Deadly Premonition 2: A Blessing in Disguise
- PlataformaNSW5PC
- GéneroAcción, Aventura
- DesarrolladorToybox Games
- Lanzamiento10/07/2020 (NSW)11/06/2022 (PC)
- TextoInglés
- VocesInglés
- EditorRising Star Games
Switch
Deadly Premonition 2: a Blessing in Disguise, análisis
Analizamos la secuela del juego de culto de Swery65, que vuelve a la carga con un thriller en el que todo el peso recae sobre su protagonista, Francis York Morgan. En exclusiva para Nintendo Switch.
Deadly Premonition tiene un reconocimiento mucho mayor respecto el que le otorgan las notas en análisis o incluso las ventas. El juego de hace casi una década, originario de Xbox 360 y que luego saldría en otras versiones, no tuvo la aclamación de la prensa, pero algunos análisis, como ese 10 de Destructoid, lo pusieron en el radar. ¿Qué tenía ese juego para llevarse semejante nota de Jim Sterling? Básicamente tenía problemas graves técnicos y jugables, pero tenía un encanto especial. Suficientemente especial para que muchos quedásemos prendidos de la historia, de Francis York Morgan, de esos personajes inenarrables que iban cruzándose en nuestro camino y, en definitiva, de ese más que homenaje a Twin Peaks. Ahora llega una secuela anunciada de forma inesperada, en un Nintendo Direct, como juego exclusivo de Switch. ¿Es capaz de mantener ese aura especial a pesar de todo? Por desgracia, creemos que no.
Cuando se habla de Deadly Premonition desde un punto de vista superficial es fácil caer en los errores de bulto que comete. Son evidentes, están ahí y son fácilmente enumerables. Técnicamente deficiente, con problemas de rendimiento, sistema de juego tosco, escasa variedad de tiroteos. La gracia del juego de Swery65 es, precisamente, en todo aquello que te ofrecía una vez te adentrabas en la obra y asimilabas que ese terrible control de los vehículos no iba a cambiar, y que el popping estaría con nosotros hasta el fin de los tiempos. La trama de Greenvale, donde aparece una joven brutalmente asesinada, enlaza con Twin Peaks tanto en la manera de desarrollar el caso como también en la construcción de los personajes. Muchos son fácilmente indentificables. Pero eso le daba una personalidad única al juego. Francis York Morgan era un personaje memorable, que destacaba por encima de todos, pero estaba acompañado por personajes también para el recuerdo. Incluso en misiones secundarias.
Decimos esto porque parte del encanto de Greenvale se ha perdido definitivamente en el pueblo de Le Carré, Luisiana, donde se dan los eventos de Deadly Premonition 2. York sigue siendo un personaje de primer nivel, de los mejores que recordamos. Su personalidad, sus comentarios, su actitud ante la vida, penetra y te atrapa sin remedio. Es evidente que el personaje tiene mucho de parodia, y por eso precisamente funciona tan bien. Uno de los problemas de Deadly Premonition 2, de hecho, es que hemos perdido ese elenco de personajes que nos iban acompañando en nuestro periplo. Los que conocemos, como la familia Clarkson -de donde es la víctima asesinada- o sobretodo Melvin y su hija Patty, que a pesar de tener 10 años será nuestra acompañante en la trama, funcionan bien y mantienen perfiles interesantes. Pero la riqueza de Greenvale se ha desvanecido, con personajes secundarios con poca presencia, con misiones secundarias que apenas nos descubren nuevos pueblerinos magistrales. Todo se reduce en exceso.
Estamos en una ciudad desangelada, con menos vida y menos sorpresas que Greenvale. Si lo comparamos con la primera parte es, principalmente, porque solo podemos compararlo con la primera parte. Aquello que hacía especial a Deadly Premonition -parte de ello- ha ido diluyéndose, y la experiencia general se resiente. Es evidente que lo haga. Porque no vamos a comprar Deadly Premonition 2 por los gráficos, tampoco por las mecánicas de disparo o por las mazmorras del otro mundo. Lo haremos por el mundo y lo que nos rodea. Y ahí hay grandes virtudes, pero también defectos no menores.
La trama gira alrededor de la muerte de una joven que forma parte de la familia de los Clarkson, una familia que hace más de 100 años que domina absolutamente todo en el pueblo. Algo interesante en ella, además de como York va desarrollando el caso y como interactúa con cada elemento y personaje, es que cambia algo la estructura de Greenvale. Aquí rápidamente sabemos quién es el autor material del asesinato, pero no todo lo que hay detrás. Y eso, al menos en nuestro caso, nos ha atrapado. No tiene la tensión de la primera parte, ni las apariciones de personajes intrigantes cada dos por tres, es mucho más mundano, pero vamos avanzando conectando con la trama hasta llegar a ciertos giros de guion positivos por una parte, y con un desenlace mejorable.
Todo empieza, de hecho, con dos agentes, Aaliyah Davis y Simon Jones. Estamos en 2019 y están interrogando a un decrépito Morgan, enfermo terminal y totalmente pasado de vueltas. Davis cree que Morgan tiene algo que ver con el asesinato producido en 2005 en Le Carré y que guarda similitudes con el de Greenvale, así que empezaremos interrogando, investigando pistas, y será Morgan quien nos irá narrando lo que sucedió en 2005. Muy a lo True Detective. Estos saltos temporales se suceden en cada capítulo, ayudan a construir dos visiones del caso y son interesantes, aunque por desgracia, el personaje de Aaliyah Davis no acaba explotando como esperamos durante la primera mitad de juego.
Cuando volvemos a 2005, el protagonista es Francis York Morgan. Con su clarividencia casi divina y su rareza extrema a ojos de los demás. Tras analizar un lugar del crimen, York llega a la “única conclusión” que las huellas que hay en la lámpara de la sala solo pueden significar que el sospechoso que se ha llevado el cuerpo de la víctima mide tres metros de alto. Es en ese momento cuando Patty le dice que no existe nadie de esta estatura, y cuando York le responde: “¿Acaso has visto en primera persona a todos los seres humanos del mundo?”. Así es York. Capaz de convencerte de lo que sea, incluso de que los Deus Ex Machina que se van sucediendo en ciertos momentos para redirigir la investigación tienen todo el sentido del mundo.
Pero York no puede cargar él solo con el peso de Deadly Premonition 2. Es un pilar fundamental como lo era en la primera parte, sigue siendo maravilloso tenerlo en pantalla, pero se han perdido matices. Sus divagaciones cinéfilas y casi siempre de serie B mientras íbamos en coche se han diluido y ahora, que el medio de transporte es un monopatín, se repiten las mismas frases constantemente. Sus visiones no están, y sus charlas con Zach (si no sabéis quién es, os recomendamos jugar a la primera parte) también han perdido fuelle. Si a esto sumamos que el elenco de personajes que nos rodea se ha reducido y no todos son tan especiales como antaño, el desarrollo acaba resintiéndose. Porque tampoco nos engañaremos, la trama del primer juego no era tanto el qué, sino el cómo y el con quién. Y aquí, aunque en 2019 tenemos grandes personajes, y en 2005 Patty también lo es, la mayoría de los vinculados al caso no llegan al nivel de Harry Steward, George Woodman, ni hay personajes claves en la conexión de mundos -también se pasa muy de puntillas sobre esto- como los hermanos Ingram.
Pasos atrás donde se podía mejorar
La estructura del juego mantiene casi siempre el mismo formato. Empezamos en el presente intentando conocer más sobre Morgan y sus verdaderas intenciones, mientras que una vez en 2005, en Le Carré empezamos siguiendo una serie de pistas -normalmente facilitadas por un oráculo- que nos obligan a inspeccionar zonas o buscar ciertos objetos. En el tramo final de cada capítulo nos adentramos en el otro mundo para combatir en mazmorras con demonios, llegar a recreaciones del crimen en cuestión y acabar luchando con algún jefe final para desembocar en una nueva evidencia sobre el caso, que también está vinculado a una poderosa droga y, claro está, a los árboles rojos.
El desarrollo casi no tiene pérdida, el uso de las franjas horarias para investigar o ir a sitios se ha reducido a su máxima expresión, y los puzles brillan por su ausencia. Incluso en un momento donde parece que hay un rompecabezas para acertar tres letras, York lo resuelve solo y te dice qué poner: “¿No te pensarás que tienes que descubrirlo tú?, ni que fuera un videojuego”.
Así que muchas veces estamos más en un Walking Simulator que en otra cosa, durante la primera parte del capítulo. En las mazmorras y momentos de acción, podemos disparar con una pistola y cargar, usando la concentración, para disparar varios a la vez. Aunque tienen algún elemento laberíntico, son bastante simples, los enemigos se repiten en exceso -hay tres tipos- y no tiene demasiada complicación, ya que siempre iremos cargados con munición, bebidas y comida de sobras. Esa es otra, tenemos otra vez mecánicas de hambre o sueño, pero tampoco afectan de manera relevante.
Jugablemente, en definitiva, no aporta nada realmente interesante, y las mazmorras, salvo la primera, se nos acabarán haciendo algo largas aunque en realidad en tiempo absoluto no lo sean tanto. Mención aparte los jefes finales, facilones, sin grandes patrones ni nada reseñable. Sí que el control ha mejorado en general respecto al juego original, asemejándose a Origins, también disponible en Switch. El resto de mecánicas están en la exploración, el uso de la concentración para identificar puntos de interés y en ir construyendo el diagrama del caso y la resolución del mismo al final de cada capítulo. También contamos con algunos minijuegos extras como jugar a la cabrilla, los bolos, carreras de monopatín o tour de tiro por el río, que entretienen pero tampoco son nada del otro mundo.
Como decíamos al principio, esto se acompaña de una escasez de misiones secundarias interesantes preocupante. Si recordamos el primero, podíamos hacer intercambio de objetos, teníamos que estar pendientes de las franjas horarias y a cambio recibíamos recompensas relevantes, como el walkie talkieque nos permitía realizar viajes rápidos, por ejemplo. Aquí, la mayoría de sidequests son de recolección de objetos, de matar un número de abejas u otros animales y las recompensas no son necesarias para nada vinculado con el desarrollo del juego y el hecho de poderlo terminar. Así que nos olvidamos de personajes interesantes fuera de la trama. Dentro de la misma, algunos son notables, como los mencionados, pero otros podrían dar más de sí (como el cura, la chica que instaura su propio Uber en el pueblo o el vendedor de productos esotéricos…).
Un mundo abierto desastroso
Uno de los grandes problemas del primer juego era el control del coche, simplemente desastroso. Así que en esta entrega vamos en monopatín. Más manejable y sin tantos problemas de giros, pero que acaba siendo problemático. No tanto por el monopatín sino por el mundo abierto. Le Carré petardea constantemente, con bajones graves de framerate mientras lo visitamos en exteriores y vamos en monopatín. Hay veces que se nos detenía la imagen medio segundo y no sabíamos si es que el juego había crasheado o entraba una escena de vídeo. El popping, personajes que aparecen a dos metros y los dientes de sierra son otros problemas evidentes a nivel gráfico para un juego que es peor técnicamente que la primera parte. Todo ello con ciertos cambios artísticos en el trazo de los personajes, que tampoco acaba de convencer.
Sobre las caídas de framerate se podría defender que no afectan en momentos de acción, pero tampoco es así. Hay un capítulo donde luchamos con el otro mundo al aire libre, y ahí el juego sufre y sufrimos nosotros. Por no hablar del modo dock, donde realmente es doloros de ver en movimiento mientras vamos en monopatín. En portátil sigue teniendo caídas pero no va a tantos trompicones. A nivel sonoro, se mantienen las más que notables voces en inglés y hay ciertas melodías de la primera entrega que se dejan caer de vez en cuando, pero la banda sonora no tiene tanto peso como antaño. El juego, eso sí, llega con una buena traducción al castellano.
Conclusión
Deadly Premonition 2 llega con la intención de mantener ese aura especial que rodeaba a la primera parte, aunque queda lejos de conseguirlo. Francis York Morgan sigue siendo uno de esos personajes que cualquier jugador de videojuegos debería conocer, y es capaz de llevar el peso del juego a cuestas incluso en los peores momentos. Pero con él solo no basta. La trama tiene ciertos giros de guion y momentos interesantes, sí. Por desgracia, por el camino se ha perdido gran parte del encanto de la primera entrega. Le Carré y sus habitantes no tienen la mística de Greenvale, muchos de los detalles que enriquecían la obra original han quedado reducidos a la mínima expresión y en general, sentimos que hemos perdido más que ganado. Todo ello, claro está, acompañado de un apartado técnico grotesco en muchos momentos y una jugabilidad ramplona y poco inspirada en los tramos de acción. El defensor de Deadly Premonition seguramente no tendrá problemas en acabar el juego y disfrutar de aquello que le evoca de la primera parte, sonreirá a menudo y en muchos momentos asentirá con la cabeza diciendo que esto sí es lo que quería; aunque al final del trayecto, en su interior sabrá que está ante una experiencia bastante peor y que por el camino se ha perdido demasiado de lo que hizo único a su predecesor.
Lo mejor
- Francis York Morgan es uno de los personajes más memorables de los últimos tiempos
- Algún que otro giro de guion en la trama
- Los momentos de la época actual (2019) y sus personajes
Lo peor
- Técnicamente es un desastre, peor que el primero
- Mazmorras sin interés y pobres jefes finales
- Hemos perdido muchos elementos especiales de la primera parte: elenco de personajes memorables, sidequests interesantes, diálogos...
- Le Carré no tiene el encanto, vida y opciones de Greenvale
Mejorable
Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.