Corría el año 1989 cuando la compañía nipona SEGA, que arrasaba en los arcades del momento, se sacó de la manga uno de los hack & slash más recordados de la historia. Golden Axe nos ponía en la piel de Ax el bárbaro, Tyris la amazona o Gillius el enano, y nos embarcaba en una aventura para rescatar al rey y la princesa de Yuria, las tierras en las que tenían lugar los acontecimientos. El Death Adder, el enemigo por antonomasia en las entregas de la saga, ofrece un desafío para los tres héroes, que buscan venganza por el asesinato de sus seres queridos. Ahora, casi veinte años después, SEGA ha resucitado el título para llevarlo a la alta definición transformado en este Beast Rider que tenemos entre manos.
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El juego, basado esta vez en la aventura en solitario de Tyris, nos lleva de nuevo a combatir contra el Death Adder en su enésima aparición sobre Yuria. Se ofrece un enfoque tridimensional, con una perspectiva situada tras el jugador, muy similar a la de juegos como Devil May Cry o Ninja Gaiden, aunque el resultado final dista bastante de las cotas de calidad de estos títulos. Como veremos a continuación, se trata de un buen intento de revitalizar la franquicia, adaptándola a los tiempos que corren, que queda mermado por problemas tanto técnicos como de jugabilidad. Como en el título original, el combate es el absoluto dominador del desarrollo del juego, algo que gustará sin duda a sus aficionados. Es hora de tomar la espada, las pociones azules y nuestro dragón, por que nos vamos de caza.
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Gráficos
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La presentación visual de este nuevo Golden Axe sorprende en los inicios por su grado de detalle y el nivel alcanzado en las texturas de los personajes. Las curvas de nuestra protagonista se contonean sinuosas mientras repartimos mandobles y cortamos cabezas y troncos de enemigos. No se ha escatimado en desmembramientos y desde el primer combate se deja bien claro que este no es un producto recomendable para menores. Según vayamos inflingiendo heridas mortales a los enemigos, el monitor quedará cubierto de salpicaduras de sangre fruto de la masacre. Resulta un efecto destacable, y se añade a las buenas representaciones del fuego y los destellos mágicos que se pueden ver en el juego.
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Por otro lado, las cinemáticas están a un nivel alto y además se van intercalando con frecuencia con el desarrollo. Las hay tanto de duración larga como corta, y consiguen narrar bien el avance de la historia y las diferentes situaciones que vamos encontrándonos. Este despliegue visual impresiona, como decíamos, aunque se ve perjudicado en parte por los problemas del motor que mueve el conjunto. La tasa de imágenes no es lo estable que sería de desear, y además la cámara puede situarse, pese a ser libre, en posiciones nada recomendables para nuestros intereses. Más aún, cuando se juntan varios enemigos en pantalla y se añade una bestia de las que podemos montar, el rendimiento decae en picado.
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Estos problemas de rendimiento y la posición, caótica, de la cámara, hacen que los encuentros con los enemigos sean una experiencia bastante tosca. Pese a que las animaciones de los personajes son en general fluidas, los controles de nuestra amazona tardan en reaccionar. De hecho, seremos heridos más por culpa de la falta de sincronización entre nuestro personaje y las órdenes que le acabamos de dar que por nuestra falta de habilidad. Los escenarios, por último, aparecen bien detallados y cuentan con elementos con los que interactuar, aunque existen los denominados muros invisibles, que nos limitan acciones tales como subirnos a un muro cercano. Tan solo podremos desplazarnos por los caminos, perfectamente delimitados, lo que hace al juego totalmente lineal, exactamente igual que el Golden Axe de hace 20 años.
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Música y Sonido FX
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El universo de Beast Rider se mueve al compás de una banda sonora de cortes épicos que le sienta francamente bien al título. Los temas, dominados totalmente por la percusión, marcan el ritmo de los combates y consiguen animar al jugador, aunque se echa en falta algo menos de dramatismo en los pasajes menos tensos. Durante las distintas fases, se irán alternando temas sencillos, que se enlazarán unos con otros para formar una base sonora para nuestros combates. Este audio se vuelve bastante repetitivo según pasan los minutos, y hasta que no avancemos hacia otras fases no variará la canción actual. Por momentos, la música se mueve hacia el sonido chill out, resultando bastante agradable, aunque esto solo ocurre en fases muy concretas. En el resto, los tambores nos acompañarán marcando el ritmo para nuestros golpes.
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El apartado de sonidos y voces está encabezado por una correcta interpretación vocal, totalmente en inglés, eso si. Los subtítulos ayudan a la comprensión de las distintas secuencias intermedias, en las que se van desgranando los antecedentes y consecuencias de nuestra búsqueda. En los combates, escucharemos el gruñido de los enemigos y los chillidos de las monturas, que gritarán doloridas al recibir un impacto. El catálogo de sonidos y voces es abundante y consiguen representar correctamente su papel sin aburrir al jugador ni conseguir que las odiemos. En general, todo lo relacionado con el aspecto auditivo del juego se nota cuidado, quedando por encima de la calidad global del producto en su conjunto.
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Jugabilidad
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Es en este punto donde el interesante montante técnico se desmorona poco a poco según pasan los minutos de juego. El título de SEGA propone al jugador tomar el control de la amazona Tyris y vengar a su hermandad, asesinada por el Death Adder. Durante el desarrollo de la aventura iremos encontrando piezas de la mítica Golden Axe, que el enano Gillius se encargará de otorgarnos al inicio. El hecho de utilizar únicamente a Tyris como protagonista es una decisión cuanto menos cuestionable, más aún cuando no se ofrece una jugabilidad profunda ni un sistema de combate que vaya evolucionando según avanzan los niveles. Según vamos pasando las distintas fases, el tedio va sustituyendo a la diversión inicial, haciendo los encuentros más y más aburridos.
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El sistema de combate, bastante peculiar, nos ofrece dos tipos de defensas contra los ataques. Tenemos tanto un movimiento de esquiva como un bloqueo del arma del rival, cada uno de los cuales tiene un color asociado. El arma de los enemigos se iluminará cuando vayan a golpear, volviéndose naranja si el ataque se debe evitar o azul si se debe bloquear. Existe la posibilidad de que se vuelva verde, siendo este último indiferente al tipo de defensa que utilicemos. Este juego de colores nos obliga a usar la defensa adecuada para cada tipo de ataque, lo que acaba desembocando es un sistema que funciona bien durante los primeros minutos, pero que acaba siendo tremendamente engorroso. Esto es así por que los bloqueos requieren un control del tiempo casi perfecto con el golpe del enemigo. Además, cuando estamos luchando contra varios oponentes y cada uno ejecuta un ataque diferente, es seguro que recibiremos un impacto.
Tyris dispone de dos tipos de ataque con los que ejecutar combinaciones, ataque rápido y ataque fuerte. También puede realizar conjuros, como en el Golden Axe original, canalizándolas a través de las míticas botellas azules. Para conseguir estos recipientes, los pequeños gnomos de hace veinte años vuelven con un aspecto diferente, pero igual de escurridizos. Un golpe al gnomo azul nos ofrecerá una botella mágica y un golpe al gnomo verde un trozo de carne. Como se puede ver, un homenaje al original que hará sonreir a los más veteranos del lugar. Las monturas, como no podía ser de otra forma, harán acto de aparición en el juego, que no en vano lleva el título de Beast Rider. Las diferentes criaturas gozarán de habilidades únicas y que las harán elementos de destrucción muy útiles en combate, aunque su poca vida hace que preservarlas resulte bastante complicado. El control de las bestias resulta bastante deficiente, y cambiar la dirección en la que están encaradas puede suponer acabar recibiendo varios golpes, además de caer al suelo y perder a nuestro monstruo.
Cambiando de tercio, la estructura de los niveles se basa en zonas cerradas que requieren la activación de ciertos mecanismos para avanzar. En la mayoría de casos, golpear determinadas estatuas nos servirá para abrir las puertas. En estos casos, utilizaremos la Golden Axe a modo de bumerang, lanzándola para alcanzar los lugares más lejanos. Los mencionados muros invisibles nos encarrilarán irrevocablemente hacia nuestro siguiente objetivo, dejando bien claro que no encontraremos aventura más allá de los límites que vemos en pantalla. La historia, segmentada en varias fases, se nos irá detallando por medio de pergaminos dispersos por las tierras de Yuria. Al finalizar las diversas misiones, recibiremos oro por nuestro rendimiento, así como nuevos trajes para Tyris, modos de juego o armas. Desbloqueando los diversos elementos acabaremos disponiendo de tres modos de juego, la aventura original, el modo desafío y los retos de Tyris.
Como mencionábamos antes, el control no responde lo suficientemente bien, y muchas veces deberemos medir perfectamente el tempo de nuestra defensa, si no queremos ser golpeados incesantemente. En otras ocasiones esto empeora, ya que ni siquiera podemos defendernos, especialmente cuando caemos al suelo. Por si fuera poco, los problemas de cámara harán que no veamos venir algunos golpes hasta habernos impactado, y esto ocurre en más ocasiones de las deseables. La lentitud de Tyris para ejecutar algunos golpes y la dificultad de defenderse eficientemente de varios oponentes al mismo tiempo hace que los combates se vuelvan bastante complicados según avanza la aventura, especialmente al encontrarse enemigos con ataques imparables, como los gigantescos ogros.
Los dos modos de juego adicionales nos embarcan en distinto tipo de aventuras. Mientras que el desafío nos ofrece la posibilidad de volver a jugar cualquier fase ya completada, el duelo bebe de sus orígenes y nos enfrenta en una arena cerrada a grupos de enemigos, cada vez más poderosos, con los que medir nuestras capacidades de combate. La falta de un modo cooperativo es un importante problema, que se podía haber solucionado con un enfoque más cercano al Golden Axe original, ofreciendo más personajes para elegir. Los extras son lo suficientemente jugosos como para intentar desbloquearlos al máximo, pero más allá, el interés en completar la aventura una y otra vez es escaso. Sin otro compañero para disfrutarlo, la historia de Beast Rider queda resumida a un monólogo bastante aburrido de la amazona.