Clive ‘N’ Wrench, un plataformas muy nostálgico en lo bueno y lo malo

La nostalgia nos ataca fuerte en cada aventura 3D que intenta imitar a inicio de siglo en el que, por ejemplo, Banjo & Kazooie y Jak and Daxter fueron grandes generadores de felicidad y mucha diversión. Clive ‘N’ Wrench es uno de esos títulos y actualmente se está viendo el fruto de haber crecido con ello. Desarrolladores que una vez fueron jugadores quieren plasmar su diversión en su proyecto y Clive ‘N’ Wrench nace con esa idea: dos personajes luchan, coleccionan y avanzan por diferentes mundos para derrotar a un jefe malvado. Ahora comprobaremos si Dinosaur Bytes Studio logra acercarse a esas leyendas de antaño.

Una pareja muy plataformera

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Poco podemos decir de la historia de Clive ‘N’ Wrench más allá de confirmaros que sí, cumple todos los requisitos de una aventura en 3D de principio de siglo. Tiene una pareja de protagonistas (liebre y mono), se enfrentan a un antagonista que es malo porque lo dicta su naturaleza y recorremos tantos mundos como a sus desarrolladores se les ha ocurrido. Su historia es simple y llana y las cinemáticas son meramente anecdóticas. De hecho, nos hubiera gustado que hubiera sido todo mucho más simple porque las animaciones en las escenas de vídeo son poco naturales y muy toscas. Muchas no tienen sentido, son lentas y te hacen perder más el tiempo que a entretenerte, por lo que creemos que ha habido un gasto de recursos innecesario para un apartado que apenas beneficia al propio videojuego. De hecho, la mejor parte de Clive ‘N’ Wrench está en la jugabilidad.

Esto no quiere decir que sea un juego que revolucione ningún tipo de mecánica de movimiento ni nada por el estilo, pero sí es verdad que Clive ‘N’ Wrench entretiene que, al fin y al cabo, es la esencia de lo que llamamos videojuego. Al principio fuimos bastante escépticos al ver que no nos acabábamos de adaptar al control por su imprecisión en ciertos saltos y movimientos (el problema existe), pero lo cierto es que a medida que fuimos avanzando acabamos de encontrarle el punto a Clive ‘N’ Wrench como para que nos resultase un juego entretenido y no frustrante. Estas imprecisiones y falta de pulido en el movimiento surgen en los momentos en los que nos piden ser milimétricos o realizar saltos muy justos, situaciones puntuales en las que el pico de dificultad asciende sobremanera al demandarnos concentración y precisión, cualidades de las que carece Clive ‘N’ Wrench. Sin embargo, en la parte troncal y única del propio videojuego cumple con creces.

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Explora, colecciona y ataca

Tenemos infinidad de coleccionables que recolectar, secretos, puzles y enemigos finales al final de cada mundo. No obstante lo que más nos interesa son los medallones, los cuales nos permitirán avanzar en la historia y enfrentarnos al enemigo final de esa zona. El número de medallones requeridos para ello es bastante elevado, por lo que tendremos que dedicar bastante tiempo en cada nivel a la exploración, algo que choca con la misma esencia de Clive ‘N’ Wrench. Su aspecto infantil o desenfadado desentona con algunos momentos del propio videojuego en los que nos piden cierta habilidad en los mandos. Medallones a contrarreloj, carreras muy ajustadas, saltos milimétricos… Es cierto que no es un juego excesivamente difícil para los que estamos acostumbrados a ello, pero en manos de alguien menos experimentado podría llegar a hacerse bola y alcanzar la frustración.

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Los escenarios son muy variados y nos sorprende a nivel de diseño como están planteados. Hay mucha verticalidad en todos los mundos que hemos visitado y son de temáticas distintas que nunca te cansas de visitar. De hecho, la exploración juega un papel tan fundamental en Clive ‘N’ Wrench por esto mismo, la variedad y los cambios continuos entre mundo y mundo. No encuentras escenario igual y siempre tienes curiosidad en cómo va a ser el siguiente. Este es sin duda uno de los puntos más fuertes de Clive ‘N’ Wrench porque es el principal motivo por el que no surge el cansancio y la diversión y entretenimiento persisten. Para alcanzar todos los rincones de estos mundos disponemos de diferentes movimientos como un doble salto, salto largo o un salto en carrera para llegar a las plataformas más lejanas y conseguir ese medallón tan codiciado mientras nos deleitamos de una banda sonora muy bien tematizada dependiendo del mundo en el que nos encontremos. No agota ni sentimos repetitividad, al contrario, la tatareábamos de vez en cuando.

Adopta lo mejor y lo peor de principio de siglo

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A lo único que le llegaríamos a poner pegas reales es al combate. Es simple y sencillo porque solo tenemos un botón de ataque que varía dependiendo de si estamos en el aire, caminando o corriendo, pero la hitbox es bastante mala. La hitbox es ese lugar en el que nuestro ataque impacta con el enemigo y en Clive ‘N’ Wrench es bastante aleatoria. Hay momentos en los que estamos a su lado y no le hacemos nada de daño y otros en los que alejados acabamos con ellos. Por suerte no es algo que sea troncal del propio videojuego, pero sí es cierto que la gran mayoría de veces que hemos muerto ante los jefes es por culpa de la hitbox y la falta de tiempo de invulnerabilidad entre golpe y golpe. De hecho, los jefes finales (aunque variados) son una piedra más en el camino y tan solo aportan un desafío distinto que es tan complejo y variado a lo visto en el juego que nos podemos llevar alguna que otra sorpresa en forma de pico de dificultad.

Sin embargo, no creemos que se trate de un juego difícil o que suponga un reto imposible. De hecho, la exploración es muy gratificante durante las 6 u 8 horas que nos puede llevar a completar el juego prácticamente al 100%. Hay objetos y coleccionables muy ocultos o que requieren de mucha atención por parte del jugador porque es fácil olvidarte de algún jarrón sin destruir o un reloj del tiempo sin recoger. Cabe decir que tampoco hay una gran recompensa por completar al 100% cada mundo, por lo que se trata más bien de un desafío personal que un objetivo a alcanzar.

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Sudores fríos en Switch

A nivel técnico tenemos nuestras quejas porque, aunque no hemos podido comprobar su rendimiento en otras plataformas, en Nintendo Switch encontramos problemas serios en los tiempos de carga al alargarse en exceso o llevarnos más tiempo del que, en principio, creeríamos que conlleva el juego. Además, morir en los enemigos finales es un horror solo por el tiempo que le lleva a cargar de nuevo partida. Por otro lado, a nivel gráfico aguanta el tipo en modo sobremesa pero palidece en modo portátil aunque su estilo artístico colorido le sienta de lujo. El framerate, afortunadamente se mantiene estable, no tanto la cámara, la cuál en ocasiones se convierte en un enemigo más que superar.