Análisis de Hollowbody, un survival horror que con muy poco transmite mucho

Hubo un tiempo en que el survival horror tuvo que ser sacado de su tumba por parte de estudios pequeños como Red Barrels (Outlast) o Frictional Games (Amnesia: The Dark Descent), creando una vertiente en primer persona que seguirían grandes como Capcom, con Resident Evil 7 y Village, o Konami, con lo que parecía que iba a ser Silent Hills. Por desgracia, nunca sabremos cómo habría sido lo que prometía ser un proyecto casi megalomaniaco con Hideo Kojima, Norman Reedus y Guillermo del Toro... Irónicamente, lo que murió entonces fue el terror clásico, el de perspectiva en tercera persona, cámaras fijas, que fue el que popularizó verdaderamente el género allá por mediados de la década de los 90, pero una vez más, los indies llegan al rescate: Lone Survivor, Signalis, Crow Country... y el que hoy nos ocupa, Hollowbody.

Tras Hollowbody nos encontramos a Headware Games, un estudio que está realmente formado por una sola persona, Nathan Hamley, lo que dificulta sobremanera calificar un videojuego. Evidentemente, tenemos que ser objetivos, pero independientemente del resultado final -que en este caso, ni mucho menos es malo-, ¿cuánto mérito tiene para un solo individuo? Si desarrollar un videojuego es difícil teniendo decenas de especialistas a cargo de lo que mejor se les da... ¿cuán complicado puede ser para una persona que tiene que componer música, guionizar, crear modelos, animar, etc...? Hollowbody tiene defectos, claro, pero la sensación final que deja, unida a esta peculiaridad, hace que no quepa más que reconocer la ardua labor de su creador.

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Un survival horror que cumple sin alardes y deja vislumbrar un gran potencial

Y es que a veces lo más difícil de un juego no son los aspectos técnicos -que no decimos que sean pecata minuta-, sino transmitir sensaciones y tener buenas ideas, y a pesar de inspirarse claramente en muchos otros títulos, Hollowbody transmite, y mucho. Y no queremos engañar a nadie: en una confusa primera escena en una playa, con un puñado de personas ataviadas con trajes de seguridad y máscaras, no transmite más que animadversión, y lo hace por unos modelos extraños, un paisaje feo y poco detallado y unas animaciones aberrantes. Cuando vemos eso, nos echamos a temblar, y no de miedo precísamente. ¿Van a ser así las 4 horas -aproximadamente- que dura este juego? Por suerte, no.

En un cambio de entorno completamente drástico, y confuso en ese momento, tomamos el control de Mica, la cual ha recibido señales de Sasha, su compañera desaparecida, desde un misterioso pueblecito británico completamente abandonado. ¿Os suena? Cómo no... Es complicado hablar de la ambientación, ya que a pesar de sus limitaciones visuales -la mayoría del juego se desarrolla en calles muy lineales y un edificio abandonado-, desde el punto de vista sonoro es asombroso cómo se ha conseguido tanto con tan poco. Pensemos en las melodías más histriónicas y de tonos industriales que compuso Akira Yamaoka para Silent Hill 2 y podremos hacernos una idea, aunque obviamente, a menor escala. A veces música, a veces ruido, pero Hollowbody es un prodigio sonoro para las capacidades que tiene. Además, el juego está completamente doblado -en inglés- con unas interpretaciones por encima de la media para producciones de este corte.

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Tras entrar en el edificio “abandonado” en el que vamos a pasar unos cuantos minutos -u horas-, vislumbramos cosas que evidencian las limitaciones del juego, siendo lo más destacable la repetitividad en los escenarios, siendo todas las habitaciones prácticamente la misma cambiando algunos elementos: muebles, un cadáver... o incluso restos de un misil en el caso de una en concreto. Sin embargo, Hollowbody presume de algo a través de su narrativa contada con notas de texto y comentarios de Mica de lo que no todos pueden presumir: hacer que el jugador se pregunte constamente qué está pasando, o ha pasado en ese escenario que está explorando. Sí, hay cadáveres repartidos por las diferentes habitaciones, y señales de que los supervivientes tuvieron que abandonar de manera precipitada, pero, ¿por qué?.

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También hay que dejar claro que es muy probable que ni siquiera al final entendamos todo, no solo por una narrativa compleja y una trama en general dispersa, también porque el juego está completamente en un inglés bastante complejo. No creemos que haya que penalizar el juego por ello, ya que un juego de estas dimensiones y con estas posibilidades, dificilmente se pueda permitir una traducción a otros lenguajes, pero hay que lanzar un aviso a navegantes: si no tenemos un nivel como minimo medio del idioma de Shakespeare, no nos vamos a enterar absolutamente de nada.

Hollowbody es eminentemente lineal, sin backtracking, pero con tramos donde sí habrá cierta exploración, sobre todo en un escenario cercano al final donde encontramos varios objetos -no desvelaremos cuáles para no spoilear- que parecen claves, pero no usamos finalmente. Hemos terminado el juego, y en efecto, no los hemos utilizado, lo que tiene una explicación sencilla: el juego tiene varios finales, algo que apoya también alguna escena que toma la forma de una suerte de aventura conversacional donde dependiendo de nuestras elecciones, terminará de forma trágica... o no. Esta exploración se dificulta en ocasiones por una cámara dinámica -no es fija- que intenta presentar siempre el mejor ángulo para seguir la acción, pero no siempre lo consigue, haciendo que el combate a veces sea también un poco engorroso.

Por otro lado, los puzles, no excesivamente originales, nos han parecido muy bien planteados ya que tienen toda la lógica desde el punto de vista narrativo -no hay elementos para resolverlos que se sientan extraños- como a la hora de solucionarlos. La mayoría de ellos son los típicos de encontrar X objeto y situarlo en determinado lugar, aunque hay uno con tintes matemáticos y lógicos que sin ser para recordar, nos ha parecido bien planteado. Por otro lado, el combate es muy sencillo, y donde otros patinan al intentar implementar algo más profundo, Hollowbody no se complica: pulsando el gatillo trasero izquierdo apuntamos, y lo hacemos de manera automática, para apretar el gatillo y no fallar ni un disparo. Y menos mal que es así, porque los enemigos habitualmente son lentos, pero cuando nos ven se convierten en seres sedientos de sangre con brazos larguísimos y movimientos también muy rápidos, así que hay que tener cuidado si queremos prescindir de combatir, ya que si nos pillan en pasillos estrechos, es más que probable que nos alcancen.

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