¿Recuerdas el mini-juego de Mario Party 2 basado en el Scalextric?,

¿Recuerdas el mini-juego de Mario Party 2 basado en el Scalextric?, pues eso es Lego Stunt Rally, solo que ahora en dos escuálidas dimensiones y con la posibilidad de crear tus propios circuitos. Si te gustan estos cubistas juguetes no deberías perderte nuestro análisis...

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Vaya, es bastante extraño que Lego Media siga dándole coba a una fórmula que en Nintendo 64 hacia aguas por todos sus costados, y que mucho menos pueda aportar a esta consola que tan mal parada ha salido de conversiones y remakes, especialmente los de velocidad...

Eso sí, sus responsables han decidido hacer un par de retoques a la base del género, y ha optado por crear un mundo sencillo y monótono, olvidándose de perspectivas en la parte posterior del vehículo que tanto y tantas veces hemos visto los usuarios de Game Boy, por algo más superficial y frívolo si cabe. Aunque a priori tiene un pinta de género trillado, y el hecho de que todo el proceso del juego apenas utiliza la dirección del D-Pad, asimilándose a uno de los minijuegos de Mario Party 2, las pretenciones de Lego no ha sido precisamente innovar el mercado. Por ello nos sentimos indulgentes ante sus posibilidades. Somos conscientes que va a entrar directamente a un mercado juvenil, puesto que todo su objetivo no debe encontrarse en la mayoría de edad de los 12 años, y que este público además, desea conectar rápidamente con el juego. Y de verdad que lo consigue.

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Ya hablando de como se plantean sus bazas, y al igual que su tocayo de 64 Bits, el principal atractivo estriba en la posibilidad de crear tus propios circuitos en un editor accesible donde los haya, y que en la peor de las circunstancias, apenas te reportará problemas a la hora de hacer tus virajes y demás parafernalias por las que transitar una vez concluída tu obra. Cuando estés algo harto de todo lo que hayas engranado, puedes pasearte por un modo principal efímero y sin importancia, con una banalidad como argumento basado en las presunciones del señor X, autodenominado a sí mismo como el mejor del universo creando pistas, y que una vez acabado de forma satisfactoria todos los trazados de que dispone la isla desmontable, deberás retar a este petulante ser.

No vamos a compararlo con nada del extenso catálogo de esta incombustible consola, más sabiendo que LR procede de una equación simplona y poco efectiva. Sin embargo, se podrían haber esmerado algo más bruñiendo escenarios con elementos que resalten, algo de vidilla aportando color, y porque no, variedad y cambios en los decorados sin limitarse a los entornos mediáticos de selvas, desiertos, hielo o circuitos corrientes y molientes.

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  m  ú  s  i  c  a

Vale, es repetitiva, pobre en cuanto a reproducción y poco variada, pero encaja como nadie lo había hecho antes. Cada una de las 4 zonas se caracteriza por su melodía específica, así como lo hace un menú austero y exento de posibilidades.

  s  o  n  i  d  o   f  x

El rugido de un motor rechinón que poco tiene que ver con lo que imaginábamos que recreaban los bólidos de estos desmembrados seres. Ni siquiera hay voces digitalizadas con gritos y demás alardes técnicos, y a durísimas penas se nota el ahínco en rellenar lagunas de juego con claraboyas de sonido.

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  j  u  g  a  b  i  l  i  d  a  d

No tiene absolutamente nada que ver al resto de cartuchos de esta calaña de cuantos han pasado por GBC. Las connotaciones que vienen en mente pensando en un título símil a este, nos conduce directamente al desafortunado Magical Disney Racing o el aun peor Doraemon Racing 2. Por lo menos el enfoque ameno que retrae a la mamoria se asemeja a ellos dos, aunque una vez hayas profundizado te darás cuenta que no tienen absolutamente nada que ver.

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Referente a la durabilidad, puede que este sea el producto de todos los lastres que se han ido mencionando. El hecho de ser extremadamente fácil, corto y sin la posibilidad a dos jugadores le cohíbe tanto, que no durara en tu consola insertado más de dos días seguidos siempre y cuando no seas un acre seguidor de Lego o el Scalextric, aunque por supuesto no tiene el encanto de montar tu propia película con los juguetes daneses o idear a tu aire un trazado artificioso y rebuscado con los rieles adjuntables.

  c  o  n  c  l  u  s  i  ó  n

Sería duro de tacharle de no pretender absolutamente nada, y eso que una afirmación así no es menos cierta de que el cartucho es pobre en casi todos sus aspectos. Pero sabiendo cuales son sus precedentes, con la memoria del mediocre Lego Racer de N64, y custoodiado por el extrañísimo Lego Alpha Team de transcurso inenarrable, LSR Color es raramente entrañable. De todas formas no hay que engañarse: la gracia de la toma de contacto a la postre se conjuga en desesperación y cansancio que ninguna de sus opciones rectifican. Lamentable gráficamente, tedioso por no disponer de modo a dos jugadores, y un argumento demasiado infantil le restringen a un público paciente y muy muy joven. Los demás... abstenerse.

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