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La Torre de las Sombras

La Torre de las Sombras

  • PlataformaWii6.5
  • GéneroPlataformas
  • DesarrolladorHudson Soft
  • Lanzamiento14/10/2010
  • EditorKonami

La fuerza interior

Un solitario muchacho atraviesa una escena onírica en la que pierde a su sombra. El mundo de color en el que vive pierde toda la intensidad, sintiéndose oprimido, encarcelado por su propia mente. El recuerdo de lo que fue en la infancia le persigue por una torre gigantesca que a base de pruebas de habilidad impide el acceso a la cúpula, donde se esconde el agresor que ha terminado con las ilusiones del joven muchacho tras aniquilar su propia sombra. Desde la distancia, nos convertimos en ese joven, producto de la fantasía de Hudson Soft.

En los últimos tiempos se ha puesto de moda el término ‘sleeper', para muchos usuarios aún desconocido, por el significado que conlleva la palabra en cuestión. De alguna manera se entiende el desconocimiento, en tanto hablamos de títulos relativamente desconocidos que no han pasado por el filtro de una agresiva campaña publicitaria. A mayor popularidad de la industria, mayor es la necesidad de descubrir videojuegos que de la noche a la mañana descubren nuevas fórmulas jugables, ya sea por originalidad o por trabajar con una base que con pocos retoques refresca todo lo conocido hasta el momento. Los jugadores que no se sorprendan ante esta descripción pensarán al leer estas líneas en varios ejemplos puntuales, tal es el caso de Dead Space o del mismísimo Batman: Arkham Asylum, que sin ocupar un espacio significativo en los medios de prensa se aupó entre los más vendidos del año pasado.

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En la sobremesa de Nintendo hay un puñado de ejemplos que se ocupan de reivindicar el buen estado de salud que atraviesa Wii en lo que a producciones de calidad se refiere. Muramasa, el remake de a Boy and His Blob o Deadly Creatures son ejemplos de notable calidad que pese a tener un éxito más bien discreto en el mercado forman parte imborrable de la historia de la consola. Todos comparten algo en común, bien sea un apartado artístico sorprendente, un concepto que representa el manido ‘soplo de aire fresco' o una jugabilidad que los sitúa por encima de la media. La obra de Hudson Soft. que hoy presentamos iba camino de seguir la estela de este selecto grupo de afortunados. Así lo atestiguábamos en las líneas de esta revista pocas semanas atrás, tras recibir la primera demostración jugable, con la que hubo ocasión de descubrir la introducción y a grandes rasgos la mecánica de juego.

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Lost in Shadow, a Shadow's Tale o La Torre de las Sombras. Tres nombres para dar a conocer la misma obra. Varios años en desarrollo servían como aval para tenerla en cuenta en los eventos de mayor envergadura. Algunas veces debido a la evidente semejanza artística con la ópera prima de Fumito Ueda, ICO, otras por su apetecible propuesta jugable, que pone al usuario en la piel de un joven muchacho que recluido en una misteriosa torre pierde su sombra bajo circunstancias que jamás se sugieren, pero que nunca se explican abiertamente. Pese a la brutal introducción que nos pone en situación, lo cierto es que La Torre de las Sombras pierde gran parte de su atractivo (que entendemos reside en su originalidad) traspasado el meridiano de la aventura. Para llegar hasta ese punto, no obstante, hay que recorrer un sendero en el que Lost in Shadow se describe a sí mismo.

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Un muchacho y su sombra
En la cúspide visual y narrativa, un extraño soldado camina lentamente por un pasillo que lleva a la parte superior de una torre. Babel aparece en la mente como referencia de la escena que fluye en televisión, haciendo gala de un estilo artístico que aboga por el silencio, sin voz que entorpezca la experiencia visual. Un joven muchacho atado de brazos y piernas, inmóvil, se convierte en el centro de la atención del soldado. Éste, con un lento movimiento, corta la fina soga que sustenta la vida del infante. La siguiente escena muestra, para sorpresa del espectador, el imparable descenso de una sombra hacia las profundidades de un abismo indescifrable. Sólo cuando la cámara recupera el enfoque entendemos qué es exactamente lo que ha sucedido… aunque no los motivos.

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No queda más remedio que comenzar la aventura que propone Hudson a través de los ojos de una extraña sombra de la que sólo conocemos el nombre: Boy. Chico o muchacho, el jugador decide cómo prefiere dirigirse a él, así como también de qué forma prefiere controlarlo durante los primeros compases de juego. Llama la atención el hecho de manejar a un protagonista que se mueve en la parte trasera de la pantalla, obligado a reptar por los huecos que deja tras de sí la iluminación que irradia los escenarios exteriores a la torre. Sobre ella versan los primeros carteles introductorios, colocados con el propósito de servir como base para la trama. Tras superar los primeros escenarios, comenzamos a entender el hilo de esta aventura: un joven ha sido despojado de su alma o esencia, y para recuperar su apariencia física debe alcanzar el piso superior de una torre cuya altura supera todo cuanto el ser humano haya podido imaginar.

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Con este contexto comenzamos a descubrir el funcionamiento de la mecánica de juego, que básicamente es la de un plataformas convencional a medio camino entre las 3D y las 2D, cuyo mayor atractivo es, como no podía ser de otra manera, el concepto de avanzar en las pieles de una sombra que ha de apoyarse siempre en la oscuridad para alcanzar su objetivo. No se ha complicado la vida Hudson a la hora de establecer un sistema de control asequible, manejado a través de la dupla wiimote/nunchuk, que permite un manejo aceptable del personaje que encarnamos. A poco de comenzar a jugar descubrimos cómo afrontar algunos puzles y retos mentales en los que prima utilizar el ingenio como herramienta de acceso a los niveles en los que realmente se plantea la base que seguirá el juego de ese momento en adelante.

La Torre de las Sombras busca una especie de simbiosis entre la habilidad netamente enfocada en las plataformas convencionales y el sistema tradicional de los juegos de Rol en los que el personaje principal cuenta con la posibilidad de subir de nivel y, por ende, ganar experiencia que le permita mejorar su rendimiento en determinadas circunstancias. En este caso, dichas circunstancias son impuestas por la presencia de enigmáticos monstruos que aparecen desde las sombras, con distintos patrones de ataque, a los que debemos de hacer frente con un ojo puesto en nuestra barra de vitalidad y otro en la cadencia de ataque que hayamos obtenido a base de combatir una y otra vez contra diferentes rivales.

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La mecánica de juego se sostiene en base a estos dos conceptos, a los que se ha de unir un tercero que básicamente representa el ‘peso' del alma. Si el protagonista debe alcanzar el piso superior de la torre (simbolizando de este modo la aceptación personal o la superación del yo como ente único y personal, según ciertos dogmas filosóficos), su peso es el que determina la envergadura ‘humana' que recupera a medida que recupera los recuerdos de su memoria, desperdigados por cada uno de los niveles que ha de superar. Es una lástima que los susodichos sean poco menos que indicaciones muy abstractas de las situaciones que vivimos, o divagaciones sin sentido sobre la personalidad del héroe o del ente oscuro que le ha llevado a vivir esta situación.

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Variedad limitada
En la práctica, la puesta en escena de La Torre de las Sombras brilla con luz propia por dos motivos. De una mano, por su calidad artística, tanto por el uso de un estilo específico para llevar a la pantalla al héroe (a través de las sombras), como por la constante que representa la iluminación, protagonista absoluta de la parte jugable. Cuesta creer que, entre tanto título que apenas da buen uso a la potencia técnica de Wii, sea uno de casta el que vuelva a poner de relieve la capacidad de la sobremesa de Nintendo en este sentido. De la otra, por el ingenio que muestra Hudson a la hora de presentar los primeros puzles. La variedad de las cuatro o cinco primeras fases que disputamos hace pensar que lo que está por llevar es una serie de retos que aúnan un espectacular aspecto estético con algo de ingenio para dar buen uso a la mente. Desgraciadamente, nada más lejos de la realidad.

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De lo clásicos sistemas mecánicos (en los que básicamente hemos de ir de un lado a otro para activar determinado interruptor que activa la puerta de turno) a algún que otro salto de habilidad, la base jugable va perdiendo fuelle a medida que comprobamos que tanto la evolución del personaje mediante experiencia como la del jugador (a la hora de medir los saltos, la velocidad a la que terminamos cada escenario…) están limitadas a seguir siempre la misma línea operante. Los monstruos siguen siempre exactamente el mismo sistema para atacar, con nula evolución de la espada. El nivel de experiencia sólo mejora la fuerza del protagonista, así como el nivel de vitalidad. Pocas veces nos veremos sin energía: las mismas en las que un enigma nos obliga a pararnos en seco para pensar.

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Parece que la base jugable de Lost in Shadow se conforma con el planteamiento que ofrece durante las tres primeras horas de juego, donde esperamos y deseamos que un gran argumento sea capaz de atrapar al jugador. Pese a que el juego se divide en capítulos, las escenas destinadas a dar a conocer la trama se presentan a cuentagotas, sin apenas información que explique quién es el héroe, qué está haciendo ahí o contra quién hemos de enfrentarnos a lo largo de la aventura. No quiere decir esto que el título sea incapaz de transmitir ciertas emociones. La soledad a la que se enfrenta nuestra pequeña sombra, la ambientación, con los dos planos en los que nos introducimos a cada pocos pasos (el real y el espectral, donde básicamente hemos de luchar contra la imaginación del héroe)… Valoramos positivamente este elemento, pero lamentable se difumina a medida que avanza la aventura.

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Lo mismo sucede con el aspecto estético, que pese a la sorpresa inicial, acaba diluyéndose por la ausencia de elementos que nos inviten a seguir disfrutando de la aventura tal y como se presenta durante las primeras horas. Todo esto produce un sabor agridulce en el que se mezcla un estilo jugable relativamente profundo (el relacionado con la experiencia que se obtiene al matar enemigos) con otro bastante más asequible basado en plataformas y en las distintas variantes (carteles, retos que se solventan con sencillez…). Los escenarios más llamativos son precisamente aquellos que nos invitan a cambiar de dimensión, por así decirlo, por enrevesados y complejos.

De resto, el aspecto artístico se reduce a un mero atractivo para adquirir el título, pero no realmente en un protagonista explícito como sí sucede en ICO, una obra que poco o nada tiene que ver con la aquí analizada. Las diferencias entre ambos títulos son sutiles en cuanto a la profundidad a la que aspiran: mientras que uno recorre un universo humanista, el otro se limita a ser el clásico videojuego en el que se extirpa el pensamiento del jugador para centrarse en la parte jugable. Esto nos devuelve una vez más al problema que se comentaba anteriormente: mientras no se estiliza la profundidad, la mecánica no deja de ser un buen ejercicio de habilidad que cojea de la pata que precisamente estaba más musculada, esto es; sugerir que existe un argumento que hila todos los acontecimientos que tienen lugar en pantalla.

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El principal problema de La Torre de las Sombras, al margen de la poca profundad argumental y del plano sistema de juego, es que una vez terminado apenas ofrece motivaciones para retomar la aventura por segunda vez más allá de obtener todos los coleccionables. De cada una de las tres ‘puertas' que se ha de conseguir en cada escenario, las tres son esenciales para poder pasar a la siguiente fase, por lo que en este sentido no ofrece demasiada cabida para la exploración en los escenarios. Lo que más llama la atención es la necesidad imperiosa de registrar cada escenario de principio a fin para poder seguir avanzando, aunque a la larga esto se convierte en una de las taras más importantes del título.

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6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.