuerza.
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La calidad gráfica de los personajes principales podría ser mejor, aunque es al menos aceptable. Sucede exactamente lo mismo con los 'malos malísimos' de cada mazmorra, que muchas veces gozan de un diseño espectacular. El resto de elementos, ya sean naves, edificios, vegetación, interiores etc., rayan un nivel muy alto en todo momento. Las mazmorras sufren del mismo cáncer que los caminos que nos conducen a ellas; algunas veces muestran gran detalle y calidad, otras parecen estar realizadas son mucho esmero.
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Siempre hay una primera vez
De tanto en cuanto disfrutaremos de CGi's de una calidad simplemente increíble, como el que veremos nada más iniciar la aventura, que además esta a vuestra disposición como trailer. Softmax SIEMPRE incluye estos vídeos en todos y cada uno de sus títulos, por lo que no nos extraña que la calidad de los mismos se encuentre a un nivel excelente. El título se muestra muy cuidado en este aspecto.
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En cualquier caso, el apartado gráfico nos deja un sabor excelente, aunque muchas veces peque por no ofrecer toda la calidad que debiese en PS2 a estas alturas. Probablemente sea el precio que la compañía coreana ha pagado por ser la primera vez que desarrolla un juego íntegramente para otra plataforma que no sea PC, de ahí que encontremos algunos altibajos a lo largo de la aventura.
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Sobre los artworks de Hyung-Tae Kim no podemos comentar nada; hablan por sí solos. Durante el reportaje encontraréis alguno que otro, aunque la colección se ha reducido en comparación a la que ofreció a la salida del Magna Carta de PC. Para aquellos fanáticos de la saga, es conveniente saber que en Japón se lanzó una versión especial que, entre otras cosas, contenía un libro con todas las ilustraciones y bocetos realizados para el juego. Al ser una tirada de edición limitada se agotó al poco tiempo de ver la luz. En la edición de PC ya ocurrió lo mismo, aunque al pasar el tiempo se reeditó.
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El doblaje...
El apartado sonoro de Tears of Blood corre a cuenta de Sung-Woon Jang, compositor a su vez de la BSO del primer Magna Carta. Las melodías que disfrutaremos a lo largo del juego son muy variadas, no en vano se lanzó a la venta tanto en Japón como en Corea un pack con dos CDs - como viene siendo habitual, aunque finalmente nunca suelen llegar a Europa - que incluye todos los temas del juego, agotándose al poco de ver la luz. La calidad de las composiciones es bastante buena, aunque como siempre a veces resultan repetitivas, sobre todo en los combates y en las mazmorras, donde pasaremos la mayor parte del tiempo.
Dentro del juego se encuentran perfectamente situadas, con variantes en los momentos tensos, de excitación, amorosos... en fin, a lo que estamos acostumbrados. Los efectos sonoros comparten la misma suerte, y salvo alguna que otra magia cumplen su función a la perfección. Cuesta creer que llegados a este punto, lo peor del juego se encuentro precisamente en un apartado que originalmente no destacaba en ningún aspecto: el doblaje.
Y es que después del fatal 'timing' de Soul Reaver 2, no esperábamos que ningún otro juego de PS2 sufriese errores tontos en ese sentido. Para colmo, además de no situar bien las voces, éstas son totalmente inapropiadas e inexpresivas, carentes de cualquier tipo de realismo. Dañan por completo la apariencia del juego y el resto del apartado, aunque repetimos; en la versión original coreana que pudimos jugar esto no sucedía. Por supuesto, las voces están en inglés.
La jugabilidad, punto clave
Dejando a un lado los aspectos técnicos de Magna Carta, el sistema de juego es quizás la parte más interesante del título, gracias a un intuitivo sistema a la hora de indagar por los pueblos y ciudades, y de un curioso método para desarrollar los combates. Con respecto a lo primero, el control de Calintz es bastante sencillo. Dentro de los pueblos podremos ir entrando dentro de algunos edificios, hablando con los personajes que deambulan por las mismas, encontrando tesoros y demás. Encontraremos distintas tiendas donde podremos comprar nuevas armas, mezclar los materiales que vayamos encontrando por el mundo para conseguir nuevos objetos... e incluso veremos a pitonisas dispuestas a leernos el futuro.
Los diálogos y escenas que narran la historia nos irán desvelando los objetivos, y mediante un pequeño mapa situado en la parte inferior derecha podremos guiarnos a lo largo de los caminos disponibles para llegar a donde se nos haya indicado. Existen numerosas vías además de las que tenemos que recorrer necesariamente, aunque si la trama no lo requiere nos será imposible atravesarlas: un personaje de nuestro grupo, o incluso el propio Calintz, nos lo impedirá. Esto provoca una tediosa linealidad y falta de libertad en la aventura.
Dentro de los citados caminos se nos dará la posibilidad de estar en modo 'atacante', con la espada desenvainada y caminando despacio, o 'libre', yendo a una velocidad mucho más elevada. La diferencia entre un modo u otro radica en ver o no a nuestros enemigos. Sin vamos con la espada en la mano podremos sorprender a los monstruos que encontremos, pasando a la escena de combate, atacando nosotros primero. No es necesario desmenuzar esto en profundidad, por lo que pasemos directamente a los combates.
Trinity Drive
Al impactar contra un enemigo pasaremos a una pantalla diferente, situada dentro del mapa que estemos recorriendo. Por lo general aparecerán no más de cinco enemigos, mientras que en nuestro grupo sólo podremos ser tres. Dependiendo de lo comentado anteriormente, tendremos la posibilidad de atacar primero con un bonus de tiempo, estar en igualdad de condiciones o ser atacados por sorpresa. Nuestro turno lo indica una barra de tiempo, que al llenarse nos posibilita una acción.
Podremos movernos por el escenario teniendo en cuenta que cada paso que demos consumirá unos puntos de movimiento, necesarios también para atacar o lanzar magias. El punto que más nos interesa es el ataque. Cuando decidamos pasar a la acción aparecerá un círculo, similar a una ruleta, con algunos botones del mando marcados con la finalidad de ser marcados justo en el momento correcto. Dependiendo de nuestro acierto conseguiremos una puntuación u otra, enlazando combos.
Si en los distintos turnos de los que iremos disponiendo durante los combates conseguimos no fallar ninguna pulsación, se llenará el denominado 'Trinity Drive'. La forma de accionarlo es similar a la del ataque simple, pero mientras que este está formado por tres comandos (X - O - X, por ejemplo), el TD nos obliga a golpear velozmente las teclas que vayan apareciendo.
El Chi
Sólo podremos mover a un personaje en cada turno, por lo que en ocasiones los combates se ralentizan más de lo que debiesen. En cualquier caso, afecta otra variante muy importante: el Chi. Cada ataque hace uso de uno distinto, y cada personaje será más a fin a unos Chi's que a otros. Una vez agotados, tendremos que esperar a que se repongan o, en su defecto, llenarlos en los santuarios que encontraremos en las mazmorras y en los mapas. De esta forma se evita el uso continuado de los mismos personajes y de los mismos movimientos.
Si conseguimos enlazar apropiadamente los combos conseguiremos ataques nuevos, magias nuevas... y, por supuesto, tras cada combate conseguiremos aumentar el nivel de fuerza de los protagonistas, dejando atrás el sistema manual del Magna Carta original. La enorme cantidad de batallas que disputaremos facilitan el juego, por lo que no se vuelve especialmente complicado. Como curiosidad, se mantiene intacto un detalle con respecto al juego de PC; los enemigos siempre atacan al personaje más adelantado de nuestro grupo.
Aunque parezca algo confuso el sistema de combates y demás, lo cierto es que no tardaremos mucho tiempo en adaptarnos a él. Podría haberse simplificado más, variado el contenido de los mismos, ofrecido más posibilidades... Magna Carta podría haber ofrecido más en este sentido. Incluso así, ya ofrece algo distinto a los esquemas a los que estamos acostumbrados, y para aquellos usuales de los RPGs no costará nada hacerse con el control del sistema.
En inglés
El juego está completamente en inglés, algo que podría echar atrás a la hora de comprar el juego a muchos de vosotros. En nuestro caso, y tras pasar muchísimas horas jugando con la versión coreana, tanto de este Tears of Blood como a The Phantom of Avalanche, ver los textos en inglés nos produce una satisfacción imposible de explicar. En cualquier caso, hay que contentarse con que podamos disfrutar del título, algo que en un principio parecía prácticamente imposible.
La duración del mismo oscila entre las 40 - 50 horas. No hay alicientes para rejugarlo una vez terminado, salvo volver a disfrutar de la historia, merecedora de una segunda pasada. No esperéis extras ni nada por el estilo.
Indispensable en tu colección
Como habréis podida comprobar Magna Carta: Tears of Blood no es el mejor RPG de PS2. Tampoco esa era la intención de Softmax. Sin embargo, es un RPG muy divertido, agradable a la vista y al oído, salvando el gran problema que supone la defectuosa traducción. Interesante gracias a su historia, no exenta de los típicos clichés de siempre. Ha pasado factura, a modo de resumen, la inexperiencia de Softmax a la hora de trabajar con un RPG del calibre de este Magna Carta.
Es casi inevitable recordar otros juegos del sector como Final Fantasy X, Shadow Hearts y otros similares al probar Tears of Blood, pues este último bebe de sus influencias, aunque también aporta su granito de arena. Además, no hay que olvidar que estamos ante un RPG de talante plenamente oriental, algo que conlleva cierto alejamiento de los patrones típicos a los que todo buen amante de los juegos de Rol solemos estar acostumbrados.
No podemos terminar de otro modo que recomendado un juego que, por el mero hecho de ofrecer algo ligeramente distinto a lo de siempre, ya merece vuestra atención. El resto de las cualidades ya destacas en el párrafo anterior completan todo lo positivo que encontraremos en esta aventura que tanto tiempo llevábamos esperando. No sólo por la calidad del título en sí, sino también por la posibilidad de ver futuros trabajos de Softmax en nuestras tierras, una compañía que se ha dedicado de lleno al género al que pertenece este Tears of Blood.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.