Cine
Crítica de ‘El hombre del saco’. Cuando la leyenda más terrorífica se hace realidad
La nueva película protagonizada por Sam Claflin (’Peaky Blinders’) profundiza en la leyenda de uno de los monstruos más temidos por los niños.
El Coco y el Hombre del Saco, dos monstruos de la infancia que acucian las pesadillas de los niños. Se introducen en los sueños, normalmente por culpa de los propios padres, pero ¿y si la leyenda fuera real? Esta es la historia que explora ‘El Hombre del Saco’, un filme que no ha de confundirse con otros largometrajes recientes con el mismo título, aunque en parte relaten un argumento similar. Dirigida por Colm McCarthy y escrita por John Hulme, la cinta se centra en una familia que vive en sus carnes la persecución de este ser sobrenatural.
Patrick McKee (Sam Claflin) escapó del Hombre del Saco cuando solo era un niño. Desde entonces, ha tenido que hacer frente a las secuelas psicológicas de ese terrorífico encuentro. Como cabría esperar, los psicólogos pensaron que eran imaginaciones del crío, por lo que fue tratado durante años. Ahora, tras mudarse a su casa familiar con su mujer Karina (Antonia Thomas) y su hijo Jake (Caréll Vincent Rhoden), las pesadillas han vuelto a adueñarse de sus noches: cosas que se mueven de sitio, juguetes que desaparecen y ruidos nocturnos que acechan en la oscuridad.
Un protagonista vulnerable
La película consigue construir una atmósfera de tensión constante, que sostiene el relato, en parte apoyado por un protagonista diferente al que se suele ver en las películas de este tipo. Patrick es un hombre atormentando por su pasado, que también sufre el estrés de las cosas más terrenales, como el pago de las facturas pendientes. Todo eso esboza el contorno personaje vulnerable, que se ve incapaz de proteger a su familia del monstruo. La relación entre padres e hijos, la paternidad y los lazos familiares son temas que se tocan en ‘El Hombre del Saco’. Esa vulnerabilidad le da un toque diferente a lo que por lo demás es un filme de terror bastante arraigado en la convenciones del género.
Destaca el entorno en el que se desarrolla la historia, rodeado de un bosque que llega hasta las lindes de la casa. En sus aledaños, la mina abandonada que abastecía al pueblo desde hace décadas permanece como un lugar prohibido. Y en ese contexto, la peculiar afición del protagonista: tallas figuras en madera. Los flashbacks que arman el pasado a veces recalcan elementos innecesarios, aunque las conversaciones entre Patrick y su padre nos han parecido sugerentes. Sam Caflin logra transmitir la vulnerabilidad de su personaje, que se agudiza a medida que transcurre la película. Esta versión de El Hombre del Saco engulle la seguridad de sus víctimas, los hace trizas psicológicamente, a la espera de llevárselo en su saco.
El diseño del monstruo no es especialmente reseñable. Juega con muñecos desgastados y cuero raído. Encapuchado y con una sonrisa siniestra, desde el momento en que se revela su verdadero rostro queda claro que no es el diseño más original. Pese a que el argumento da alguna vuelta a ciertos conceptos, el conjunto resulta bastante previsible. Entretenida, pero para nada la película de terror del año.
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