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Dynasty Warriors 8: Empires

Dynasty Warriors 8: Empires

  • PlataformaPS36.8PC6.8PS46.8XBO6.8
  • GéneroAcción
  • DesarrolladorOmega Force
  • Lanzamiento27/02/2015
  • TextoInglés
  • VocesJaponés
  • EditorKoei Tecmo

Dynasty Warriors 8: Empires

Tras una entrega inicial y su correspondiente expansión, Dynasty Warriors 8 cierra su ciclo vital con Empires, la revisión en clave estratégica de las habituales batallas masivas de la franquicia. Crea alianzas, asciende en los escalafones de poder e inaugura tu propio imperio dinástico.

Salvo alguna que otra rara excepción, tanto la franquicia Dynasty Warriors como su primer y principal spin-off (Samurai Warriors) llevan ya más de diez años cumpliendo un ciclo vital en el que entran en juego una entrega inicial, una expansión (Xtreme Legends) que añade nuevo contenido como escenarios, personajes, modos de juego… y una última revisión (Empires) que inyecta una buena dosis de estrategia a lo que, hablando de la franquicia en sí, no deja de ser una revisión en formato poligonal y sobredimensionado del beat ’em up clásico al más puro estilo Final Fight que tan buenos ratos nos hizo pasar hace más de 20 años. La última entrega numerada de Dynasty Warriors (octava en occidente, séptima en Japón, ya que allí no cuentan el one vs. one lanzado en la primera PlayStation que dio origen a la saga) vuelve a cumplir dicho ciclo vital, algo de agradecer teniendo en cuenta los lamentables tiempos de DLCs, micro/maxi pagos y contenido-bloqueado-a-comprar-en-cómodos-plazos que nos toca vivir en la actualidad.

Aunque por desgracia no podemos decir que ni la franquicia Warriors en general ni este 8 Empires en particular se libren de dichas lacras, las cuales están convirtiendo a la industria en una especie de Ministerio de Hacienda desbocado liderado por un Montoro en estado berserker (sí, a nosotros también se nos pone la piel de gallina de solo pensar en un Cristobalito overpowered), bien es verdad que el contenido no ofrecido en la suma inicial que pagamos al adquirir el juego sigue siendo secundario. Dicho esto, y como viene siendo habitual en la rama Empires de la franquicia, nos encontramos con algo que va más allá del concepto de expansión, si bien la base jugable en lo referente a la vertiente arcade del juego es muy similar a lo ya visto en el Dynasty Warriors 8 original. Pero la carga estratégica, unida a las novedades que se presentan en el propio campo de batalla, merecen que tratemos al juego que nos ocupa como un título independiente y completo.

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Mi reino por un imperio

Por supuesto, el aficionado habitual a la franquicia se sentirá en Dynasty Warriors 8 Empires como en casa. El familiar Romance de los Tres Reinos, en el que se nos narra la caída de la dinastía Han, la guerra civil desatada a lo largo y ancho de la China milenaria de los siglos II y III D.C., la división del país en tres reinos principales y su posterior reunificación bajo una nueva dinastía, sigue siendo el hilo narrativo del que se nutre el juego. Los cientos de personajes que forman parte del conflicto, entre los cuales podremos controlar de forma directa la nada desdeñable cifra de 83, vuelven a protagonizar esta suerte de Juego de Tronos oriental en el que los matrimonios de conveniencia, las traiciones, los movimientos políticos, los cambios de poder y las masacres descontroladas son tan habituales como en las tierras de Poniente.

Precisamente, Empires nos permite participar en las decisiones y estrategias que tienen lugar en los castillos de los grandes señores, sin por supuesto renunciar a tomar parte en las enormes batallas en las que los ejércitos deciden el destino de este o aquel territorio a sangre y fuego. El modo principal de juego ofrece un abanico de posibilidades casi inabarcable, permitiéndonos seleccionar tanto el punto en el que vamos a comenzar a jugar (desde la Rebelión de los Turbantes Amarillos que supone el principio del fin de la dinastía Han hasta poco antes de la reunificación final de los Tres Reinos) como el papel inicial que queremos tomar en la contienda. Podemos ser desde una figura importante del ejército imperial que trata de mantener unido el país a toda costa hasta un simple mercenario que vende su espada al mejor postor, pasando por el regente de un determinado reino o un soldado que busca servir a un señor que persiga sus mismos ideales.

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A partir de ahí, nuestra libertad de acción también suele ser bastante significativa. Con las decisiones que tomemos podemos subir escalafones en el ejército bajo el que sirvamos, haciendo con ello que nuestros consejos tengan cada vez más peso en los concilios en los que se decide el devenir del reino. El mapa de China, dividido en diferentes secciones, todas en continua disputa por parte de los señores de la guerra que tratan de hacerse con el control del país, será nuestro principal punto de referencia. Tendremos que prestar atención a los continuos movimientos que se llevan a cabo fuera de las fronteras que defendemos, ya que una alianza entre dos reinos o un asalto sorpresa sobre la capital del nuestro puede hacer que nos veamos de golpe y porrazo (nunca mejor dicho si uno de estos ataques es dirigido por el mismísimo Lu Bu) sin tierras a las que llamar nuestras cuando ya habíamos conquistado una parte significativa del mapeado.

De todas maneras, ello no significa el fin del juego ya que, si nuestro personaje sobrevive a la batalla, suele ser habitual que seamos liberados por el ejército vencedor, o incluso su rey puede invitarnos a unirnos a él si hasta el momento hemos hecho méritos suficientes y nuestra reputación nos precede. Por supuesto, siempre podemos declinar la invitación, convertirnos en mercenario e incluso ingeniárnoslas para fundar nuestro propio reino, con lo que tendremos que gestionar muchas más variables del día a día que las que se abren ante nosotros cuando somos generales, oficiales o simples soldados rasos. La economía también es muy importante, encontrándose dividida en tres secciones: materiales (con los que podremos fortificar nuestros campamentos), dinero (para comprar armas, ítems y estratagemas) y soldados (es bueno contar con un ejército numeroso, aunque obviamente luego tendremos que mantener los recursos que consumirá mes a mes).

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Las alianzas son también cruciales, aunque no será fácil convencer al reino con el que queramos mantener relaciones. Entablar lazos de camaradería con los hombres bajo nuestro mando tampoco está de más, ya que con ello podemos asegurarnos de que permanezcan fieles a nuestra bandera en lugar de abandonarnos en cuanto la situación se torne complicada. Por supuesto, si nuestro reino adquiere la suficiente relevancia, seremos nosotros los que recibiremos peticiones de alianza por parte de los feudos vecinos. Los matrimonios son una buena manera de afianzar dichas relaciones, e incluso con el paso de los años será más que conveniente procurarnos pareja para así tener descendencia y asegurar el futuro de nuestra dinastía.

Es conveniente centrarnos ahora en el modo edición, ya que además de contar con la posibilidad de encarnar a cualquiera de los 83 personajes principales del juego, también podemos crear el nuestro propio. El abanico de posibilidades al respecto es más extenso que nunca a la hora de desarrollar cualquier cosa que se nos pase por la cabeza, desde un Hitler oriental con el que dar rienda suelta a nuestra vena tiránica hasta a la tatara-tatara-tatara (y muchos más tataras) abuela de Chun-Li, la cual además podremos dotar de un buen abanico de patadas gracias a una de las nuevas armas que debutan en DW 8 Empires. Por si no fuera suficiente, con este modo edición también podremos crearnos nuestros propios emblemas, modificar el aspecto de las monturas y animales de compañía… Las posibilidades, subrayamos de nuevo, son prácticamente infinitas al respecto.

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La espada es más fuerte que la pluma

Los combates en un Warriors tienen un encanto especial, y por supuesto este DW 8 Empires no es una excepción al respecto. Ese delicioso sabor a brawler de antaño que brinda su machaqueo de botones, la acción desenfrenada y caótica que se desencadena cuando decenas y decenas de soldados rasos junto a varios generales luchan por el control de un puesto avanzado, el enorme mapeado que podemos recorrer a placer… Es un Dynasty Warriors, así que o lo amas o lo odias, pero está claro que su herencia arcade no puede ser tomada a la ligera. Bien es verdad que los soldados rasos solo atacan de vez en cuando (y es que, de no ser así, pocas batallas ganaríamos, por no decir ninguna), pero los numerosos generales que se cruzan en nuestro camino sí suponen un buen desafío, sobre todo en niveles de dificultad elevados.

Por supuesto, a la hora de entrar en combate son muchos los elementos a tener en cuenta, más aún en este Empires, ya que se añaden nuevas opciones a lo visto en el DW 8 original. La mayor novedad son sin duda las estratagemas, una suerte de poderes especiales que cuentan con su propio medidor de regulación y pueden ser activados en pleno combate. Desde llamar a un general aliado para que luche a nuestro lado (algo muy útil, ya que en no pocas ocasiones tendremos que realizar incursiones tras las líneas enemigas) hasta plantar una torre de arqueros donde nosotros decidamos, pasando por hechizos de curación, una lluvia de flechas que cubre la práctica totalidad del campo de batalla, ataques elementales, invocación de armas de asedio… Las estratagemas más poderosas no solo requieren el uso de una buena porción del medidor que las regula (el cual se autoregenera lentamente), sino también un tiempo determinado para su ejecución y la retirada momentánea de varios generales del campo de batalla, lo que puede acabar por perjudicarnos en el devenir de la contienda, así que mucho ojo con esto.

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Además, estas estrategias no son exclusivas de nuestro personaje. Cualquier general, tanto enemigo como aliado, cuenta con su propio abanico de estratagemas, y en este sentido la IA es bastante competente dado que suele usarlas habitualmente y con buen criterio. El objetivo de cada combate de conquista suele ser el de hacernos con el control del campamento principal enemigo, mientras en una batalla en la que debemos defender nuestro territorio lo habitual es aguantar el envite rival una determinada cantidad de tiempo. Luego existen las incursiones (o raids, si preferimos el término anglosajón), en las que no conquistamos territorio pero podemos mermar la potencia y peligrosidad del ejército rival de cara a una futura invasión, y las quests o misiones secundarias destinadas a conseguir recursos extra o nuevo armamento.

El método de intercambio de armas, con el que podemos llevar dos clases distintas y rotarlas en tiempo real, no se modifica respecto a lo visto en el DW 8 original, como tampoco lo hace el sistema piedra-papel-tijera que hace que unas armas sean más efectivas frente a otras, el cual da lugar a unos combates bastante desafiantes ya que los generales rivales también pueden cambiar la afinidad de sus armas en tiempo real. De todas maneras, si lo nuestro es únicamente la estrategia, podemos optar por no participar en batalla alguna, por lo que el resultado de cada contienda dependerá únicamente de nuestra gestión realizada hasta entonces.

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Me temo que no hablo tu idioma

Que las ventas occidentales de la franquicia Warriors son modestas es algo que ya sabemos desde hace años. De hecho, no pocos de entre el enorme abanico de juegos que abarcan los Musou se han quedado en Japón por dicho motivo. Debido a ello, cuando Koei Tecmo decide distribuirlos, únicamente se limita a traducir los textos al inglés, dejando incluso en los últimos tiempos las voces en japonés. Así, a no ser que el Warriors/Musou de turno sea apoyado económicamente por una tercera compañía (tal y como fue el caso de Hyrule Warriors en fechas recientes), las posibilidades de disfrutar del juego en la lengua de Cervantes se reducen a cero. Por desgracia, en Dynasty Warriors 8: Empires el idioma se convierte en algo crucial, por lo que deberemos poseer un nivel medio/alto de conocimiento de la lengua de Shakespeare para poder navegar con solvencia por los múltiples menús que continuamente se abren ante nosotros. De lo contrario, pocas veces sabremos qué estamos haciendo al seleccionar una u otra opción.

En el campo de batalla también podemos tener problemas incluso aunque hablemos inglés con una fluidez digna de un Windsor, ya que las voces en japonés nos obligan a leer los subtítulos que continuamente aparecen en pantalla para poder seguir con garantías el transcurso de la contienda, lo que nos llevará a dejar de prestar atención momentánea a la propia acción en curso con los problemas que esto puede acarrear. En definitiva, las consecuencias de una localización en la que se ha llevado a rajatabla la ley del mínimo esfuerzo pueden llegar a dañar significativamente la experiencia de juego, a no ser claro está que poseas un nivel competente de lengua anglosajona para los textos y del idioma de Akihito en lo referente a las voces.

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Apartado técnico

A la hora de analizar el apartado técnico de un Musou, siempre se mira con lupa aquello en lo que la franquicia más ha cojeado desde el lanzamiento de su primera entrega allá por el año 2000: el popping o aparición repentina de elementos en pantalla. Aquí, los grafistas de Omega Force han aprendido con el paso del tiempo a disimularlo lo suficiente como para que no llegue a afectar negativamente la experiencia de juego. Dynasty Warriors 8: Empires es un título a caballo entre generaciones, dado que la versión que se ha tomado como punto de partida para el resto ha sido la de PlayStation 3. Aun así, en los últimos títulos lanzados al mercado para la nueva generación (Warriors Orochi 3: Ultimate y Samurai Warriors 4) se ha hecho un visible esfuerzo por mejorar el apartado gráfico en aspectos como el número simultáneo de soldados en pantalla, la calidad y definición de las texturas, el número de elementos presentes en el escenario y los efectos tanto especiales como de iluminación.

Es por ello que podemos considerar a las versiones One, PS4 y PC de DW 8: Empires como un paso atrás respecto a los juegos anteriormente mencionados. Los escenarios están tan vacíos como en PS3, los efectos gráficos y de iluminación son exactos a los de la veterana consola de Sony, y el número de soldados en pantalla es muy similar. Vamos, que salvo un aumento de definición y una mayor estabilidad en lo que a frames por segundo se refiere, las diferencias entre la versión PS3 y las restantes son mínimas. Tirón de orejas para los grafistas de Omega Force, puesto que no nos encontramos ante otra cosa que no sea simple dejadez a la hora de programar las versiones One, PS4 y PC, ya que se han limitado a un simple “copiar y pegar” en lugar de tratar de aprovechar aunque sea mínimamente los recursos de dichas plataformas. El resultado no es otro que un apartado visual a todas luces desfasado.

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6.8

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.