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Lucius II: The Prophecy

Lucius II: The Prophecy

  • PlataformaPC6
  • GéneroAventura
  • DesarrolladorShiver Games
  • Lanzamiento13/02/2015
  • TextoInglés
  • VocesInglés

Lucius II: The Prophecy, análisis

Lucius II: The Prophecy sigue con la macabra historia de un niño maldito marcado por un sangriento destino: hacer cumplir una satánica profecía. Descubramos todos los detalles de lo nuevo de Shiver Games para PC en nuestro análisis.

“Se llevó al débil y castigó al infiel. Miró a través de sus almas y halló los verdaderos Yo que escondían”

Cuando se estrenó en 1976 La Profecía (The Omen), el género del terror descubrió una obra maestra cinematográfica cuyo mayor elemento de espanto era la carita de ángel –a la par que inquietante– que exhibía el niño protagonista. Pero su obligada secuela no estuvo a la altura, convirtiéndose meramente en lo que se llama “bodycount”, es decir, una sucesión de muertes cuyo máximo interés es ver cómo se producen. Con un potencial gigantesco para lograr un gran juego de terror psicológico, el estudio finés Shiver Games le echó “imaginación” al asunto y cogió la base de The Omen para su Lucius de PC, creando un juego con una buena base sobre el papel –esa mezcla de survival horror para matar a la par que infiltración por la naturaleza del personaje que llevamos–, pero una ejecución técnica y jugable con muchas carencias.

La semilla del diablo
Ahora, tres años después, el pequeño Lucius regresa. Y lo hace con una secuela comparable a La Profecía II por el tema de convertirse en un risible “bodycount” en la que electroshocks, amputaciones y donuts envenenados se dan la mano. Lucius II: The Prophecy sigue la historia de la primera entrega, un título que no brindaba la oportunidad de encarnar el mal en forma de un impasible niño llamado Lucius. Tras los terribles acontecimientos del título original, el pequeño demonio sigue causando estragos a lo largo y ancho de las localizaciones que nos acompañarán en tan sangrienta historia. Así, y con el objetivo de hacer cumplir la profecía y descubrir el pasado del propio Lucius ‒y los acontecimientos que le llevan a actuar de tan brutal manera‒, empezamos nuestra particular carnicería en el hospital psiquiátrico de St. Benedict, con un Lucius algo más mayor pero con la misma, a priori, inocente apariencia. Como en el primer título, el objetivo de Lucius II no es otro que acabar con la mayor gente posible de cada nivel o mapa, haciendo que todos y cada uno de los homicidios parezcan desafortunados accidentes.

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Su desarrollo es bastante similar al del original, es decir, pasamos de un objetivo a otro mediante escenas que tratan de contextualizar la acción y que en muy pocas ocasiones nos ayudan a entender mejor el desarrollo de un guión pobre, predecible y llenos de tópicos del género. Más que una aventura de terror, Lucius sigue siendo toda una “splatter adventure” en la que somos los malos de la película, dispensando muerte y terror a diestro y siniestro. A decir verdad, el argumento queda relegado a un segundo plano ‒mostrándose ante nosotros mediante diferentes escenas animadas en dos dimensiones‒ e invitándonos a explotar nuestro lado más salvaje con las numerosas opciones que nos otorga cada nivel para acabar con nuestras víctimas.

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Con cada nuevo capítulo ‒empezamos en el citado hospital, pero pronto cambiaremos a localizaciones más abiertas, en un pequeño pueblo‒ tendremos a nuestra disposición infinidad de objetos que servirán para materializar cada asesinato; la gracia del asunto es que podemos planear y ejecutar cada muerte con total libertad, siempre teniendo en cuenta las opciones que se nos presentan en cada caso. Así, podemos ir llenando nuestro extenso inventario de diferentes objetos, algunos de los cuales pueden combinarse entre sí para conseguir nuevas “armas”, como las omnipresentes rosquillas envenenadas, auténticas bombas calóricas con esencia de mata-ratas que acabaran con la vida de aquel que ose probarlas. Pequeños rompecabezas que se sucederán uno tras otro, algunos de mayor complejidad y otros más que evidentes.

También tendremos que valernos de diferentes objetos, máquinas y otros elementos de lo escenarios para hacer de cada estancia o pasillo una trampa mortal; lavadoras, duchas, cables eléctricos, ventiladores y todo tipo de mobiliario nos ayudarán en nuestros sádicos propósitos mientras pasamos inadvertidos entre nuestras potenciales víctimas. Con cada nuevo asesinato ganaremos puntos de experiencia otorgados por nuestro progenitor, Satanás. Y es que el juego empezará en el mismo inframundo, una pequeña fase tutorial que nos permitirá conocer y adaptarnos a su peculiar interfaz, a la vez que tratamos de hacernos con unos controles toscos y que presentan bastante margen de mejora en cuanto a precisión y comodidad.

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Lucius se controla en tercera persona, aunque tenemos libertad para mover la cámara tanto en profundidad como a nuestro alrededor. Eso sí, tal es la sensibilidad del ratón para mover la cámara que a la larga termina por cansar, además de la total ineficacia cuando nuestro joven protagonista trata de apuntar con un objeto. Lucius es capaz de interactuar con todo tipo de objetos, equiparlos y usarlos con bastante libertad, aunque la manera en que tenemos que hacerlo se aleja bastante de lo que consideramos un interfaz cómodo e intuitivo. También seremos capaces de lanzarlos para romper otros objetos o simplemente colocar una trampa en el lugar deseado; siempre y cuando logremos apuntar con éxito, algo poco usual debido a una parábola contextual que se antoja inútil y que nos pondrá las cosas más difíciles si cabe, especialmente en aquellos momentos en los que la rapidez es esencial para que no nos pillen.

   

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Pasar inadvertidos será vital para salirnos con la nuestra; por suerte podemos esprintar y huir de aquellos que pretendan atraparnos, además de escondernos o provocar algún ruido o distracción ‒como llamar por teléfono desde otra habitación‒ para superar un molesto perseguidor, a menudo, mediante una inexistente inteligencia artificial. Como en la primera entrega, la atmósfera cerrada y opresiva es parte esencial de su personalidad, aunque al dejar de lado la mansión original se pierde algo de aquella esencia de película de miedo clásica; por suerte, nos encontraremos con numerosos guiños a films del género, como el siempre atractivo triciclo infantil, un guiño a El Resplandor. Por otro lado, se han simplificado algunas de sus mecánicas propias de las aventuras clásicas para centrarnos totalmente en la acción; y es que las pistas serán más obvias que nunca, mostrándose en el mapa sin tapujos y marcándonos nuestro siguiente objetivo de una forma más que evidente.

En esta ocasión tenemos a nuestra disposición tres poderes diabólicos: telequinesis, que nos permitirá mover y alcanzar objetos fuera de nuestro alcance, fuego, con el que podremos prender sustancias inflamables para hacer arder a nuestras víctimas, y posesión, poder que nos permitirá tomar el cuerpo de otra persona, ya sea para arrastrarla a una muerte segura o llevarla hasta otro lugar y despejar el camino de miradas indiscretas; las opciones son enormes y nos permitirán afrontar cada situación de una manera distinta. Eso sí, el uso de dichos poderes es limitado, con lo que tendremos que medir muy bien su uso y evolucionar cada una de las tres ramas según las habilidades que mejor se adapten a nuestro estilo de juego. En este sentido, Lucius II cumple bastante bien.

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Lamentablemente, no podemos hablar en los mismos términos de su factura técnica y de una puesta en escena llena de irregularidades, bugs y altibajos en su rendimiento, incluso en equipos que cumplen sobradamente con los requisitos recomendados, adoleciendo de continuas caídas de framerate; desarrollado bajo el polivalente Unity, su optimización deja bastante que desear, entorpeciendo su jugabiliad en más ocasiones de las deseadas. Salta a la vista que Lucius II no es un portento técnico; a pesar de presentar un mundo bastante detallado, los diferentes elementos puestos en pantalla se alejan de unos estándares, a estas alturas, más que obligados. Mientras que el propio Lucius disfruta de un modelado tan sólo correcto, el resto de personajes adolecen de una alarmante simplicidad en su aspecto, con animaciones totalmente robóticas y unas físicas propias de títulos de unos cuanto años atrás. Mover un simple cadáver se convierte en una auténtica pesadilla, nunca mejor dicho.

En términos parecidos podemos hablar del apartado sonoro, marcado por melodías que se ajustan bien a la ambientación pero que se vuelven tediosas tras un buen rato escuchando las mismas notas una y otra vez; y lo peor es cuando se mezclan varias pistas y efectos de sonido que no deberían escucharse al alejarnos o pasar a otra estancia, dando como resultado un auténtico estruendo sonoro que sí causa pavor. Y a diferencia de la primera entrega que llegaba a nuestro país totalmente localizado al castellano ‒con un excelente trabajo de dolaje por parte de FX Interactive‒, Lucius II llega en perfecto inglés, tanto en los numerosos textos como en las diferentes voces de los personajes. Una pena teniendo en cuenta el notable resultado del primer Lucius en este sentido. Por último, hemos dado con algunos bugs que, si bien no son determinantes, sí molestan al jugador, incluso obligándonos a cargar un guardado anterior para seguir adelante.

6

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.