Game of Thrones, Episode 3: The Sword in the Darkness

Después de un episodio 2 que consideramos un tanto lento por lo que suponía introducir a dos nuevos protagonistas después de los hechos en la primera parte, cortando un poco el ritmo, nos encontramos en este tercer episodio con algo bastante distinto. Llegando al ecuador de la temporada -recordemos que Juego de Tronos tiene seis episodios frente a los cinco habituales de las temporadas de Telltale- ya parece que todo está en marcha a pleno ritmo, con los protagonistas repartidos por distintos lugares del mundo haciendo frente a diversas ramificaciones de la trama que afecta a la familia Forrester y a su posible supervivencia.

Al estar todos los protagonistas afrontando situaciones tensas y de interés, todo el juego se beneficia de un mayor ritmo narrativo, junto con mayor variedad y cantidad de decisiones de peso que tendrán consecuencias a corto y largo plazo. Así mismo, empezamos a ver algunas de las consecuencias de decisiones pasadas, aunque todavía no estamos en el punto de la trama en el que tengamos una visión clara de lo que va a pasar. Y si en anteriores episodios apuntábamos a cierta difuminación de ciertos personajes por aspectos como personalidad o trama, ahora podemos decir que todos aparecen mejor definidos y con un extra de interés gracias a sus circunstancias.

En los casos de Asher y Mira, los dos “alejados” de los Forrester, sus argumentos tienen en común el difícil equilibrio entre tratar de ayudar a su familia y sus lealtades presentes. La situación de Mira en Desembarco del Rey se ha hecho muy tensa, y dado que los hechos ahí se van a entrelazar con un momento cumbre de la serie, podemos decir que la apacible subtrama de intrigas palaciegas y conversaciones de damas va a subir en muchos enteros su intensidad. Por otro lado, Asher protagoniza un encuentro con dos de las figuras más destacadas de la serie, y todo apunta a que tendrá una difícil situación entre su presente de amistad y lealtad con su compañera de fatigas Beshka y la ayuda que le pide desesperadamente su tío Malcom.

Al mismo tiempo, Gared, cuya anodina personalidad no despertaba demasiadas pasiones, sube muchos enteros con la subtrama en el Muro, que de hecho es quizás la mejor de este episodios. Además de nuestras generosas interacciones con Jon Nieve, contaremos con algunos momentos realmente épicos, choques de lealtades, la posibilidad de vivir en primera persona uno de esos momentos inolvidables de la saga y decisiones tan duras como peligrosas. Mientras, Rodrik y el resto de la familia que queda en Ironrath tiene nuevas humillaciones que afrontar, dejando al jugador el decidir cómo lidiamos con ellas -difícil cuando parecen estar diseñadas para hacernos hervir la sangre-.

La forma en la que están hiladas las cuatro subtramas es mejor que en el resto de los episodios, con buenas decisiones en las transiciones y gran ritmo general. Lo que podía parecer una debilidad al tener hasta cuatro protagonistas distintos se ha convertido aquí en una ventaja al darle a la historia mayor variedad. El elemento de desesperación y la sensación de que estamos luchando futilmente contra un destino funesto es también poderosa. En parte es mérito de la propia franquicia, ya que Juego de Tronos no se da mucho a los finales felices precisamente y eso contribuye al tono ominoso que reina en esta historia. Pero también Telltale está haciendo un buen trabajo con su historia propia, no tiene la crudeza de los libros o la serie, pero en general se está haciendo una historia cuidada y que se puede asociar perfectamente a la franquicia con orgullo. La forma en la que están entrelazando algunas tramas de la serie para alimentar sus propios argumentos resulta particularmente reseñable y un ejemplo de cómo tratar un juego licenciado como este.