Etherium
- PlataformaPC6.9
- GéneroEstrategia
- DesarrolladorTindalos Interactive
- Lanzamiento25/03/2015
- TextoEspañol
- VocesInglés
Etherium
Etherium trata de reunir lo que ha convertido en clásicos a los mejores RTS, con la apuesta clara de conseguir un juego completo, complejo y divertido. Aunque contar con los mejores ingredientes es importante para cocinar un buen plato, lo uno no es garantía de lo otro.
Tindalos Interactive es un joven estudio francés, poco más de cuatro años de vida, que mantiene como máxima hacer aquellos juegos que ellos querrían jugar. Con toda seguridad es lo que tenían en la cabeza al crear Etherium; pensaron en todos sus juegos de estrategia favoritos; los Starcraft, los Total War, los C&C, los WarHammer, los Total Anihilation… y decidieron extraer lo mejor de cada uno de ellos y crear el juego de estrategia perfecto. Cual doctor Frankenstein comenzaron a unir partes, dar forma a su criatura y a esperar que, al contrario de lo que ocurrió con el doctor de Mary Shelley, su criatura destacase más por sus virtudes que por sus imperfecciones.
Pensad en cualquier cosa que le podáis pedir a un RTS. Por ejemplo, varias facciones diferenciadas, árbol de evolución tecnológica, estrategia tanto por turnos como en tiempo real, conquista por sectores o mediante “raids” inmediatos, super-armas para finiquitar la partida, efectos atmosféricos que afectan al mapa y a la jugabilidad, diplomacia, zoom sobre las unidades o juego a vista de pájaro, unidades especializadas que adquieren experiencia, gestión de recursos y de mejora de instalaciones, “cartas” que jugar a lo HearthStone, ataques especiales, una historia “atípica” sobre dominio espacial… Cualquier cosa que se nos ocurra ya ha pasado por la cabeza de los programadores franceses y seguramente tendrá su pequeño espacio en este Etherium. Lo que nos queda por ver es si tal cúmulo de intenciones consigue su objetivo y podemos hablar de un buen juego o solo eso, otro intento que se queda a las puertas de un salón de la fama completamente copado por los Relic, Blizzard…
Comenzaremos por la historia; más que nada para dejarla pronto atrás. En Etherium se enfrentan tres razas por conseguir la mayor cantidad de Eterio, que no es otra cosa que una materia multiusos extraída de los huevos que unas criaturas extradimensionales ponen en seis planetas concretos cada mil años exactos. No le vamos a dar más vueltas y nos quedaremos con que el objetivo es pugnar contra otras dos facciones por conquistar y mantener el máximo de objetivos posible durante doce turnos. El que mayor puntuación haya obtenido al final de estos turnos gana el modo conquista.
Además durante este modo de juego por turnos podremos comprar y utilizar cartas cuya utilidad puede ser fundamental en un momento determinado. Así, podremos usar cartas que evitan la huida de la nace enemiga, su reparación, que nos permitan espiar el potencial enemigo, que reduzcan sus reservas de eterio… Todo esto nos lleva al momento en que ataquemos un planeta ocupado por el enemigo o bien éste ataque uno bajo nuestro control. Ese será el momento de bajar al barro; de que las tropas desciendan al propio planeta y compitan cara a cara por su control. Ahí comienza el segundo modo de juego, el que en sí es un verdadero RTS.
Cada planeta cuenta con una superficie característica. No habrá demasiada originalidad aquí, encontrando las clásicas superficies heladas, desérticas, rocosas, selváticas… Sin que esto afecte a la acción más allá de los fenómenos naturales que sí afectarán tanto a nuestras posibilidades de acción como a la propia supervivencia de nuestras unidades; erupciones volcánicas, tormentas eléctricas, tormentas de arena o tornados.
Una vez nuestra base de despliegue aterriza sobre la superficie contaremos con una cantidad de eterio que dependerá del dominio previo que se haya tenido sobre el planeta. Si nos encontramos defendiendo contaremos con reservas de eterio y unidades de refuerzo, lo que siempre da una ventaja al defensor sobre el atacante. Una vez comienza la acción veremos cómo toda la superficie del mapa se encuentra dividida en sectores. Cada sector se controla tomando un monolito que se alza en él. La conquista de territorios es el fundamento básico de la partida porque nos permitirá construir una base de expansión en él, obtener Eterio para costear nuestra expansión y, sobre todo, construir defensas. Muchas defensas.
El objetivo durante la partida será el de ir dominando poco a poco más sectores, disputándoselos al enemigo, para conseguir más y mejores recursos ofensivos y acabar destruyendo su base. Entre las fuerzas que usaremos para ello dispondremos de distintas unidades de infantería, especializada desde la más básica y barata a efectivos francotiradores o unidades anti-blindado, carros de combate de mayor o menor potencia, unas pocas unidades aéreas y, por fin, los titanes, el arma por la cual todos los jugadores tendrán prisa, porque contar con ella inclina definitivamente la balanza.
Cada sector que dominamos, además, nos permitirá bien una o tres mejoras de estructuras. Estas mejoras abarcan desde aumentar el número máximo de unidades, invertir en tecnología que nos permita fabricar las unidades más avanzadas, usar la base como centro de reparación, invertir en ataques y otras funciones realizadas desde la nave nodriza o simplemente apostar por potenciar la recogida de eterio… Estas decisiones forman parte de la estrategia que habremos de cuidar además de la propia acción de combate.
Sobre el papel, Etherium tiene muy buena pinta. Si encima arrancamos la partida y vemos su nivel gráfico, la traducción al español, una banda sonora más que correcta… todo apunta a juegazo. Pero falta lo más importante: la jugabilidad, y es ahí donde Etherium comienza a mostrar sus flaquezas.
Si comenzamos por el primer modo de juego, el basado en mover nuestra nave nodriza entre los seis planetas y decidir qué o quién atacar, nos encontraremos con un problema que ya es obvio desde su planteamiento. Si existen tres facciones en liza y dos de ellas se enzarzan en combate directo o en una pugna por el mismo planeta, invertirán todos sus turnos en atacarse mutuamente, repararse y desgastar sus recursos sobre el mismo objetivo. Mientras, la facción “afortunada”, podrá destinar sus puntos a ir conquistando planetas y ganando así puntos de evolución.
En las campañas que hemos jugado desde el primer turno ya éramos capaces de adivinar quién se llevaría el gato al agua simplemente viendo si las otras dos facciones se atacaban entre sí o había una que se ensañaba con nosotros. Y esta conquista planetaria y el desbloqueo de armamento más poderoso es determinante para luego vencer en el modo de juego RTS, el cual, también hay que decirlo, muestra grandes desequilibrios.
Para empezar, una vez desembarcamos y comenzamos a levantar nuestra base, ya comenzaremos a recibir los ataques de la otra facción mediante unidades que a nosotros todavía nos costará un buen rato de juego desbloquear. De este modo nuestro primer objetivo será reconocer el mapa y hacer un raid lo más rápido posible para controlar el sector que mejor nos permita defender ese flanco, bien por ser un cuello de botella, contar con arbolado donde ocultar unidades… y una vez allí empezar a construir defensas. Si aguantamos las primeras acometidas, veremos cómo durante toda la partida el enemigo sigue y sigue enviando unidades que acaban siendo masacradas en el mismo punto y del mismo modo por nuestras defensas.
Mientras nuestra labor será ir desarrollando tecnología y desbloqueando armamento más potente para, en un momento dado, pasar al ataque. A partir de ahí será cuestión de ir controlando uno a uno los sectores colindantes. Destruir su base, construir la nuestra, construir defensas y aguantar hasta que el combate se estabilice. Y a por el siguiente sector. Así hasta llegar a aquel que mantiene la base principal enemiga, cuya destrucción nos dará la victoria.
Habrá ocasiones, ya sea por la dificultad de defender el mapa o por un mayor desequilibrio a favor de los enemigos, donde nos alargaremos largo tiempo reparando y reconstruyendo defensas, además de fuerzas de apoyo que eviten que sean sobrepasadas. Entraremos entonces en una auténtica guerra de trincheras, con toda la acción en un par de frentes cuya defensa nos consume todos los recursos e impide que evolucionemos.
Esa situación se da muy a menudo y genera partidas de más de una hora u hora y media. Una auténtica pesadilla de desgaste donde las unidades perecerán por centenares. Para esas ocasiones de bloqueo Tindalos ha introducido en el juego dos factores de desestabilización. Por un lado dispondremos de funciones como ataques orbitales, aceleración de unidades, construcción acelerada… que supondrán una ventaja para la facción que las utiliza. Por otro, si invertimos en una determinada mejora de nuestra base, ésta podrá lanzar pequeños aunque continuos ataques a la nave nodriza enemiga que se mantiene en órbita sobre el planeta. Su destrucción será también otra posibilidad de victoria.
Estas partidas de bloqueo o de trincheras se darán al principio porque una vez que una de las facciones haya conseguido en su lucha planetaria los suficientes puntos de evolución, podrá desbloquear los titanes de ataque y contar con ellos en el campo de batalla es absolutamente decisivo.
Existe otra variable durante la partida. En el campo de batalla, entre ambas facciones encontraremos bases de fuerzas autóctonas del planeta. Con ellas podremos usar unas simples posibilidades de diplomacia para hacer que sus unidades luchen bajo nuestro control, o simplemente arrasarlas como si fueran unos enemigos más.
De este modo irán pasando los turnos en cada campaña de conquista. Nuestra suerte dependerá de si nos atacan más o menos, y podamos desarrollar tecnología, pero de un modo u otro acabaremos disputando territorio en la superficie de los planetas, algo que llega a ser bastante monótono; sobre todo cuando el ataque y defensa de un mismo planeta pueda suponer jugar varias veces el mismo mapa, induciéndonos a repetir las mismas estrategias y, prácticamente, la misma partida que unos minutos antes.
La adopción de este sistema de acción no lineal, sin una trama o historia definida, resta también mucho interés a la acción. No hay un gran atractivo para querer seguir jugando y se llega al colmo del tedio cuando después de diez o doce turnos, una simple pantalla de texto te dice “Enhorabuena, has ganado”. Pero es aún peor cuando a mitad de la campaña ya eres perfectamente consciente de si la vas a ganar o estás condenado a perder simplemente viendo cuántos planetas dominas y cómo están las fuerzas del enemigo.
No todo es negativo en este modo de juego. Etherium alcanza otra dimensión en su faceta multijugador. Los enfrentamientos uno contra uno o dos contra dos sí que permiten sacar partido a la gran cantidad de posibilidades estratégicas del título. Las posibilidades son muchas y variadas, unas mucho más determinantes que otras, pero sin duda el sustituir la simple Inteligencia Artificial del juego por un rival humano convierte a este título en una excelente arena de combate. En ese caso la dificultad es otra, la de siempre; encontrar una comunidad de jugadores suficiente y constante como para que el título perviva junto con grandes como Starcraft II o CoH.
Correcto
No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.