Las Campañas de Napoleón

El 9 de Noviembre de 1799 (18 de Brumario del año VIII de la República) y tras volver de la campaña de Egipto, Napoleón Bonaparte se hace con el control político de Francia tras un golpe de estado. Después de numerosos cambios que le llevaron a acabar con la corrupción en el anterior gobierno, en diciembre de 1804 es proclamado Emperador de los franceses. A partir del año siguiente, empezaría una década de expansionismo galo por toda la Europa occidental y central liderada por una de las mentes más capaces en lo que a estrategia militar se refiere.

Aunque Napoleón es conocido por sus gran imaginación en el campo de batalla, lo cierto es que él mismo admitía no haber aprendido nada nuevo tras multitud de combates; simplemente se limitaba a aplicar de forma implacable los preceptos básicos de la estrategia, dando prioridad a la formidable movilidad de su artillería como soporte a la infantería (no solamente como arma de asedio) y también a la fuerte moral de sus numerosas tropas.

Coincidiendo con el aniversario del segundo centenario del levantamiento del dos de mayo en Madrid contra la ocupación francesa, que dio origen a la llamada Guerra de la Independencia Española, Nobilis nos hace llegar este juego de tablero basado en las más famosas victorias (y derrotas) de la era napoleónica, abarcando desde principios de 1805 hasta el archiconocido escenario de Waterloo, fuente de inspiración hasta para algunos cantantes, en 1815.

Eso significa que podremos revivir en primera persona lecciones como la recibida por parte del Almirante Nelson en Trafalgar, pero también grandes victorias como en Austerlitz, contra Prusia en Jena y contra Rusia en Friedland, ante el ejército austríaco muy cerca del Danubio en Wagram, Portugal en 1911, frente al zar Nicolás I durante todo 1912 (pugna que arrasó los ejércitos de ambos bandos) tras la invasión de Moscú, en Dresde contra los aliados y posteriormente en Leipzig y, ya en Francia, podremos ver la caída de París y el posterior regreso al poder y fulminante derrota en la citada Waterloo.

Simultáneamente, junto a la posibilidad de reinterpretar la historia bien desde el bando francés como también desde cualquiera de las otras facciones, se incluyen campañas específicas como la de Prusia entre 1806 y 1807 y, si disponemos de la suficiente paciencia con los turnos, también podremos reeditar la reconquista española durante los 6 años que duró. Como añadido, además, especularemos con una hipotética invasión francesa de la Gran Bretaña, que no es poco.

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Para todos aquellos que no sepan todavía de lo que estamos hablando, Las Campañas de Napoleón de Ageod es un título de estrategia por turnos de tablero, un género que le es propio al PC desde el origen de los tiempos y que hace honor a mucha parte de los clichés del juego: es muy denso, más complicado de lo que la mayoría está dispuesta a aceptar, muy fiel tanto históricamente como en lo que refiere a la orografía de los terrenos y también considerablemente lento. Evidentemente no es algo para todo el mundo y esto debe tenerse en cuenta, tanto si uno tiene pensado adquirirlo para su propio uso como para regalar a otro.

La mayor parte de la acción se desarrolla en un mapeado completamente en dos dimensiones; esto no puede ser considerado un atraso, porque no olvidemos que nos encontramos ante un género denominado 'de tablero' y que intenta reflejarlo a la perfección. Las dos dimensiones cumplen perfectamente para representar cada una de las zonas incluidas en el juego, tanto en cuestión de detalles propiamente dichos como en lo que nos quiere transmitir el propio producto.

Eso significa que rápidamente obtenemos de un sólo vistazo la mayor parte de la información que necesitamos; ayuda bastante que toda la cartografía esté digitalizada a partir de imágenes por satélite, con lo que no hay 'peros' en este aspecto. Esto significa que ríos, montañas, bosques, llanuras y demás incidencias del terreno están fielmente implementadas en Las Campañas de Napoleón y, muy importante, influyan después en el desarrollo propio del juego.

Las unidades, también representadas en dos planos, pueden activarse para ser contempladas en tres dimensiones; a decir verdad, una vez uno se acostumbra a los 'cromos' 2D, la tercera dimensión más que una ventaja es un engorro y, encima, consume más recursos del sistema. Eso sí, vale la pena activarlo solamente de vez en cuando porque queda bonito ver cuando vamos agrupando unidades en un mismo punto, por mucho que como hemos dicho no sirva para mucho.

Tampoco a nivel de efectos estamos hablando de un juego destacable, ya que hay poco de lo que hablar: no hay física, no hay animaciones, no hay un despliegue de luces y sombras... y tampoco lo necesita, ojo. Por lo menos el diseño de los menús se antoja bastante acertado, desde la misma pantalla inicial al posterior diseño de las sucesivas subsecciones que se manejan de forma considerablemente intuitiva, aunque un tamaño de fuente algo mayor en algunos casos hubiese sido bastante acertado.

En lo que refiere a la música, aunque siempre es un apartado excepcionalmente subjetivo, la verdad es que nos ha dejado bastante fríos. Digamos que nos encontramos ante un título que se juega perfectamente en silencio y que ni la melodía de tintes épicos que de vez en cuando nos sorprende en mitad de los turnos ni los efectos de sonido, correctos por otro lado, resultan imprescindibles para la inmersión del jugador en el juego.

Esta afirmación no habla peyorativamente de Las Campañas de Napoleón, porque en realidad no se engaña a nadie: si eres amante de los 'wargames' y te apetece cambiar de tercio (con respecto a la Segunda Guerra Mundial, ambientación archi-manida por todas las desarrolladoras), seguramente te encantará este título, que bebe claramente de la influencia de sus predecesores como Birth of America, de la misma AGEOD.

Además, nos vemos obligados a corregir nuestra afirmación inicial que hicimos en las primeras impresiones, donde argumentábamos que para ser un juego de estrategia por turnos, las misiones que se habían puesto a nuestra disposición eran demasiado fáciles. Pues bien, la realidad es que Las Campañas de Napoleón es un juego lo suficientemente denso para todo el mundo y que alguna de las empresas más largas (como la sublevación de España) tiene mucha tela para cortar.

La estructura del juego, para todos aquellos que no sepan cómo funciona un wargame, es casi idéntica a la de otros muchos: nuestra vista por defecto constará de un mapa táctico en el que tenemos al alcance de los ojos toda la información acerca del terreno, nuestras tropas ubicadas en él y lo que sabemos, en ese momento, del enemigo. A partir de ahí empieza la fase de evaluación en la que deberemos tomar las decisiones estratégicas que van a suceder durante nuestro turno.

Estas decisiones son múltiples en cuanto a cantidad pero también en cuanto a variedad: jugar a la guerra consiste en algo más que atacar y defender. Básicamente la victoria la consigue aquel que tiene mayor cantidad de conocimientos: conocimientos acerca de la localización de nuestros adversarios, conocimientos sobre los puntos fuertes y débiles de nuestras propias unidades y generales y, por supuesto, conocimientos de las ventajas y desventajas tácticas de combatir en un lugar o en otro.

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Es precisamente en ese aspecto donde 'Las Campañas de Napoleón' muestra su excelencia: en los detalles. Por ejemplo, cada unidad que forma un batallón tiene sus propias características que hay que tener en cuenta y cada general que la dirige también goza de ciertos beneficios que pueden marcar la diferencia en un enfrentamiento. Las particularidades de cada general se ajustan, además, a las que históricamente le eran asignadas. Buena labor de zapa por parte de los miembros de AGEOD.

La cantidad de información que disponemos constantemente en pantalla puede llegar a abrumar en ciertos momentos y es que las cosas que hay que tener en cuenta también son muchas. Por ejemplo, es impresionante comprobar cómo se ha respetado la meteorología propia de cada región: por ejemplo, y como señalamos también en nuestras impresiones, es relativamente satisfactorio ver que en España llueve mucho menos que en otras regiones, por ejemplo.

La creación y movimiento de unidades es bastante simple (siempre sabemos el tiempo exacto que le lleva a alguien ir de A hacia B), basta con coger el retrato de un comandante y arrastrarlo a otro lugar para unir y desunir tropas o llevarlas de un lado para otro. Afortunadamente, eso no es lo único que hay que hacer en el juego: considerar las condiciones de victoria, la moral, los suministros, las posiciones defensivas, los asedios, las posibilidades de obtener refuerzos, el reclutamiento de nuevas tropas, cuándo y cómo retirarse a tiempo, pinzas ofensivas, uso de artillería, apoyo naval...

Pueden ser muchas cosas a controlar, pero nada sucede en tiempo real, con lo que siempre hay el suficiente tiempo para tomar las decisiones (falta que sean las correctas). El mapa táctico se complementa con el libro de cuentas, la segunda pantalla en la que más emplearemos nuestro tiempo y desde la que controlaremos cada unidad por separado viendo sus estadísticas, asignándole refuerzos cuando sea necesario o comprobando cuando podemos disponer de nuevas tropas de refresco provenientes del reclutamiento.

Cada turno de juego equivale a una semana real de juego, con lo que la mayoría de las partidas es virtualmente imposible terminarlas en un día incluso disputándolas contra la misma computadora, a la que le podemos ajustar la dificultad (básicamente le eliminamos la 'niebla de guerra' al subírsela) para probar nuestras habilidades. El combate es algo meramente estadístico, porque no tenemos control directo sobre su desenlace más allá de haber posicionado correctamente las tropas y cruzar los dedos.

El modo multijugador en un mismo ordenador resulta imposible y este es el clásico juego que se puede jugar como las partidas de ajedrez de antaño, por correo electrónico. Honestamente, solamente hemos disputado una partida de esta forma pero a pesar de que resulta increíblemente lenta, hay que admitir que sorprende su adicción (los resultados nos eran enviados por la mañana y al abrir al correo había cierta ansiedad por comprobar qué había hecho nuestro enemigo). Tal vez no es el corazón del juego, el multijugador, pero resulta entretenido.

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