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Dragon Ball: Origins

Dragon Ball: Origins

I'm Son Goku!

Acompañamos a Goku y a Bulma en los inicios de Dragon Ball y la interminable búsqueda de las bolas con las que invocar al misterio Shenron en una de las mejoras adaptaciones de la primera etapa de la serie. Bandai-Namco nos sorprende con un cartucho repleto de humor, acción con toques de RPG y sobre todo una fiel recreación de los compases más aventureros del popular personaje, todo desde una perspectiva tan original como divertida.

Dragon Ball es una serie de animación perenne, que ha sobrevivido de forma espectacular el paso del tiempo. Parece que Internet y la facilidad para visualizar prácticamente cualquier serie de animación que se encuentre doblada al castellano ha sido uno de los factores que han contribuido a que Goku se haya convertido en un personaje único y tremendamente popular que todo el mundo conoce o del que al menos todos hemos oído nombrar. La andadura de la serie por los videojuegos ha discurrido en una suerte dispar, que ha venido en aumento desde que DIMPs y Spike comenzaran a experimentar con los Budokai y Budokai Tenkaichi que en relativamente poco tiempo han acaparado las miradas de prácticamente toda la comunidad de aficionados.

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La primera etapa de la serie, la que hace referencia única y exclusivamente a Goku como niño fortachón y vigoroso, es uno de los puntos negros en tanto no se le ha prestado ni la mitad de atención que a la continuación ‘Z', que como bien es sabido relata las aventuras de un Goku maduro y preocupado en otros menesteres de mayor importancia que hacerse con las bolas de dragón, tal y como se lo propone una guapa y extrovertida Bulma tras su primer encontronazo. Una de las situaciones más cómicas de esta etapa es relatada brevemente, de forma cómica, una línea que sigue el juego en todo momento y que viene a demostrar la buena mano de Bandai-Namco a la hora de entender qué es lo que más valoran los aficionados en un título de Dragon Ball que no se centra exclusivamente en los combates.

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Sin embargo, los tiene. Dragon Ball Origins recurre a un sistema de juego muy similar al de The Legend of Zelda: Phantom Hourglass, un hecho que por otro lado no sorprende dada la originalidad del título de Shigeru Miyamoto. En una entrevista que tuvo lugar a poco de que el juego viese la luz en Japón, uno de los desarrolladores del juego declaraba que una de las intenciones principales del grupo al frente del proyecto era transmitir al jugador la misma sensación que al ver el anime; divertida, humorística, e incluso un poco subida de tono, porque este es el planteamiento básico de Dragon Ball. Es una forma curiosa de resumir un producto muy bien elaborado, que con un planteamiento bastante sencillo obtiene un resultado notable e irresistible para cualquiera que quiera pasar un buen rato.

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La dura infancia de un héroe

La personalidad de Goku es tan simple como misteriosa. Es un niño travieso, divertido, que goza de una fortaleza y fuerza interior fuera de cualquier duda. Akira Toriyama quiso otorgar el protagonismo de la serie a un pequeño muchacho, inocente pero humilde de corazón, con pocas luces pero inteligente como el que más cuando la situación así lo requiere. Él es el corazón de Dragon Ball, el protagonista indiscutible del que se narra el comienzo de su aventura, una soleada mañana entrenando a las afueras de una pequeña casa, legado del abuelo Gohan. Tras el fallecimiento de su único ser conocido, Goku pasa los días entrenando sus técnicas de combate, levantando rocas o corriendo por el campo, siempre con la intención de entrenar tanto la cabeza como el cuerpo.

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Un día, el mismo en el que tomamos por primera vez contacto con el juego, Goku sale a explorar y tiene un encontronazo con Bulma, la inteligente chica que a poco de ser presentada nos propone unirnos en la búsqueda de las bolas de dragón, que poseen la capacidad de conceder algo maravilloso a quienes sean capaces de reunir las siete que se encuentran dispersas por el globo. Casualmente Goku posee una de estas bolas, uno de los últimos recuerdos que dejó su abuelo antes de marchar, por lo que resulta prácticamente imposible rechazar la idea de acompañar a Bulma en lo  se convertirá en una trepidante aventura hacia lo desconocido. Pero antes incluso de que dé comienzo, un enorme pájaro prehistórico (un pterodáctilo) se lleva a la muchacha con ánimo de utilizarla como cena.

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Hay que reconocer que por mucho que pase el tiempo, Dragon Ball sigue conservando ese punto pícaro y divertido. Es inevitable soltar alguna carcajada con las tonterías de Goku, algo a lo que ayuda enormemente el entorno gráfico a través del que se desarrollan las escenas que narran el argumento. Los personajes del juego guardan un parecido muy semejante con los del anime, tanto en lo que respecta al parecido físico como a la personalidad y a las acciones que protagonizan. Hay para todos los gustos, aunque hay que resaltar por necesidad uno de los momentos más surrealistas y cómicos que hemos vivido en NDS, con el maestro Mutenroshi sangrando a chorros por la nariz al contemplar las partes privadas de la anatomía de Bulma.

Todo con la excusa de conseguir una de las bolas de dragón que tanto anhela este personaje, y que les serán robadas una y mil veces. La aventura nos traslada hasta todo tipo de situaciones y escenarios, que a grandes rasgos recorren los parajes habituales de los juegos de rol, aunque no se le pueda clasificar exactamente como tal. Son al mismo tiempo las localizaciones originales trasladadas a un motor gráfico en 3D con cámara isométrica que no permite ninguna clase de rotación ni reorientación. En la mayoría tendremos como objetivo desplazarnos entre varios niveles en los que además de eliminar a los enemigos que salen a nuestro paso tenemos que utilizar el ingenio para solucionar algunos puzles que generalmente se basan en empujar bloques o en descubrir dónde se esconde el interruptor oculto.

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En esta primera aproximación a los orígenes de la historia de Goku recorremos los das dos primeras etapas del anime, centradas en el Torneo Mundial de Artes Marciales y en la correspondiente al Emperador Pilaf. Por el camino conoceremos a algunos de los personajes más carismáticos de la serie, y a los ya mencionados Bulma y Mutenroshi -y su tortuga, a la que debemos de trasportar a lomos de Goku hasta la playa- hay que añadir a Yamcha, Krillin, Chi-Chi o el malvado Oolong entre algunos otros que por primera vez aparecen en un videojuego basado en Dragon Ball.  Lo cierto es que es una reunión muy selecta de personajes que hacen gala de una personalidad idéntica a la del anime y que, como venimos comentando, tienen todos un protagonismo incipiente en el argumento.

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¿Una chica?

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Comentábamos que el punto de partida de la aventura tenía lugar con el primer encontronazo que Goku vive con Bulma, todo un acontecimiento en la vida del muchacho, no sólo por descubrir que los automóviles no son temibles monstruos contra los que hay que luchar sino también por conocer por primera vez a una chica en carne y hueso, de las que tan bien hablaba el abuelo Gohan. Bulma pasa a ser desde ese momento un elemento clave en el desarrollo del juego, que nos acompaña prácticamente en todos niveles y que forma una parte importantísima en el factor cómico del argumento. No vamos a descubrir nada nuevo sobre el extrovertido comportamiento de la muchacha, su papel nos obliga a allanar el terreno para que ella pueda acceder a zonas a las que previamente no podía.

Juega un papel tanto de acompañante como de lastre en muchas ocasiones, y tampoco cuenta con una lista muy excelsa de posibilidades de cara a atacar o a moverse con soltura por el escenario. Bulma demuestra su gran integración en cuanto a tecnología que hasta a la hora de utilizar armas demuestra esta faceta, con toda clase de cachivaches y de utensilios que le sirven de arma de fuego. Su único ataque especial nos sirve de ayuda en momentos puntuales; el resto del tiempo nos dedicamos a impedir que los monstruos la ataquen o a facilitarle el acceso a un punto determinado de la orografía. No obstante el papel de la impetuosa muchacha es esencial en el sistema de juego, ya que sin él la aventura se convertiría en un beat ‘em up sin sentido y sin mayor reto.

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Es exactamente todo lo contrario. El sistema de juego, al igual que el técnico, es rico en matices. El sistema es básicamente el mismo de Phantom Hourglass, una aventura de acción en la que la pantalla táctil asume el control de la acción, mientras que la superior amplía el campo de visión del escenario en el que nos encontramos. Este es uno de los mayores de Bandai-Namco, aprovechar correctamente las capacidades de la consola, algo que queda patente en las distintas maneras en las que se emplean ambas pantallas para representar cualquier escena. El destápate de Bulma transcurre a caballo entre una pantalla y otra, con la única salvedad de encontrar justo en el centro una pequeña franja oscura que corresponde al centro de la consola.

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Lo mismo sucede con las fases de exploración, las más frecuentes. En la pantalla táctil manejamos a Goku y señalamos hacia qué direcciones queremos que se desplace, mientras que en la superior podemos anticipar si se encuentra algún tesoro oculto o si tendremos que hacer frente a un enemigo. Son muchas las funciones de la doble pantalla, casi tantas como las que nos ofrece el stylus, el verdadero protagonista del control, y por el cual han de pasar todas las órdenes que queramos imponer al pequeño héroe. Es imposible realizar un ataque con la configuración clásica (salvo que cambiamos las opciones de control), por defecto cada vez que aparece un enemigo en pantalla tenemos que pinchar sobre él para que Goku realice un ataque.

En función de la trazada que realicemos con el stylus, Goku pondrá en práctica distintos tipos de ataque, que también varían en función del arma que tengamos seleccionada, bien sea el bastón mágico o directamente los puños.  El juego nos obliga por necesidad a poner en práctica todas las clases de ataque que conocemos y que vamos aprendiendo a medida que transcurre la aventura, ya sea para derribar a un enemigo o simplemente para apagar un fuego. El ingenio es una parte fundamental también de cara a elaborar una táctica con la que acabar con los monstruos que pululan los niveles, aunque si mantenemos al día las habilidades y conseguimos que asciendan de nivel, difícilmente se nos resistirá ningún adversario por imbatible que aparente ser.

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Un toque de rol

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La acción está mezclada con un fuerte componente de rol, centrado en aumentar el nivel de las habilidades que paulatinamente vamos adquiriendo según avancemos en los capítulos. Sólo derrotando a los enemigos podremos adquirir puntos de experiencia que más tarde podremos emplear para mejorar la cantidad de combos que realizamos, la potencia del Kamehameha o sencillamente nuestra destreza física. Por el escenario están desperdigados toda clase de accesorios y de objetos que también conviene recoger de cara a comprar utensilios, o incluso la representación de los personajes a modo de extra. En cualquier caso, Goku evoluciona como personaje, por lo que nuestro papel va más allá de golpear o de correr hasta alcanzar el final de cada nivel.

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El juego se divide en 8 episodios que a su vez se componen de alrededor de 5 capítulos como mínimo por cada uno -encontramos siete en el primero, por poner el primer ejemplo que viene a la cabeza-. Depende de cada uno la velocidad con la que se completan las fases de exploración, aunque la variedad de los escenarios no se queda aquí. Cada capítulo es un mundo y del mismo modo que nos encontramos disputando una persecución aérea  podemos estar tratando de encontrar el pterodáctilo que se nos ha robado las bolas de dragón, o simplemente midiendo nuestras fuerzas con Krillin o Chi-Chi en el campeonato de las artes marciales. La variedad de situaciones es parte de la culpable de la riqueza gráfica de un cartucho que sobre todo acusa la majestuosidad visual a la hora de combatir contra varios enemigos.

Origins es un juego al que poco se le puede reprochar gráficamente, quizás algo más de variedad en las zonas de exploración que por lo general se pueden apreciar vacías. La alegría y el humor del juego también se ven trasladados a este aspecto gracias al colorido de los escenarios y al buen hacer en el diseño de los personajes principales y de los decorados por los que transcurre la aventura. Todo está en concordancia con el anime, hasta el punto más insignificante y nimio que se nos pueda pasar por alto. Los personajes hacen gala de un diseño en 3D que como comentábamos anteriormente es muy similar al de la serie de animación, por no decir calcado, fruto de la obsesión por los detalles que quizás es la causante de las frecuentes ralentizaciones de las que padece el juego cuando ataques a varios enemigos.

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Es extraño que el motor gráfico ofrezca una sensación tan positiva y que al mismo tiempo sea incapaz de evitar los tirones al mínimo contacto con un monstruo. No es un factor que entorpezca los combates, tampoco podríamos decir que sea algo realmente molesto, pero no quita que sea un problema que deberíamos haber superado hace ya algún tiempo, más aún si se echa un breve vistazo al catálogo de la portátil de Nintendo. Con el stylus ocurre algo parecido, y pese a que la mayoría de las acciones se pueden realizar sin el menor problema, empujar una piedra o tratar de agarrar el bastón mágico son movimientos a priori sencillos que requieren una precisión quirúrgica. Al igual que algunos problemas al orientar a Goku o al correr, son los únicos problemas que ensucian la impecable imagen general del juego.

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Un juego sencillo que curiosamente nos da motivos suficientes para volver a disfrutar con la aventura una vez finalizada. Al finalizar un nivel pasamos a una pantalla en la que se califica la velocidad con la que hemos terminado el escenario y la cantidad de tesoros que hemos hallado, otro de los trucos de Bandai-Namco para obligarnos a explorar al completo los escenarios si lo que queremos es completar la aventura al 100%. Para ello es indispensable contar con nuevas habilidades que nos permitan destruir esa roca que antes no nos permitía el paso o cualquier otro obstáculo que se presente en nuestro camino. Los tesoros nos recompensan con ampliaciones de vida o de Ki, las dos barras únicas de las que disponemos durante la aventura.

Mientras que sólo podemos rellenar la barra de vida con productos que hayamos comprado o encontrado por el escenario (o con los corazones resultantes tras dar buena cuenta de algún cerdo), el Ki se recupera automáticamente. Esta barra regula nuestra capacidad de acción y la cantidad de ataques consecutivos que podemos realizar sin quedar extenuados. Es el mecanismo que previene, otra vez más, que el juego se convierta en un machacabotones sin pies ni cabeza, aunque a veces es irremediable tener esta sensación cuando nos abordan varios enemigos al unísono. No es un juego realmente complicado, cualquier usuario debería ser capaz de hacerse rápidamente con los controles -muy intuitivos gracias al stylus-, y por lo general la mayoría de los enemigos tienen un comportamiento muy parecido, por lo que podemos triunfar sin variar en exceso nuestra estrategia de combate.

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Por suerte el juego viene completamente trasladado a nuestro idioma, y ante la ausencia de voces no nos podemos quejar de que esta vez se haya obviado el doblaje. En el aspecto musical destaca la canción empleada en el opening o vídeo de introducción, la original, mientras que la variedad de melodías y de canciones que acompañan la aventura son sencillamente correctas, nada del otro mundo considerando la importancia que suele tener este aspecto en un título de estas características.

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8.5

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.