Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte, Parte 2
- PlataformaPC53605PS3
- GéneroAventura, Acción
- DesarrolladorEA Bright Light
- Lanzamiento15/07/2011
- EditorElectronic Arts
Se acerca el fin
Harry Potter ha sufrido la misma suerte en el mundo de los videojuegos que en el cine -siempre según la consideración de la crítica-. Mientras que algunas de sus aventuras han obtenido un éxito sin precedentes en todos los sentidos, otras han pasado sin pena ni gloria, generalmente por motivos que poco o nada tienen que ver con su ambientación. Esta segunda entrega de Las Reliquias de la Muerte mejora el trabajo de su antecesor, pero sigue por debajo de lo que se podría esperar de una licencia que está más cerca que nunca de las letras de crédito. Al menos por el momento.
La primera aventura oscura' de Harry Potter fue un fracaso estrepitoso, tanto en lo que se refiere a la aceptación popular como a la pésima utilización de una licencia que, por paradójico que pueda parecer hoy día, comenzó en este mundillo pisando con fuerza. Su base se sustentaba en una respetuosa adaptación que bebía de las fuentes de la acción y del rol. Ya en aquel entonces se solía hablar de la mala fortuna que corren esta clase de transformaciones, de cine a videojuego, especialmente cuando el único propósito del juego en cuestión es sacar los cuartos a los acérrimos. Harry Potter se ha convertido en una institución literaria, un fenómeno mediático que ha dejado de serlo para ser aceptado como parte de la cultura que respiramos en la actualidad. Quizá es la primera señal de que los tiempos cambian: las tendencias, los gustos e intereses del vulgo.
Es innecesario recordar cuál es el contexto de Potter, su historia o el meteórico ascenso de J.K Rowling, la responsable de su nacimiento, a los altares de la fama y de la filantropía. El mago de Hogwarts se ha encargado él solito de hacer que su nombre sea una especie de mito que todo adolescente conoce. También adultos. Precisamente ahí radica la clave de su éxito: los libros no cierran puertas a ningún lector, como tampoco lo hace el cine. Si hablásemos de una trilogía de distintas encarnaciones (una especie de trípode que fundamenta la base del universo Potter), los videojuegos serían, sin lugar a dudas, la parte menos agraciada. En su momento se mantuvo un nivel de calidad que reclamaba la atención de los menudos de la casa. Luego, en un intento por acercarse a la nueva ambientación de la serie (motivada por el cierre de la heptalogía y el consecuente crecimiento de los protagonistas), EA Bright Light decidió eliminar cualquier traza de rol para centrarse única y exclusivamente en la acción.
Esta acción derivó en un esperpéntico producto cuyo nombre pasó sin pena ni gloria por el mercado. La primera parte de Las Reliquias de la Muerte fue catalogado como un shooter genérico en el que la varita mágica de Harry se convertía en una pistola; sus amigos en simples marionetas con los que afrontar el fuego enemigo; la ambientación en una excusa para que ningún aficionado se sintiese alejado del fantástico universo de Rowling. Los amantes de la franquicia pusieron el grito en el cielo. Dilapidado, las esperanzas se situaron pronto en su secuela (que estaba destinada a aparecer en el mercado sin importar la recepción del primero, cuya presentación fue misteriosamente omitida de los eventos que EA Games celebra a puerta cerrada anualmente). La línea temporal se cierra en este punto, justo en este mismo análisis, en el que convergen todos los senderos que llevan a la finalización de un argumento que ha tenido en vilo a cientos de miles de personas. La pregunta es: ¿Ha madurado Harry Potter, o sigue perdido en el mundo virtual del videojuego?
La tarea del estudio era, como se puede apreciar, cuando menos compleja. La segunda parte que hoy tenemos entre manos cumple algunas de las promesas, toda vez que se olvida de otras, mucho más significativas. Si por un lado se mejora ligeramente la impresión que transmite la mecánica, por el otro Bright Light muestra una preocupante incapacidad para unificar los fragmentos de la película con la parte jugable. Harry no es el único personaje que se presta a ser manejado a nuestro antojo: también se suman a la fiesta otras caras conocidas con las que se busca dar un nuevo enfoque a la partida. Nada más lejos de la realidad, la sensación que impera durante las primeras partidas es la de estar ante un shooter en tercera persona, donde la varita ha dejado de ser un instrumento mágico para limitarse a representar un arma de fuego cualquiera. Más personajes, distintas formas de enfocar la partida, pero siempre para cumplir un mismo objetivo.
Antes de continuar, es importante realizar un aviso para el lector: la acción propiamente dicho no tiene nada de malo. El hecho de que Harry Potter cambia la perspectiva de su magia no implica necesariamente que el producto en cuestión tenga que ser malo. De hecho, más bien sucede todo lo contrario: a veces, una fórmula común encaja como anillo al dedo con aquello que anda buscando el aficionado. En este caso, pasar un rato entretenido disfrutando de sus héroes favoritos, o de una ambientación tan peculiar como encantadora, en el sentido más amplio de la palabra. Sin embargo, en Las Reliquias de la Muerte (tanto en el primer como en este segundo capítulo) el cambio no ha terminado de encajar. Esto se debe a los errores que se han cometido en dos sentidos: de una mano, por la constante repetición de los mismos elementos en pantalla, una y otra vez hasta el agotamiento. De la otra, por un diseño de niveles exento de cualquier inspiración, aunque no se puede criticar la aparente obsesión por calcar cada uno de los decorados del filme con los que aparecen durante esta aventura.
En realidad, el uso de distintos hechizos es uno de los aspectos que procura añadir variedad a la mecánica de juego. Si entendemos que durante la aventura la única posibilidad a la que se entrega el mago es a caminar hacia adelante mientras dispara a todo ser que se cruce en su camino, la lógica hace pensar que con una buena selección de ataques se puede fomentar el divertimento. Esto viene a colación del concepto que subrayábamos algunas líneas atrás: lo que falla aquí no es la teoría, es la práctica. La variedad de hechizos es, por lo tanto, esencial para evitar que el tedio llame a nuestra puerta a poco de comenzar a jugar. Su uso varía en función de su origen: con unos podemos realizar disparos a larga distancia, con otros proteger nuestra salud; a veces basta con incinerar todo lo que nos rodea, otras es necesario quitar la protección de nuestro enemigo para que éste muerda el polvo. El uso de estrategias durante la partida es aconsejable, pero realmente no es imprescindible, especialmente si jugamos con un segundo jugador que ofrezca apoyo logístico.
La mecánica jugable no ofrece nada que traspase las barreras de lo que se ha expuesto hasta este punto, lo que indica que este Harry Potter sigue exactamente la misma tradición de su antecesor en cuanto a la parquedad de contenido. Es, después de todo, un juego de acción, por lo que parte de su atractivo reside en la parte visual: ambientación, calidad gráfica, etcétera. A nivel técnico, EA Bright Light se las ingenia para conseguir un acabado destacable en cuanto al diseño de los personajes se refiere. Sucede lo mismo con la representación de los escenarios, que parecen querer imitar 1:1 la representación de la película.
Por suerte o por desgracia, uno de los puntos más destacados del título es, como también lo fue en el caso de su antecesor, el aspecto sonoro. La música acompaña fielmente a los momentos álgidos que ofrece la aventura; el doblaje es una pieza de coleccionista del que bien harían en aprender otras compañías que descuidan este aspecto por motivos que todavía no hemos terminado de comprender. Queda patente que EA Games ha realizado un esfuerzo importante a la hora de establecer unos valores de producción que al menos sean fieles a esta peculiar comunidad mágica. Gracias a una buena inversión se ha logrado mantener un aspecto que recuerda a la película, algo de lo que se deberían de dar por satisfechos los acérrimos de la franquicia: aquellos que, tras ver la película, quieran adentrarse en las pieles del mago sin tener muy en cuenta la variedad de escenarios o lo entretenida que sea la mecánica. De ahí que lo más correcto sea hablar de un producto destinado a los aficionados, aunque no al público que esté esperando una aventura digna de la inversión que representa.
Hay otro problema, probablemente el más llamativo de todos los que se han comentado en esta valoración, que emborrona los logros que el título consigue respecto a su antecesor: la duración, que oscila entre las cuatro y seis horas de juego. Quizá hablar de seis horas' sea exagerar, dado que una vez finalizada la aventura, existen pocos motivos para volver a afrontarla. Hay contenido desbloqueable en forma de clips de vídeo, audio, tesoros y, en fin, material que hará las delicias de aquellos que gusten de exprimir sus adquisiciones hasta la médula. No obstante, no parece que sea suficiente para justificar un segundo recorrido por mundos en los que las escenas de vídeo se intercalan con escenas de acción sin apenas sentido. Al menos, sin reflejar todo aquello que ha hecho de Harry Potter una de las figuras más emblemáticas del entretenimiento en la época actual. Este hecho nos devuelve a la idea de que se podría haber conseguido un resultado mucho más destacable que este retocando determinados aspectos de la mecánica. Por ejemplo, su duración.
El resto de los curiosos que se acercan con esperanzas al producto haría bien en alquilarlo, en darle una oportunidad, aunque probablemente a la hora de devolverlo a su estantería ya se haya obtenido el 100% del contenido que ofrece. Quizá en el futuro EA Bright Light solucione estos problemas pero, de momento, siguen haciendo acto de presencia. Una ocasión desaprovechada. Mejor que la anterior, pero igualmente desperdiciada si se atiende al valor de la franquicia en el resto de corrientes artísticas.
Mejorable
Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.