La guerra de antaño, como antaño

Call of Duty es a día de hoy un referente asentado de la acción en primera persona, una licencia que acumula un enorme número de seguidores, y que debe su éxito en buena medida al hecho de que las sucesivas entregas de esta serie han introducido aspectos novedosos en la jugabilidad, que pueden ya considerarse característicos del propio género y que han supuesto verdaderos hallazgos, hasta el punto de condicionar el desarrollo del sistema de juego de los títulos posteriores. Asimismo, el rigor histórico y la voluntad de verismo, de transportar al jugador a las filas de un pelotón en maniobras en medio del fragor de la batalla y en unos momentos del pasado reciente tan reconocibles como fatídicos, han encandilado no sólo a un público selecto, interesado por las contiendas militares más cruciales de la historia moderna y ávido de recrear el ambiente vivido por los soldados que experimentaron en su día tales eventos, sino incluso a aquellos jugadores habituales de productos centrados en la acción que ansían una experiencia intensa, realista e inmersiva. Estamos ante un título que supuso en su día un acercamiento realista a los conflictos bélicos y que brindaba un enfoque más subjetivo a la acción, poniendo al jugador en el centro de la narración, en primera línea de fuego, y protagonizando los más significativos y aciagos capítulos de la historia reciente de la humanidad.

Tras el lanzamiento del flamante Call of Duty Modern Warfare 2, representante de la vertiente más cruda y actual de la saga, Activision e Infinty Ward nos proponen ahora recuperar el primer Call of Duty, que establecía unos parámetros de control que, de hecho, poco han variado desde que el primer juego de la familia hiciera su aparición, a finales del año 2003. El juego nos ponía en la piel de tres soldados distintos, todos pertenecientes al bando aliado, un norteamericano, un ruso y un inglés, que combatían en frentes diferentes del continente europeo. Emprendíamos con ellos tres grupos de misiones diferentes de sus ejércitos respectivos. En las misiones estadounidenses, con las que el videojuego daba comienzo, aprendíamos los fundamentos del control de nuestro personaje en un campo de entrenamiento, caíamos en paracaídas en la Normandía ocupada por los nazis, a escasos kilómetros de las playas en las que se producía el desembarco aliado y desde ahí nos encargábamos de la eliminación de distintos puestos estratégicos que ponían en peligro la liberación del noroeste francés. Nos trasladaríamos a Austria para liberar a un oficial británico preso en un castillo medieval ocupado por los nazis y, finalmente, participaríamos en la Batalla de las Árdenas, haciendo frente a la contraofensiva de las fuerzas alemanas.

En las misiones británicas debíamos sobrevivir al aterrizaje forzoso de nuestro avión en medio de un espeso bosque y esquivar a los soldados alemanes, evitando poner en peligro nuestras maniobras en el centro de Alemania; destruiríamos distintos emplazamientos enemigos y tomaríamos diversos puntos estratégicos antes de hacernos con el control de una torreta de fuego antiaéreo en un aeródromo y abatir los mortíferos bombarderos Junkers Ju 87 cuyo fuego amenazaba con desatar el infierno a nuestro alrededor. Tras lo cual navegaríamos a Noruega acompañados del capitán Price (el oficial británico que habríamos liberado como soldados estadounidenses en las primeras misiones) y disfrazados de soldado alemán para infiltrarnos en el buque acorazado Tirplitz y sabotearlo desde dentro, obteniendo de paso un buen número de informes y documentos de importancia caudal para los servicios de inteligencia de nuestro bando. Como colofón, desmantelaríamos un punto de lanzamiento de bombas Vergeltung, los primeros misiles teledirigidos.

Durante las misiones soviéticas llegaríamos a entrar en combate en la épica batalla de Stalingrado, donde a duras penas y prácticamente desarmados lo tendríamos muy complicado para llegar a activar el fuego de nuestra artillería. También nos veríamos envueltos en la recuperación de la Plaza Roja de Moscú y nos dirigiríamos a Polonia, donde el Alto Mando del Ejército Rojo dirigiría a nuestra unidad para tomar las fábricas de Varsovia en las que las fuerzas alemanes se nutren de armamento y reparan sus vehículos de combate. En la misión final participaríamos en la toma de Berlín, los soldados nazis se entregarían con sus últimas fuerzas a la defensa de la capital alemana. Sólo tras superar el fuego de infantería y francotiradores llegaríamos a la plaza del Reichstag, una vez tomado el parlamento alemán se darían por concluidas las hostilidades.

Call of Duty sigue siendo una delicia jugable, y aunque el tiempo ha pasado y desde luego sus gráficos están lejos de los que nos ha ofrecido Infinity Ward en Modern Warfare 2,  durante el total de veinticuatro misiones seguimos apreciando unos escenarios de enorme extensión, muy logrados, recreados con gran realismo y que reproducen solventemente, aunque sin grandes alardes técnicos, entornos de muy distinta naturaleza. Observamos, no obstante, en la conversión arcade, una oscuridad excesiva en algunos pasajes del juego, que convertirá no pocas de las zonas en las que nos adentremos en sitios más peligrosos de lo que seguramente recordábamos, por la imposibilidad de detectar objetos o enemigos con la suficiente claridad, es algo que se da únicamente en escenas que transcurren durante la noche o en ambientes especialmente oscuros, pero a menudo nos veremos obligados a retocar los niveles de contraste y brillo de nuestra pantalla para paliar este efecto.

Por bien que se nos presenta en alta definición, en todo lo relativo al apartado gráfico podemos decir que no se ha efectuado más que un ligero lavado de cara al juego: las texturas y el detalle de modelados de objetos y personajes es el de antaño. Se ha adecuado el juego al formato panorámico, pero no encontraremos sorpresas remarcables, y sin duda se nos ocurren otros títulos descargables, incluso adaptaciones de juegos pasados -como es el caso de este CoD Classic- cuya apariencia resulta más satisfactoria que la del producto que nos ocupa. Aun así, el juego de Infinity Ward cumple, probablemente sus gráficos eran notables en su día, y por eso no nos sorprenden demasiado en su presente iteración; muchos títulos han envejecido peor, de hecho, y Call of Duty fue en el momento de su aparición una clara exhibición de recursos visuales al servicio de la mejor ambientación posible, motivo por el cual este primer capítulo sigue brindando, aún ahora, un espectáculo estético digno de la saga.

Aunque hubiera sido un detalle técnico de mérito el lograr prescindir de las pantallas de carga previas a la realización de cada misión, probablemente se habría tenido que sacrificar la presentación de la historia (lograda por medio de diarios de campo en los que se recogen los pensamientos de cada soldado antes de entrar en acción) de modo que se habría visto afectada la narración y, por tanto, también el poder inmersivo de la historia. Redunda en este aspecto la calidad del apartado sonoro, que reúne piezas orquestales que refuerzan el tono épico del título de Infinity Ward y que recuerdan a algunas bandas sonoras de grandes producciones cinematográficas de género bélico. También son muy destacables los efectos de sonido, que reproducen espectacularmente el estruendo de las refriegas.

No hemos percibido que la inteligencia artificial de los enemigos y aliados haya sido mejorada de forma sensible en relación a la versión original del juego, y en algún momento podremos contemplar a algún soldado comportarse de un modo absurdo (es el caso de enemigos que tardan en detectar nuestra presencia cuando deberían estar viéndonos, o de compañeros que se dirigen directos al peligro sin contemplaciones de ningún tipo, por ejemplo). La traslación del control del juego a los mandos de una consola nos parece, quizás, algo menos ágil de lo que el juego ofrecía en su versión para compatibles, y parece también más lento que ofrecen las versiones para consola de los últimos juegos de la licencia. Aunque no se trata de un punto que lastre en exceso la jugabilidad, sí que es algo que advertirán quienes jugaran con ratón y teclado el juego original o quienes estén jugando MW2 en estos momentos.

Puede que quienes se hayan unido a la legión de adeptos de Call of Duty recientemente echen de menos contar con mayor número de puntos de control, especialmente en los modos de dificultad más elevados, un botón de sprint que nos permita desplazarnos con rapidez de una cobertura a otra, o un sistema de regeneración del daño sufrido por nuestro soldado por los impactos de las balas y la metralla. Quizás implementar estas características de los nuevos juegos en esta revisión de la primera entrega hubiera significado introducir en la nueva edición unas peculiaridades que traicionan la fidelidad de la adaptación, pero teniendo en cuenta que se trata de rasgos representativos de la franquicia en sus últimas fases, que los botiquines médicos por medio de los cuales recobraremos la salud, y ante la complicación creciente de las misiones en los modos de dificultad más elevados, puede que éstos sean únicamente detalles anecdóticos en el cómputo global, que no empañan el resultado del trabajo realizado en esta revisión, pero sólo podemos suspirar ante la decisión final de no incorporar en la reedición unas propiedades que nos parece que hubieran incrementado notablemente su jugabilidad.

El juego hace gala de un modo multijugador online a la altura de lo que se espera de la saga Call of Duty, aunque dista bastante del ofrecido por la compañía californiana en las últimas entregas. Se ha llevado a cabo una reducción notable del número de jugadores que pueden participar en enfrentamientos online, ahora sólo ocho participantes podrán reunirse simultáneamente en una partida, cuando en la versión de ordenador podían llegar a encontrarse hasta treinta y dos jugadores. Pese a esto, el multijugador funciona bien, y la profusión de modos de juego disponibles completa un título más profundo de lo que suelen serlo la mayoría de productos de las tiendas arcade de PlayStation 3 y Xbox 360, por lo que consideramos que cabe felicitarse.

Call of Duty: Classic (Xbox 360)

Aunque los años no pasan en balde y el primer Call of Duty ha sido ampliamente superado técnicamente por sus sucesores, la incorporación de esta versión Classic en las tiendas online de las consolas actuales de Sony y Microsoft se antoja como una ocasión inmejorable de revivir el primer episodio de la licencia, por parte de aquellos que la vieron nacer, y como una buena oportunidad para los amantes del género bélico de conocer los inicios de uno de las series de videojuegos de tiros en primera persona más aclamados y con mayor número de seguidores. Pese a no tratarse de un título perfecto, su calidad de precursor justifica buena parte de los pocos defectos que en él apreciamos.