Después de dos entregas más que prometedoras de la saga Panzers, Stormregion regresa a nuestras pantallas con Cold War, ambientado por primera vez más allá de la Segunda Guerra Mundial. Sumérgete en esta nueva aventura en forma de estrategia en tiempo real y trata de demostrar que combatir a los nazis es cosa del pasado.
A pesar del reciente lanzamiento de Halo Wars para Xbox 360 y del esfuerzo de compañías como Electronic Arts y su Command & Conquer para intentar dar mayor vitalidad a la estrategia en tiempo real en las consolas, la realidad es que el PC sigue siendo la mejor plataforma para este tipo de soportes con amplia diferencia. Juegos del nivel de Dawn of War II, todavía fresco en las estanterías, atestiguan esta afirmación, por mucho que lamentablemente las ventas durante sus primeras semanas estén muy lejos de niveles aceptables. Panzers Cold War quiere intentar cambiar esta tendencia.
Y básicamente esa es la principal excusa que nos pone a los mandos de un ejército y que nos lanza al campo de batalla sin más dilación. En ese sentido, Codename: Panzers Cold War resume perfectamente la esencia de lo que algunos llaman 'nueva generación' de juegos de estrategia en tiempo real, donde lo importante no está en la recolección y gestión de los recursos repartidos por el mapa sino en la administración de las unidades y en el fragor del combate mismo, premiando la valentía y el coraje de los que gustan de dirigirse siempre por campo abierto sin ningún compromiso.
Eso es debido principalmente a que suelen ocurrir muchas cosas de manera simultánea en pantalla; tal vez no es el juego con mayor carga gráfica que ha pasado por nuestras computadoras pero lo cierto es que aquello que se muestra lo hace de forma convincente. Eso implica montones de tanques y de infantería disparando a la vez, explosiones, helicópteros llegando con refuerzos, bombardeos de napalm, edificios desplomándose aparatosamente y muros derribados ante el paso de los tanques.
El gestor de física desempeña su labor de forma estupenda, al estilo de lo visto en World in Conflict, pues los elementos del escenario se van alterando a medida que se desarrolla el combate; los edificios, que sirven de cobertura a las unidades de infantería, parecen tener la masa justa cuando se desmoronan o incluso cuando otros elementos del escenario interaccionan espectacularmente con ellos, cosa que los desarrolladores explotan a conveniencia mostrando la caída de una grúa sobre una manzana de casas, por ejemplo. Una pena que no podamos atropellar a los soldados, la verdad.
El diseño de los escenarios suele ser abierto o con los suficientes espacios para dejar paso a las estrellas de la noche, los tanques, que si no encuentran caminos ya hechos fácilmente se construyen uno propio. Eso significa que es habitual ver como árboles o postes eléctricos (genial el efecto chisporroteante que produce la rotura de los cables de tensión) son pobres obstáculos ante el avance de los blindados, al tiempo que la artillería va creando boquetes en la orografía que permanecerán allí durante todo el desarrollo de la partida, añadiendo cierto toque de realismo.
Como viene siendo habitual en los últimos ETR, la cámara permite un grado de acercamiento considerable, espectacular aunque poco práctico, así como la posibilidad de rotar alrededor de las unidades para encarar mejor las batallas. Miles de partículas flotan alrededor de soldados y unidades como resultado de disparos y explosiones, al tiempo que sus animaciones - remarcables las de los blindados, algo sosas las de infantería - así como la gestión de las sombras dejan cierto regusto agridulce. En cualquier caso se podría afirmar que el juego cumple con solvencia el apartado gráfico, sin excesivos alardes pero tampoco con carencias notorias dignas de mención.
A nivel sonoro se puede destacar el excelente trabajo realizado con los efectos de audio, porque la sensación de inmersión conseguida merece mencionarse. El chirriar de las cadenas, el ruido del ladrillo y el hormigón fragmentándose, los gritos de los soldados al morir, el paso del reactor de un avión al bombardear una zona, los helicópteros llegando con refuerzos... lástima que no acompañe el doblaje, en inglés subtitulado al castellano, para hacer de esta sección merecedora de mayores elogios.
Para empezar, no existen recursos que recolectar. Progresivamente a lo largo de la campaña principal y también en las partidas individuales, dispondremos de un pequeño ejército a nuestro servicio que empezar a comandar y a dirigir. La clave para conseguir reclutar más unidades consiste únicamente en la adquisición de puntos de prestigio, conseguidos a base de aniquilar unidades enemigas (cosa que proporciona experiencia a las unidades), controlar y mantener puntos de interés clave (banderas) alrededor del mapa o cumpliendo objetivos adicionales.
En su lugar, iremos construyendo poco a poco pero sin pausa. A medida que las unidades vayan saliendo de nuestros edificios de producción, existe una gran capacidad de personalizarlas a nuestro antojo; por ejemplo, podemos optar por dotar a un tanque de una cadena reforzada que impida que sufra penalizaciones al movimiento si es alcanzado por una mina o bien adecuar un lanzallamas a su cañón principal para hacerlo doblemente efectivo en sus enfrentamientos contra la infantería. Este tipo de personalización (customization, en inglés) es fundamental que la aprendamos para triunfar en el campo de batalla.
Como antes comentábamos, cada bando (OTAN y Rusos) disponen de habilidades especiales que se obtienen capturando puntos de interés y disponiendo del prestigio necesario: enviar ataques de artillería a puntos determinados, barrer una zona con napalm, realizar un reconocimiento fotográfico, crear interferencias para evitar llegadas aéreas, lanzar contenedores de suministros... toda una serie de ataques espectaculares que marcan la diferencia una vez en combate.
7
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.