Capcom Arcade Stadium
Tome mis cinco duros virtuales
Capcom Arcade Stadium, análisis Switch. De vuelta a los recreativos
Capcom refresca sus clásicos arcade en una recopilación más que atractiva que sabe expandir su legado
Las máquinas arcade existen desde el mismo nacimiento de la industria de los videojuegos. Colocan la primera piedra de su enorme catedral en aquel bar donde el mueble amarillo y marrón de Pong vio atascada su ranura de insertar monedas. Esto puede funcionar, pensaron Nolan Bushnell y Ted Dubney al ver ese pequeño triunfo inicial. Desde entonces, y hasta su larga agonía en el cambio de siglo, supusieron una de las máximas rivalidades en el mundo de los videojuegos, la más rápida y encarnizada.
La competición era feroz para hacer llegar a los salones o al bar más remoto del país la máquina más espectacular, la más divertida, la que robara el corazón (y lo que contenían los bolsillos) de miles de aficionados. Hoy día aquel mueble de Pong luce su merecida jubilación en museos, y los miles de hijos pixelados que tuvo por todo el mundo vuelven una y otra vez a la vida en forma de merecidas recopilaciones. Ni los más talluditos olvidamos aquellos gloriosos tiempos ni los más jóvenes sienten el más mínimo rechazo por algo tan antiguo. Y es que esto es un regalo digno de analizar.
El pixel eterno
Creo que hay algo que no apreciamos lo suficiente, y es la capacidad de los videojuegos para hacer convivir comercialmente en el momento actual el pasado y el presente. Al contrario que en el cine, por ejemplo, donde los clásicos lo tienen complicado para asomarse a las plataformas de streaming más exitosas y el público más joven está en otros menesteres, en los videojuegos todo el mundo puede disfrutar de los títulos de décadas pasadas sin demasiados problemas. Esto se debe en parte a que el inquieto mundo indie lo mantiene vivo en fondo y forma. El pixel art actual es la ventana bidimensional por la que muchos se han asomado a unos tiempos en los que los cuadradotes eran la única forma de representación interactiva posible. Ahí está el triunfo crítico y popular de Celeste o el reciente millón de copias vendidas alcanzado por Blasphemous. Más allá del pixel, incluso podemos encontrar producciones en blanco y negro. Ahí tenemos ese clásico moderno que es Limbo (que apela al granuloso y parpadeante celuloide expresionista de principios del siglo XX) o el poligonal Mundaun. Es como si en la cartelera de cine convivieran con los blockbuster producciones mudas y en blanco y negro. Un sueño que en los videojuegos es maravillosa realidad.
Las recopilaciones de clásicos de los 70, 80 y 90 son habituales de la mano de Atari (Flashback), Konami (Aviversary Collection Arcade Clasics), Namco (Museum), Capcom (Classic Collection, Beat'em up Bundle) o Sega (su recopilación de Megadrive es una de las más generosas en cantidad y más atractivas en relación calidad/precio); las sagas se agrupan en suculentos paquetes como es el caso de Megaman, Castlevania o Contra y el valor principal del modo online de pago de Nintendo se encuentra en los más de 100 juegos NES y Supernes que nos permite disfrutar el servicio. Tener una recreativa de los 80 o 90 en casa es lo más moderno del mundo y acumular roms por miles una costumbre extendida. En España, la Biblioteca Nacional preserva con mimo nuestra historia videolúdica, y por todo el país podemos encontrar asociaciones que recuperan, reparan y exponen para disfrute de todos cientos de máquinas arcade. Sí, el cine clásico tiene que estar muerto, el pobre, de envidia.
Contenido y formas de hacerse con Arcade Stadium
Tenemos varias opciones de compra de Capcom Arcade Stadium. Podemos descargar el programa y disfrutar de forma gratuita de 1943: The Battle of Midway para, después, hacernos en conjunto (39'99) o por separado de los tres packs (a 14'99 cada pack) con diez juegos cada uno. Treinta y un juegos que abarcan tres décadas al que hay que sumar el mítico (y endiabladamente difícil) Ghouls´n´Ghoblins, que se desbloquea una vez los tenemos todos. La distribución de los juegos por pack quedaría así:
Pack 1 (de 1984 a 1988):
Pack 2 (de 1989 a 1992):
Pack 3 (de 1992 a 2001):
Como supondréis, conforme avanzamos de un pack a otro se van multiplicando los colores, los sprites en pantalla, el tamaño de estos, los planos de scroll y los efectos de brilli brilli. En todos encontramos auténticas maravillas, así que la elección de uno u otro, si nos hacemos de ellos poco a poco, depende del mayor o menor toque retro que queramos y, si eres viejuner, del que te traiga mejores recuerdos.
Capcom Arcade Stadium, buscando dar valor a la enésima recopilación de clásicos
Con la facilidad que existe hoy en día para hacerse, de forma no legal, de enormes paquetes de juegos que hacer correr en emuladores, las compañías han optado por ofrecer su antiguo catálogo con el mejor servicio posible, y esto incluye no solo la fiel representación de los juegos originales, sino la proliferación de opciones que los actualizan en la forma en la que tenemos de disfrutar de ellos.
Capcom ofrece una larga lista de opciones que es digna de aplaudir, aunque estas se basan en la experiencia del usuario y se olvidan al coleccionista. En Arcade Stadium no encontraremos las enciclopedias que han acompañado otras compilaciones: diarios de desarrollo, escaneo de diseños originales, historia de la compañía, publicidad de la época… Aunque sí que incluye una opción siempre agradecida, y es que en la mayoría de los casos vamos a encontrar aquí las versiones japonesas y occidentales, pudiendo alternar entre ellas con un simple clic antes de empezar a jugar.
El grueso de cosas que podemos hacer pasa por facilitar la vida del usuario. Tenemos multitud de formas de visualizar cada juego, desde el formato de pantalla, que incluye marcos inclinados de recreativas, hasta los típicos filtros que nos acerquen lo más posible al recuerdo de las teles y monitores de tubo de hace treinta años. Podemos guardar en cualquier momento, rebobinar la partida cuando metemos la pata así como variar parámetros como el número de vidas o la velocidad de lo que aparece en pantalla. Si en algún momento has soñado con asomarte dentro de un Bullet Hell sin salir demasiado escaldado, este es tu momento.
Haciendo honor al concepto Stadium de la recopilación, la segunda década del siglo XXI se asoma en forma de desafíos periódicos y de tablas de clasificación online. Aquí será donde recale la línea más hardcore de jugadores, con un pique continuo con ajustadas y continuas subidas y bajadas en la clasificación mundial.
Por último, no debemos olvidar lo bien que le sienta a estas joyas el modo portátil de la híbrida de Nintendo. Incluso su modo portátil tirando de patilla, con los joycon desacoplados, dará diversión a raudales en cualquier parte compartiendo con un amigo la experiencia multijugador cooperativa que ofrecen algunos títulos. Y es que es difícil encontrar algo amargo en un caramelo como este.
La dificultad de los arcades de épocas pasadas se debía a la necesidad de que fueran rotando continuamente los jugadores para que resultaran lo más rentables posibles. En Arcade Stadium, con tanta ayuda para el jugador de hoy se pierde la angustia que era perder cinco duros en pocos minutos (disponemos aquí de partidas infinitas que se van activando con un acertado click en el joystick derecho). Siempre es algo que podemos obviar a la hora de enfrentar cualquiera de los juegos, pero resulta difícil ignorar un rebobinado que nos salve de una bala perdida. El enfoque que brilla es desde luego el clasificatorio online, que dará nueva savia a estos viejos árboles. Como niños que fuimos, es un placer subirse a estas frondosas ramas de nuevo.
Conclusión
Capcom no desempolva aquí sus clásicos porque estos nunca han perdido su brillo. La colección de treinta y dos juegos que encontramos en Arcade Stadium repartidos en tres packs siempre ha sido, en su mayoría, un eterno presente. Ahí están Bionic Commando, Strider, Ghost & Ghost/Ghoblins, los 19XX, algunas de las entregas más celebradas de Street Figther II... Arcade Stadium es una excelente muestra de la compañía en los años dorados de los salones recreativos. La compilación, que nos lleva desde 1984 a 2001, empapa la memoria de varias generaciones y se abre sin problemas a nuevos jugadores. A los recién llegados no les resultarán extraños los diseños pixelados y las mecánicas de scroll lateral porque las ven cada día de la mano de fantásticos juegos indies. Son principalmente los nuevos usuarios los que sacarán partido a las opciones clasificatorias online y a los desafíos periódicos. Es de agradecer este tipo de recopilaciones que preservan el pasado del videojuego en el presente de cara al futuro.
Lo mejor
- Es Historia del videojuego
- Las múltiples opciones de visionado y jugabilidad
- La frescura que dan la clasificación online y los desafíos
Lo peor
- Echamos en falta material gráfico y de vídeo conmemorativo sobre los juegos y la compañía, algo que sí encontramos en otras recopilaciones
- Que no incluya 30 juegos más
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.