Castlevania: The Adventure ReBirth
Renacer
Konami ha dado el visto bueno para hacer renacer los primeros pasos de una de sus franquicias más importantes a lo largo de la historia. Un recorrido lúgubre y sombrío por los parajes que hace más de una década sorprendían a los aficionados por su originalidad e increible ambientación. El paso del tiempo nos regala un título único en el catálogo de WiiWare que sólo los aficionados de Nintendo podrán disfrutar de momento. Es hora de volver a la caza.
Con Lords of Shadow enseñando los dientes y dejando con las ganas a gran parte de la comunidad de aficionados que reúne Castlevania a lo largo y ancho del globo, era de esperar que Konami sacase la gallina de los huevos de oro con alguna producción aparecida de la nada que de súbito ofrece a los jugadores una buena excusa para sumergirse en la peculiar historia creada hace más de dos décadas. Castlevania the Adventure Rebirth supone un extraño giro de tuerca al sistema tradicional que la franquicia ha utilizado desde sus primeros días de vida, allá por 1989 cuando veía la luz en el mercado para revolucionar un género en el que años más tarde se convertiría, según vox populi, en el rey. Pero que nadie se preste a confusiones; esta aventura exclusiva de WiiWare no ha sido desarrollada por Igarashi (faltaría más), ni mucho menos por un estudio especialmente reputado en la industria.
En la historia de Castlevania existen dos estilos de juego: uno se centra en la acción (en un lapso que abarcaría los diez primeros años de la existencia de la serie), el otro en la aventura, en la exploración con tintes roleros. Symphony of the Night entraría en la segunda calificación, obra maestra suprema donde las haya que inexplicablemente no se ha querido volver a sacar a la luz en forma de remake pese al clamar popular de los aficionados. Lo que sí ha hecho Konami para recuperar sus viejas glorias ha sido crear una línea de títulos que vienen bajo el sello Rebirth (renacer) en las que o bien se trabaja con un videojuego retro aparecido hace dos décadas y se remoza utilizando los filtros gráficos modernos (léase el caso de Contra Rebirth, que encantaba al público por mantener la esencia original de la saga), o sencillamente se realiza una producción completamente nueva cuyo único objetivo es servir como bálsamo para las ansias videojueguiles de los aficionados.
Lo segundo es lo que la compañía japonesa ha hecho en el caso de The Adventure Rebirth, un proyecto que se ponía en marcha durante el año pasado y que apenas ha recibido apoyo oficial por parte de Nintendo o de la propia Konami. No se explica el porqué de esta curiosa forma de actuar cuando se trata de una aventura que, pese a su nombre, no se limita a recuperar el primer Castlevania que aparecía en la GameBoy monocroma, sino que crea un mundo nuevo que pese a no ofrecer información nueva a nivel argumental sí que retoma la esencia a la que la franquicia nos tenía acostumbrados en su primera época. Lo hace por medio de una trama extremadamente sencilla que se plasma en escena tomando elementos prestados de anteriores entregas, léase el caso del mencionado anteriormente Symphony of the Night o de Rondo of Blood. El resultado es lo que pasamos a comprobar a continuación.
Lo primero que llama la atención al comenzar a jugar es el apartado gráfico del juego, donde se ha tratado de combinar el aspecto tradicional de la franquicia con un estilo gráfico moderno. Esto nos lleva a la clásica mezcla entre un entorno considerablemente pixelado, colores llamativos, efectos lumínicos sobresalientes y la sensación de estar jugando con un título desarrollado hace 20 años que se ha sacado del ataúd con un poco de maquillaje. Las sensaciones son, no obstante, bastante mejores de lo que se podía intuir en primera instancia pese a las escasez alarmantes que incluye este nuevo episodio de la franquicia. El nuevo héroe utiliza un látigo extendido para atacar a los enemigos, aunque sigue necesitando destruir las clásicas lámparas y resto de atrezos para obtener corazones y otros objetos que nos facilitan la vida durante la partida.
La historia nos cuenta esta vez cómo el conde Drácula construye su castillo en el suburbios de Transilvania, un guión atípico que nos lleva de paso por un enorme mosaico de localizaciones (seis en total, con un entramado gráfico que cambia drásticamente al terminar cada una de ellas) que realmente marcan una diferencia bastante tajante entre sí. Nunca tenemos la sensación de pasar por el mismo escenario o de perder el tiempo sorteando objetos puestos en nuestro camino a consciencia para complicarnos la vida. Como en todo Castlevania clásico, aquí prima salir con vida de los enfrentamientos que tenemos contra los enemigos comunes, sin tener que perder la cabeza con aumentar el nivel de experiencia de nuestro personaje o de conseguir nuevos objetos que sean útiles en el combate. Si somos hábiles seremos capaces de terminar la aventura sin recibir un solo golpe.
Los final bosses, otra de las señas de identidad de la franquicia, hacen acto de aparición en los seis escenarios en los que transcurre la partida. Generalmente hemos de enfrentarnos uno de sus secuaces a mitad del nivel. Sin la necesidad de preocuparnos con continuar con la partida sin tener que repetir la aventura por completo (tenemos continuaciones ilimitadas, aunque si apagamos la consola tendremos que empezar el nivel en cuestión desde el principio, un aspecto bastante molesto que en cualquier caso pretende imitar las características originales de la serie según nuestro entender) podemos afrontar estos combates sin ese miedo a tener que volver a recorrer el sendero que nos ha llevado hasta ese combate en concreto.
En realidad el nivel de dificultad del juego es bastante elevado durante las horas que dura, siempre con la posibilidad de volver a disfrutar de las partidas para descubrir caminos ocultos y tesoros que no descubrimos la primera vez. Terminar el juego por segunda vez sólo tiene valor a nivel personal, ya que no descubriremos objetos ocultos ni en forma de personajes secundarios ni de nuevos modos de juego. La aventura se termina en menos de 6 horas, tiempo que desciende considerablemente si somos aficionados acérrimos de la franquicia y nos conocemos todos los trucos para manejar al torpe protagonista. Puede que haya cambiado la jugabilidad, adaptándose a los tiempos modernos, pero la familia Belmont sigue caracterizándose por la inexplicable torpeza que supone tener que realizar determinados movimientos. Si así lo deseamos, podemos privar al héroe de sus capacidades para saltar como una persona normal, en una opción exclusiva para amantes de la dificultad extrema.
Es la tónica general que sigue esta aventura que pese a llevar el título de la historia de GameBoy sólo retoma algunos aspectos de su jugabilidad, aunque no del argumento. De todas formas los jugadores deberían quedar sobre aviso: puede que no sea el mismo videojuego, pero desde luego sí que mantiene la misma esencia. Es como meter en el túrmix de la actualidad el Castlevania original añadiendo una leve mejoría a nivel técnica con añadidos jugables que no cambian la experiencia jugable, pero tampoco se limitan a mantenerla intacta respecto a cómo la disfrutamos hace dos décadas. Se mire como se mire es una jugada que ha salido bien parada sin llegar al nivel de calidad de otros Rebirth y con algunas taras que no acaban de convencernos. No obstante el trabajo que ha realizado M2 se limita a ofrecer lo mejor de una franquicia que desde hace tiempo ha evolucionado.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.