El rodaje de una de las películas más clásicas dejó a 4 de sus personajes principales discapacitados de por vida

Una de las leyendas negras de Hollywood ha quedado un tanto relegada al ostracismo debido al tiempo que ha pasado desde el estreno de la película, pero el rodaje de ‘El mago de Oz’ puede considerarse perfectamente como uno de los malditos de la historia del cine. El salto al Technicolor hizo que la película marcara un hito para la época (1939), pero lo que sucedió tras las cámaras también sería recordado por siempre entre los miembros de su reparto.

‘El mago de Oz’, una de las películas malditas de la historia

Ya el mismo Frank Morgan, actor que interpretaba al mago que da nombre a la película, tuvo una vida marcada por la adicción al alcohol, el cual aseguran que nunca faltaba cerca durante el rodaje. Terminaría falleciendo en 1949, aunque hasta entonces estuvo casado con la que fue siempre la mujer de su vida y llegó a estar incluso nominado al Oscar en dos ocasiones. Pero este no es sino el primer caso de uno de los protagonistas de la película con problemas personales.

La falta de control en Hollywood a principios del siglo XX hizo que actores y actrices tuvieran que pasar verdaderas torturas durante el rodaje de la película. Sin ir más lejos, Judy Garland (Dorothy) tuvo que someterse a un estricto control de peso y al consumo de sustancias que le mantenían con una apariencia juvenil, sustancias a las cuales se terminó haciendo adicta, falleciendo de una sobredosis a la edad de 47 años. Mientras, Margaret Hamilton (la malvada bruja) desarrolló problemas de salud debido al arsenito de cobre en su maquillaje, que en un momento la dejó incapaz de comer nada más que líquidos. También trabajó con fósforo blanco, lo que le provocó quemaduras permanentes de tercer grado en la cara y los brazos.

También Buddy Ebsen (Hombre de hojalata) tuvo que pasar por un calvario para tener esa apariencia metálica, y es que su maquillaje estaba compuesto de polvo de aluminio puro, causándole graves daños pulmonares y problemas respiratorios de por vida. No lo pasó mejor Ray Bolger (Espantapájaros), quien terminaría con cicatrices irreversibles en su rostro debido a la máscara de goma que portaba, pero no fue eso lo peor: durante las escenas de nieve, miembros del equipo esparcían amianto, el cual todavía se desconocía que fuera cancerígeno. Con el paso del tiempo, Bolger desarrollaría cáncer de vejiga, lo que terminaría con su vida en 1987.

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