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Animal Crossing: New Leaf

Animal Crossing: New Leaf

  • Plataforma3DS9
  • GéneroSimulación
  • DesarrolladorNintendo
  • Lanzamiento14/06/2013
  • TextoEspañol
  • EditorNintendo

Animal Crossing: New Leaf

Un concepto como el de ser alcalde se traslada a Animal Crossing, la licencia que se ha permitido el lujo de alzar Nintendo 3DS como una de las consolas portátiles más exitosas de Japón con sus millonarias ventas. Su nueva entrega, Animal Crossing: New Leaf, llega a España esta semana con el objetivo de replicar triunfo. Viajamos al pueblo en este análisis.

De unos meses a esta parte, el catálogo de Nintendo 3DS viene beneficiándose de lanzamientos sólidos que demuestran que la portátil tiene una proyección envidiable, a pesar de los meses de sequía que la acompañaron en su lanzamiento. Durante el primer semestre del 2013, la portátil tridimensional ha recibido propuestas de altos vuelos y para todos los gustos como Monster Hunter Tri Ultimate, Castlevania: Lords of Shadow - Mirror of Fate, Luigi´s Mansion 2, Donkey Kong Country Returns 3D y Fire Emblem: Awakening. A razón de un lanzamiento clave por mes, el músculo de la portátil en junio lo va a ejercitar Animal Crossing: New Leaf, el estreno idóneo comercialmente hablando para la llegada de la temporada estival y el fin del curso escolar.

Si por algo se caracteriza Animal Crossing: New Leaf es por mantener, completar, mejorar, evolucionar y en los menores casos eliminar elementos de las entregas anteriores. La base sigue siendo exactamente la misma (residir en un pueblo virtual), pero se ha perfilado alcanzando un nivel que lo coloca por encima de los otros títulos, y no solo por ofrecer una mayor cantidad de contenidos, sino por ser capaz de brindarlos al jugador con el ritmo perfecto para que disfrute de la experiencia. Basta decir que llevamos casi un mes con el juego en nuestras manos —le hemos dedicado decenas de horas para el análisis— y podemos asegurar que no lo hemos podido ver todo. Animal Crossing: New Leaf es una experiencia abrumadora que se disfruta en compañía en pequeños sorbos durante meses.

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De alcalde...

Comenzamos nuestra andadura llegando a nuestro pueblito, Leuros, con Gitanito, el personaje del redactor que firma este artículo, y recibiendo la misión de ser el alcalde de la villa. He aquí el primer cambio de la nueva entrega, que nos coloca en el rol del administrador del pueblo que antaño corría a cargo de la inteligencia artificial. Las decisiones sobre el pueblo se tomarán en el Ayuntamiento, donde contaremos con la asistencias de la secretaria Canela. De entrada, las primeras órdenes son de toma de contacto con la comunidas de vecinos, por lo que pasaremos nuestros primeros días de vida virtual —recuerda que el juego funciona con ciclos de 24 horas reales— afinando relaciones, presentándonos y recibiendo las primeras peticiones.

Desde el consistorio podemos personalizar elementos del pueblo como la bandera, que se diseña al gusto del jugador utilizando la pantalla táctil, o el himno. Estos serán los dos primeros elementos que manipulemos en la partida y que atañen al pueblo. Más tarde, al avanzar y conseguir engrosar nuestras arcas personales, podemos acometer dos tipos de medidas en la villa. Por un lado están las Ordenanzas Municipales, que permiten realizar modificaciones sobre elementos de la vida diaria del pueblo como los horarios de las tiendas. Estas medidas pueden ser más o menos impopulares en función de cómo afecten a los habitantes. Por otro, se presentan los Proyectos Municipales, que se centran en construcciones para la villa como la Casa de Ensueño, los puentes, la sala de fiestas, etc.

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Además de la diferencia de contenido entre estos dos elementos disponibles en el consistorio, también son opuestas en cuantro a precios. Las ordenanzas cuestan 20.000 bayas, la moneda de Animal Crossing, frente a los proyectos, que tienen precios variables en función de la envergadura del proyecto, así que poco a poco iremos seleccionando qué construir en el pueblo en función de nuestros gustos y de las peticiones de los vecinos. Cabe destacar que prestar estos servicios a la comunidad no saldrá precisamente barato, pues Animal Crossing: New Leaf es un título bastante exigente para el jugador, sobre todo porque la economía personal del avatar y la de la alcaldía van de la mano —todos los gastos tiran de la misma cuenta—.

Esta dependencia nos lleva a decidir siempre con cuidado entre varias opciones en las que gastar las bayas, porque invertir en un puente nuevo tiene un coste que nos impedirá ampliar la casa. Por suerte, la economía es progresiva, es decir, que no tenemos que ir pagando proyectos de golpe, sino con las cantidades que elijamos libremente, por lo que podemos ir compaginando la hipoteca y otros gastos personales con el coste de la alcaldía. No haber incluido las posibilidad de tener cuentas separadas no resulta problemático ya que desde el bayero automático podemos ir gestionando nuestra cuenta. Llevarlo todo al día exije un esfuerzo de planificación que convierte a este título en una carrera de gestión que sorprenderá hasta al más hardcore.

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A pesar de que la novedad principal de Animal Crossing: New Leaf es la gestión de la alcaldía, no se trata de una funcionalidad que reste importancia a otros elementos de la serie. De hecho, las labores de alcalde se integran perfectamente en la partida y no resultan molestas —los vecinos pedirán cosas, pero no avasallarán—, algo que se agradece enormente. Ser el alcalde es un elemento más para el juego, una aportación atractiva y colocada de manera natural en la jugabilidad, no un quebradero de cabeza que nos lleve a enfrentarnos a una gestión complicada. Puedes pasar varios días sin pasar por el ayuntamiento dedicándote a tus labores que no recibirás represalias de tus vecinos. Como nota especial, remarcar que aunque en un mismo pueblo pueden instalarse diferentes personajes para que varios jugadores jueguen con un mismo cartucho, solo uno será alcalde.

... a vecino

La rutina del día a día en el pueblo vivida en las anteriores entregas de la licencia dirigida por Eguchi-san en Nintendo sigue presente en Animal Crossing: New Leaf, donde gana más complejidad como decíamos en líneas anteriores. Lo primero es asumir que en este juego todo, absolutamente todo, cuesta dinero, y las bayas no son precisamente abundantes. Y es que tras la bondadosa apariencia de los personajes se esconde un capitalismo agresivo descomunal. La economía regida por las bayas nos llevará a vender, comprar a intercambiar cosas para pagar los costes derivados de la hipoteca, que irá creciendo a medida que ampliamos la casa desde la Inmobiliria. Poco a poco iremos pagando las cuotas para ampliar el espacio disponible en el hogar y pasar de una a varias plantas.

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Cada ampliación nos permitirá tener una morada de mayor tamaño y por lo tanto más personalizable para, por ejemplo, contar con habitaciones con decoraciones específicas, algo que nos hará ganar más puntos en las valoraciones de nuestra decoración. Obtener ingresos nos llevará a cultivar árboles frutales, tarea en la que será fundamental conectarnos con amigos como detallaremos más adelante, a recolectar fósiles para venderlos cuando los tengamos repetidos, a vender objetos sobrantes en el mercadillo, etc. Vuelven actividades como la pesca o la caza de insectos, que se pueden vender, donar al Museo o recolectar para nuestra colección. En este sentido, no faltan extras para ir completando durante meses. En cuanto a mobiliario, dispondremos de todo tipo de objetos de decoración que compraremos, intercambiaremos o recibiremos como regalos.

Buena parte de las transacciones económicas las realizaremos en la zona comercial situada en la parte alta del pueblo, donde se disponen varias tiendas de utensilios (pala, red, hacha, caña de pescar, etc.), comercios de ropa, muebles y materiales de jardinería, y establecimientos de ocio como el bar. De entrada, la cantidad de tiendas y de objetos disponibles será reducida, pero a medida que vayamos ampliando el pueblo con los proyectos municipales se instalarán más establecimientos y se aplicarán mejoras sobre las tiendas existentes, que tendrán stock de nuevos productos. En Animal Crossing: New Leaf los pasos personales del personaje y los que fa como alcalde van de la mano teniendo aplicaciones directas sobre el pueblo, que crece de manera orgánica.

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La personalización de diseños de tejidos aplicables sobre prendas de vestir también ayuda a potenciar esa experiencia única que transmite cada partida de Animal Crossing: New Leaf. Con el editor, algo de mano y paciencia podemos diseñar prácticamente de todo; no hemos tardado en ver estas semanas banderas con logos de revistas del sector, de equipos de fútbol y hasta de personajes de la propia Nintendo. Y hablando de la compañía japonesa, en el título se han incluido las galletas de la suerte limitadas a una por día cuyo mensaje visionario se canjea por objetos decorativos de sagas de Nintendo como The Legend of Zelda, Super Mario, Metroid, Donkey Kong, Metroid, etc. Estos coleccionables dan un toque freak a nuestra morada y están hechos para los nintenderos.

Los comienzos como vecinos no serán fáciles por aquello de que recabar ahorros para ir pagando la hipoteca y otros gastos no se consigue de la noche a la mañana. Si la primera máxima de Animal Crossing: New Leaf es que todo cuesta dinero, la segunda es que todo requiere tiempo. Una construcción son veinticuatro horas de espera; una mejora, también. Saber esperar tiene su recompensa, por lo que cuando lleves una veintena de horas jugadas comenzarás a acelerar procesos —por ejemplo, puedes plantar árboles que den dinero— y a disfrutar mucho más de la partida. Pero todo se volverá más y más complejo, y la cantidad de tareas a realizar seguirá siendo enorme. En nuestra sesión hemos superado de largo las cincuenta horas de juego y siguen quedando eternidad de tareas por realizar en la partida, lo que demuestra que New Leaf es un juego de meses.

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A este mix debe sumarse la aleatoriedad de eventos que siempre ha caracterizado a la licencia y que implica vecinos que van y vienen a nuestro pueblo, visitantes que aparecen cada cierto tiempo como el vendedor de obras de arte, la pitonisa o el marinero perdido (solo son tres ejemplos de muchos), los eventos especiales que suceden en días concretos como los concursos de pesca y de los que recibimos buena cuenta en el tablón de anuncios, o las celebraciones estacionales que modifican el pueblo como la llegada de la Navidad. Todas estas situaciones dependientes de una fecha se pueden "provocar" modificando el día y la hora de la partida, pero al precio de descolocar al personaje, que tendrá pelos de loco y se tropezará con frecuecia tras estos saltos temporales, volver locos a los vecinos y acelerar el crecimiento de malas hierbas. En resumen: si visitas una villa con algunos de estos elementos, ya sabes dónde está la trampa.

Mutijugador o nada

Decíamos con anterioridad que el multijugador es la pieza clave de Animal Crossing: New Leaf y con jugarlo un par de horas comprendes lo acertada que es esta afirmación. Las razones son varias. La primera, que la economía del juego se apoya radicalmente en la conexión con otros jugadores no solo por lo atractivo que resulta exponer nuestros logros a los amigos, sino porque algo tan básico como la recolección de frutas rentable solo es posible buscando frutales que no estén en nuestro pueblo mediante visitas a las villas conocidas. Cada pueblo tendrá su propia variedad de fruta y la única forma de ampliarla es plantando en nuestra villa piezas de fruta obtenidas en otros pueblos. Las ventas de los frutos que no son autóctonos reportarán un mayor número de bayas a nuestro personaje.

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La conexión se puede realizar desde la estación tanto en red local como a través de Internet, opción que se convierte en la preferente y que requiere que los jugadores estén agregados previamente mediante el código de amigo. Esta medida respeta la estrategia seguida por Nintendo con el online y criticada por algunos jugadores. No obstante, sí que está permitido agregar a amigos de amigos directamente desde el juego si nos cruzamos con ellos en un pueblo común. Especialmente interesante y funcional resulta el sistema de amigos favoritos, que nos avisa de la conexión de los colegas mediante alertas y permite enviar mensajes de texto para interactuar. Una lástima que se haya prescindido de la comunicación por voz sí presente en el anterior juego de Wii y perfectamente posible en Nintendo 3DS.

Compartir, entregar, conversar y socializar son cuatro factores absolutamente necesarios en Animal Crossing: New Leaf. Para garantizar la diversión se ha recuperado la Isla, presente antaño en la saga y uno de los entornos adicionales que primero se desbloquea. Pagando 1.000 bayas, como ya os adelantamos, viajamos a este entorno paradisíaco donde encontrar frutas exóticas (cocos, plátanos, etc.), cazar insectos especiales, comprar objetos a cambio de una moneda propia y participar en minijuegos con otros jugadores comptiendo por conseguir el mayor número de insectos, triunfar en la pesca submarina o cazar personajes escondidos, entre otras actividades. La isla es un entorno más que se puede modificar mediante la acción del jugador con plantaciones, flores y otros elementos.

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Y otro de los puntos agradecidos de Animal Crossing: New Leaf es la posibilidad de sacar capturas de pantalla pulsando los dos gatillos a la vez. Las captura se pueden realizar en prácticamente el 99 por ciento de los momentos del juego -salvo cargas y zonas muy concretas-, y se guardan en la tarjeta SD de la consola. Los pantallazos se pueden sacar oficialmente conectando directamente la tarjeta a un ordenador, pero existen vías extraoficiales para compartirlos en tiempo real como abrir el navegador de la consola y mandar un correo electrónico con los archivos adjuntos. Sería todo un detalle aunque poco probable que en hipotéticas actualizaciones se habilitara un sistema para compartir directamente los pantallazos en redes sociales.

9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.