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Goodbye Deponia

Goodbye Deponia

Goodbye Deponia

Ha habido que esperar todo un año, pero al fin Daedalic nos trae la entrega final de una trilogía a recordar en la aventura gráfica. Regresa el humor hilarante, el egomaniaco Rufus y el aroma a la vieja escuela, así que digámosle adiós al universo Deponia como se merece... Sí, con Rufus liándola parda cada vez que abre la boca

“Dejémoslo en un ‘hasta luego”
Es difícil, ya sea en una saga de libros, juegos o películas, decirle adiós a un personaje al que le has cogido cariño, junto con el que has vivido una experiencia llena de humor, acción, sus instantes ‘tiernos’ y demás. Síntoma de que un estudio ha hecho bien su trabajo, nos ha costado decirle adiós a ese regalito, a ese antihéroe egoísta, dechado de (des)virtudes y desastre andante que es Rufus, el protagonista de Deponia, una experiencia completa que sus creadores, el estudio alemán Daedalic –hoy por hoy auténticos abanderados de la Aventura Gráfica tradicional, lanzando una maravilla tras otra como los más recientes The Night of the Rabbit o la segunda entrega de The Dark Eye, Memoria- decidieron dividir en tres juegos, pero que es como por ejemplo sentarte a leer/ver El Señor de los Anillos, con cada parte comenzando justo donde la otra lo dejó formando una sola historia partida en tres trozos.

Hace más de un año ya, en septiembre de 2012, que pusimos un pie en la tierra de Deponia, un planeta-basura que por azares del destino –y por el gafe de Rufus- empieza a atraer sobre sí más atención de la debida. Un guión descacharrante, con situaciones hilarantes y un doblaje que casi se convertía en el mejor del año cortesía de FX entregó un juego cuyos pocos ‘peros’ estribaban en que se hacía corto –pero tenía sus buenas 10 horitas- y que terminaba demasiado abruptamente, síntoma de haber partido una historia en el último momento debido a su extensión, aunque tampoco le hubiéramos hecho ascos precisamente a una aventura que nos hubiese durado 30 horas. Apenas mes y medio después, en noviembre de 2012, pudimos continuar la historia con una segunda parte que aumentaba el caos, el reto en los puzles y el sentido del humor –lo de Goal por triplicado era una genialidad de guión. Más grande, más divertida, mejor cohesionada, más surrealista, más satírica, más destroyer, Caos en Deponia nos dejaba en pleno Cliffhanger con las puertas abiertas a su conclusión, que se ha hecho de esperar un año entero por desgracia.

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“You are leaving Deponia”
Vamos a pasar un poco de puntillas por lo que es la historia, ya que supondría revelarles detalles de la trama que la serie ha ido gestando desde el primer juego. Digamos solamente que Rufus y su enamorada Goal, junto a otros compañeros, siguen rumbo al Elysium, esa sociedad ideal y perfecta de felicidad eterna –como precisamente la que vimos este verano en los cines en la lograda y violenta Elysium de Neill Blomkamp. Y los que están en el Elysium quieren ir rumbo a Utopía. Pero el planeta-chatarrería Deponia se les interpone en el camino. Después de dos entregas y unas 20 horas de juego, tanto la trama como los personajes principales y secundarios y el camino que algunos han tomado/les han obligado a tomar, han aumentado considerablemente desde ese basurero con ínfulas de escapar de Deponia que era el primerizo Rufus que conocimos, por lo que son varios los hilos abiertos que maneja su guión. De nuevo repetimos el mismo tutorial en el mismo escenario inicial, solo que esta vez nos encontramos con el personaje que Rufus menos se esperaría y menos querría ver. ¿El enemigo? Peor –ya veréis quien es-, que se encuentra a estas alturas de la trama formando parte de la Resistencia en la Guerra contra los Organon. Y es que la historia de Deponia es así, el final de todas las cosas. Al igual que El Retorno del Rey, Matrix Revolutions o la Venganza de los Sith, la parte final es un confluir de personajes que vuelven y sub-tramas que buscan su conclusión.

Para empezar nos encontramos con un prólogo bien distinto de los anteriores. Si el primero nos presentaba al personaje y el segundo era toda una lección de humor acido negrísimo slapstick –sin duda el prólogo más destroyer del 2012-, el tercero es una elaborada set-piece de acción con situaciones límite, solo que planteada al estilo Rufus, esto es, con varios momentos absolutamente hilarantes y la aparición hasta de un fan que se cosplayea igual que nuestro protagonista –la pobre Goal en esta escena sí que lo pasa mal. Aquí ya nos encontramos al estilo de otras aventuras como Sam y Max con momentos scriptados que juegan a usar el click izquierdo del ratón como si de una QTE se tratase, dándole toques de dinamismo a la acción aunque tampoco sin entrar en el terreno que hizo Secret Files 3.

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Desde el principio se nota un aumento en cuanto a las intenciones del guión de aumentar la escala y centrarse en aspectos no vistos anteriormente de sus protagonistas, ya que se narra el final de la historia, con la obligatoriedad de ir cerrando hilos y tramas y darles su momento de lucimiento a un plantel de secundarios que en ningún momento se puede decir que caigan en el tópico –un fantasma mirón que practica el voyeurismo en un hotel por ejemplo. Sobrepasando la decena de horas en una duración un poco más larga que los anteriores capítulos, Goodbye Deponia nos presenta a un Rufus que, aunque sigue siendo un miserable, egomaníaco y totalmente pagado de sí mismo ser humano, irá dándose cuenta poco a poco de su papel verdadero en cuanto a que la clave de salvar Deponia se encuentra en sus manos.

A pesar de que al inicio contamos con una breve recapitulación de lo ocurrido en La Fuga y Caos, y de que el juego no exige haberse pasado los anteriores para disfrutar con esta entrega, lo cierto es que es como ponerse a ver una trilogía en su último capítulo, por lo que se pierden muchos de los chistes, se desconocen los personajes, sus motivaciones y también lo vivido con ellos, por lo que es más que recomendable pasarse Deponia en orden y tener así la visión global de la trama que Daedalic quiere que nos hagamos. Se trata de un desarrollo en el que el estudio ha querido imprimir un ritmo para que nunca decaiga la acción, aunque siempre manteniendo su esquema y jugabilidad de puzles por encima de todo, de exploración y hablar con todos los personajes que veamos.

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“El otro tornillo, Rufus…”
Desde la primera entrega, Deponia no se ha limitado a incluir puzles en su desarrollo, sino que el estudio ha implementado minijuegos para diversificar el esquema. Minijuegos que vuelven y que nos retarán a resolver pruebas de distinto tipo, como apagar una serie de radiadores usando unos pocos botones. En algunos estaremos clickando en plan Ensayo y Error –podemos resolverlo en un momento, podemos tirarnos un buen rato-, pero eso no valdrá para otros, que requieren de aprender sus mecanismos base para poder resolverlos. En cuanto a los puzles en sí, el combinar uno o varios objetos será lo esencial, en pruebas que en general, a pesar del ambiente del juego, tendrán más o menos su base lógica –decimos más o menos por aquello de que llevamos a Rufus y su ‘bendita’ inteligencia-, por lo que el avance se sucede a cierto ritmo que, como siempre en este género, depende también de nuestra experiencia en él.

Pero esto es un juego de Daedalic. Y en él no podían faltar algunos puzles de esos que nos han hecho detenernos un tiempo mayor del habitual ,repasar varias veces el inventario y los escenarios, y volver a agotar todas las conversaciones con los personajes. No han sido demasiados, pero requieren de pensar menos siguiendo la lógica y más recordando esa ilógica que planeaba sobre algunos de los incunables del género -¿recordáis el puzle del pulpo y la bañera de Mundodisco?- De nuevo, un pequeñísimo objetivo y puzle principal puede ir creciendo y complicándose hasta convertirse en uno mucho más complejo al que se le van añadiendo objetivos secundarios y puzles que resolver para ir avanzando hasta desenmarañar toda la trama de pruebas y lograr el ansiado objetivo para avanzar. También habrá pruebas que requieran del uso de elementos, combinar objetos y realizar acciones en un orden determinado que seguirá un patrón que deberemos descubrir.

Demostrando su condición de continuista, Goodbye Deponia nos presenta la misma interfaz y los mismos comandos de control que las otras dos. Y ese acertado inventario que surge y se oculta a un golpe de rueda. De nuevo haciendo doble click en las flechas de lugar avanzaremos con rapidez por los escenarios trasladándonos de una punta a otra al instante para no tener que recorrer/desandar todo el camino. También regresa la ayuda situada en la barra espaciadora, que señala los puntos de interactuación, aunque con no usarla basta para no arruinar la experiencia. Y no vamos a terminar sin hablar de la seña de identidad de la serie, de su bandera y el eje alrededor de lo que gira todo: El humor, el absurdo, paródico, auto-paródico, descacharrante humor que salpica cada instante, escenario, diálogo, situación y personaje.

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Elysiumtopia
Una vez más tenemos desde referencias cinéfilas al humor más slapstick –Rufus sigue adoptando su pose de karateka ante un peligro-, hasta diálogos que dinamitan la 4ª pared desde el inicio –regresa el trovador. Aunque Daedalic ha querido esta vez ir más lejos, recurriendo en ocasiones a un humor mucho más negro, caustico e irónico en la que se ríe hasta de sí misma y sus juegos anteriores. Como antes en la serie, nos reiremos, en ocasiones nos carcajearemos de lo lindo, y en otras tendremos esa expresión de “¿pero qué…?”, de WTF si nos permitís el uso de la expresión de la red, ante lo delirante de la situación que veamos. Como señalábamos en el análisis de la Fuga, el humor en Deponia no es una baza, ni un añadido, sino la base de todo. Y es un placer ver de vuelta ese aroma al estilo de obras maestras del entretenimiento y el humor de la LucasArts pre-Disney como Monkey Island o Day of the Tentacle que sigue sobrevolando esta IP.

A nivel gráfico, desde The Whispered World, las producciones Daedalic han funcionado bajo la potencia del motor gráfico Visionaire Studio, que usa un punto de vista 2D con múltiples capas parallax. En Goodbye Deponia, el estudio vuelve a ese estilo de animación Flash en el que el su punto más flojo sigue siendo unas animaciones que en algunos patrones pecan de robóticas en su ejecución, pero acertadas en su concepción –las expresiones faciales de Rufus de cuando está serio y cuando se le va la mente a otra parte siguen siendo descacharrantes. Es cierto que el impacto en cuanto al aumento de detalle de La Fuga a Caos no es superado de la segunda entrega a esta, pero Goodbye logra de nuevo que el apartado visual entre por los ojos, con un mayor número de escenarios de esos de repasarlos a fondo observando cada mínimo detalle. Y una paleta cromática variada y llamativa como pocas, aunque las puntuales ralentizaciones que observábamos en Caos siguen presentes en algunos cambios de pantalla y/o diálogos. Un absoluto festín visual y con su propia personalidad, sello habitual de este estudio.

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En cuanto a nivel sonoro, la copia que hemos probado vuelve a estar en inglés, con textos en varios idiomas europeos excepto en Español. La Fuga de Deponia llegó por cortesía de FX Interactive con un doblaje encomiable, impresionante y candidato al doblaje del año y de lo mejorcito que se ha escuchado en este país en la historia del sector, algo que su continuación repitió y que suponemos que este Goodbye seguirá la misma estela, aunque la copia que encontraréis en Steam desde hoy está en inglés, francés o alemán. A pesar de ello es notable y digno de mencionarse el esfuerzo que los dobladores ingleses le imprimen a la localización, tomándoselo tan en serio como sus contrapartidas españolas en la sala de doblaje, por lo que es una pista de audio conseguida. Lo mismo que su banda sonora, que esta vez tiene ese aire de final de fiesta, puntuando el sentimiento de que la historia va llegando a su fin ycomenzando con un tema central que ya no refleja las ilusiones de un soñador por huir de su realidad, sino de un héroe y un pueblo que se alza en armas por su destino –bonito el tema jazzístico del hotel que encontramos tras el prólogo.

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8.6

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.