Air Conflicts: Secret Wars

La segunda guerra mundial es una fuente inagotable de títulos de simulación aérea, así que cuando tuvimos noticias de que Air Conflicts: Secret Wars tomaba un rumbo diferente en cuanto a historia de lo conocido hasta ahora, teníamos cierta curiosidad con el resultado. Una curiosidad que a los pocos minutos de jugarlo ya estaba más que satisfecha. Porque la realidad es que pese a ofrecernos un buen puñado de horas de arcade aéreo, falla en bastantes puntos que restan interés a un juego de bajo presupuesto que podía haber tenido un resultado más que decente.

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Estamos en la piel de Dorothy Derbec, la hija de un as de la aviación de la primera guerra mundial derribado cerca de Estambul. Deedee, para los amigos, ha tomado un camino menos noble y se dedica al contrabando de licor en el norte de áfrica. Deedee nos cuenta, en el modo campaña, su historia. Una historia presentada en un viejo 2D entre misión y misión, con un forzadísimo acento Francés (el juego está narrado en inglés con subtítulos en español), llena de clichés y con poco acierto en la elección de los actores que ponen la voz a los personajes.

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Pronto Deedee se ve involucrada en la vorágine que supuso la segunda guerra mundial en el norte de áfrica. Tomamos partido con las menguantes fuerzas británicas en la región, pero siempre por un precio, convirtiéndonos en unos simples mercenarios. La historia no es mala en absoluto, hasta desprende cierto interés por saber que está ocurriendo, con traidores por el medio y cambios de escenario y personajes debido a nuestro vagar por el mundo en guerra. Pero es esa pobre presentación y falta de detalles lo que hacen que acabe siendo un simple cuento entre misión y misión.

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El modo campaña nos lleva a través de casi 50 misiones, en siete lugares distintos, desde Tobruk hasta Berlín, pasando por los flashback a la primera guerra mundial que tenemos cuando a Deedee le cuentan misiones de su padre. Tenemos que bombardear fábricas, hundir cargueros enemigos, transportar información  y por supuesto dogfights con aviones enemigos. Hay un amplio abanico de misiones diferentes, pero pronto se hacen bastante monótonas porque repiten la formula una y otra vez.

El corazón de Air Conflicts: Secret Wars es totalmente arcade, desterrando cualquier posibilidad de poder poner la palabra simulación en algún lugar del análisis. Pero como arcade cumple, proporcionándonos un buen numero de explosiones, disparos, bombardeos, ataques en picado, vuelos sobre las copas de los árboles y todo ello a un ritmo frenético. Una cosa está clara, en una sola misión derribaremos más aviones que Erich Hartmann durante todo el conflicto en el frente ruso.

Gráficamente Secret Wars consigue que por momentos estemos totalmente involucrados en la acción derivada de la lucha aérea. Los aviones explotan en pedazos, divisamos el humo negruzco de las victimas de nuestros ataques terrestres mientras tratamos de evitar el fuego anti aéreo. Los escenarios pese a ser bastante sencillos, algo desfasados y en algunos casos aburridos, consiguen su propósito de recrearnos poblados o bosques, aunque pronto podemos ver de que se trata de un juego de bajo presupuesto. Cada día el espacio entre juegos triple A y el resto es más y más grande gráficamente hablando. Pasa lo mismo con las texturas de los aviones, sabemos el modelo del avión, distinguimos sus insignias, pero distan mucho de estar recreados como merecerían.

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Podremos pilotar hasta 16 tipos diferente de aviones, incluyendo algunos de la primera guerra mundial cuando veamos escenas del padre de Deedee. Durante nuestras misiones se nos recomendará un tipo de avión, pese que podremos escoger el que más nos convenga. Si escogemos un avión del mismo bando que los enemigos facilitará nuestra incursión en su territorio. Además del modo campaña dispondremos de un multijugador de hasta ocho jugadores, con los modos deathmach, team deathmatch usuales, así como un modo dogfight.

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Air Conflicts: Secret Wars es un juego sencillo, sin muchas preocupaciones. Si tenemos ganas de disparar y derribar aviones a mansalva, sin tener que preocuparnos de flaps, ni de mezclas, ni siquiera del número de balas, este juego brinda un buen puñado de horas, unas 8 ó 9, de disparos sin piedad. Peca de cierta repetición de misiones, algunos escenarios aburridos, y falta de profundidad para que alguien que busque algo más que no sea disparar se sienta interesado. Pero si se trata de poner y jugar, sin demasiadas exigencias tanto gráficas como de inmersión, este juego cumple su cometido.

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