Cine
La extrema y disparatada propuesta de Ewan McGregor para meterse en el papel de yonki en ‘Trainspotting’
Aunque para el espectador fuera un asco, la escena más escatológica de la película fue un placer para el actor escocés.
Hace un mes que Ewan McGregor recibió su merecida estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, habiendo tenido papeles destacadísimos a lo largo de su carrera en películas como ‘Big Fish’ (Tim Burton), ‘La isla’ (Michael Bay) y sobre todo, interpretando a Obi Wan Kenobi en la saga ‘Star Wars’. Sin embargo, siempre vale la pena hablar del papel que le valió el salto a la fama como es el del drogadicto Mark Renton, en ‘Trainspotting’ (Danny Boyle, 1995).
McGregor se preparó a conciencia para transformar su físico en el propio de un adicto a la heroína, llegando a perder 7 kilos en solo dos meses, según ha contado en varias ocasiones, abandonando los lácteos y el alcohol. Pero eso no era suficiente para convertirse en uno de los yonkis más emblemáticos de la historia del cine.
El actor escocés tenía que conocer a fondo el comportamiento y el efecto de la heroína en el cuerpo, con lo que no dudó en pasar horas y horas con drogadictos internos en un centro de desintoxicación, pero aún quería más, quería saber qué se siente. McGregor llegó a plantear a Boyle la posibilidad de pillarse un colocón para saber de primer mano qué se sentía cuando la droga recorre tu sangre, pero el director se negó de pleno. Posteriormente, aunque nunca se sabrá la verdad, el actor aseguró siempre que nunca llegó a ocurrir, aunque sí aprendió a cocinarla, por mucho que en la película se utilizara azúcar y no la droga real.
La escena más desagradable de ‘Trainspotting’ fue una delicia para McGregor
Una de las escenas más célebres de ‘Trainspotting’ es esa en la que Renton, con el efecto de los supositorios que le vende Mickey Forrester (interpretado por el escritor de la novela en que se basa la película, Irvine Welsh), necesita urgentemente visitar el WC. Tras dar vueltas por Edimburgo, finalmente encuentra “el peor retrete de Escocia”, pudiendo por fin aliviar sus necesidades fisiológicas.
Lamentablemente, uno de los supositorios termina cayendo por el inodoro, pasando a una escena escatológica a la par que alocada en la que Renton se introduce en la taza del váter y bucea en su busca. Aquel baño estaba repleto de heces, provocando el asco generalizado de cualquiera que sea testigo de esta escena, pero para disfrute de McGregor, esas manchas eran realmente de chocolate, con lo que sus arcadas son, evidentemente, muy fingidas.
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