Infinite Undiscovery
Una infinidad por descubrir
La primera incursión de Tri-Ace en la nueva generación nos ha dejado un buen sabor de boca. Un título muy completo, tal vez demasiado para su duración, con una historia sencilla pero agradable, con un sistema de combate muy atractivo. Una pena la barrera del completo inglés.
Infinite Undiscovery ha sido un título cuyo desarrollo ha pasado bastante desapercibido. Con cuentagotas nos llegaban las imágenes, la información, los tan ansiados detalles sobre uno de los RPG japoneses exclusivos de Xbox 360. Casi sin darnos cuenta, cuando aún nadábamos en un mar de dudas, el juego tuvo una fecha de salida, un lanzamiento simultáneo a nivel internacional que sorprendió a propios y extraños por su prontitud y lo inesperado de la rapidez de desarrollo. Y planeando por encima de todo esto, la curiosidad de propios y extraños por ver la primera obra de Tri-Ace en la nueva generación.
Tal vez el currículum de la compañía nipona no sea muy extenso, pero no está exento de calidad: la trilogía Star Ocean (que pronto será cuadrilogía con su futura entrega para Xbox 360) y la serie Valkyrie Profile (cuya tercera entrega llegará a DS), además de cierta pequeña obra experimental, de mucha calidad, que no hemos llegado a ver en nuestro territorio, como es Radiata Stories. Posiblemente, Infinite Undiscovery es el título más flojo de todos los mencionados, a buen seguro el campo de pruebas de Tri-Ace para adaptarse a las nuevas tecnologías.
Por su título enrevesado, Infinite Undiscovery, muchos se esperaban un título experimental como Radiata Stories. En cambio, Tri-Ace ha ido a asegurar en este juego, y si bien se trata de una obra divertida y carismática, no ofrece grandes novedades en el género ni profundiza mucho en sí misma. Pero lo que más le pasa factura en nuestro país es el hecho de que, quién sabe si como consecuencia del lanzamiento simultáneo, el juego llega en perfecto inglés, tanto voces como textos. Algo que, en un RPG como este, puede lastrar muchísimo a los usuarios.
El líder de este grupo se llama Sigmund, y es el héroe más grande que el mundo haya conocido, ya que es el único capaz de cortar estas cadenas. Nosotros encarnaremos a Capell, un pobre músico que empieza la aventura en prisión. Aya, una chica que forma parte de los salvadores del mundo, le rescata pensando que se trataba de Sigmund, con quien guarda un parecido más que evidente. Aunque Capell no sabe nada del tema, acaba uniéndose al grupo y ayudando a acabar con las cadenas del mundo.
El argumento será, casi en su totalidad, lineal y directo. No nos toparemos con grandes historias secundarias, ni con demasiadas misiones alternativas de gran profundidad. La misión principal está clara, y se sigue fielmente hasta el final, sin tiempo que perder. Esto provoca que, en ocasiones, no tengamos muy claro lo que está ocurriendo, lo cual acarrea consigo la incógnita de cuál será el siguiente paso que deberemos dar. Muchas veces, las secuencias de vídeo nos dejan con la incógnita, dejándonos libres en el mapa sin habernos especificado a dónde ir.
Algo a lo que nos acostumbraremos con el tiempo y nos adaptaremos a los mecanismos habituales para avanzar en el juego. Para un RPG normal, las 20-30 horas de duración de Infinite Undiscovery están bien; pero en este caso, se hacen muy escasas. No sólo por la velocidad que lleva la historia, que a veces parece que los sucesos se atropellan sin sentido, sino porque tendremos a nuestra disposición un total de 18 personajes y no nos dará tiempo a llegar a conocerlos y explotarlos en condiciones.
De hecho, estos personajes van y vienen con mucha facilidad, sin explicarnos en muchos casos el por qué. A veces aparece en nuestro equipo gente que no sabemos quién es, o que igual nos suenan de alguna pequeña secuencia en algún momento. Lo peor de todo es a la hora de equiparse: son demasiados, lo cual supone dejarse auténticas fortunas para tenerlos a todos con el mejor equipo posible. Y si queremos centrarnos en sólo unos cuantos, nunca sabremos cuáles estarán a nuestra disposición.
Se juega bastante con el elevado número de personajes disponibles, y no sólo para formar nuestro equipo, con un máximo de cuatro miembros, siendo Capell el único que siempre deberemos llevar de forma obligatoria. Aparte de los momentos argumentales en los que se nos impone un equipo concreto, será habitual que el juego nos pida que compongamos nuestro grupo, o incluso llegar a tener hasta tres distintos, que colaboran entre sí en el mapa. Se nos premiará por lo bien que lo hagan los equipos secundarios, por lo que entra aquí un elemento adicional de microgestión a la hora de saber formar bien los equipos.
A pesar de su cierta falta de originalidad y de su, por momentos, caótico desarrollo argumental, la historia de Infinite Undiscovery se antoja bastante entretenida, y llega a tenernos abstraídos mientras dura. Lo peor es la gestión de personajes, que nos deja con una gran cantidad de desconocidos y sin poder tampoco tener un equipo habitual. Infinite Undiscovery, por su propio planteamiento, no es un juego que se preste a esta multitud de personajes, como sí lo haría un S-RPG, por ejemplo.
El control es muy sencillo, con tan sólo dos botones de ataque, uno más débil y rápido, y otro más fuerte y lento. Se podrán realizar combos alternando ambos botones, e incluso habrá ataques especiales dejando pulsando cada uno de ellos. Incomprensiblemente, no hay ningún botón de defensa (algo que se echa bastante en falta); uno de los gatillos servirá para rechazar un ataque y devolvérselo al enemigo, pero es algo que requiere bastante práctica y que, de salir mal, nos deja bastante expuestos ante el rival. Por eso mismo, acabaremos limitándonos a ir a la ofensiva, y golpear antes que el enemigo.
Los demás personajes de nuestro equipo actuarán por su propia cuenta. Podremos determinar su orientación para el combate (libre, conservar puntos de magia, atacar al más cercano al jugador, al más lejano, etcétera), y dejarles hacer. Lo cierto es que, aunque tienden a gastar magia en exceso, realizan un buen trabajo, y podrán acabar con enemigos finales incluso mientras nosotros estemos recuperando nuestra vida en otro rincón. La experiencia se reparte de forma equitativa entre todos, tanto los personajes activos como los que no lo están.
Uno de los aspectos más originales del juego es la posibilidad de combinarse con otros personajes. Así, podremos aprovechar sus habilidades especiales y explotar los entresijos del juego (por ejemplo, combinarnos con Aya y, con sus flechas, hacer explotar barriles del escenario para acabar con enemigos distraídos); desgraciadamente, es algo a lo que se le da menos importancia de la prometida, y acaba muy en desuso. Algo de agradecer, porque con tantos personajes, podría llegar a ser algo caótico.
El personaje, como músico que es, tiene una flauta con la que podrá tocar distintas melodías que irá aprendiendo. Estas tendrán diversas funciones, como abrir caminos secretos o potenciar a nuestros aliados durante el combate. Una pena que sea también uno de los elementos que el juego no llega a explotar y acaban muy en desuso. Por lo demás, el juego sigue todas las directrices de los RPG, con pueblos por visitar, grandes terrenos por recorrer y mazmorras de las que huir, con pequeñas pruebas para añadir variedad (del tipo 'proteger a esta gente de regreso a su pueblo').
Un último aspecto interesante a destacar es que el juego se mueve tan en tiempo real, que ni siquiera podremos acceder al menú tranquilamente. Si queremos curarnos o cambiar el equipo, tendremos que estar en una zona tranquila y en la que nuestros personajes se puedan sentar tranquilamente; de no ser así, como el tiempo seguirá transcurriendo, los enemigos podrán atacarnos aprovechando nuestra indefensión temporal.
Los protagonistas principales son demasiado típicos (casi se puede encontrar para todos ellos un parecido más que razonable con algún otro personaje de juego o de anime), mientras que los enemigos cuentan con un diseño francamente muy mejorable en su mayoría. Las animaciones están bien, pero tienen muchos aspectos mejorables; por ejemplo, Capell al correr mueve el brazo de forma muy poco natural, y en las secuencias de vídeo, muchas veces los personajes atraviesan el suelo con las extremidades, o flotan sobre él, incapaces de ofrecer sensación física. Lo peor de todo es que, en los combates, nos encontramos con unas importantes bajadas de la tasa de frames, que prácticamente congelan la acción.
El apartado sonoro es muy bueno, con destellos espectaculares y mucho buen hacer en casi todo momento. Sin embargo, el juego sólo permite tener las voces inglesas, las cuales podrían dar más de sí. Además, incomprensiblemente, una cuarta parte de las escenas de vídeo carecen de doblaje, pese a que los personajes hacen los movimientos y la actuación de lo que dice el subtítulo, sin poder pasarlo, como si estuviesen hablando pero sin hacerlo. Es una sensación muy extraña.
El hecho de que todo el juego esté en completo inglés supondrá un lastre importante para muchos usuarios. Sobre todo porque los personajes, mientras recorremos el campo, harán comentarios sobre el nuevo destino; pistas vitales que, de no entenderlas en el doblaje (no están subtituladas), caerán en el olvido y obligarán al jugador a vagar en busca de un camino por el cual poder avanzar. Sin duda, uno de los problemas más preocupantes del juego dentro de nuestro mercado.
Superando la barrera del idioma, Infinite Undiscovery es un juego sencillo de controlar y bastante divertido. Desgraciadamente, es demasiado grande para su longitud, y gran parte de sus características acaban cayendo en el olvido ante la importante falta de uso que se les da. Los amantes de los RPG japoneses tendrán aquí un título interesante que, sin llegar a ser el mejor del género, deja un buen sabor de boca y que ofrece, en total, con todas las misiones secundarias y demás, unas 35 horas de diversión.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.