Bound By Flame es el cuarto juego propio de la compañía francesa Spiders, veteranos de Monte Cristo que decidieron montar su propio estudio para realizar el tipo de juegos por los que sienten pasión: RPGs con un fuerte componente de acción y un concepto de la fantasía medieval oscuro y muy “Heavy Metal”, dibujando paralelismos con juegos como Gears of War en cuanto a caracterización de sus personajes. Los creadores de Of Orcs & Men les gusta los universos oscuros con protagonistas en forma de armarios soltando tacos, mujeres descaradamente ligeras de ropa y personajes sin pelos en la lengua. A veces se pasan de frenada y lo que originalmente podía ser concebido como algo “adulto” se convierte más en una parodia de tópicos del género que en algo verdaderamente creíble, pero se nota la pasión y el cariño por el género. El juego nos emplaza a un mundo en el que la humanidad está acorralada en una guerra que tiene pocas esperanzas de ganar. Ejércitos de muertos vivientes y grotescas criaturas llegan en oleadas desde el norte y cada nueva batalla no hace sino engordar sus tropas, lo que deja a los reinos humanos y elfos en una situación desesperada. Detrás de estas fuerzas están los siete señores del hielo, poderosos hechiceros y nigromantes que han unido sus recursos en una cruzada para acabar con la vida en el planeta. Nuestro protagonista es Vulcan, un mercenario (o mercenaria) parte de una otrora gran compañía que sin embargo pasa por sus momentos más bajos después de perder a una gran cantidad de soldados en las batallas. Los pocos supervivientes se encuentran en una extraña misión como guardaespaldas de un grupo de eruditos que han pedido su protección mientras realizan un extraño ritual, algo que puede dar a la humanidad un arma contra los señores del hielo.
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Como era de esperar, las cosas no salen bien y el ritual falla, en parte. En vez de beneficiarlos a ellos, el ritual libera un “demonio”, un espíritu del fuego que invade el cuerpo de Vulcan, quizás atraído por la afinidad del protagonista al fuego y a las explosiones -es el experto en explosivos de la compañía-. Hay muchos interrogantes sobre este ser, pero tiene una conciencia, una voz y desde luego no está precisamente encantado de compartir el cuerpo con lo que denomina “un patético humano”. Gran parte del argumento del juego gira alrededor de la relación entre Vulcan y el ser que tiene en su interior, que no cesará de dejar sus poco amables opiniones en toda clase de situaciones. La parte positiva de la situación es que el protagonista adquiere poder sobre el fuego, lo que le permite acceder a habilidades como bolas de fuego, explosiones ígneas a su alrededor o dotar a sus armas de llamas para aumentar su daño, habilidades que complementan sus considerables habilidades marciales. La relación entre el protagonista y su “invitado” marca en cierta sentido el compás moral del juego. Si en Fable nos vamos transformando según realizamos actos buenos, malos o de otra índole, aquí debemos evaluar hasta qué punto queremos fiarnos de un demonio interior cuya naturaleza e intenciones desconocemos. Sí vamos conociendo que es un enemigo natural de las fuerzas de los señores del hielo, y quizás la última esperanza de la humanidad pese al poco apego que siente por los humanos, así que en ese sentido es un poderoso aliado, pero al mismo tiempo no conocemos las posibles consecuencias de darle más influencia sobre nuestro cuerpo, sobre esa “cárcel” que tanto desprecia. La idea de ser devorado, o de convertirnos en algo todavía peor que los señores del hielo, es algo que generará dudas, pero es una decisión que hay que tomar y afecta al desarrollo del juego. La única pega es que quizás la mecánica de esta dualidad se podría haber llevado un poco mejor y más progresivamente, con un sistema gradual basado en acciones y decisiones, que hubiera resultado interesante. En lugar de eso tenemos una simple decisión en un momento del juego que lo determina todo, lo que es un poco anticlimático.
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Narrativamente, se puede decir que dentro del nivel algo “entusiasta” de Spiders, se ha subido el listón. Se han introducido una gran cantidad de conversaciones con NPCs y muchas son interesantes o divertidas. Vale que el trabajo general de los actores (en inglés) no es el mejor y se nota el salto de calidad comparado con cualquier cosa de Bioware, pero son juegos en ligas distintas y sería injusto echárselo en cara. Lo que falta de presupuesto y talento se trata de compensar con trabajo y esfuerzo, con una buena variedad de conversaciones, algunas de ellas importantes, otras muchas opcionales e innecesarias pero que hacen mucho por dar vida al juego. Solemos contar con un compañero que a veces también tiene cosas que decir en medio de estas charlas, lo que contribuye a darle más chispa todavía a las conversaciones. Los intercambios entre Vulcan y el demonio son divertidos, y algunos personajes tienen una personalidad muy atractiva como la de Edwen, prima lejana de Morrigan de Dragon Age, con una actriz que hace un buen trabajo emulando ese tono cínico y sarcástico que supo imprimirle Claudia Black a su personaje. El problema en cuanto a narrativa está la propia historia. No es un juego muy largo, se puede completar en 15 horas contando con tiempo dedicado a explorar y realizar misiones secundarias, pero el problema es que da la sensación de que la historia tuvo que cortarse bruscamente en un punto y deja una sensación bastante pobre con su final. El argumento apuntaba a un viaje épico contra un poder ampliamente superior, pero en ningún momento llega la historia a tocar esas impresiones iniciales, quedándose en algo mucho más pequeño de lo que cabría esperar. Tampoco la historia general aporta nada demasiado interesante lo que hace que deje bastante que desear en cuanto al resultado. El título está traducido al castellano, pero no doblado, así que al menos no hay problema en seguir la trama.
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Entrando en la parte de mecánica de juego, Bound By Flame es un ARPG con especial énfasis en la parte de acción, ya que la mayor parte del tiempo estaremos combatiendo usando el sistema en tiempo real del juego. Contamos con dos tipos de ataque básico y dos estilos diferentes de combate, uno basado en el uso de armas pesadas a dos manos como hachas, martillos y mandobles, y otro basado en ataques más rápidos pero menos potentes, usando dobles dagas. Podemos intercambiar estilos en pleno combate, pero es necesario subir puntos en sus respectivas ramas para que sean efectivos, ya que intentar atacar con ellos sin estar adecuadamente desarrollados es poco menos que un suicidio. Cada uno tiene sus particularidades y movimientos defensivos propios. El estilo con armas grandes se basa en los “parries” clásicos como movimiento de defensa básica y como paso previo al contraataque, mientras que el estilo de combate rápido utiliza la esquiva de forma similar. Ambos movimientos funcionan muy bien y dan dinamismo a los combates, ya que es fundamental dominarlos para salir airoso de los mismos.
La experiencia se puede invertir en mejorar estas dos ramas, a las que se une una tercera al poco de empezar el juego que está centrada en los poderes ígneos que adquirimos. Es posible tener dos ramas bien desarrolladas así que es aconsejable repartir los dos puntos que ganas por nivel en ramas alternativas, a menos que tengas una habilidad realmente importante que quieras conseguir. Los poderes mágicos son cosas como clásicas bolas de fuego, explosiones ígneas que afectan a un área de enemigos -y generan un necesario espacio que nos puede salvar la vida-, una protección adicional mediante el fuego que es tremendamente útil para sobrevivir a ciertos encuentros, o la capacidad de incendiar nuestra arma para aumentar el daño. Todas estas habilidades, convenientemente aumentadas, son tremendamente útiles en batalla y además se complementan perfectamente con las habilidades marciales, así que es conveniente desarrollarlas junto al estilo de combate en el que te quieras centrar. Además, es posible sumar “perks” que aumentan algunas características generales como nuestra vida, reserva de maná o nuestra capacidad para regenerarlo. Una vez en acción, descubrimos que Bound By Flame es un juego bastante difícil. Los enemigos son duros, tienen mucha vida y golpean como un camión. Es fundamental moverse bien y utilizar todas las herramientas a nuestra alcance porque es muy posible que muramos con bastante frecuencia. No tiene el refinamiento de un Dark Souls, cuya dificultad está basada en otros factores, pero ambos comparten su gusto por castigar el aporrear botones sin pensar. Si no utilizamos todas nuestras habilidades, perderemos vida muy rápidamente sin dañar demasiado a los rivales, por lo que es necesario usar cosas como las armas ígneas para aumentar nuestro daño, o las trampas de fuego que nos dan un descanso frente a enemigos acercándose en diferentes direcciones -ser rodeado es mortal de necesidad-. Los enemigos no son muy originales ni tienen ataques muy variados, pero pueden ser muy rápidos y el importante controlar el tempo para usar nuestras habilidades defensivas en el momento justo.
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El combate en Bound by Flame engancha, puede parecer algo tosco y al principio desespera un poco lo que tardamos en despachar a un simple enemigo, pero poco a poco vamos mejorando, evolucionamos nuestras habilidades, reforzamos nuestro equipamiento y vamos cogiendo el ritmo adecuado, aunque el juego nunca nos lo pone fácil. Su mayor punto débil es su falta de variedad, los combates se parecen mucho los unos a los otros y nuestras habilidades, a pesar de todo el desarrollo en el que podemos embarcarnos con nuestros puntos de experiencia, tampoco son muy variopintas. En los vídeos iniciales algunos habían llegado a pensar que el juego de Spiders había tomado notas de Kingdom of Amalur, pero la realidad es que no son ni comparables, Amalur tenía una variedad de estilos de juego ampliamente superior y muy diferentes entre ellos mientras que en el juego francés sólo encontramos diferentes sabores de dos estilos concretos que tampoco son tan diferentes entre ellos. Todo esto, junto a la variedad limitada de enemigos hace que las luchas sean interesantes, pero un poco repetitivas. Pero la sensación de monotonía no es culpa del sistema de combate, que es de lo mejor del juego, sino que está también condicionada por aspectos como el pobre diseño de misiones, muy poco interesantes y predecibles, haciendo nulos esfuerzos por alejarse de lo típico de ir a X sitio a buscar Y número de cosas. Algunas misiones secundarias han sido incorporadas con tan poca gracia que da la sensación de que han sido parcheadas a posteriori y no como una parte integral de la aventura. El juego está bastante limitado en cuanto a escenarios, cuya exploración además resulta poco interesante ya que se basan en pasillos estrechos ramificados y conectados, todo factores que repercuten en la poca variedad que ofrece. Hay una buena cantidad de objetos que podemos recoger en nuestras aventuras, materiales que podemos transformar en mejores piezas para nuestro personaje o mejoras en las mismas, así como objetos de uso como pociones de curación o trampas. El sistema funciona bien y es muy rápido y sencillo, bueno para un ARPG, aunque se echa en falta más variedad en lo que ofrece.
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Técnicamente el juego presenta una evolución frente a otros productos de Spiders, pero sigue cojeando del mismo pie: una falta de pulido general. Texturas pobres en algunos puntos, animaciones faciales casi inexistentes, pelos recreados de forma muy forzada, poca variedad de animaciones, etc, pero a pesar de todo se nota una mejora en el nivel general del juego. Salvo algunos bugs de poca importancia, el juego se muestra sólido y con un buen framerate, mostrándose bastante bien optimizado en su versión PC. Los requerimientos mínimos son Celeron E1500 Dual-Core 2.2GHz/ Athlon 64 X2 Dual Core 4800+; GeForce 8800 GT/ Radeon HD 4750 y 2GB de RAM, así que es un juego que puede funcionar en una amplia variedad de ordenadores sin demasiados problemas. Se aconseja sin embargo bajar la calidad de las sombras incluso en equipos de gama alta, ya que el nivel alto consume unos recursos que no son para nada necesarios vista la poca diferencia de calidad. Es un juego que cumple sin alardes en gráficos, pero que no captura la imaginación con sus paisajes, bastante desangelados.