Análisis de Animal Well, un extraordinario metroidvania que estimula el ingenio del jugador

Cuando un bebé humano nace, su dependencia es total. No puedo sobrevivir sin sus padres o sin otra persona que lo cuide y cubra sus necesidades básicas. En el mundo animal, los tiempos son distintos, ya que algunas criaturas se valen por si mismas más rápidamente que otras. Viajemos ahora a un mundo ficticio, a un lugar de naturaleza y fantasía, de oscuridad y peligros. En Animal Well, el nuevo videojuego desarrollado por Billy Basso y publicado por Modo grande, manejamos a un recién nacido muy espabilado. El capullo de una flor se abre y una diminuta criatura sale de su interior. Carece de protección y nadie le dice a dónde ir, así que no le queda otra que sacarse las castañas del fuego para sobrevivir.

En cierto modo, el jugador se mimetiza con el personaje, puesto que este tampoco recibe ninguna indicación de lo que tiene que hacer a continuación. Caminamos por distintas salas, nos topamos con senderos bloqueados, lugares a los que todavía no podemos acceder y espacios en los que el cuerpecito de la criatura se cuela como si de una sustancia gelatinosa se tratara. De repente, un ser hostil amenaza con dañar al protagonista, pero la bolita traslúcida coge unas flores que al lanzarlas estallan como un petardo. La explosión neutraliza al enemigo, que desaparece entre rayos de electricidad. El ensayo y el error es uno de los elementos principales de Animal Well, un juego que invita a observar el entorno y a buscar soluciones a los distintos rompecabezas que se plantean.

El universo de Animal Well está habitado por animales, algunos perversos y otros huidizos. Algunos incluso nos echarán una mano y nos permitirán subirnos a su lomo para cruzar volando de un lado a otro.

Un metroidvania con un estilo muy propio

Animal Well se enmarca en el género metroidvania, con la particularidad de que el protagonista no usa armas ni poderes especiales para enfrentarse a sus enemigos. Los monstruos que lo acechan, generalmente animales hostiles, se valen de distintos patrones para dañar a nuestro personaje, que goza de varias vidas en forma de corazones.

Que no pueda combatir no quiere decir que no tenga habilidades para salir airoso de estas situaciones. Sin embargo, habrá de usar el ingenio y la disposición de los elementos del escenario si desea salir con vida. Por ejemplo, en un momento de la aventura, aparece un gigantesco pájaro de cuello largo. Nuestro amigo se introduce en agujeros con el objetivo de protegerse y de accionar los interruptores de la sala, pero mientras está bajo tierra, la bestia introduce la cabeza en el orificio, así que el pequeño debe guarecerse rápidamente en el lugar más apartado posible.

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Otras situaciones te obligan a jugar con las plataformas, saltar en el momento adecuado o esquivar al enemigo de forma precisa. En todo caso, el ensayo-error y la repetición forman parte de la experiencia jugable. Es difícil escribir sobre Animal Well sin exponer sus secretos, y eso que el juego está repleto de ellos. Pero es que se ha concebido para que el jugador vaya descubriendo el mapa, desbloqueando caminos y trazando caminos. No hay texto que te indique la dirección a seguir ni personajes que te chiven lo que hacer después. El mundo es un puzle en sí mismo que el jugador debe resolver poco a poco, sala a sala. Por eso, el mapa siempre es un aliado crucial que utilizamos en todo momento para no desorientarnos. Ah, por cierto: los teléfonos desperdigados aquí y allá sirven para guardar la partida.

Los objetos, indispensables para avanzar

Como en todo metroidvania, las zonas vedadas del mapa se pueden visitar al completar puzles o utilizar los objetos, que confieren distintas habilidades al personaje: la varita de burbujas, el yo-yo, la flauta de animales, etc. Cada una de estas herramientas permite realizar distintas acciones, como pulsar interruptores lejanos o crear burbujitas plataformeras. Al igual que otros aspectos del juego, las explicaciones brillan por su ausencia, de forma que hay que experimentar para aprender los entresijos de cada ítem. Estos se van consiguiendo a medida que se avanza en la aventura, escondidos en cofres del tesoro. En general, el uso de palancas e interruptores sustentan la jugabilidad, lo que puede parecer repetitivo a simple vista. Con todo, el juego se rodea de un sinfín de situaciones diferentes que lo hacen único.

Animal Well es un juego desafiante, inteligente y fascinante. Guarda sorpresas en cada hueco de su vasto mundo, esconde secretos y 64 huevos, que por supuesto no sabemos para qué demonios sirven, al menos al principio. Completar la aventura es llegar a los créditos, pero este videojuego esconde mucho más. Y ya no son solo los secretos, sino también el hecho de discurrir cómo se hace una cosa o de qué manera se puede llegar a un lugar aparentemente inalcanzable.

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El apartado visual no es el de otro juego pixel art más, deslumbra por sus detalles y tiene identidad propia: un pozo enfangado, medio en penumbra, amado por la naturaleza y odiado por algunas de las malvadas criaturas que moran en la oscuridad. Utiliza un motor gráfico creado por el mismo Billy Basso, que logra que el título se mueva de forma fluida en todo momento. Al tocar las enredaderas, serpentean al compás del movimiento del protagonista, que también disfruta de animaciones cuidadas. Junto a la música ambiental, construye una atmósfera muy peculiar e identificable.

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