El Príncipe juega a las cartas

Agradeciendo en primer lugar que se haya querido hacer un juego completamente nuevo para DS y no algunas conversiones bastante desafortunadas que recibimos en la máquina, el resultado no es tan ambicioso como el cambio de look del príncipe. Battle of Prince of Persia es un juego de estrategia de cartas por turnos, en el que a lo largo de 24 misiones tendremos que derrotar al los grandes ejércitos de Persia. La historia tiene lugar en un punto intermedio entre 'Las Arenas del Tiempo' y 'El Alma del Guerrero'. La ambientación es muy similar a la saga, con unas ilustraciones simulando algún tipo de papiro o pergamino antiguo y una música que poco tiene que envidiar a las consolas domésticas.

El príncipe comandará un ejército muy completo, con espadachines, arqueros, tropas a caballo… en un sistema por turnos algo complejo, al igual que el control general del juego. Aunque todo pinte muy bonito, el cambio de género no le sienta especialmente bien. El juego respira cierto clima de aburrimiento, falto del ritmo de sus hermanos mayores y con una mecánica lenta y demasiado repetitiva. Como resultado obtenemos un producto original, exclusivo para Nintendo DS, pero falto de la diversión y el frenetismo que sí tienen otroso títulos del catálogo portátil.

Entramos en la misión en sí. Unos dibujos propios de la Persia antigua se mezclan con diálogos en la parte inferior entre el Príncipe y algún ser cercano. Pero aquí termino lo bueno. En la pantalla inferior se muestran nuestras unidades de la forma más básica posible. Para que os hagáis una idea, las tropas se presentan en pantalla a lo Advance Wars, pero en lugar de mostrar las unidades directamente, lo hace de forma esquemática, a modo de carta con un símbolo: la espada es un guerre a pié, el caballo a caballo, una estrella el Príncipe… Los escenarios están desérticos (nunca mejor dicho), como mucho algún árbol, y listo. Se podrían haber estirado un poco más, poniendo accidentes geográficos, desniveles  o cualquier cosa que luciera el apartado gráfico.

La carta gira cuando la seleccionamos, para mostrar el rango de alcance de la tropa. Si entramos en combate con otra carta enemigo, asistiremos a una animación de ataque en 2D de no mucha calidad, pero que al menos adornan la batalla y recrea un coche directo entre tropas. Al principio agradeceremos esta secuencia, pero pronto creeremos que ralentiza demasiado la acción. Tarda un par de segundos en arrancar y otros dos en terminar, haciendo que la poca acción que existe en el juego se vea aún más limitada. No hay forma de cancelarlas o hacer que pase más rápido.

Echamos de menos muchas cosas en Battle of Prince of Persia, y centrándonos en este apartado, se ha optado por una sobriedad gráfica que no tiene ninguna lógica. Por supuesto, no esperábamos que todo estuviera en 3D con una alta carga poligonal, pero con excepción de las animaciones de batalla, el resto podría ser perfectamente un juego de móvil. Un aprobado por los pelos que no deja un buen sabor de boca, aún más tratándose del universo Prince of Persia que tan bien se ha logrado recrear en consolas de sobremesa.

Sin embargo, se echa de menos las voces en los diálogos, o que algunas canciones tengan alguna voz que haga más completas las canciones. Por lo menos que la voz femenina que aparece al principio del juego lo haga más veces. Los efectos sonoros tampoco son especialmente importantes, el coche entre las espadas, el relinchar de los caballos y el ruido de las lanzas será casi lo único que escuchemos durante cualquier batalla. Al menos están bastante cuidados.

Es entonces cuando entran en juego las cartas. Hasta siete cartas de un mazo de 30 podremos tener en la mano de forma simultánea. Las cartas normales llevan un número: 2, 3 ó 4. Este número indica la cantidad de tropas a las que podemos darle una orden, ya sea moverse o atacar. Es decir, que aunque tengamos ocho o nueve tropas en el terreno, sólo podremos mover las que cada carta nos permita.

La acción se divide en horas, y cada hora tiene varios turnos. Podemos jugar cada hora tantos turnos como cartas tengamos en la mano (siempre siete, pues se reponen al principio de cada hora). En el momento en el que pasemos de turno sin usar ninguna carta y nuestro enemigo haga lo mismo, cambiaremos de hora y todas las tropas volverán a estar operativas. Sólo podremos atacar o movernos una vez por hora, por lo que el componente estratégico es importante.

Los primeros turnos de cada batalla serán para colocarnos o acercarnos al enemigo, y los siguientes ya serán batallas directas. Cada 'cuadrado' en el mapa representa un número de unidades fijo. No podemos crear nuevas unidades durante la partida. Para ganar cada misión tendremos que alcanzar un número determinado de puntos. ¿Cómo se consiguen estos puntos? Pues al principio de cada misión se nos dirá cuantos puntos obtenemos por cada unidad enemiga que eliminemos (normalmente 1 ó 2 puntos). Matar al general del ejército (en nuestro caso el Príncipe de Persia) otorgará hasta 5 puntos. Cuando la suma total alcance el límite establecido, la victoria es nuestra.

Las dos primeras misiones de las más de veinte disponibles sirven de entrenamiento, porque verdaderamente hace falta. La complejidad del control y las órdenes es alta, y tardaremos más de lo normal en aprender todos los movimientos y comandos. No resulta intuitivo, incluso a veces limitado o algo enrevesado. Para controlarlo usaremos la pantalla táctil el D-pad si somos diestros o los botones si somos zurdos. También tendremos que usar el botón L (o el R), añadiendo más complicación al control general. Hay mucho que mejorar en este aspecto.

Pues esto es todo. Las batallas son siempre iguales. Tropas contra tropas, en mapas planos con muy poca gracia y en combates que resultaran repetitivos y poco claros. Sí es cierto que el componente estratégico es más elevado que en otros juegos del género, pero a costa de sacrificar la jugabilidad. Además de la Campaña, encontramos un modo Escaramuza con 24 misiones en las que elegir escenario y tamaño del ejército, y por supuesto una opción multiplayer para enfrentarnos a otro de dos opciones distintas: o en una única DS cambiando la consola a nuestro amigo cada vez que sea su turno, o mediante juego multitarjeta.

El aspecto gráfico ha sido poco cuidado, o al menos, poco trabajado. El control resulta incómodo al principio, aunque tras un par de batallas nos hagamos con él con facilidad. Pero el componente estratégico que pueda agradar a algunos contrasta con la falta de diversión general que se respira desde los primeros minutos de juego. Al menos Battle of Prince of Persia resulta una apuesta única en Nintendo DS, con una historia bastante elaborada y con muchas horas de juego a solas y acompañado.