Joe Danger 2: The Movie

Joe Danger vuelve a saltar a la palestra con la secuela que lleva como coletilla The Movie. Una de los juegos de descarga más entrañables de los últimos tiempos que aúna todo elemento básico –o eso parece- para triunfar en los bazares digitales: propuesta bidimensional, diseño y gráficos originales y propuesta desafiante en la mecánica de juego. Carreras con plataformas y exploración a bordo de una moto que iba a toda pastilla por escenarios llenos de obstáculos. Es el momento de cambiar ese escenario por algo más hollywoodense y más amplio y grande. Una secuela en todos los sentidos que ya está disponible en Xbox Live al precio de 1.200 puntos, unos quince euros al cambio.

El protagonista de este nuevo juego de Hello Games tiene la difícil papeleta de protagonizar la película de Hollywood más difícil y peligrosa del mundo. Con este panorama, es normal que el único al que se han atrevido a llamar a la puerta sea Joe Danger, un especialista de las escenas más complicadas del mundo del cine. Así es como da el pistoletazo de salida la gran franquicia de la compañía desarrolladora, que dio el golpe con el primer Joe Danger y se ganó al público con la versión Special Edition para 360, movimiento empresarial de Microsoft incluido para quedarse en exclusiva uno de los títulos que más destacó en PSN. Para los que desconozcan quién es este Joe, también hay una iteración suya en los dispositivos iOS de Apple.

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La mecánica de juego es sencilla y se coge al poco de empezar a jugar en este The Movie. Empezamos desde un punto de la pantalla y tenemos que llegar a la meta. Por el camino tenemos diversos elementos a tener en cuenta: a lomos de nuestro vehículo podemos saltar, agacharnos, usar un turbo y hacer piruetas para sumar puntos mientras el director va grabando la escena. El objetivo no es ganar una carrera llegando antes que nadie a la meta, aunque superar un tiempo concreto puede ser una de las tareas a realizar, sino que tenemos variedad de objetivos por cumplir. Recoger todas las estrellas que hay esparcidas por el escenario, encontrar estrellas mayores ocultas, acabar con una serie de enemigos u objetivos concretos (cohetes que van a despegar, alarmas que no pueden dispararse…), recoger letras para construir una palabra al más puro estilo Donkey Kong o hacer toda la pista con combinaciones de movimientos. 

Los niveles son lineales (tienen un inicio y un final) pero están llenos de elementos por descubrir. Se trata de mezclar el ensayo-error clásico de los juegos de obstáculos como un Trials HD con muchos elementos plataformeros y de exploración como los ya mencionados. La gracia de esta estructura está en el desafío de las fases, que nos ponen obstáculos que debemos saltar, agacharnos o esquivar cambiando de plano (en momentos puntuales podemos movernos en distintos planos de la carrera de más a menor profundidad), o correr más que por ejemplo una tonelada de nieve que nos persigue sin cesar. Conseguir objetos a gran velocidad mientras esquivamos contratiempos. Ensayo-error y rejugabilidad para volver a realizar esos niveles y conseguir esos elementos que no hemos recogido en una primera tanda.

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La gran novedad de esta entrega es la variedad de vehículos con los que trataremos. Desde motos a carretillas como si fuéramos Indiana Jones, pasando por motos de nieve, jetpacks, ciclos de una sola rueda… cada uno se controla de manera más o menos distinta, aunque a la hora de la verdad haya pocas diferencias entre según qué vehículos. Seguramente el más cambiante es el Jetpack, ya que permite unas fases de más exploración y menos velocidad moviéndonos por todo el escenario. También son de las menos emocionantes, ya que el desafío de la velocidad de reacción desaparece completamente en este punto. La obsesión de recolección de objetos y elementos nos permite ganar estrellas que desbloquean nuevas fases. En total tenemos seis películas con diversas fases cada una de ellas y sus tantos objetivos, como recoger plátanos en un espacio corto de tiempo y zona.

Una de las diferencias, y no para bien, respecto a la primera entrega es que tanta variedad de elementos juega en contra en muchos casos del ritmo de juego que tenía la primera entrega. Hay ciertos vehículos, fases y tramos de las mismas que no suponen un desafío muy grande, además que dentro de los seis episodios, más de la mitad tienen una resolución incluso en su 100% demasiado sencilla. El reto empieza sobre todo en el tramo final del cuarto capítulo hasta el final del modo película. Por suerte hay otro modo extra llamado escenas suprimidas que ahí uno puede encontrar el reto más grande de todo, por dificultad de ejecución –la bici de una sola rueda es infernal de controlar- y por cantidad de elementos a tener en cuenta. Además de minijuegos variados como protagonizar un tiro en una bolera. Estas escenas son un desafío puro y duro.

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La guinda del pastel es el modo creación que nos permite hacer nuestros propios niveles y compartirlos con el resto del mundo. Esto da muchas posibilidades para inventar diseños diábolicos y fases muy entretenidas, sobre todo porque la variedad de objetos, vehículos y elementos es digno de mención. Junto a ello tenemos un modo multijugador de carácter local para hasta cuatro jugadores, donde la batalla no es solo llegar al final de la carrera, sino también llegar con más vida, recoger más objetos, hacer más combos acrobáticos… no gana solo el primero. Además tenemos elementos de personalización de personaje que vamos desbloqueando según nuestras hazañas.

El juego es muy vistoso a nivel visual. Mantiene entornos tridimensionales con un desarrollo 2D y los escenarios están llenos de vida, con muchos elementos que forman parte de los detalles artísticos del mismo y otros que tienen incidencias jugables, como enemigos lanzando granadas, vehículos molestando, etc. El nivel de detalle y colorido es más que interesante en este sentido. Además, llega totalmente traducido al castellano, aunque en las pocas voces que se escuchen suenen en inglés. Son importantes, porque nos avisan –junto a imágenes con el botón correspondiente- de saltar, agacharnos, etc. La banda sonora intenta recrear melodías de corte épico, como si de una película de acción se tratara, aunque tampoco destaca en exceso.

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