Llega a los cines ‘Back to Black’, la trágica historia de Amy Winehouse

“Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadaver”, la mítica frase que se pronunciaba en la película de Nicolas Ray de 1949 Knock on Any Door, fue adoptada con fruicción por los cachorros de la era del rock. Los excesos se llevaron de forma involuntaria a enormes talentos para la música, pero también para el sufrimiento.

En 2011, como si fuera ayer, nos dejaba Amy Winehouse, un portento de voz que parecía haber salido de otra época. Cerrando mayo de 2024, mañana, llega a los cines ‘Back to Black’, una película sobre su vida. De forma satelital se dejan atrás documentales de diversa índole que han intentado esclarecer, no solo los hechos, sino lo que escondían estos, ni más ni menos que la fragilidad de un talento emocionante.

El Club de los 27, el selecto club al que no querrías pertenecer

Brian Jones, de la primera formación de los Rolling Stones, tuvo el dudoso honor de inaugurar lo que sería el Club de los 27. Su cuerpo apareció flotando en una piscina el 3 de julio de 1969. Habría sido algo que hubiera quedado en triste y solitario titular sino hubiera sido acompañado por Jimi Hendrix y Janis Joplin en 1970 y Jim Morrison, frontman de The Doors, en 1971. Todos ellos eran de los más grandes talentos de su generación, murieron en trágicas circunstancias y tenían 27 años. Un póquer de Ases. El mito estaba servido.

La lista creció hacia atrás en el tiempo y, desgraciadamente, también hacia adelante. El más sonado fue Kurt Cobain en 1994, voz de Nirvana y de toda una generación. El último gran movimiento del rock ponía así los últimos clavos en el ataud para entrar en el siglo XXI ya con los pies por delante.

Amy fue una luz en esa oscuridad. Una potente voz negra que salía de un escuchimizado cuerpo blanco con un feeling que acariciaba las almas. Es complicado que salga algo bueno de la película, como siempre lo ha sido con todas las que llegaron antes de ‘Back to Black’. Y es que es un difícil equilibrio el que se tiene que dar entre lo edulcorado y una exposición innecesaria de la persona tras el personaje.

Parece ser que Marisa Abela realiza un trabajo excepcional como Amy, lo que ya es un muy buen punto a favor. La música, aparte del repertorio esperable de la propia cantante, corre a cargo nada menos que de Nick Cave y Warren Ellis, dos portentos del más oscuro rock de autor que, en este caso y aunque han tenido muchas papeletas, han sido capaces de burlar a la parca. Otro punto más. Esperamos que el resto sume hasta el aprobado.

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