Cine
Crítica de ‘Una batalla tras otra’. No busques más, la película del año ya está aquí
Paul Thomas Anderson firma otra obra maestra a la altura de ‘Pozos de ambición’, ‘Magnolia’ y ‘Boogie Nights’.

No hay un solo director vivo que tenga la filmografía de Paul Thomas Anderson. Da igual en quién estés pensando. Spielberg, Tarantino, Scott, Cameron, Scorsese, Nolan, Fincher, Coppola. Todos ellos son titanes de la industria a los que estaremos eternamente agradecidos, pero la obra de PTA tiene tres características que no reúne ninguna de las otras.
La primera es la ausencia de películas malas. Lleva diez sin fallo, algo al alcance de muy pocos. La segunda es otra ausencia, la de grandes franquicias. Todo son historias originales, genuninas, irrepetibles. Nada de superhéroes y sagas sobrexplotadas. Y la tercera, la más difícil de ver hoy día, es la variedad. Su cine no puede ser más ecléctico. El director no para de cambiar de género, temas y protagonistas.
Es en esto en lo que uno piensa al salir de ‘Una batalla tras otra’. En que no puede ser que esté dirigida por la misma persona que firmó ‘El hilo invisible’. ¿Cómo pasas de algo tan íntimo, sutil y contenido a un despliegue de acción semejante? ¿Cómo te las ingenias para hacer una obra maestra en ambos contextos?

Sucede lo mismo con la historia y sus mensajes. Hace cuatro años, Paul Thomas Anderson nos hablaba del primer amor con ‘Licorice Pizza’. Hace trece, con ‘Embriagado de amor’, reflejaba lo febriles, irreverentes e insoportables que somos cuando estamos enamorados. En ‘Una batalla tras obra’, el director aborda la paternidad y lo hace como en aquellas, con una delicadeza y una verdad que emocionan.
Resulta increíble que la cinta más entretenida del año dure 161 minutos. Son casi tres horas en las que el ritmo no decae ni una sola vez. Sales de la sala queriendo más. A nosotros no nos pasaba algo así desde ‘Mad Max: Fury Road’ en 2015. Es curioso porque aquí lo que te hace contener el aliento no son sus secuencias de acción, que también las tiene y lo logran, sino sus personajes. Da igual que sea un secundario o un villano. Alguien con treinta minutos de metraje o con tres líneas de guion. Todos te sacan una sonrisa, se sienten desarrollados y derrochan carisma.

Aunque la colaboración con Leonardo DiCaprio es la que llevará a la gente a las salas y la que muchos llevábamos años esperando ver (spoiler: está a la altura de las disparatadas expectativas que teníamos), Paul Thomas Anderson saca de Benicio del Toro una versión aún más graciosa que la de Wes Anderson y convierte a Sean Penn en el villano más memorable desde Bardem en ‘No es país para viejos’. El descubrimiento que hace de Chase Infiniti es igual de emocionante que el de Alana Haim y actrices como Teyana Taylor y Regina Hall brillan como nunca antes. Si la distribuidora juega bien sus cartas, veremos a más de un miembro del reparto en los Oscar y con serias opciones de estatuilla.
Que todo el elenco parezca tocado por una varita permite seguir con fervor cada una de las tramas que componen el esqueleto de la película. Es la segunda cinta de PTA ambientada en el presente y el director traza un lienzo de la actual situación política y social de Estados Unidos, pero uno que resulta mucho más profundo y menos sesgado del que estamos acostumbrados a ver. Porque sátiras sobre cómo actúa el gobierno, las élites y sus políticas migratorias hay muchas, pero que también reflejen lo volátil y efímero de quienes alzan la voz, no tantas. ‘Una batalla tras otra’ compone imágenes inolvidables donde ya parecía haberse visto todo.

Por más que tenga unos diálogos desternillantes y unas secuencias de acción que ya quisieran según qué blockbusters, la amalgama que lo une todo es en realidad la emoción. Un abrazo, una confesión, un golpe de suerte. Lo que articula sus explosiones, persecuciones y conversaciones son ciertas escenas preciosas en las vemos a sus protagonistas combatiendo no con otros, sino con la vida, la que de verdad nos pone una batalla tras otra en medio.
Escoltado por la banda sonora de su colaborador habitual, Jonny Greenwood (aquí tan irreconocible como el director gracias a uno imponente muros de sonido), PTA nos permite ver envejecer los ideales de sus personajes y cómo el paso del tiempo desgasta y amenaza con apagar el fervor de su espíritu. Es difícil no empatizar con sus excéntricos rebeldes, pues en el fondo no dejan de ser personas a las que la vida deja tan perdidas y exhaustas como a cualquiera de nosotros. Personas que dignifican lo que tiende a confundirse con resignación y que demuestran la victoria que supone que otros hereden tu voluntad.
Es radicalmente diferente ‘Pozos de ambición’, ‘Magnolia’ ni ‘Boogie Nights’, pero igual de enérgica y recomendable. ‘Una batalla tras otra’ es una fuerza de la naturaleza que seguirá viéndose como una proeza dentro de muchos años. Uno de los mejores reflejos jamás hechos sobre los tempestuosos tiempos que nos ha tocado vivir. Contiene tanto que resulta difícil que algún espectador salga sin nada. Es el año de Paul Thomas Anderson.

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