Un noble intento

Dungeon & Dragon Tactics es un título realmente sorprendente dentro del catálogo de una consola, un juego que recuerda inmediatamente a otras épocas en las que los estudios conocían a su limitada audiencia y estaban dispuestos a ofrecerles juegos con una cantidad de opciones imposible. La idea era la de ofrecer tantos "juguetes" en un juego como fuera posible, creando sistemas complejos en los que el usuario podía pasar muchas horas explorando las posibilidades y eligiendo el "grupo perfecto". Hay buenos ejemplos de títulos con este tipo de libertad y variedad, como la saga Might & Magic sin irse muy lejos.

Es muy normal en el mundo de las consolas pensar que los jugadores sólo quieren juegos de acción rápida y directa, sin muchos quebraderos de cabeza. Obviamente esto no es cierto, de ahí la existencia de juegos como Disgaea, pero ese es un pensamiento habitual, lo que explica cosas como las brutales transformaciones que sufren ciertos juegos de PC cuando llegan a consola, como pasó en su día con Baldur's Gate.

Pero Kuju, lejos de pensar de ese modo, ha creado un juego que realmente recuerda a algunos de esos clásicos de PC donde las posibilidades parecían ilimitadas. Su D&D Tactics toma como columna principal las reglas del juego de rol de papel, en su versión 3.5, y lo hace sin miedo, poniendo a disposición del jugador la posibilidad de crear una enorme variedad de personajes para que formen su grupo. Múltiples razas y clases, docenas de habilidades y conjuros, armas y objetos para aburrir... todo en un juego de estrategia por turnos en el que la estrategia y una correcta utilización de las habilidades del grupo pueden significar la victoria contra algunas de las criaturas más poderosas del universo de Dragones y Mazmorras, incluyendo Contempladores o Dragones, en una campaña que se desarrolla por varios capítulos y localizaciones.

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Y aquí acaba lo bueno, aunque el estudio merece alabanzas por atreverse a llevar a una consola portátil un sistema de juego tan complejo con una aceptable fidelidad, también merece críticas por no conseguir contener toda esta información y todas estas posibilidad en un juego que resulte manejable e intuitivo, dos valores importantes en el mundo del videojuego actual y máxime cuando se está hablando de una portátil.

Gráficos y Audio

Los gráficos de Tactics son correctos, e incluso notables en algunos momentos y en algunos detalles en particular, como los escenarios, en los que queda reflejado un inspirado trabajo por parte de los diseñadores, que han sabido crear un mundo de misterio, runas y ciudades colgantes en la pantalla de la portátil de Sony. Otros detalles como ciertos enemigos, también aparecen bien representados.

Pero a la hora de reflejar el aspecto más importante del juego, tus propios personajes, Kuju no ha conseguido que las muchas opciones de personalización y evolución disponibles se reflejen en los protagonistas, que al margen de la bella ilustración que se puede seleccionar, presentan un aspecto bastante soso. Las pobres animaciones y los poco espectaculares efectos de los hechizos tampoco ayudan a conseguir que los combates tengan un gran atractivo visual, que si bien no es imprescindible ni mucho menos en un juego de estas características, sí quedaría realmente bien.

De la banda sonora es digno destacar el tema inicial, muy apropiado y perfectamente comopuesto y ejecutado, además de otras melodías que suenan a lo largo del juego, que consiguen crear la sensación de estar en un mundo mágico y esotérico. Un buen trabajo en líneas generales.

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Jugabilidad

La campaña de D&D Tactics comienza dejando al jugador que bien seleccione entre los personajes establecidos o que se adentre en el profundo sistema de creación de personajes para crear tantos como guste. El grupo está formado por seis personajes y no hay ninguna limitación de clase, por lo que se puede elegir la configuración que uno desee. La única limitación virtual que se ha puesto sobre el sistema de rol "real" es el no permitir clases mixtas como Guerrero/Mago -aunque ciertos "Maestros de Mazmorras" tampoco los permiten en sus partidas por diferentes motivos-.

El sistema es realmente completo, con posibilidad de alterar los rasgos primarios (Fuerza, Destreza, Inteligencia...), el alineamiento (Legal Bueno, Caótico Malvado...), e incluso el dios al que cada personaje adora, además de un amplio abanico de habilidades y conocimientos, tanto generales como específicos de cada clase. Hay que destacar un detalle interesante que reside en la elección de clase, ya que durante la campaña hay que tomar decisiones morales y el juego tiene en cuenta la alineación de los personajes -un paladín puede caer en desgracia por ejemplo y pasar a ser un guerrero normal-. Es un gran detalle que habla bien de la dedicación del estudio al material original.

Ciertamente, las reglas del juego han sido respetadas a rajatabla y hay información precisa -en inglés- de todos los elementos que los novatos en D&D deben de conocer para saber qué hacer con sus personajes. Hasta ahí, perfecto, los problemas llegan cuando se inicia la primera misión y empiezan a aflorar los problemas de diseño.

El principal problema es que todo es demasiado confuso. Manejar a los personajes sobre el mapa es fácil, pero la cámara enfoca demasiado cerca de la acción y no permite una buena perspectiva del escenario, por lo que a veces cuesta un poco más de la cuenta anticipar las posiciones del enemigo, que tienen a aparecer por sorpresa cuando menos te los esperas. De todos modos, siendo un juego por turnos, no es algo que afecte demasiado a la partida, ya que hay tiempo de sobra para reaccionar y planificar la táctica adecuada.

Lo más irritante es el sistema de menús, que puede desesperar a más de uno si no se tiene el tiempo o la paciencia necesarios. Cada vez que se descubra un nuevo objeto en un cofre o en el cuerpo de un goblin caído, hay que abrir no uno, sino varios menús para acceder a sus características, comprobar si es mejor que el equipamiento que lleva el personaje, ver su peso y decidir si el personaje en cuestión puede llevarlo encima sin que el peso afecte a su movilidad. El proceso resulta extremadamente engorroso para todos los objetos del juego, y a la hora de comerciar no mejora, ya que cada personaje tiene sus objetos y su dinero, por lo que puedes pasar muchos minutos para poder estar listo de nuevo para la acción.

Eso, combinado con largos tiempos de carga, hace de él una pobre opción como juego portátil para llevarlo a cualquier parte. Además, su dificultad no es excesiva, aunque para los que quieran aumentar el reto, son libres de seleccionar a tres o cuatro personajes en vez de seis para realizar las misiones, una medida un poco forzada, pero que funciona. Unas diez misiones más hubiera sido fantástico. El modo multijugador por su parte no ofrece grandes cosas, ya que para empezar es sólo ad-hoc, no hay modo online, y para acabar, no permite exportar tus personajes generados y obliga a jugar con los establecidos, lo que es bastante decepcionante, aunque cuente con cinco modos distintos de juego multijugador.

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