Destroy all Humans! Path of the Furon
- PlataformaPS33603
- GéneroAcción
- DesarrolladorSandblast Games
- Lanzamiento13/02/2006
- EditorTHQ
Destrucción lenta y agónica
El cierre de la trilogía Destroy All Humans no es, ni por asomo, lo que esperábamos de la franquicia. Un mal acabado técnico, una jugabilidad repetitiva y aburrida, y ni un ápice del carisma de las entregas originales componen un juego para olvidar, que ya se ha llevado por delante a su estudio de desarrollo.
Resulta asombroso, y hasta cierto punto descorazonador, el modo en el que se ha ido desinflando la franquicia Destroy All Humans! Allá por el año 2005, la entrega original sorprendía a propios y extraños por su concepto, que se alejaba de lo tradicional al ponernos en la piel de un hombrecillo gris, y por su muy buen acabado técnico. Pero sobre todo porque era diversión pura, una experiencia única que se convertía en un regalo para los aficionados. En 2006 llegaría la segunda entrega, que seguía ofreciendo un nivel notable, aunque no lograba alcanzar las cotas de genialidad del original.
Pandemic Studios, la responsable de ambas entregas, nos dejaría casi dos años sin invasión alienígena hasta que, hace ya casi un año, llegó un spin-off de la franquicia a Wii, Big Willy Unleashed. El descenso de la calidad fue mucho más notorio en esta ocasión, y ya se percibía que la franquicia estaba cayendo en una cierta espiral de mediocridad. Al tratarse de un spin-off, no saltaron las voces de alarma, y muchos pusieron sus esperanzas en la que sería la tercera entrega oficial de la trilogía Destroy All Humans: Path of the Furon. Pero ya no sería Pandemic la responsable, sino Sandblast Games, y consiguieron enterrar la franquicia tan bajo tierra que a buen seguro no la volvamos a ver.
De hecho, el fiasco del título es tal, que hasta THQ cerró Sandblast antes del lanzamiento del juego. No es de extrañar, dado que Path of the Furon llega a ser tan desesperante que logra hacernos dudar de qué era aquello que nos había encandilado hace cuatro años. Un juego aburrido, con un mal acabado técnico, carente de personalidad e interés, en el que parece que la mitad de las características se han introducido a posteriori. Incapaz de innovar e incapaz de mantener lo que ya había. Un amasijo de niveles que se dejan caer en el disco sin ningún acierto ni coherencia lógica, que no hace justicia a lo que esta franquicia nos había llegado a mostrar.
Este argumento poco interesante y falto de inspiración nos presenta a un Crypto atrapado en la década de los 70, por lo que no faltarán, siguiendo el sentido del humor de la franquicia, numerosas parodias de todo tipo, explotando al máximo la cultura pop; siendo la época que es, se verán numerosas referencias a la música disco y a los pantalones vaqueros muy ceñidos. A lo largo de su viaje en pos de potenciar sus habilidades, Crypto visitará versiones paródicas de ciudades reales: Los Paradiso (Las Vegas), Sunnywood (Hollywood), Shen Long (Hong Kong), Belleville (París) y, para terminar, el cuarto anillo de Furon, poniendo la nota espacial al título.
Lo más divertido del título es controlar el OVNI de Crypto, pero hay demasiados detalles en los que no se explota de la forma adecuada esta nave espacial. Por ejemplo, no se puede aterrizar en cualquier sitio, donde queramos, por lo que su uso se verá demasiado limitado, obligándonos a encontrar un sitio de aterrizaje para 'aparcar' y a partir de ahí, movernos a pie. Nos gustaría ver una invasión alienígena en la que los invasores fuesen tan cívicos como para dejar sus OVNI en las zonas reservadas a tal efecto, mientras tiran abajo edificios y matan gente. Hablando de esto, lo de destruir las casas y edificios no es ni por asomo mínimamente divertido, como lo fue en una época; se trata de una obligación, una imposición que resulta por momentos un sufrimiento.
Además, los tiempos de carga son exagerados, ralentizando mucho la acción y dándonos demasiado tiempo para pensar en lo que estamos jugando y percatarnos de las importantes carencias que provocan que lo que hay más allá de la pantalla de carga no termine de resultar ni interesante ni atractivo. El apartado sonoro tiene melodías acorde con la época que se nos presenta, pero en gran medida se trata del mismo apartado sonoro de Big Willy Unleashed. Los diálogos son curiosos y tienen algún que otro detalle humorístico, y lo que es peor, en las situaciones en las que nos dejan seleccionar opciones, nos vemos obligados a seleccionar todas sí o sí, sin posibilidad de abandonar la conversación.
La dinámica del juego sigue un esquema muy sencillo: completar misiones para reunir armas y mejorar nuestros poderes y, con ellos, causar el caos. Pero este esquema, que sobre el papel debería ser divertido y satisfactorio, se convierte en una rutina aburrida y carente de verdadero interés. Se intenta arreglar el tema con tres modos multijugador offline, que se nota que se han metido a última hora y con calzador: cooperativo a pantalla partida que no tiene razón de ser, y Abductorama y Cerebromatic cuentan sólo con dos mapas, con partidas tan cortas que apenas nos darán diez minutos de diversión entre ambos y rejugando varias veces.
Malo
La idea era buena pero se ha llevado a cabo de forma desastrosa. No te lo compres, está mal terminado.